CAPITULO XVII


Del modo de su gobernación


Busque pues agora el que quisiere si hubo un Hércules o más, cuál es el sepulcro de Bacho y las demás historias sepultadas en el moho de la antigüedad. Veis aquí, en una cosa pequeña y ordinaria en nuestras alearías, de que hay a cada paso abundancia de diversos pareceres entre los autores si el rey no tenga aguijón, armado solamente de majestad, o si se le dio Naturaleza negándole su solo uso. Esto es cierto que la maestra no se aproveche de él.

Es admirable la obediencia y respecto que le tienen las otras. Cuando va a alguna parte síguela toda la enxambre, cércanla a la redonda y cíñenla y cúbrenla, y no la dexan ver de nadie. En los otros tiempos, cuando están las abejas en su trabaxo, anda por todas partes mirando la obra, y como amonestando y animando su gente, sola y sin otro algún exercicio. Cércanla ciertas de su guarda y maderos, compañía ordinaria de su autoridad.

Jamás sale fuera si no es cuando se hace ir la enxambre, esto se entiende, mucho antes, porque se oye por algunos días sonar un ruido que es indicio y muestra de que se aperciben para día oportuno. Si alguno entonces le quitase un ala, no huiría la enxambre. En la partida y viaje cualquiera procura ir más cerca de ella y gózase de ser vista en su oficio. Cuando se cansa, la soliviantan con los hombros, y cuando la sienten más fatigada totalmente la llevan en peso. Si alguna se queda cansada o se pierde, sigue al exército por el olor.

Doquiera que la maesa se asienta, allí ponen todas sus reales. Entonces hazen significaciones y agüeros particulares y públicos, colgándose arracimadas en las casas o templos, los cuales se cumplen muchas veces con acaecimientos no pequeños. Asentáronse en la boca de Platón, siendo niño, anunciando aquella suavidad de muy dulce elocuencia. Asentáronse en los reales del emperador Druso cuando pelearon muy prósperamente cerca de Arbalon, contra el parescer de los agoreros, los cuales porfían mostrar siempre cruel acaescimiento. Asido el capitán, todo el escuadrón se detiene; perdido {el capitán, el escuadrón} se derrama, y va a otros {reyes}, de manera que no pueden estar sin rey. Y cuando hay muchos, mátanlos, aunque contra su voluntad, y antes destruyen sus casas {celdas} cuando nacen, si no esperan abundancia de miel. Ahuyentan los zánganos, aunque de éstos veo dubdarse, porque creen algunos ser linage por sí, como también el de los fures,a grandísimos entre ellas, pero negros y de vientre ancho, llamados ansí por comerse la miel a hurtadas. Cierta cosa es matar las abejas a los zánganos, y sin dubda {éstos} no tienen rey, pero lo que haze dificultades es que nazcan sin aguijón.

En el verano húmido son mejor las enxambres, y en el seco de más miel. Si por ventura falta mantenimiento a alguna colmena, hazen ímpetu a las vezinas con diseño de rapiña, mas por el contrario las otras enderezan a la defensa su escuadrón, y si se halla acaso presente el colmenero, cualquiera ejército que siente ser favorecido de él no le pica o haze algún daño. Pelean también muchas vezes por otras causas y ordenan los dos emperadores sus fuerzas contrarias las unas de las otras, levantando, por la mayor parte, la pendencia en el traer de las flores, en la cual cada una apoya a su capitán. Y esta contienda se apacigua y desbarata echado polvo o hecho humo, y reconcílianse con leche, y agua y miel.



a. Ladrones.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2