CAPITULO XIII


De las rabas y nabos de Amiterno


Puesto caso que fuera necesario hablar primero de las rabas, tractaron empero dellas, de pasada, los latinos, y algo más diligentemente los griegos, y ellos también entre las hortalizas. Haviendo de hablar dellas, si la cosa se guiara por razón, luego después de los panes, a lo menos después de las havas, pues no hay cosa de que se tome mayor aprovechamiento que dellas. Porque, lo primero, sirven a todos los animales, y no es la cosa que menos satisfaze a los géneros de aves que se crían en las labranzas, mayormente cozidas en agua y aun los {animales} de cuatro pies se apascientan de buena gana de sus hojas. Ni son estas menos agradables al hombre en su sazón que las cimas o raízes y aún más sabrosas después de arrancadas, y lacias que verdes. Conservanse las mismas guardadas en su misma tierra y después apasadas hasta otra cosecha y hazen que no se sienta la hambre o falta del pan. Este es el tercero fructo de los de Lombardía, después del vino y las mieses. No son mal acondicionadas en escoger suelo porque se contentan con aquel donde no se puede casi sembrar otra cosa. Críanse espontáneamente con nieblas, eladas y fríos, y házense de tamaño admirable. Ya se han visto algunas de más que 40 libras de peso. Estímanse entre nuestros manjares de muchas maneras, y duran hasta otra nueva {cosecha} domadas con la fuerza de la mostaza y son matizadas de otros seis colores fuera del que les es propio, bien del morado {el de la púrpura}, y no es cosa decente tener otra alguna cosa los manjares.

Distinguiéronlas en dos géneros los griegos, que son macho y hembra, y esto consiste en la manera del sembrarlas, porque, siendo una misma la simiente, salen machos cuando se siembran espesos o en tierra áspera. Tanto es su simiente mejor cuanto es más subtil, pero las especies de todas son tres porque o se extienden en anchura o se enobillan en redondo. La tercera llamaron silvestre, cuya raíz procede en largo a manera de la del rávano, y la hoja es esquinada y áspera y el zumo agudo y ansí exprimido en el tiempo de las mieses aclara los ojos1 y cura sus tinieblas mezclándole leche de muger. Tiénese por cierto hazerse mejores y más dulces con el frío, y aun mayores, porque {si} el tiempo es algo caliente medran en hojas. Son las más excelentes de todas las que se crían en el campo nursino. El precio de cada libra es un sextercio, y, cuando hay falta dellas dos, después de éstas se estiman las de Algido.

Mas los nabos amiterninos, que tienen casi la misma naturaleza, quieren lugares no menos fríos. Siémbranse antes de la entrada de marzo, seis sextarios de semilla en una obrada. Los más curiosos agricultores quieren se siembren los nabos en barbecho de cinco rexas, y las rabas en el de cuatro; ambos géneros estercolados. Házense las rabas mejores si se siembran con paja, y aun gustan de que los siembren hombres desnudos, y rogando a dios que sea aquella sementera para sí y para sus vezinos. El proprio sembrar de ambos géneros es entre las dos fiestas de Neptuno2 y Vulcano,3 y aun dizen personas que lo han experimentado, con grande curiosidad, hazerse más excelentes si se siembran dentro de otros tantos días de luna a cuantos el himbierno pasado huviere caído la primera nieve. Siémbranse también por el verano en lugares cálidos y húmidos.



EL INTERPRETE


1(Aclara los ojos). Sabida cosa es haver rabas machos y hembras, que llamamos nabos redondos, y los latinos rapa, y otras silvestres, sin los que vulgarmente dezimos nabos o nabos prolongados y napos los latinos y los reponces, que solemos comer cozidos en ensaladas. De los silvestres, pues, dize Plinio que su zumo limpia los ojos. A Pinciano le pareció haverse engañado Plinio en entender a Theophrasto, el cual, no del zumo de las rabas, sino de las lechugas silvestres lo afirma, porque yo no puedo creer tal de un varón gravísimo principalmente estando la letra de Theophrasto tan evidente, el cual en el capítulo VI del séptimo libro, después de haver dicho {en blanco en el texto}, que quiere decir: tiene la raba larga la raíz, semejante a la del rávano, y el caule breve , añade {en blanco en el texto} que quiere dezir: “pero la lechuga tiene la hoja más corta que la hortense, la cual, consumada, se hinche de espinas y tiene de la misma manera el vástago mas corto, abunda en zumo acre y medicamentoso; nace entre los panes. Exprímese por la cosecha del trigo y dizen que {cura} la hidropesía, evacuándola, y quita la escuridad de los ojos y nubes pues ¿{cuál} havía sido la causa de dezir Plinio esto? Creo yo por cierto que las palabras de Dioscórides, en el capítulo de las rabas, do afirma limpiar el zumo de las silvestres el cuero de todo el cuerpo, de lo cual pudo muy bien afirmar e inferir Plinio que también y muy mejor el de los ojos, que es tanto más delicado. Mas en esto cada uno tiene libertad de seguir el parecer que mejor le pareciere, con tal que no se anisen temerariamente los autores graves y antiguos que toda la vida consumieron en darnos luz y procurar nuestra erudición, mayormente cuando pueden por alguna evidente, o al menos verisímil vía, ser declarados y escusados. 2(De Neptuno). Que era en hebrero. 3(De Vulcano). Que eran en setiembre, o a fin de agosto.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2