CAPITULO LXX


Que los pescados tienen oído y olfato


No tienen los pescados orejas o agujeros por donde oigan, y con todo esto es manifiesto que oyen, como sea cierto que, con un golpe que se da, se ayuntan1 los fieros a comer en los estanques, con la costumbre. Y en las piscinas de César vienen diversos géneros llamados por sus nombres, y aun algunos particulares llamados con nombre particular. Ansí que dizen hoy muy claramente el mújol,2 róbalo, zalema y chromis, y que a esta causa viven en los baxos.


Tener olor también es manifiesto, porque no todos se pescan con un mismo cevo, que, primero que vayan a él, le huelen. A algunos de los que se esconden entre los peñascos ahuyenta de allí el pescador, untadas sus gargantas con salsas de pescados, como ahuyentados con el olor de sus cuerpos. Y aun se juntan viniendo de altamar a ciertos olores, como al de la xibia quemada y del pulpo, los cuales a esta causa echan en las nasas, y huyen el olor de la sentina donde se recogen y podrescen las aguas de los navios, y principalmente la sangre de los pescados.


No puede nadie desapegar al pulpo de los peñascos, y si le allegan orégano3 se suelta en oliéndolo. Toman, ansimismo, a las púrpuras con olores hidiondos, porque de los demás géneros de animales, ¿quien dubda que huelan?


Las serpientes se ahuyentan con el olor del cuerno del ciervo, mas con el {olor} del orégano, estoraque o cal se matan las hormigas. Van los moxquitos a lo azedo, y en ninguna manera vuelan a lo dulce.





EL INTERPRETE


1(Se ayuntan). Desto pueden muy bien testificar todos los que se deleitan con estanques, porque a un muy pequeño sonido suelen acudir, cuando hay costumbre de llamarlos desta manera para darles la comida. 2(Mújol). En el libro que precede a éste hezimos deste pesce mención y ansimismo de los demás que aquí se tocan, y de las salsas que de sus mismos cuerpos se aparejan. 3(Orégano). Ansí buelco aquella palabra cunilla, y es el orégano que llaman heracleótico, una de tres especies que de él se cuentan, de que he largamente hablado en otras partes.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2