CAPITULO LI


De las vozes de los animales


Creyó Aristóteles tener voz solos los animales que tienen pulmón y áspera arteria o gaznate: conviene a saber, los que respiran, y que por esta razón los insectos, aunque tienen sonido, no por esto tienen voz, andándoseles aire por de dentro del cuerpo, haziendo, con la clausura, ruido. Unos hazen murmullo, como las avejas. Otros rechinan con su ludir, como las cigarras, porque el haliento recibido en dos concavidades debaxo del pecho, topando dentro {con} una movible tela, está claro que al ludir harán que suenen dentro las entrañas. Los demás comienzan y acaban, con el buelo, de ser oídos, como las moscas y abejas, porque se causa en éstas el sonido del ludir y aire interior, no del haliento. Créese sonar las lagostas con el herir de las alas y muslos, y que los pectines también entre los acuátiles rechinan, cuando buelan, y que los blandos y cubiertos de costra no tienen voz o sonido. Pero los demás pesces, puesto caso que carezcan del pulmón y arteria, no están del todo sin algún sonido. Dizen, cautelosamente, hazerse con los dientes aquel rechinar. Gruñen, en el río Acheloo, el que llaman cabrón y otros de que ya havemos hablado. Tienen, de los que ponen huevos, silvo durable las serpientes, y las tortugas quebrado.

Tienen las ranas sonido, según que está dicho, de su manera (si no queremos hazer también en aquéstas dificultad), el cual se concibe luego en la boca, no en el pecho. Pero en lo que toca a éstas importa mucho la naturaleza del lugar. Dizen ser mudas en Macedonia, ellas y los puercos monteses. De las aves, las menores son más parleras, y principalmente en el tiempo del celo. Unas cantan cuando pelean, como las codornizes, y otras en venciendo, como los gallos. Tienen en este género los machos su propria voz; en otros, la misma que las hembras, como en el linage de los ruiseñores. Unas cantan todo el año, otras a ciertos tiempos, como está dicho particularmente. Haze el elephante, antes de las narizes, en la misma boca, un sonido, que parece estornudo, y por las narizes otro semejante a la ronquedad de las trompetas. Solas las hembras de los bueyes tienen la voz más grave, y más delgada que los machos en todos los otros géneros, y entre los hombres también los castrados. Del niño, en naciendo, no se oye {voz} alguna hasta haver del todo salido fuera del vientre. Comienzan a hablar de un año, aunque se vido el hijo de Cresso hablar de seis meses en sus embolturas, y con este prodigio o pronostico pereció todo aquel reino. Los que comienzan más temprano a hablar comienzan a andar más tarde. Fortifícase a los 14 años la voz, y es la misma más flaca en la vejez, y no hay animal en quien más vezes se mude.

Otras cosas hay admirables en la voz, dignas de ser contadas. Porque echada arena, barreduras o escophinaduras, en el suelo de los teatros, donde se representa, se consume y traga, y ansimismo en las paredes no blanqueadas o tinajas vazías. Corre la misma en lo cóncavo o derecho, llevadas las palabras, aunque se pronuncien livianamente hasta el otro cabo, si no lo impide desigualdad alguna. Consiste en la voz humana grande parte del rostro; conocemos por ella antes que veamos, ni más ni menos que con los ojos. Y son tan diversas cuan diferentes son todos los hombres del mundo, y cada uno tiene la suya propria, como también su rostro. De aquí viene aquella diversidad de gentes y lenguas por todo el mundo; de aquí son los quiebros con tantos cantos y harmonías, pero lo principal de todo es la declaración del ánimo, que nos distinguió de las fieras.1 También entre unos hombres y otros haze una tan grande distinción, como {la que hace entre las bestias y los hombres}.2



EL INTERPRETE


1(Nos distinguió de las fieras). Porque solos los hombres, los cuales tienen discurso y razón, son partícipes de lenguaje para exprimir sus conceptos, y aun los griegos llaman con una misma palabra, que es λόγος, lo uno y lo otro, tan juntos andan aun en el nombre. Y aun de aquí se prueva ser el hombre animal político y criado para vivir en compañía, porque él solo tiene lenguaje para declarar sus conceptos. Y para que haya a quien, y no haya puesto Naturaleza esta diligencia en balde, es menester que viva en compañía, porque el hombre solo dize el mismo Aristóteles dios, porque el que ha de vivir solo no ha de tener necesidad de nada, lo cual pertenece a sólo Dios; bestia porque éstas carecen de conceptos y entendimiento, y por el consiguiente de lenguaje, y ansí no han menester compañía con quien se comuniquen, aunque hay muchos que en este juntarse y procurar la compañía y hermandad tienen grande semejanza con el hombre. 2(Como la que haze entre las bestias y los hombres). Y ansí dixo en el séptimo, que havía pláticas tan diversas de gentes que al extrangero casi no tenemos por hombre. Y aun hay hombres que tienen cierto rechinar o silvo en lugar de voz, aliende que los hay de tan diferentes figuras, ritos y condiciones, que parece haver bestias aún más semejantes a hombres que algunos hombres, no porque el alma no sea racional, y en esto a todos los brutos exceda, sino porque algunas vezes informa cuerpos que casi no difieren de esterquilinios o de otros lugares tan vergonzosos.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2