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CAPITULO I


De las gentes sin árboles y cosas admirables de la región septentrional


Ya diximos vivir también en el oriente, acerca del Océano,a gentes no pocas constituidas con esta necesidad, y aun havemos visto la de los cauchos1 que llaman mayores y menores, en la parte de septentrión, donde crece dos vezes el océano entre día y noche, estendiéndose por inmenso espacio y cubriendo aquellos lugares sobre que hay perpetua competencia de Naturaleza, y tal que es cosa dubdosa si son parte del mar o de la tierra. Ocupa allí esta miserable gente los lugares más altos, o los que se levantan tanto que la creciente del mar no puede allegar a ellos, edificando encima chozas, y pareciendo mareantes2 cuando los cercan las aguas y hombres que han padescido naufragios cuando las mismas se apartan y descrecen. Cazan éstos, acerca de sus casillas, los pesces que van huyendo con el mar, sin poder criar ganados o mantenerse de leche como sus vezinos, y no pelean con las fieras, porque carecen de todo género de árboles. Hazen, de las algas y juncos marinos, cuerdas, y déstas, redes con que pescan, y secando el lodo3 que toman con sus manos más con el viento que con el sol. Tuestan sus manjares con la tierrab usando della en lugar de carbón, y abrigan sus entrañas heladas con el cierzo. No beven otra agua sino llovediza, recogiéndola en hoyos que tienen hechos delante de sus casas. Estas tan miserables gentes, si las conquistase hoy el pueblo romano, dirían ser reduzidas a servitud; tanto es verdad perdonar a muchos, para mayor mal suyo, la Fortuna.

Puédese contar otro milagro de las selvas porque ocupan lo demás de Alemania, y añaden sombras al frío. Pero son altísimas no lexos de los sobredichos cauchos, principalmente a par de dos lagos.

Crían las mismas riberas muchas enzinas,4 que no sin grande cobdicia en ellas nacen. Están socavenadas de las olas, e impelidas de los vientos arrancan y llevan tras sí grandes ínsulas abrazadas con sus raízes, y son pesadas. Desta mnera navegan enhiestas y han espantado muchas vezes con el aparato de sus grandes ramos {nuestras} flotas, siendo llevadas como de industria de las olas hazia las proas de los navios que estaban surtos de noche, emprendiendo los mismos guerra naval contra los árboles.



a. Mar del Norte.

b. Se refiere a la turba.



EL INTERPRETE


1(La de los cauchos). cSobre éstos acude al capítulo XXVII del libro sexto. 2(Pareciendo a los que navegan). Leo navigantibus similes cum intergan atque recesserint. 3(Y secando el lodo). Bien sé que otros leen captumque manibus circumdata naufragis vero, y lo refieren a los pesces que toman. Pero como hazen eso mismo todas las demás gentes, conviene a saber, lavar los pesces que comen, y a que se haga mención de las costumbres particulares de aquestas gentes en el modo de preparar y buscar sus mantenimientos, parecióme seguir en esta parte a Hermolao Bárbaro, el cual lo atribuye al lodo o barro. Secavan éstos asando con él en lugar de leña los pescados, como testifica Hermolao hazerlo hoy las gentes de aquella tierra, y embarrándose el cuerpo con ello contra los fríos, aunque diga Mela que los habitadores de la laguna Meotis usan, en lugar de farro, de la carne de los pesces grandes secada al sol y hecha polvo. 4(Enzinas). Ansí traslado quercus, tomándola por género de las que llevan vellotas, aunque ambas palabras, la latina y hespañola, se usurpen también por una de sus especies, de que adelante, en el favor de Dios, hablaremos.





c. Chaucos, habitantes de la costa frisona, entre el Weser y el Elba.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2