CAPITULO V


Alabanza de los labradores y qué cosa se deve tener en cuenta en el aparejar del alcaria


Házense, de labradores, varones fortísimos y soldados muy diestros que piensan muy poco en cosas malas. No se deve comprar el alearía con cobdicia. En las cosas del campo no te descuides en trabaxar y menos en comprar la labranza; lo que se compra mal siempre da pena. Los que han de preparar el campo han de mirar lo primero la fuerza de las aguas y al vezino. De cada cosa de éstas se toman grandes señales y no dubdosas. Catón manda que se mire el lustre de las heredades cercanas, porque a la buena región o pago es proprio (como él dize) el luzir bien. Attilio Régulo, el que fue dos vezes cónsul al tiempo de la guerra africana, dezía que no se deve aparejar en lugares muy fértiles labranza enferma, ni la muy saludable en los estériles e infecundos.

No siempre se conoce la disposición del lugar en el color de los moradores, porque los acostumbrados, aun en los lugares enfermos y pestilentes, vienen y permanescen sanos. Fuera desto hay algunos que son en ciertas partes del año saludables, mas no se puede dezir con verdad saludable sino el que siempre lo es. “Malo es el campo con quien pelea el señor”, {dize Catón}, Manda también mirar con mucho cuidado que tenga el suelo valor por su propria virtud en el puesto a que havemos dicho; que haya a par de él copia de trabajadores y gañanes, y algún pueblo rezio; que tenga contractación por la mar o sea pasajero; que esté bien edificado y labrado.

En una cosa veo engañarse muchos y es que creen hazer al caso al comprador el descuido del primer dueño. No hay cosa más dañosa que un campo erial. Y ansí Catón afirma comprarse mejor del señor diligente y cuidoso, y que no se deve estimar en poco la agena lavor y arte, y que no le sobra nada al campo, como ni al hombre, aunque de mucho provecho si tiene también mucho gasto. A este mismo {Catón} parece ser, en el campo, la más provechosa la vid, y no sin causa, porque tuvo principalmente cuenta con la poca costa. Y después della las huertas que tienen agua con que se rieguen, y cerca población y prados, que los antiguos llamaron paratos o aparejadas. El mismo Catón, preguntado cuál fuese la ganancia más cierta, respondió: “Si bien apascentares, y luego si apascentares medianamente.” La suma de todo consiste en haver tenido por mejor el fructo que se cría a menos costa. Esto se distingue diversamente según la disposición de los lugares. A este mismo {propósito} haze lo que dize convenir que el labrador sea digno de vender y no de comprar; que la heredad se plante con tiempo, luego, en la mocedad y no se edifique la casa antes de haverse plantado la tierra. Y aun después de plantada,2 poco a poco, pero de manera que no sea pesadumbre guardar el alearía. Y que es muy bueno (según que también el vulgo dize) aprovecharse de la locura agena. Y no andan fuera de razón los que dizen que el que tiene buena casa va a menudo a su alearía, y que la frente del señor aprovecha más que el colodrillo.



EL INTERPRETE


1(En los lugares enfermos). Tiene tanta fuerza el acostumbrarse los hombres a alguna cosa por razón de convertirse la costumbre en naturaleza, que haze, lo que nos era semejante, contrario, y lo que nos era adverso y contrario, semejante y familiar; lo desabrido e insuave, sabroso, y lo sabroso y deleitable, desabrido; que lo que nos sanava, nos causa enfermedad, y lo que nos matava, nos dé la vida. Porque ¿de dónde viene que entre hombres de semejante naturaleza y circunstancias unos se hallen bien con muchos y muy malos manjares, y lo que más es, algunas vezes con venenos y con bevidas peregrinas y desatinadas, ansí en calidad como en quantidad y aun con los mismos excesos y enfermedades, y otros viviendo medidos y templados y estando muy a raya en su regimiento y gobernación viven muy indigestos y enfermos? También, ¿de dónde procede que unos, durando en ocio y perpetua quietud, y otros en extremados exercicios se conserven fuertes y robustos y otros en el mismo medio padezcan mil géneros de enfermedades? ¿Que a unos les basten dos horas de sueño, y a otros seis se les hagan pocas? ¿Que unos se deleiten en las virtudes morales y contemplativas, y aun en la misma muerte que por ella se recibe, y a otros les sea martirio y tormento? Y finalmente ¿{cómo} no traher a propósito de una verdad tan averiguada tantos exemplos? ¿De dónde viene que en el aire pestilente y sitio enfermo se vean los hombres sanos, que es lo que al presente tracta nuestro autor, sino de la costumbre de versar en aire semejante, la cual tiene, según se sabe, las vezes cercanas a Naturaleza? 2(Aun después de plantada). Leo por este orden: tunc quoque cunctanter et ita ut villarum tutella non sit oneri optimumque ut vulgo dixere aliena insania frui.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2