CAPITULO VI


De la postura de las alcarias y preceptos de los antiguos acerca de la lavor del campo


Tiénese por cosa acertada que ni la casa deve ser heredad,1 ni la heredad casa. No como hizieron con diversos exemplos L. Lúcullo y Q. Scaévola en un mismo tiempo, porque carecía de casa la heredad de Scaévola, y de tierras la casa de Lúcullo. Havía en este género correctión censoria,2 en que se avisava que se arase más que se sembrase, lo cual no carece de industria y arte. El primero que labró casa rusticana en el campo misenense fue C. Mario, siete vezes cónsul, hombre de tanta destreza en asentar reales que Sylla Faélix dezía haver sido todos los demás, en su comparación, ciegos.

Convienen todos los agricultores en que ni se edifique a par de lagunas ni pase río por delante3 a la casa, aunque Homero enseña con grande verdad ser, doquiera que esté, siempre enfermo el aire que de él viene por la mañana. Ha de mirar, en los puestos cálidos, a septentrión; en los fríos, a mediodía, y en los templados al oriente equinoctial.

Y aunque podría parecer haver yo cumplidamente hablado de las señales de la buena tierra cuando traeré de las mejores que entre ellas se hallan, pero tornaré agora a confirmar las ya referidas, mayormente con las palabras de Catón. El yezgo, ciruelo silvestre, zarza, cebollas menudas,4 trifolio,5 hierbas pratenses, robles, perales y manzanas silvestres son indicios de la buena tierra de pan. Iten si es negra o de color de ceniza. Toda greda recueze si no es muy magra y, si no es muy delgada, también el arena. Y mucho más responden las cosas en los llanos que en las cuestas. Decreto fue de los antiguos que se debe guardar modo en la lavor, porque tuvieron por cierto ser mejor sembrar menos y arar más. Deste parecer veo haver sido Vergilio y si queremos dezir verdad las grandes heredades han destruido a Italia, y ya también a las provincias. Seis señores poseían en Africa la mitad de una cuando los mató el príncipe Nerón. No privando desta grandeza a Cneyo Pompeyo, el cual jamás compró heredad vezina de la suya. A Magón pareció cosa dura y sin provecho del estado público que, comprada la heredad, se vendiese la casería, comenzando con este principio a publicar sus preceptos, pero de manera que parece haver sido deseada de él la frecuencia y continuación.

Después desto se deve tener cuidado que el mayordomo del alearía sea diestro, de lo cual da Catón muchos preceptos. A nosotros bastará avisar que conviene sea muy rendido a la voluntad del señor, y que a él le parezca que anda lexos de ella. Es muy mal consejo labrar los campos por esclavos, y no luze lo que con hombres desesperados se haze.

Podríase tener por cosa temeraria poner yo aquí agora un dicho de los antiguos y, aun por ventura del todo increíble, conviene a saber, que no hay que labrar muy curiosamente al campo. Lucio Tario Ruffo, hombre de buena suerte, alcanzando por su industria militar un consulado, aunque remedava aquella antigua templanza, consumió, hasta ponerle a pleito al heredero, casi 100 cuentos de sestercios que havía iuntado, por mercedes que le hizo el divino Augusto, comprando tierras en el Piceno, y labrándolas por vanidad y no por provecho; tenemos pues esto por perdición y hambre. Y ansí yo creería ser en todas las cosas la templanza provechosa. Lavrar bien es necesario, pero muy bien es dañoso, salvo cuando se haze con hijos o familia que, fuera desto, se havía forzosamente de mantener y sustentar. De otra manera, poco sirve que {se} coja pan si ha de ser mayor el gasto que el provecho. Tampoco se han de cultivar mucho las olivas ni algunas particulares tierras,6 cuales dizen haverlas en Sicilia, engañándose con ellas muchas vezes los estrangeros.

Luego ¿de qué manera se labrarán con grande provecho los campos? No de otra, por cierto, que según lo tenemos avisado por el oráculo: con malos, buenos. Pero justo es defendamos en esta parte a nuestros mayores, los cuales tuvieron cuenta en el dar de sus preceptos con el bien de la posteridad, porque cuando dixeron “con malos, buenos” entendieron vilísimos. La suma de su providencia fue que se hiziese el menor gasto que fuese posible. Porque mandavan estas cosas aquellos que tenían por exceso y culpa que un romano que huviese triumphado huviese valor de diez libras de plata en sus alhazes. Y los que muerto el casero pedían que se dexasen las victorias y volviesen a sus lavores. Y aquéllos cuyas tierras labrava la República mientras capitaneavan ellos los exércitos, haziendo oficio de casero y mayordomo de la labranza el Senado. De allí nacieron otros oráculos, como fue “ser mal padre de familia el que haze de día lo que se puede hazer en la noche, si no fuese que llueve,7 y peor el que haze en día de fiesta lo que se puede hazer en {días de} ocio;a y el más malo de todos el que trabaja en tiempo de serenidad antes so techado que en el campo”.

No puedo callar un caso antiguo de que se entienda haverse tenido en costumbre tractar de la lavor acerca del pueblo y de qué manera usavan aquellos excelentes varones a defenderse. Cayo Furio Cresino, libertado de esclavo, como cogiese de una muy pequeña heredad muy más copioso fructo que los vezinos de otras muy grandes, era dellos muy invidiado y ansí dezían que llevava en hechizerías a su heredad de las agenas el fructo. Por lo cual, citado por Spurio Albino, curul, para cierto día, y temiendo que le condemnasen, como le conviniese provar con tres testigos su innocencia y abonarse, llevó todos sus instrumentos rústicos delante del juez y una hija suya rezia y, como dize Pisón, bien vestida y curada, herramientas muy bien hechas, azadones pesados, rexas cargadas y bueyes bien pensados y gordos y dixo después: “Estos que veis, o{h} romanos, son mis hechizos y no puedo traher ante vosotros mis vigilias, madrugadas y sudores”, y desta manera fue, al parecer de todos, absuelto y dado por libre. Ansí que verdaderamente la lavor no se haze con gasto sino con trabajo y diligencia. Por esto dixeron nuestros antepasados ser el ojo del señor muy fértil a la heredad. Los demás preceptos se dirán en sus lugares que sean proprios a cada género.

Entre tanto se tractarán los más generales que nos ofrecieren, y primero uno de Catón, muy humano, en que se aconseja que procure el labrador ser bienquisto de los vezinos, dando dello causas que a nadie pueden parecer dubdosas. Entre las principales, avisa que no tenga mala familia. Todos tienen por cosa muy necesaria que no se haga cosa tarde en la lavor, antes cada uno en su razón y tiempo. En el tercer precepto dize que la coyuntura que una vez se pierde no puede jamas cobrarse. Cuanto abominó Catón la tierra cariosa ya lo havemos abundantemente mostrado, aunque no cesa de advertir él mismo ser lo que se puede hazer con un asnillo lo menos costoso.

Muere el helécho dentro de dos años si no le consintiese echar hoja. Esto se haze eficazmente derribando los ramos cuando nacen con un palo, porque el liquor que sale por las quebraduras es causa de secarse las raízes. Dízese también que arrancados por el tiempo de los solsticios no tornan a nacer, o cortados con una caña, o arados con rexa que tenga una caña puesta encima y que de la misma manera se aren las cañas con rexa que tenga puesto encima helécho.

El juncal se ha de bolear con pala, pero en pedregal con azadas de dos dientes. Los matorrales se atalan muy bien con fuego. La tierra demasiadamente húmida se desagua y enxuga con fosos. Hanse éstos de dexar abiertos en el suelo gredoso, y en la tierra más suelta se han de fortificar, porque no se cayan, con vallados o dilatarse al través por la parte alta sus lados. Unos se han de cegar y guiarse a otros más abiertos y mayores y, si huviere aparejo, empedrarse con pedernal o cascajo, y fortificarse con dos piedras de cada parte las bocas y taparse con otra.

Demócrito escrive la manera de desmontar las selvas diziendo que se eche en remojo la flor de los atramuzes por un día en zumo de ceguta y se rieguen después con ello las raízes de las matas.



a. Días de mercado o ferias.



EL INTERPRETE


1(Ni la casa deve ser heredad). Porque la casa sin heredad es gasto sin provecho, y la heredad sin casa no tiene dónde se recoja y guarde su fructo, o dónde se hospede el pater familias, casero o aperador y gañanes y queden seguras las herramientas. 2(Correctión censoria). El códice que traslado tiene quo in genere censoria castigo erat minus arare quam verrere. Otros castigan minus arare quam vertere, por lo que dize abaxo juncosus ager verti palla debet, lo cual no es menos dificultoso de entender y declarar. Yo leí quo in genere censoria castigo erat minus arare quam serere, por lo que dize abaxo quippe ita censebant, satius esse minus serere et melius, de manera que diga Plinio que mandavan los censores que se sembrase poco y arase mucho, y que esto era mejor que no se sembrase mucho trecho de tierra y ésa mal cultivada y arada, lo cual creo ser el verdadero sentido y letra que Plinio dexó escripta y pretendió. 3(Río por delante). Ansí traslado ex adverso, que es enfrente. Columella en el capítulo V del libro primero: “hase de proveher que tenga río a las espaldas y no delante”. 4(Cebollas menudas). No se entiendan en particular las vulgares, que llaman los latinos caepe, sino cualquiera raíz que se compone de caxcos como ella; cuales ser las de las azucenas y de otras semejantes plantas que llaman los latinos bulvos, aunque hagan mención los autores, y entre ellos Dioscórides, de dos particularmente celebrados con este nombre que son bulbus vomitorius y bulbus edendo, de que se habla en su lugar. 5(Trifolio). Entiende el bituminoso o rutáceo de que habla Dioscórides y es vulgar casi a todas partes.

6(Ni algunas particulares tierras). Ya sabemos haver sido la cosecha de vino de algunos pueblos de Hespaña muy excelente y deseada, y pagada largamente en muchas partes, en tanto que los dueños se contentaron con mediana lavor. Y después que con la ganancia cresció la cobdicia y se labraron más viciosamente las viñas de lo que fuera menester, haverse cogido menos bueno el vino y perdido la fama y la ganancia. 7(Si no es que llueve). Porque entonces sufre, no pudiendo ir a arar, que en casa se haga soga y tomiza, se calcen las rexas, adoben los arados, aparejen sus carretas y hagan otras cosas desta manera que si hiziera buen día se devían delatar para la noche, ocupando el día en cosas más necesarias, ya que no siempre la disposición del cielo da lugar.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2