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CAPITULO XL


De las maderas, de la grandeza de los árboles y cuáles no están sujetos a carcoma y caída. De la perpetuidad de las maderas


Tiénese por cierto que fue el mayor árbol de todos los que hasta hoy ha havido uno que se vido en Roma, el cual puso Tiberio Caésar, por ser tan admirable, en la puente en que los juegos navales se hazían. Fue éste trahído entre otros maderos y duró hasta el amphitheatre del príncipe Nerón y era una viga del lárix1 de 125 pies de largo y dos pies iguales por toda ella de grueso, con que se entendía el resto de su altura, que apenas se podía creer de los que consideravan lo que se iría adelgazando hazia la cumbre.

Huvo otra que vimos en los portales do se votava,2 que dexó Marco Agrippa también por ser tan admirable, la cual sobró del lugar donde se hazia la paga al ejército, 20 pies más corta y de uno y medio de grueso. Vídose pinavete digno de grande admiración en el navio que, por mandato del emperador Cayo, truxo un ovelisco o aguja de Egipto que se puso en el Circo Vaticano, y cuatro trozos de la misma piedra para que le sostuviesen. Y es cierto no se haver jamás visto cosa más admirable deste navio sobre aguas de la mar, porque trahía más de 17 mil hanegas de lentejas por lastre.

Ocupava su largura casi todo el espacio del puerto de Ostia por el lado izquierdo, porque le hundió allí el emperador Claudio, con tres muelles de altura de torres, edificados de camino3 con el polvo puteolano y trahídos allí. El grueso deste árbol era lo que podían abarcar cuatro hombres asidos de las manos y dízese vulgarmente venderse por 80 000 numos, y más, los másteles para estos usos y hazerse algunas galeras de 40 mil sextercios.

Pero en Egipto y Syria, los reyes, a falta de pinavete, es fama haver usado de cedros para las armadas. Uno grandísimo cuentan haverse cortado en Candía, de 130 pies en largo, y grueso que podían solamente abarcar tres hombres asidos de las manos, para la galera de 11 vancos de Demetrio. Navegan los corsarios de Alemania en barcos de una sola madera, cóncavo; en algunos dellos les caben 30 hombres. Tiénese la madera del ébano y box por la más maziza de todas y por tanto también por la más pesada y es delgada de su naturaleza. No nadan éstos sobre las aguas, ni tampoco el alcornoque,4 si les quitan la corteza; ni la lárix.

De los otros, el más seco es el que llaman loto en Roma; después el roble desbastado, el cual cede color, que también tira a negro, y más el cítiso, el cual paresce llegarse mucho a la naturaleza del ébano, aunque no faltan personas que afirman ser más negros los terebinthos de Syria. Celebran algunos a Thericles porque solía tornear vasos de terebintho por el que es aprovada esta madera.5 Sólo él quiere, entre todos los demás, ser unctado y se mejora con el azeite. Contraházese admirablemente su color con nogal y peral silvestre, teñidos y cozidos en esta medicina. Tienen todos los sobredichos una espesa firmeza.

Después de éstos sigue el cerezo silvestre, aunque no paresce madero por su delgadeza, sino palo y solamente provechoso para rayos de ruedas o para cuñas que se hayan de meter en los maderos, o para algo que se haya de fixar con clavos como de hierro. Iten la ílex, azebuche, oliva, castaño, carpino y álamo, son éstos también crespos, a modo de azeres. Si 262

fuese alguna madera idónea podados muchas vezes los ramos, pero es ésta castración y quita las fuerzas. En lo demás, muchos de ellos, y principalmente el roble, es tan duro que si no es mojado no se puede barrenar y ni ansí sacarse el clavo que tuviere hincado. Por el contrario, el cedro no retiene el clavo.

Es blandísima la teja y la misma paresce ser muy cálida. La razón que dan de aquesto es embotar muy presto las azuelas. Son también calientes el moral, laurel, yedra y todos aquellos árboles de que se saca fuego. Halló esto el uso de los centinelas en los reales y el de los pastores, porque no siempre se les ofrece tener piedras para sacar lumbre. Friegan, pues, un madero con otro, y desta manera se concibe fuego, recibiéndole la materia de la yesca de hongos o de hojas en las cuales prende con grande facilidad.

Pero no hay cosa mejor para ser de aquesta suerte fregada que el palo de la yedra, o para fregar, que el del laurel. Apruévase también la vid silvestre o algaliva, diversa de labrusca, porque sube a modo de yedra, por los árboles arriba. Son todos los aquáticos muy fríos y muy lientos y, por tanto, aptísimos para escudos. Aquellos {que tengan} cuchilladaa se encogen muy presto y cierran su herida y por tanto sueltan el hierro con mayor dificultad y contumacia, como son las higueras, sauzes, tejas, betulas, saúcos y ambas especies de aliso. Es muy liviana la madera de la higuera y sauze y, a esta causa, muy provechosa. Y todas también para cestas y cosas que constan de textura flexible. Tienen también blancura, dureza y facilidad en las sculpturas.

Es el plátano de húmida flexibilidad, como el aliso. Tiene ésta más seca el olmo, frexno, moral y cerezo, pero más pesada. Guarda el olmo fortísimamente su dureza, y por tanto es muy provechoso para quicios y entablamientos de puertas, porque no se tuerce, pero dévese acomodar de manera que la punta esté de la parte baxa y, de la alta, la raíz.

Es la madera de la palma y la del alcornoque blanda; maziza la del peral, manzano y azere, pero quebradiza, y también todos los de madera crespa. Acrecientan las diferencias de cualquiera género en todos los silvestres y machos y aun los estériles son más rezios que los fértiles, sacando los géneros en que llevan los machos, como el aciprés y cerezo silvestre. No están subjetos a carcoma ni a vejez el aciprés, ébano, maizo, box, texo, enebro, azebuche y oliva y, de los demás, muy tarde la lárix, roble, alcornoque, castaño y nogal. No reciben de suyo hendeduras el cedro, aciprés y oliva.

Tiénese el box por muy durable; iten el ébano, aciprés y cedro, según se vido por experiencia en éstas y en todas las demás maderas en el templo de Diana ephesia, como en aquel que se acabó en espacio de 400 años de edificar, entendiendo toda Asia en su fábrica y architectura. Todos convienen en que su techumbre se hizo con vigas de cedro, pero dúbdase de la imagen desta diosa; los demás dizen ser de ébano. Mutiano, tres vezes cónsul, uno de los que haviéndola poco antes visto escrivieron, afirma que era de vid y nunca haverse mudado, como se haya restaurado el templo siete vezes. Y aun afirma haver escogido esta madera la misma diosa nombrando a Canecía, artífice, por su proprio nombre, de lo cual haze que me maraville6 atribuir él a esta Diana mayor antigüedad, no sólo que a Bacho, pero también que a Minerva. Añade regarse por muchos agujeros, la sobredicha statua, con nardo, para que la sustente aquel humor oloroso y conserve más cerradas las juncturas, las cuales me espanta no poco haver en cosa tan pequeña. Dize también que eran las puertas de aciprés y ha durado su madera sin envejecerse casi 400 años. Dévese también notar haver estado las juncias de las puertas pegadas con cola, cuatro años antes que se pusiesen allí.

Escogióse para ellas aciprés porque, allende de otras cosas, dura en este solo género el lustre más que en otra alguna madera. ¿Por ventura no permanece hoy la statua de Júpiter hecha de aciprés en el alcázar, consagrada a este dios 551 años después que se edificó la ciudad de Roma? Es también memorable el templo de Apollo en Utica, donde duran vigas de cedros numídicos, según que fueron puestos en el primer origen de aquella ciudad, 1 188 años ha y en Morvedre, también, de Hespaña, dizen durar un templo de Diana trahída de Zazintho, con sus fundadores, 200 años antes de la destruición de Troya, según lo testifica Bocho, y que está hoy abaxo del pueblo por no le haver destruido Aníbal a devoción desta diosa, durando aún hoy las vigas de enebro. Sobre todo cuenta de un templo en Aulide de la misma diosa, edificado algunos siglos antes de la guerra troyana y no se sabe7 de qué linage de madera.

Puédese dezir, generalmente, que los árboles que son de más excelente olor son de madera más durable. Alábase, después de los sobredichos, el moral, el cual se va por antigüedad parando negro y son unos más durables que otros en ciertos usos, porque el olmo es, donde le da el viento, robusto; el roble, soterrado,8 y la enzina, metida en el agua. La misma haze sobre la tierra obras resquebrajadas torziéndose. El lárix tiene su fuerza principal en el agua y el aliso negro. Corrómpese el roble con el agua marina; tampoco se reprueva la haya en el agua, o el nogal, y son éstos, entre los que se sotierran, los principales; iten el enebro, también muy apto a lugares descubiertos, marchitándose muy presto en ellos el mesto y la haya.

Sufre el ésculo mal el agua y, por el contrario, es el aliso, hin{cado} en la tierra en lugares de lagunas, eterno y sufridor de cualquier peso. El cerezo es firme, el olmo y frexno lientos, pero acórvanse con facilidad, siendo flexibles y más seguros si, después de cortados en maderos, se ponen enhiestos a secar. Dizen que el lárix está subiecto, en los navios que se echan a la mar, a carcomerse, y todos los demás árboles, sacando el azebuche y oliva, porque unos en la mar y otros en la tierra son a recebir daños más subiectos.



a. Por incisión, corte.



EL INTERPRETE


1(Lárix). Qué árbol creamos sea éste havemos dicho en otras partes destas scholias, como también qué sea modio de nuestra medida, de lo cual consta haverse de leer este número y no otro menor que los más de los códizes tienen no conveniente a este lugar. 2 (Do se votava). Deste lugar y del diribitoris ve a Publio Víctor. 3(De camino). Léase el capítulo IX del libro treinta y seis. Estava esta nao guardada en Púzol, en las atarazanas en que vino el obelisco de Augusto, y ansí allí se hizieron las tres torres en ella y con ellas vino a Ostia, donde le dieron barrenos y la hundieron para el muelle del puerto. Y por esta razón leo et obiter puteolano pulvere advecto. Deste polvo puteolano habla Vitrubio en el libro segundo, capítulo VI. Es una tierra que se halla hasta hoy en los collados de Púzol. Metida ésta en el agua se convierte en piedra, de resistencia contra ella inexpugnable y más fuerte cada día, mezclada con piedra como dize Plinio en el capítulo XIII del libro treinta y cinco. Acordóse de él, ansimismo, Séneca, en el terzero libro de sus Questiones naturales. 4(Alcornoque). Leo suberno subter. 5(Por el cual es aprovada esta madera). Otros leen, de Theophrasto, en el capítulo IV del quinto libro, en lugar destas palabras, otras, que quieren dezir “cuyo corazón se aprueva”.

6(Que me maraville). Por haver inventado Bacho la vid y atribuir a Diana mayor antigüedad que a Bacho y aun que a Minerva, que fue antes que Bacho. 7(Y no se sabe). Otros leen thurae quidem generis materiae sciencia obliterata. 8(Del roble, soterrado). Otros leen el roble metido en el agua y la enzina soterrada.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2