CAPITULO XXIV


Del conservar de las uvas y enfermedades de los árboles


Enseñan los autores que los tablados de las vides de buen veduño se deven podar en los quinquatrios1 y, aquellas cuyas uvas quisieres guardar, en la menguante de la luna. Y dizen que las que se podan en la coiunctión son esentas del daño de los animales. Por otra vía les parece haverse de podar estando llena la luna y en esto en el signo de León, Scorpión, Sagitario o Toro y que totalmente se han de plantar en la oposición o cresciente, y bastan en Italia diez labradores para 100 obradas de viñas.

Mas haviendo ya suficientemente tractado el labrar de los árboles (porque de las palmas y citiso hablamos cuanto conviene, escriviendo de los estranjeros), para que no falte nada a la materia, es bien se muestre la demás naturaleza que en gran manera pertenece a todas aquestas cosas, pues también son aquexados los árboles de enfermedades, de las cuales ninguna cosa se liberta y carece. Aunque niegan ser los de los silvestres mortales, los cuales son solamente fatigados, cuando florescen o brotan, de granizo y se queman con el rezio calor o con los vientos elados que se levantan sin tiempo, ¿qué coyuncturas hay, según tenemos afirmado, en que aprovechan, pues luego no perecen de frío también las vides? Esto es en lo que se conoce la falta de la tierra, porque no acontece sino en la fría. Ansí que aprovamos por el himbierno el rigor del cielo mas no el del suelo. Ni corren riesgo con él los árboles muy débiles, pero los muy grandes, secándose primero, en los vexados desta calidad, las cumbres, a causa de no poder llegar a ellas el humor apretado y hecho inmovible con el yelo.

Enfermedades hay que son a todos los árboles comunes y otras que son particulares y proprias de ciertos géneros. Es común a todos la vermiculación,2 sideración3 y dolor de partes de donde se sigue en ellas debilidad, con compañía también de nombres miserables de las enfermedades humanas. Pues es verdad que acostumbramos a dezir que están troncados los cuerpos de las plantas y los ojos de los renuevos quemados, y otras cosas muchas de la misma manera. Iten, que padecen hambre y crudeza, lo cual todo nace de la cuantidad del humor y algunas vezes de gordura, como todos los árboles resinosos suelan convertirse, a causa de la mucha graseza, en tea y aun cuando se comienzan las raízes a engrasecer y crezcan, como acontece a los animales a causa de su demasiada gordura, y aun vienen algunos tiempos de pestilencia por cada diferencia de plantas, como entre los hombres, unas vezes por los siervos y otras por la plebe de los ciudadanos o rústicos.

Sienten el mal que llamamos vermiculación unos árboles más y otros menos, pero ninguno casi se escapa de él. Y esto experimentan las aves con el sonido de la corteza cóncava y vana. Ya ha comenzado a haver aun en esto exceso y superfluidad, porque unos gusanos grandes que se hallan en los árboles se comen por manjar regalado,4 los cuales llaman cosos, y aun los cevan y engordan hartándolos de harina. Sienten este mal principalmente, entre los árboles, los perales, manzanos e higueras y, menos, los que son amargos y dolorosos. De los que se hallan en las higueras, unos nacen en ellas mismas y otros paren el que llaman ceraste, aunque todos toman del ceraste la forma y hazen una misma manera de sonido, de un sordo rechinar. El serval es aquexado de unos gusanillos roxos y pelosos, y ansí perece. Es también el mismo pero subjeto a esta enfermedad en la vejez.

La sideración toda viene del aire y ansí se entenderá entre estas causas el granizo y la carbunculación5 y lo que sucede por daño de la helada, porque ésta, asentada en los blandos pimpollos que combidados por el verano tomaron osadía de brotar, quema sus lácteas yemas. Y esto mismo se llama carbúnculo cuando acontece en la flor. Más mortífera es la naturaleza de la escarcha porque caída persevera en la planta yelada y no es derribada de cualquier aire liviano o de causa, sino con el que es sereno e inmovible, pero es proprio de la sideración el vapor de las sequedades desde que nace la Canícula, cuando perecen los enxertos y árboles noveles, y principalmente las higueras y vides. La oliva, aliende de la vermiculación a que está subjeta, como las higueras, padece también lo que llaman clavo, si no queremos antes nombrarle hongo o cobertura; es éste abrasamiento del sol.

Enseña Catón dañar también el vello bermexo y empece muchas vezes a las vides y olivas su misma fertilidad y es común la sarna a todos los árboles. Los empeines y caracoles que suelen nacer son enfermedades proprias de las higueras y no en todas partes, por que hay algunas proprias a ciertos lugares. Mas como el hombre padece dolor de nervios, ansí también los árboles y de otras tantas maneras, porque o acude a los pies, conviene a saber a las raízes, la fuerza de la enfermedad, o a las juncturas, como son los dedos de las ramas más altas que se levantan muy altos de todo el cuerpo. Sécanse, pues, y tienen acerca de los griegos, ambos males, sus nombres. Tienen primero por todas partes dolor y después una magreza frágil en ellas y finalmente consumptión y mal de no penetrar el mantenimiento o no llegar a donde conviene. Sienten esto principalmente las higueras. Con el cabrahigo no tienen que ver todas estas cosas que hasta agora havemos contado; engéndrase después de las Vergilias,6 con los rocíos viscosos y espesos, sarna y si son más ralos bañan el árbol solamente. En lo demás, si caen o huviere muchas aguas, enferman mojadas las raízes de otra suerte las higueras. Es a las virtudes, aliende de la vermiculación y sideración, propria la articulación, por tres causas: una por quitárseles los pámpanos con el ímpetu y fuerza de las tempestades; otra, como notó Theophrasto, por cortarse hazia arriba y la tercera cuando los ofende el descuido del labrador, porque todas sus injurias se sienten en las juncturas de sus pámpanos. Género es de sideración caer en éstos rocío, al tiempo que salen de cierna o cuando las uvas siendo pequeñitas se recuezen y convierten en dureza y callo.

Enferman también cuando se yelan, ofendidas las yemas de las muy trasquiladas, con la enfermedad que llaman uredo, que es cuando se queman las viñas. Acontece también este mal por calor, sin razón, por constar todas las cosas de modo y hazerse con cierto contemperamento y también por culpa de los que los cultivan cuando las aprietan, según que lo havemos dicho, más de lo que conviene. O cuando el que las cava a la redonda les da alguna notable herida o cuando el gañán imprudente les afloxó las raízes o les descamó el cuerpo. Hay también una manera de confusión que se haze cuando la podadera está bota y, en lugar de cortarlas, las fatiga y aporrea. Por las cuales causas sufren con mayor dificultad los fríos o el calor árboles, como las vellotas e higos, que parece nacer de humidad, porque entonces se halla dulzura debaxo de las cortezas, y el enfermar consiste casi en estas cosas.

Algunas causas de tiempos o de lugares no se dizen enfermedades propriamente, porque matan luego, como la tabe o héctice, cuando le acontece a algún árbol, o la ustión o viento proprio de alguna tierra, cual es en Apulia el atabulo y en Euboea Olimpias, porque, si éste corrió con la bruma, abrasa secando con el frío, de manera que no pueden después los árboles restaurarse con género alguno de sol. Afrige aqueste linage de enfermedad los valles y lugares que están a par de los ríos y principalmente las vides, olivas e higueras, lo cual cuando aconteciere se descubre luego en el tiempo del brotar, en las olivas más tarde, pero entonces es señal de revivir haver perdido las hojas, porque, de otra manera, los que paresce haver prevalecido perecen. Algunas vezes se secan las hojas y tornan las mismas a reverdecer. Otras, en las regiones septentrionales, como en Ponto y Phrygia, padecen males de frío y de yelo si se continuaren 40 días después de la bruma y allí y en las otras partes, en produziendo el fructo, se siguen grandes eladas.

Matan ansimismo en pocos días los daños que vienen por culpa de los hombres, que tienen en sí otras causas. La pez, azeite y gordura son en gran manera enemigos de los árboles nuevos.

Perecen también quitada a la redonda la corteza, sacado el alcornoque al {que} va mejor sin ella, porque su corteza, que es muy gruesa, le aprieta y ahoga. Tampoco se ofende el árbol llamado adrachne, si no le cortan junctamente el cuerpo. Fuera desto el cerezo, teja y vid pierden la corteza, pero no la vital o cercana al cuerpo, sino aquella que, naciendo otra debaxo, se desecha y despide. Es la corteza de algunos árboles naturalmente resquebrajada, como la de los plátanos. A la teja le torna a nacer poco menos que toda. Curan, pues, con estiércol y barro los árboles cuya corteza hazen cicatriz y aprovechan algunas vezes, si no se sigue grande fuerza de fríos o de calores. Algunos mueren ansí más tarde, como los robles y enzinas. Importa mucho el tiempo del año, porque si alguno la quitare al pino o pinavete, pasando el sol por Tauro o Géminis, al tiempo de brotar perecen luego y, padeciendo por el himbierno la misma injuria, la sufren más tiempo. De la misma manera, la enzina roble y quercus, que es otra specie de enzina, y sigue angosto el descortezamiento, no se sigue daño alguno a los sobredichos. Aunque a los árboles flacos y en tierras flacas mortal es quitarse aun de una sola parte la corteza.

De la misma manera acaece en el despuntar del aciprés, picea y cedro, porque éstos, quitado lo alto o quemado con fuego, perecen, y ansimismo el roerlos los animales. La oliva, con no más de lamerla la cabra se haze estéril, según lo afirma Varrón y lo tenemos ya de este autor allegado. Algunos perecen por negligencia y otros solamente se hazen más ruines, como los almendros, porque de dulces se tornan amargos y, otros, por el contrario, más provechosos, como acontece {en} Xío {con} el peral que llaman phocis, porque ya havemos dicho a qué árboles aproveche el troncarlos. Perecen algunos por sólo henderles el tronco, sacando las vides, manzanos, granados e higueras, y otros solamente de cualque herida. Menosprecia esta injuria la higuera y todos los que engendran resina.

No es maravilla perecer cortadas las raízes, pero muchos mueren cortadas solamente las mayores o las que son entre ellas vitales. Ahóganse unos a otros entre sí con la sombra o con la espeseza y con tobarse el mantenimiento. Mátalos también la yedra arrebolviéndoseles y no aprovecha el visco, cytiso y auro, que llaman alimón los griegos. La naturaleza de algunos no mata, pero daña con el olor o mezcla el zumo, como el rávano y laurel, a la vid, porque se entiende ser oleadora y hazer en ella grande impresión el olor y, por tanto, cuando los tiene cerca se buelve y aparta, y huye el sabor en el higo. De aquí tomó Andrócides, médico, remedio contra la embriaguez, mandando que se comiese contra ella el rávano. Aborrece también las coles y toda verdura y no menos el avellano porque, si no están lexos, se entristece y marchita, y son sus extremos ponzoñas el salitre, alumbre, agua de la mar caliente y cáxcaras de yeros o de havas.



EL INTERPRETE


1(En los quinquatrios). Fiestas eran de Pallas, dichas ansí del número de los días en que se celebravan, que eran cinco. 2(Vermiculación). Es enfermedad de los árboles en que se les crían gusanos. 3(Sideración). Llámanla los griegos sphacelos y asterismus y es enfermedad también de los hombres, en que totalmente se corrompe el callo natural de la parte, porque se llama gangrena cuando comienza a hazerse esto y no ha aún llegado la mortificación a los huesos. Ansí lo siente Galeno en el capítulo II del libro sexto De tumoribus praeter naturam, cuando dize: sic autem voco corruptionem solidorum corperum, sed nec ossibus in est, magnas que inflamationes sequitur quae syderationis species quaedam est propria que et selecta apellatione supra communem assequuta est. Aunque algunas vezes usurpa Hippócrates esta palabra por la comenzada y no consumada corruptión, según parece del aphorismo quinto del séptimo comentatio, donde dize: quibus cerebrum sphace latum est in 3 diebus pereunt, si vero hos effugiunt salui fiunt, donde, como Galeno advierte en el comentario, no se puede entender corruptión perfecta del cerebro, pues con ésta no durará tres días la vida, ni se pudiefra} tampoco escapar por robusta y fuerte que estuviese la virtud. Ansí que esto llaman los autores sphacelo o syderación en los hombres, pero en las plantas, cuya enfermedad propriamente significa, no es sino un consumirse la humidad natural y secarse en todo o en parte la planta por el demasiado calor y porque en esto suele concurrir fuerza de alguna estrella particular, como de la Canícula, se dixo el sphacelo también syderación o asterismo. 4(Se comen por manjar regalado). Lo mismo se acostumbra hoy en algunas partes desta Nueva Hespaña, donde no se tiene por mucha maravilla porque no hay casi savandija ni animal a quien perdonen o de quien no usen por benino y familiar mantenimiento. 5(Carbunculación). Llamamos esta enfermedad a las plantas en Hespaña ahornagamiento, que dize Plinio poco más abaxo por estas palabras: “y lo que sucede por daño de la elada, porque ésta, asentada en los blandos pimpollos que combidados por el verano tomaron osadía de brotar, quema sus lácteas yemas, y esto mismo se llama carbúnculo cuando acontece en la flor”. 6(Engéndrase por las Vergilias). Bien se ve estar este lugar depravado. No quise castigarle, mas pondré las palabras de Theophrasto de donde Plinio sacó las suyas, cualesquiera que ellas fueron, de donde quienquiera podrá restituirle y enmendarle, que son en el quinto libro De las causas de las plantas, capitulo XIII. Hay algunos a quien parece hazerse la sarna por otra manera, conviene a saber, cayendo al nacer de las Vergilias alguna pequeña agua, porque entonces aquel humor dañado se reenlienda y rehirviendo se convierte en pústulas, pero si el agua fuere copiosa, lavarse ha la causa que cría la sarna. Y por ventura alguna vez impellida adentro se quita y acaba.

Otros muchos lugares deste texto castigamos pero no advertimos dello porque los que supieren latín lo entenderán de suyo confiriendo la traslación con el latín, y los que no no tienen tanta necesidad de que se les dé de ello cuenta.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2