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Libro Decimocuarto


LAS VIDES Y VIÑAS


PROHEMIO


Hasta aquí havemos tractado de árboles peregrinos que no nacen sino donde comenzaron, ni quieren prender en suelo estrado; ya es tiempo se escrivan los comunes a todas las tierras de los cuales puede tenerse por propria madre Italia.

Mas es menester se acuerden los lectores que no se habla al presente de su lavor sino de su naturalzea, aunque no consista en ella pequeña parte del modo de cultivarlos. De una cosa no me acabo de espantar, y es haverse perdido la memoria de algunos árboles de que los autores hizieron mención junto con la noticia de los nombres. Porque, ¿quién creerá, después de ya sendereado el mundo por la magestad del pueblo romano, no se haver mejorado en ciencia la vida con la contractación de las cosas y compañía de la festejada paz,1 ni haver venido todo a común uso, hasta lo que estaba primero encubierto? Antes, con todo lo sobredicho, no sé hallar quién tenga noticia de muchas cosas de que hablaron los antiguos, tanto fue mayor su cuidado o su industria mejor sucedida. Como haya Hesíodo comenzado a enseñar los preceptos de agricultura mil años atrás,2 entre los principios de las letras, y proseguido no pocos este su cuidado, de donde se nos recresció trabaxo porque no solamente nos toca inquirir lo que después se inventó, pero también lo que estava hallado de los antiguos, por haverse perdido la memoria dello con el descuido de las cosas. Y deste sueño, ¿quien imaginará otras causas que las públicas del mundo? Porque, a la verdad, sucedieron otras costumbres y entretiénense en otras cosas los deseos de los hombres y ocúpanse solamente en las artes de la avaricia.

Primero, encerrados los señoríos de las gentes dentro de sí mismos y por tanto también los ingenios, con cierta esterilidad de fortuna, era forzoso exercitar los bienes del ánimo, y muchos reyes eran más estimados por el lustre que les davan las artes y ciencias que {por} sus riquezas, paresciéndoles que ampliavan la inmortalidad por medio dellas, por lo cual havía copia de premios y obras de la vida. A los que sucedieron les fue dañosa la amplitud del mundo y grandeza de las cosas. Después que el senador comenzó a ser elegido por rico y el juez de la misma manera, y no adornan al cargo o al capitán otra cosa más que la riqueza; después que comenzó a ser tenido el heredar por autoridad suma y potencia y el grangear y lisongear por ganancia fértilísima, y {después que} se colocaron los mayores gozos en el poseer, fueron a fondo las cosas preciosas de la vida y todas las artes dichas liberales del mayor bien3 cayeron en su contrario4 y comenzóse a medrar por sola la servitud. Esta adoravan unos de una manera y otros de otra y en cosas diversas, pero asestando a un mesmo blanco los deseos de todos, y éste de tener do cevasen la esperanza.

Y a cada paso, aun las personas señaladas, querían más honrar los vizios agenos que los proprios bienes; ansí que comenzó a vivir el deleite y cesó la vida.

Mas nosotros investigaremos aun las cosas desusadas y no nos espantará la baxeza de algunas dellas, como tampoco no nos puso horror cuando tractamos de los animales.

Aunque vemos no haverse Virgilio, poeta tan excelente, airado por esta causa de los huertos y de tanto como contó haver solamente recogido lo principal de las cosas, bienaventurado y dichoso por haver alcanzado perdón y gracia5 de los que dexó de dezir, como nombrase sólo 15 géneros de uvas, tres de olivas y otros tantos de perales, y entre las manzanas a sola la naranja6 menospreciando todas las demás.

Pero ¿de dónde comenzaremos mejor que de las vides, cuyo principado es tan proprio a Italia que podría parescer haver con éste solo vencido todos los bienes de las otras gentes, aunque sean los que consisten en olores, puesto caso que al de las que están en cierna7 ninguna suavidad haga ventaja?



EL INTERPRETE


Síguense en esta historia, después de los árboles estrangeros y ungüentos olorosos que dellos se componen, los fructíferos domésticos y comunes a las tierras. Porque adelante se tractará de los silvestres y, primero, las vides. Y, de éstas, no su lavor, porque la difiere para su lugar, sino su naturaleza y especies, sus uvas y vinos, junto con el artificio y conservación dellos. Y puesto caso que haya otras plantas que gozan en latín de nombre de vides, cuales son la vitis alba y nigra y la silvestre y la brusca, que no madura sus uvas, y si hay otras semejantes. Pero aquí solamente se haze mención de la vulgar o doméstica, de la cual, con Plinio, dexadas las demás, al presente hablaremos.

1(Festejada paz). Llámala ansí porque, cuando se celebravan algunas pazes, cesavan todos del trabaxo. 2(Mil años antes). Porque leo ante mille annos, que tantos pasaron entre Plinio y Homero, que ansí lo significa Juvenal diziendo at quae uni cedit Homero propter mille annos. Y el mismo Plinio en el capítulo VI del séptimo libro cuando dize iam vero ante annos prope mille non cessavit vates ille Homerus minora corpora mortarium quam prisca conqueri, pues haver sido Hesíodo en el mismo tiempo que Homero no faltan autores que lo afirman. 3(En su contrario). Que es la servitud. 4(Del mayor bien). Que es la libertad. 5(En gracia). Quiere dezir que fue Virgilio dichoso en alcanzar gracia con las gentes, como aquel con quien se ha disimulado que dexase en su Geórgica tantas cosas tocantes a los huertos sin ser defraudado de honor o notado de negligente.

6(La naranja). Ansí traslado malo vero in Asyria, porque eso entendió Virgilio por malum asyrium o medicum en su Geórgica, aunque Plinio en el libro doze, capímlo III, haya entendido la cidra, según paresce claro de su descripción. De donde podría alguno pensar que se haya Plinio engañado creyendo que debaxo desta palabra entienda Virgilio lo mismo que él entendió, conviene saber, la cidra, como claramente nos descriva sus versos la naranja, que vulgarmente llamamos desta manera con nombre de los árabes, de los cuales creo haberle también llamado {palabra ilegible} el escholiasté de Nicandro. 7(De las que están en cierna). Deste lugar consta haverse de leer quamquam odoriferae porque alude a los preciosos árboles de Arabia, a los cuales no dan la ventaja las vides de Italia, ni aun por ventura debe ser tenido en menos su olor.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2