CAPITULO XXI


De las avispas y tabarros


Hacen las avispas sus nidos de lodo, en el alto, y, en ellos, sus ceras. Los tabarros,1 en huecos y debaxo de la tierra. Son las celias de todos éstos sexavadas y labradas de telarañas y cortezas.2 Su cría es sin orden, como de animales bárbaros, porque unas buelan, otras están en nimpha o reciben su primera forma, y otras están en gusano; todo en otoño y no por el verano. Crecen principalmente estando llena la Luna. Las avispas que llaman ichneumones,3 menores que las demás, matan los phalangios, especies de arañas. Llévanlos a sus nidos, enmiélanlos y, echándose ansí sobre ellos, produzen su casta. Comen, fuera desto, todas, carne, al contrario que las abejas, las cuales a ningún cuerpo tocan. Pero las avispas cazan las moscas mayores y, cortadas las cabezas, se aprovechan de los cuerpos.

Los tábanos silvestres habitan en los huecos de los árboles y escóndense el himbierno como el resto de los ceñidos, no siendo su vida más que de dos años. Causa su picadura, o por la mayor parte, calentura. Autores hay que afirman bastar 28 picaduras para matar un hombre. De los otros que parecen más mansos hay dos especies: unos llaman opifices, de menor cuerpo, los cuales se mueren al himbierno, y otros madres, que duran dos años y son también de blanda y piadosa naturaleza. Hazen sus nidos al verano, por la mayor parte con cuatro puertas, donde se engendren los opifices. Sacados éstos hazen otros nidos mayores en que engendran a las que han de ser madres. Ya entonces los opifices hacen su oficio y susténtalas. Son las madres más anchas y dúbdase si tienen aguijón, porque no salen y tienen también sus zánganos. Algunos creen caérseles a todos estos los aguijones por el himbierno. No tiene el linaje de los tabarros, ni el de las avispas, rey o enxambres, pero vanse renovando contino la muchedumbre con la generación.



EL INTERPRETE


1(Tabarros). Ansí llaman en Hespaña los que dezían los latinos crabrones, animales semejantes a avispas, de picadura enconosa y mala. De éstos tornará Plinio a hablar en el capítulo IV del libro veinte y nueve. Por ellos dijo Platón en el Amphitrión: irritabis crabrones, y están dichas metafóricamente otras muchas cosas. Diferentes son de éstos los tábanos, aunque los nombres sean tan semejantes, porque los tábanos son de la manera que havemos dicho. Mas lo que los latinos y españoles llaman távanos son semejantes a moscas, aunque algo más largos y mayores y de color algo pardo. Engéndranse éstos de ciertos gusanillos sin alas que se hazen en la madera o en los árboles, y con su trompa o lengua, penetrado el cuero, sacan sangre, como lo haze también el estro que dixeron los griegos y los latinos, ansí como al tábano; ansí lo contó Virgilio en aquellos versos: cui nomen asilo romanum est estrumm graii vertere vocantes asper acerba sonans quo tota exterrita sylvis difugiunt armenta furit mugitibus aeter concusus, el cual estro saca sangre del cuero de las vacas y ganados mayores, con que ellos grandemente se desasosiegan y huyen, lo cual llaman los pastores cucar, y a este mal mosca, y aun de ahí se dixo ir con mosca los hombres que van amenazados o enojados, con priesa y desasosiego. Llámase este mismo animal, de los griegos, μνία, como el tábano. Tienen trompa en lugar de aguijón. No es éste el estro de que habló Plinio en el capítulo dieciséis deste libro y de quien aprometí de hablar en el presente lugar, porque aquél es antes cría de abejas y de mayor grandeza que ellas, como este de que hablamos se engendre de ciertos animalejos algo anchos que corren en el río sobre las aguas (y ansí hay a par de ellos copia destos estros), viviendo primero en ellas la que llaman los griegos ἐμπίς y Theodoro interpreta mosquito palustre, nacida de los que dize la misma gente ascarides, la cual después vive fuera y finalmente se transmuta en el estío. Mas porque he hecho memoria de los mosquitos, y aun Plinio la hizo de mulion en un capítulo de los precedentes, no será cosa fuera de razón dezir que hay dellos unos que llaman los griegos conopas y los latinos vinarios o acetarios, que son los del vinagre o vino; otros que llaman los latinos ficarios por nacer de los higos del cabrahigo, los cuales hazen madurar a los demás, y otros que llaman los griegos ξίφαι y los latinos muliones, y finalmente otros palustres que llaman los griegos έμπίς, de que poco ha, tractando del tábano, hablamos. A quien se podrían referir los de los pozos que en algunas partes, y principalmente en la ciudad de Toledo, aquexan, en especial en los estíos, a sus habitadores. Tienen ansimismo las moscas no pocas diferencias, cuales son las ordinarias, de color a ratos dorado, y las que llaman propriamente moscardas, y otras de que con mayor comodidad en otras partes de esta obra hablaremos. 2(De telarañas y cortezas). Porque leo cortice et araneis, de nuestro códice antiguo, y a la verdad es letra conforme a lo que dize Aristóteles, a quien Plinio sigue, en el libro quinto de la Historia de los animales, capítulo XXIII, que los tabarros hacen sus panares de materia de cortezas y arañas. 3(Los ichneumones). De éstos hablamos en otras partes de estos comentarios y de un animal del mismo nombre que pelea con el crocodilo y le mata, y con el áspide, y también en nuestras scholias sobre Nicandro, do podrá verlo el lector.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2