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Libro Decimoséptimo


DE LOS ARBOLES QUE SE SIEMBRAN Y CULTIVAN


CAPITULO I


De precios maravillosos de árboles


Ya havemos hablado de la naturaleza de los árboles que nacen de suyo en la tierra y en el mar. Queda agora por dezir la de aquellos que se fabrican, más verdaderamente que produzen, por la industria y artificio de los hombres. Aunque se ofrece primero admirarme de ver que hayan venido a tanta estima entre otros regalos aquellas cosas de que desposeimos, por necesidad, a las fieras, a quien era concedida juntamente con nosotros su posesión, peleando con ellas sobre la fructa que se les caía en la tierra, y aun con las aves sobre que permanecía y se quedava en los árboles colgada, y esto con exemplo (según me parece) muy notable de Lucio Crasso y Gneo Domitio Aenobarbo. Fue Crasso1 uno de los principales oradores romanos. Tuvo una casa muy principal, aunque le hazía ventaja, en el mismo palacio, la de Q. Catullo, el que venció, en compañía de C. Mario, los cymbros. Y fue mucho más hermosa de parecer de todos entonces, en el collado Viminal, la de C. Aquilio, cavallero romano, el cual fue por su causa más conocido e ilustre que por la ciencia que tuvo del derecho civil. Cuando le fue dada a Crasso y Domicio, de muy claro linage, y después del consulado, en el año de la fundación de Roma, juntamente censores, en que se desavinieron muchas vezes por ser de diferentes costumbres, en este tiempo Gneo Domicio (según era trabajoso de condición, mayormente por estar encendido en odio, el cual suele ser, en la competencia, terrible) le reprendió brevemente, diziendo ser rezia cosa que morase en casa tan costosa un censor, por la cual le ofrecía 150 mil coronas.2 Pero Crasso, según fue siempre de ingenio presto y avisado, con un donaire gracioso, respondió que lo aceptava, mas sacando seis árboles3 que tenía en ella, y como Domitio replicase que no le daría ni un solo maravedí si aquéllos le quitava, dixo Crasso: ¿Cuál es, yo te ruego, de nosotros, ¡oh, Domitio!, de peor exemplo o más digno de reprehensión y de ser notado por la misma censura? ¿Yo que moro llanamente la casa que heredo de mis pasados, o tú que estimas seis árboles en tanta suma de dineros?

Eran éstos almaizos, pero de tan abundante y estendidas ramas que podía debaxo dellos, cómoda y suavemente, gozarse de la sombra. Preciávase destos árboles y mostrávalos muchas vezes Cecina Largo con ambición, en tiempo de mi mocedad, en su casa, y duraron (que ya havemos hablado de la vida más larga de los árboles) hasta los incendios hechos por el príncipe Nerón, con que abrasó la ciudad, 180 años, estando aún entonces con la labor frescos y remozados, si aquel príncipe no acelerara también a los árboles la muerte. Y, porque nadie piense haver sido, fuera desto, de poca y vulgar estima la casa de Crasso, y que Domitio no pudiera allegar otras cosas para testimonio y prueva de su reprehensión, sepan que ya havía puesto en el atrio4 de su casa cuatro columnas de mármol hymetio, traído a causa de su edilidad para ornamento del lugar donde se havían de celebrar las fiestas, no haviendo aún en aquel tiempo, en lugares públicos, otras algunas de mármol.

De tan poco acá se han usado estas grandezas y davan entonces tanto lustre los árboles a las casas, que sin ellos aun no guardó Domitio el precio de la enemistad. Tomaron de éstos algunos antiguos sus apellidos y renombres, y ansí se llamó Frondicio aquel soldado que hizo grandes hechos, pasando a nado el río Vulturno, con hojas de árboles en la cabeza, peleando contra Aníbal. Y Stolones,5 los del linage de los Lycinios, que ansí llaman las varas inútiles que echan los árboles, de donde se inventó el despampanar.6

Tuvieron también las leyes antiguas cuidado de los árboles, y mandóse en las Doze Tablas que el que por hazer mal hiriese los agenos pagase 25 sidos de cobre.7 Pensaremos haver creído que havían de venir a tanta estima estos árboles aquellos que tasaron los frutíferos en semejante precio y no hay cosas de admiración en su fructa porque se vende la cosecha de cada año, de muchos que están en las heredades cercanas a Roma, por 20 mil maravedís, dando más renta cada uno que antiguamente dava junta toda una hazienda del campo. De aquí vinieron los enxertos y adulterios que también se exercitan en las arboledas8 para que ni aun fructa naciese a los pobres.

Agora, pues, diremos de qué manera den tan grande provecho, escriviendo el verdadero y perfecto modo de labrarlos, en que no tractaremos cosas vulgares o las que entendiéremos ser notorias, pero las dubdosas e inciertas y en que principalmente los hombres se engañan, porque mostrar vana diligencia donde no hay para qué no es de nuestra costumbre y ante todas cosas diremos, en universal de la tierra y del cielo, lo que en común a todos los géneros de árboles pertenece.



EL INTERPRETE


Tracta en el libro presente Plinio la labor de los árboles fructíferos y hortenses, haviendo en el quatuordécimo y quindécimo referido su naturaleza.

1(Fue Crasso). Haze mención desta contienda Valerio Máximo en su libro nono con alguna mudanza, ansí de las palabras que pasaron entre ellos como del número de los árboles que tanto se estimaron en la casa. 2(150 mil coronas). No se halla en los códices antiguos número, pero restituírnosle del sobredicho Valerio do se halla sexagies, que es el número de coronas que interpretamos. 3(Seis árboles). Diez dize Valeriano Máximo. 4(En el atrio). Miembro era de las casas que antiguamente se edificavan, según consta de Vitruvio, en que primero se collocava el pórtico o portal, luego el zaguán o vestíbulo, después el atrio, donde estavan las cocinas y el compluvio o recibimiento de las aguas. Tras éste, el tablino, donde tenían las estatuas e imágenes de sus mayores y, finalmente, el peristilio o patio, llamado ansí por las columnas o corredores que tenía a la redonda. 5(Stolones). Lo mismo dize Marco Varrón en su primer libro De re rustica, donde afirma haverse llamado ansí el que dio aquel apellido a la familia por haver sido tan diligente en escamondar estas varas superfluas, que en toda su heredad no se hallava ninguna.

6(El despampanar). Ansí llaman en algunas partes de Hespaña la pampinación, y en otras desfollonar, mayormente en las vides noveles a las cuales se haze principalmente este regalo y beneficio. En lo demás, quito aquellas palabras primo stoloni dedit nomen como superfluas e impertinentes al texto. 7(25 sidos de cobre). Ansí se lee en algunos códices antiguos, y tenía cada sido peso de 20 óbolos y cada óbolo valía seis maravedís nuestros, de donde se entenderá esta suma. 8(Los adulterios que también se exercitan en las arboledas). De lo cual nace tanta diversidad de fructas, flores y plantas de que no tuvieron noticia los antiguos, en cuya investigación muchos curiosos, vanamente y sin efecto, se trabaxan y congoxan.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2