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CAPITULO IV


De la corona ciudadana y qué hombres hayan sido premiados con coronas hechas de hojas de árboles


Házense de aquestos árboles las coronas que llaman ciudadanas,1 insignia famosa de la virtud y esfuerzo de los soldados y, mucho ha, también de la clemencia de los emperadores, después que, acerca del profano, comenzó a ser tenida por grande benignidad de las guerras civiles no matar sus ciudadanos.

Dan ventaja a éstas las coronas murales,2 vallares3 y las de oro, aunque sean de mayor valor y precio. Danla, ansimismo, las rostratas,4 aunque fueron de suma autoridad hasta nuestros tiempos, que lo han sido en dos {nombres gloriosos}, conviene a saber, en Marco Varrón, a quien se dio en las guerras pyráticas por el grande Pompeyo, y en Marco Agrippa, al cual se le concedió por César en las guerras de Sicilia, que también fueron pyráticas.

Antes, los rostros o puntas de las proas de los navios eran ornamento y honor del Foro {Romano} o plaza y una manera de corona puesta al pueblo, pero después que comenzaron a ser pisados y ensuziados en los alborotos de los tribunos; después que se comenzaron a buscar las fuerzas del público más para lo particular y para cada uno de los ciudadanos, y tornaron todas las cosas sacrosantas en profanas, subieron los rostros de los pies a las cabezas5 de los ciudadanos de Roma. Dio Augusto esta corona {rostral} a Agrippa porque él tomó la {corona} ciudadana de la universidad del género humano.

Y a la verdad, antiguamente, no era construmbre dar ninguna sino a Dios. Y ansí Homero las da sólo al cielo y a toda guerra, pero ni aun en la guerra las da a alguno particularmente.

Dízese que el primero que puso corona en su cabeza fue Bacho, y ésta de yedra. Después la usaron los que sacrificavan en honra de los dioses, coronando también sus sacrificios, o animales que matavan. Ultimamente se usurparon en las contiendas sagradas, en las cuales hoy no se conceden al vencedor, antes se pronuncia coronarse por ellos sus patrias. De ahí nació darse a los que havian de triumphar para que se consagrase a los templos, y después se concedieron también los juegos.

Cosa larga sería, y no al propósito de lo que tractamos, disputar quién fue el primero de los romanos a quien se concedió, porque no se solían conocer sino solas las {coronas} bélicas. Lo que se sabe cierto es ser ésta la gente que más géneros dellas ha usado. Rómulo coronó con una de hojas de árboles a Hostilio, por razón de haver sido el primero que entró por fuerza de armas a Fidenas.6 Este fue abuelo de Tullo Hostilio, rey. Coronó con otra de hojas a Publio Decio, padre suyo y tribuno de los milites o soldados, el exército que fue librado por su valor y esfuerzo siendo capitán Cornelio Cosso, cónsul en la guerra de los samnitas.

Hízose primero la ciudadana de la que llaman los latinos ílex, y después agradó más la del ósculo, árbol consagrado a Júpiter, y aún se varió ésta con enzina, y se dio en cualquiera parte del árbol que se hallava más a mano, guardado siempre el honor de las vellotas.7 Añadiéronse estrechas leyes, y por tanto sobervias, y que se pueden comparar con aquella {corona} suma8 de los griegos que se da a par de la estatua9 del mismo Júpiter y a aquel al cual rompe10 la patria, con alegría y gozo, sus muros. {Son éstas}: guardar al ciudadano;11 matar al enemigo que huviere sido aquel día señor en el lugar donde se hizo, y que el que fue librado lo confiese, sin que presten de otra manera los testigos, y que {el testigo} sea ciudadano de Roma. No dando los socorros esta honra aunque se hagan al rey o cresce guardado el capitán; porque agradó a los fundadores fuese suma en el ciudadano. Recibida una vez esta corona, es lícito usar perpetuamente della. Está también en costumbre, cuando entran a ver los juegos, levantarse a ellos todos, aunque sea el Senado, acerca del que tienen licencia de asentarse, y que se asentó él y su padre y abuelo de parte de padre de todos los oficios. Recibió 14 déstas Sicio Dentado, como diximos en su lugar, y seis M. Capitolino, y éste también de Servilio, su capitán. No las quiso recibir {Scipión} el Africano de su padre, acerca de Trebia: ¡o costumbres eternas que dieron la honra solamente a tan grandes hazañas!, y como las demás coronas fuesen más preciosas por el oro de que se hazían, no quisieron tuviese precio la salud del ciudadano, dando claramente a entender ser cosa profana que se liberase el hombre por algún interés.



EL INTERPRETE


1(Las coronas que llaman ciudadanas). Estas dava el capitán del exército al soldado que librava la batalla a algún {ciudadano} romano. 2(Las murales). Dávanse éstas al que saltava primero sobre el muro de los enemigos. 3(Vallares). Premio fueron de los que subían primero sobre las trincheras del campo de los contrarios. 4(Rostrata). Llamadas ansí de las puntas de los navios que llaman los latinos rostra. 5(De los pies a la cabeza). Porque primero eran asientos, y después pasaron a las coronas.

6(Fidenas). Ciudad fue mediterránea, de los latinos, de cuyos moradores se acordó nuestro autor en el capítulo V del libro tercero. 7(El honor de las vellotas). Por darse siempre de árboles glandíferos. 8(Suma). Llámanla ansí porque los griegos la tenían por más honra que los romanos el triumpho, como parece de Cicerón, La oración por Flacco, Plutarcho, en Los symposiacos y Suetonio en Nerón, capítulo XXV. 9(A par de la statua). Hazíanse estos juegos y dávanse estas coronas junto al templo de Júpiter Olímpico. 10(Al cual rompe). Cuenta esto Plutarco en Los symposiacos, y Suetonio en Nerón.

11(Guardar al ciudadano). Estas son las leyes de la corona cívica; las de los griegos se entiende ser estrechas, por las que pone Cornelio Tácito de las contiendas cytharédicas de Nerón, que eran nefessus resideret, ne sudorem nisi ea qua erat indutus is neste detegeret, ut nulla oris aut narium excrementa viserentum.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2