CAPITULO XXII


Cuánto se deva evitar la beudez


Y si alguno lo quisiere diligentemente considerar, hallará que en ninguna cosa es más curiosa la vida como que no nos huviera comunicado Naturaleza el saludable liquor del agua para bever, de que todos los otros animales usan y con todo esto aun a las bestias forzamos a que bevan vino. Y cáusanos tanta fatiga, tanto trabajo y costa, lo que destruye el juizio y seso de los hombres y engendra desatino, con otros mil géneros de maldades y tanta dulcedumbre, que grande parte de ellos no entiende otro galardón de la vida. Y aun quebrantamos, para poder bever más desenfrenadamente, su fuerza con mangas y se buscan otros irritamentos y mezclan venenos que hagan sed, tomando algunos primero ceguta, para que, so pena de muerte, sean a bever constreñidos; otros, polvo de piedra pómez y otras cosas que tengo vergüenza de enseñar contándolas. Y vemos, los que de éstos se tienen por más cautos y mejor entendidos, provocar con vaños la sed, y llevarlos de allí medio muertos, y otros que no esperan la cama ni aun los vestidos; allí luego, desnudos, respirando, asir vasos de disforme grandeza, como para muestra de sus fuerzas, y henchirse para vomitar luego y tornar a bever y esto una y muchas vezes, como gente nacida para destruición de los vinos, y como que no huviese sino dentro del cuerpo del hombre que derramarlos. Desto sirven los exercicios peregrinos1 de los atletas, el rebolearse en el cieno,2 y el mostrar grande pecho3 con la cerviz encorvada, porque de todas estas maneras afirman provocarse la sed. Allende desto, los vasos labrados con adulterios, como que la beudez quedase por sí sola corta en enseñarlos. Y ansí, se beven los vinos de vasos que provocan luxuria y combídase con premios la borrachez. Y, si plaze a los dioses, compran hombres para darles de comer otro tanto valor como bevieren, y para que reciban el precio igual a su embriaguez; otros beven tanto cuanto buscan con los dados.4 Trahen entonces, los ojos luxuriosos, en almoneda5 a las matronas y después de borrachas lo descubren a sus maridos. Entonces se manifiestan los secretos del ánimo, y otros, hecho testamento, mandan a algunos sus bienes. Otros hablan palabras que les han de costar la vida, y forman vozes que han de bolver por el degolladero, porque han sido no pocos muertos desta manera. Y aún vulgarmente atribuyen la verdad al vino. Entretanto, por bien que les suceda, no gozan de las mañanas, y viven menos tiempo del día. Desta destemplanza viene el color amarillo, mexillas dexativas, llagas de los ojos y el temblor de las manos que no les consiente tener, sin derramar, en ellas los vasos llenos. Y lo que es como castigo presente, sueños desatinados, noches desasosegadas, y lo que se tiene por mayor premio de la embriaguez, luxurias contra natura y monstruosas y una deleitosa maldad. El día siguiente andan oliendo a odres, olvidados de casi todas las cosas con daño mortal de la memoria. Y dizen que, desta manera, gozan de la vida como cada día se pierda el presente y ellos hagan también, del que se sigue, jactura.

En el principado de Tiberio Claudio, agora 40 años, se comenzó a usar el bever en ayunas y que la bevida precediese al manjar; esto también con artes estrangeras y opiniones de médicos que procuravan ganar honra con alguna novedad. Buscan los parthos gloria en esta virtud, y Alcibiades mereció fama acerca de los griegos por ella. Y entre nosotros Novellio Toreara, milanés, alcanzó también renombre teniendo oficios desde la pretura hasta el proconsulado, por cuatro azumbres y medio cuartillo de vino que bevió de un golpe, de donde tomó el nombre, mirándolo como cosa monstruosa el padre Tiberio, en la vejez ya templado y fuera desto cruel, aunque en su mocedad inclinado al vino. Y con esta fama se cree haver sido elegido de Lucio Pisón para que procurase las cosas de Roma, porque no havía cesado dos días y dos noches de bever desatinadamente en casa de Tiberio, que era ya príncipe. Y aun era fama no haver Druso parescido en cosa alguna más que en aquésta a su padre.

Fue ansimismo muy particular la gloria de Torcuato (porque esta arte tiene también sus leyes) en que jamás se le turbó la lengua o tuvo necesidad de vomitar o de expeler cosa por otra parte del cuerpo mientras bevía, y en que se levantava de mañana, bevía mucho de un golpe, añadiendo no poco con otras bevidas menores y jurava en su conciencia que nunca respiró beviendo ni escupió o dexó en el vaso cosa que vaziada hiziese algún sonido, con estatuto diligente de las leyes contra las falacias del bever. Tergilla dio en cara a Cicerón, hijo de Marco, que solía bever de una vez tres azumbres de vino y que dio, estando beudo, con un vaso a Marco Agrippa. Y a la verdad, éstas son las cosas de la embriaguez y esta gloria quiso quitar Cicerón a Marco Antonio, homicida de su padre, porque havía éste antes de él conseguido con grande apetito la victoria en esta contienda, publicando un libro de su borrachez con que, osando defenderse, aprovechó, según pienso, claramente todos los males que havía acarreado con su beudez al mundo. El cual libro vomitó antes de la guerra actiaca, con que fácilmente se entendiese estar ya embriagado de la sangre de los ciudadanos y tanto más sediento de ella, porque esta necesidad acompaña al vizio.

De manera que la costumbre de bever acrescienta la gana. Y aun se supo del legado de los scythas que los parthos, cuanto más beven, tanto más sed tienen. No falta a los pueblos occidentales su embriaguez con mieses echadas en agua de muchas maneras, ansí en Francia como en Hespaña, con diversos nombres pero con un mismo {efecto. Hespaña} nos ha enseñado que pueden estos géneros de bevidas conservarse y hazerse añejos. Inventó de la misma manera, para sí, Egipto, bevidas de mieses, y en ninguna parte del mundo falta borrachez porque beven puros los tales zumos, sin que les mezclen agua como a los vinos. Pero allí paresce que la tierra produzía mieses y, ¡oh maravillosa diligencia6 de los vizios!, hallóse modo con que también emborrachase el agua.

Dos liquores hay gratísimos al cuerpo humano; dentro, el vino, y por de fuera el azeite, ambos del género de los árboles y ambos principales, pero el del azeite necesario; {pero los hombres} han sido en la bevida más ingeniosos pues han inventado 150 géneros dellas, doble que si se cuentan sus especies, y se han inventado algunos menos de azeites, de que diremos en el siguiente volumen.




a. Granos germinados y fermentados.



EL INTERPRETE


1(Los exercicios peregrinos). Llámanlos ansí porque, según cuenta Thucídides, los lacedemonios fueron los primeros que descubrieron sus cuerpos en el gimnasio o lugar de la lucha, y los bañaron con azeite, y esto mismo confirma Cicerón en el segundo libro De oratore. 2(Y el rebolearse en el cieno). Desta manera los enseñavan y ensayavan para las luchas, según paresce de Marcial, Séneca y Luciano, fuera de otros que no digo. 3(Grande pecho). Estas que se siguen son las partes que havía de tener el buen luchador, que son indicio de grande fuerza. 4(Con los dados). Porque elegían con ellos rey en los combites, y eran los demás obligados a bever lo que aquél les mandava. 5(En almoneda). No faltó quien tomava el oculi, no por ojos sino por ser encubiertas, y dezía querer Plinio en este lugar que los hombres cobdiciosos, estando beudos, hendían a las matronas, por dinero, el no descubrirlas. Y los que de su naturaleza eran graves, lo descubrían a los maridos, guardando aún en aquel tiempo, en parte, su naturaleza. Pero no me plazió mucho, y por eso no lo seguí con mi interpretación.

6(Oh maravillosa diligencia). Como quien dize produzía allí la tierra mieses, pero hase hecho con diligencia e industria que embriague el agua, mezclados zumos diversos.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2