CAPITULO XIX


Del cinamomo, xilocinamomo y casia


Cuenta la fabulosa antigüedad o el príncipe della, Herodoto,1 que se derribavan el cinamomo2 y la casia de los nidos que las aves tienen en los peñascos y árboles, por donde no hay camino, en el lugar do fue criado el padre Libero, especialmente del ave fénix; que esto se consigue con el peso de la carne que las aves llevan a sus hijos, o con saetas que se hazen más pesadas con plomo. Dizen, ansimismo, que se trae la casia de a par de ciertas lagunas donde la defiende con sus uñas un cruel género de murciélago y serpientes aladas. Con estas fábulas encarecen el precio de las mercancías.

Mudóse esta mentira en otra diziendo que con la reflexión del sol de mediodía se haze por aquella península un olor admirable compuesto de toda aquella diversidad de vapores, soplando una armónica de aires de tantos géneros, y que lo primero que dio a entender a la flota de Alejandro Magno que estaban cerca de Arabia fue aquel olor. Todo esto es falsedad porque el cinamomo —que también llama cinamón— se cría entre los ethíopes, que están mezclados por casamientos con los trogloditas.

Estos, mercándolo de sus comarcanos, lo llevan por los mares extensos en navios que no rigen con gobernalle ni mueven con remos o ayudan con velas o con otra cosa alguna para navegar, porque todo lo suple el hombre y corazón. Allende desto, embárcanse en lo más recio del himbierno, cuando por la mayor parte corre allí solano que derechamente los lleva de seno en seno. Y desde la costa del Promontorio3 va con gállego hasta el puerto de los gevanitas llamado Ocillia, a cuya causa navegaron primero al otro promontorio. Y dízese que apenas vuelven los negociantes al quinto año, y muchos dellos nunca. Traen {de} vuelta vidrios, calderas de cobre, vestiduras, hebillas con manillas y collares, y ansí se haze principalmente esta negociación a constelación de las mujeres.

Es la mayor mata de altura de dos cobdos, la menor de un palmo, de grueso de cuatro dedos y, en saliendo de la tierra por seis dedos, surculosa4 y como reseca; cuando verde no huele. Tiene la hoja de orégano, ama la sequedad y es más estéril cuando no llueve, y de naturaleza que sufre cortarse. Crece en llanos, aunque entre muy espesos espinos y zarzas, por lo cual es trabaxoso de coger. Y no se poda sino dando dios lugar para ello; éste entienden algunos ser Júpiter y llámanle sabino, y alcánzase para ello licencia con asaduras de 44 bueyes, cabras y carneros, pero jamás antes que salga el sol o después de puesto, porque se tiene por cosa desacatada y religiosa. Divide el sacerdote los sarmientos con una lanza y pone a dios su parte y lo demás recoge el mercader en sus cordeles. Otros dizen que se parte con el sol y divide en tres porciones y se echan suertes para ver la que le pertenece de aquel sahumerio {al Sol}. Esta la dejan allí y quémase de suyo.

Lo más excelente es lo de las partes más delgadas de las varas, hasta el largo de un palmo. Tras esto lo cercano con medida más corta, y ansí por orden se sigue lo que no es tan bueno y está más allegado a las raíces, porque allí hay menos corteza que es en lo que consiste su estima, por lo cual se tienen en más sus puntas, donde se halla más su corteza, y el palo no se tiene en nada por el sabor agudo que da de orégano, el cual se llama xilocinamomo. El valor de cada libra son veinte {denarios}.

Algunos dizen haver dos géneros dello: uno blanco y otro negro. Antiguamente se tenía en más lo blanco y ahora, por el contrario, se estima en más lo prieto. Y algunos prefieren a lo blanco lo que es de diversos colores. Lo más cierto en que contiene su bondad es que no sea áspero y que se muela y se desmenuce de suyo tarde. Condénase principalmente lo blando o lo que tiene blanda la corteza. Es señor dello sólo el rey de los gevanitas y éste lo vende en cierta feria que primero publica. El precio de cada libra fueron antiguamente 1 000 denarios. Aumentó después una mitad porque se quemaron las selvas, según se dize, a causa del furor de los bárbaros. Si esto haya acaecido por la maldad de los más poderosos o acaso, no se sabe bien, pero hállase acerca de los autores que corre allí un ábrego tan caliente que enciende por el estío las selvas.

El emperador Vespasiano Augusto fue el primero que ofreció, en el templo del Capitolio y de la Paz, coronas de cinamomo engastadas en oro. Ya vimos una raíz de cinamomo de grande peso en el templo del Palacio, que hizo su mujer Augusta, al divino Augusto, puesta en una taza de oro, de la cual las gotas que destilaban se endurecían y hazían granos cada año, hasta que este templo se quemó.

Es, ansimismo, mata la planta de la casia, y nace a par de los campos donde se cría el cinamomo, por los montes. De más grueso sarmiento y con cuero delgado que antes se puede llamar ansí que corteza, el cual es necesario, al contrario que en el cinamomo, desnudar de su palo. Es esta mata de tamaño de tres cobdos y otros tantos colores. Lo que primero se levanta es blanco hasta un pie; lo que se sigue, bermexo, añadido otro medio, y de ahí adelante negrea esta parte principalmente. Se alaba luego, tras ellos, la cercana, y la blanca se condena. Cortan las varas del largo de dos cobdos y después la cuecen en cueros recién deshollados de animales, y a esta causa matan para que pudriéndose engendren unos gusanillos que roan el corazón y dejen hueca la corteza, la cual ellos no tocan a causa de su amargura. Tiénese por mejor la {canela} muy fresca y de olor blandísimo y gusto muy ferviente, antes que {templado ligeramente}, de color morado y que mucha cantidad pese poco, con cañuto déstas corto y que no se quiebre con facilidad; llaman ésta lactra los bárbaros. Otra hay que se dize balsamodes, de color semejante pero amargo y por tanto es mejor para medicinas, como la negra los ungüentos. No hay cosa que más diversos precios tenga. Valen las diez libras del más excelente a 50 denarios, y los demás, de cada diez, cinco denarios.



EL INTERPRETE


1(Herodoto). En el tercero libro de la Thalía. 2(El cinamomo). Aunque en tiempo de Plinio huvo tantas tinieblas en el conocimiento de las plantas de Arabia e India oriental que él y otros autores erraron tantas veces hablando {de} ellas como es evidente, y que, por la bondad de dios, las mismas y las tierras donde nacen son tan conocidas y paseadas, esnos la verdad de todo ello clara y notoria, porque aun en las islas de la China que hoy obedecen a Philippo hay tanta copia que della principalmente se cargan los navios que vienen a esta Nueva Hespaña, según que todos saben. Y de lo que nace en la India hay, de relación y escripta de los portugueses, cierta noticia; yo la he tenido de todas maneras muy grande, con ramos y troncos della. Es árbol de hojas y tamaño de laurel y del mismo sabor y aromaticidad que la corteza. Es uno mismo el árbol que lleva la casia con el cinamomo, aunque en diversos ramos, edad y tierras. Y ansí es mejor lo de la China, de donde tomó el nombre, porque en la lengua dellos amomo es palo y cinamomo palo de la China. Lo demás se verá en nuestra Historia de las plantas desta Nueva Hespaña, donde damos pintada esta planta y de las verdades que allí se cuentan se podrá ver las cosas en que Plinio falta por todo este capítulo, lo cual se le puede fácilmente perdonar pues aun entonces no havía aún Nuestro Señor permitido que huviese constancia desta cosa. 3(Del Promontorio). Dízese Diré y dévese advertir para el entendimiento más claro deste viaje que los ethíopes trogloditas compraban este cinamomo de los ethíopes sus vecinos, con quien estaban mezclados con casamientos, y de allí lo llevaban por el riñón del himbierno a causa de que entonces corre allí el euronoto, viento que viene del oriente brumal, el cual lo llevava de seno en seno hasta el promontorio Diré, y lanzados de oriente hazia occidente y atravesando hazia mediodía donde corre argeste que los lleva por aquella travesía hasta el promontorio Occila y puerto de Arabia, y porque van en navios sin remos y sin velas no atraviesan hasta que pueden ir por este estrecho de mar hasta los ya nombrados puertos, a cuya causa también es tan prolija y peligrosa esta navegación. 4 (Surculosa). Quiere dezir de naturaleza de súrculo. Son éstos ramos o varas que nazen sin otros gajos, los cuales sirven de plantas.





a. Ras el Bir, en Somalia.


TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2