CAPITULO LXIII


Del modo de engendrarse los terrestres


De los que andan en dos pies, sólo el hombre engendra animal.a A él solo le pesa de haver tenido acceso a la hembra, agüero verdaderamente de vida que comienza de origen, a quien se sigue arrepentimiento.b Los otros {seres} tienen tiempos, entre año, determinados para este acto, mas el hombre, como está dicho, lo haze siempre y a todas horas del día y de la noche. Los demás se hartan; el hombre casi nunca. Messalina,c muger de Cayo César, teniendo ésta por victoria real, escogió para semejante contienda la más lasciva1 de {las prostitutas} que estavan puestas al que llaman partido, y la venció, por espacio de un día y una noche, en 24vezes.


En el linage de los hombres, han inventado los varones veredas de luxuria, todo con maldad contraria a Naturaleza,2 y las hembras el mal parir,d ¡Cuánto más dañosos somos en esta parte que las fieras! Hesíodo dize que los varones son más luxuriosos el himbierno y las mugeres en el estío.3


Tómanse las hembras de los elephantes, camellos, tigres, lynces, rhinocerontes, leones, dasipodes4 y conejos, los cuales todos tienen los miembros genitales atrás, bueltas las ancas al macho. Buscan los camellos los desiertos o lugares secretos, y es cosa muy peligrosa acertar a toparlos en el acto; tómanse estos solos entre todos los patienteros.e En el género de los de cuatro pies, mueve a los machos el olor a luxuria. Tómanse de la misma manera los perros y lobos y, en el medio del acto, se pegan, sin poder hazer otra cosa. En algunos de los géneros sobredichos saltan primero las hembras y en los otros los machos. Los osos se toman echados en el suelo,5 los erizos ambos derechos y abrazados, los gatos, enhiesto el macho y echada debaxo la hembra. Las raposas, echadas del lado, y abrazada la hembra con el macho. Las hembras de los toros y ciervos no sufren la fuerza de los machos, y por eso andan cuando se toman; los ciervos pasan a vezes a otras hembras, y tornan a las primeras. Témanse las lagartixas abrazadas, como los animales que carecen de pies.


Cuando {los animales} son de mayor cuerpo, son menos fértiles y, ansí, paren uno solo los elephantes, camellos y cavallos, y el silguero, ave muy pequeña, 12. Paren más presto los que engendran más. Cuanto es mayor el animal tanto más se detiene en formarse en el vientre y detárdanse más en el mismo los que son de más larga vida. No es edad apta para engendrar la de los que no han llegado a su perfecto y cumplido tamaño. Los patienteros paren uno; los patihendidos, algunas vezes también dos; pero aquellos que tienen los pies repartidos en dedos más, aunque los primeros paren perfectos sus hijos, y éstos imperfectos, como son los leones, osas y raposas, y aún más imperfectos que las demás las osas, y es cosa rara verlas parir. Calientan, después, todos éstos, sus hijos lamiéndolos, y ansí los figuran; paren, a lo más, cuatro.


Nacen ciegos los cachorros de los perros, lobos, onzas y thoes. De perros hay muchos; engendran los lacónicos al octavo mes, ellos y ellas. Están preñadas 60 días y, a lo más, 63. Las demás, aun de seis meses, sufren tomarse, empreñándose la vez primera que se toman. Las que conciben antes de tiempo tienen los hijos más días ciegos, y no a todos igualmente. Créese levantar la pierna cuando orinan los que ya son casi de seis meses, y es señal de tener ya las fuerzas perfectas; hazen lo mismo las hembras, asentadas. Las que paren más, paren doze vezes, las otras cinco y seis, y algunas vezes una sola, pero esto se tiene por monstruso, como también parirlos todos machos o todas hembras. Paren en los primeros partos machos y, en los demás, ya machos, ya hembras. Tómanse ocho meses después de haver parido. Paren las lacónicas ocho. Es propria en aqueste género la luxuria a los machos en el trabaxo. Viven los lacónicos diez años, y las hembras 12; los demás géneros 15 y, algunas vezes, 20, y no engendran todo el tiempo que viven, antes dexan casi siempre de engendrar de edad de 12 años.


En lo demás, son los gatos y ichneumones como los perros; viven seis años. Los dasipodes paren cada mes, y conciben como las liebres sobre preñado y, luego, en pariendo, puesto que los hijos les sequen las tetas, paren los hijos ciegos. Los elephantes, como diximos, paren uno solo, de tamaño de un bezerro que huviese tres meses. Están las hembras de los camellos doze meses preñadas. Paren al verano, haviendo tres años, y pasado un año sobre el parto se tornan a empreñar.


Dizen que es bueno tomarse las yeguas tres días, o uno8 después de paridas, y que las fuercen a ello aunque no quieran. Créese concebir fácilmente a los siete días la borrica.9 Mandan tresquila{r} las yeguas para que se dexen tomar de animales tan viles, como son los asnos, porque teniendo crines se ensobervecen con aquella gloria. Corren, después de haverse tomado, ellas solas contra el cierzo, o contra el ábrego, según que concibieron macho u hembra. Truecan luego el color con pelo más bermexo o con otro más copioso, cualquier que él sea, y con este indicio no las dexan, aunque ellas lo quieran tomar, y no estorva a algunas el preñado que trabajen, y ansí las tienen por no preñadas. Hallamos haver vencido, en Olimpia, una yegua de Echecratis, thesalo, estando preñada.


Enseñan autores diligentísimos que los cavalíos, perros y puercos apetecen el acto venéreo por la mañana, y las hembras después de mediodía, y las yeguas, domadas, 60 días antes que las por domar. Y que solos los puercos echan, al tiempo que se toman, espuma por la boca. Y el berraco, oída la voz de la puerca berrionda, si no la admiten, no quiere comer hasta secarse, y que las hembras se embravecen tanto que despedazan los hombres, mayormente si están vestidos de blanco. Mitígase esta rabia mojándoles con vinagre la natura. Créese provocarse también con manjares la luxuria, y que ansí como los hombres con la orugaf se alteran los ganados con las cebollas. Y que algunos de los que, de silvestres, se amansan y hazen domésticos, no conciben, como los gansos; y los puercos monteses y ciervos, tarde, y esto solamente cuando se crían desde que son chiquitos, en casa. Cosa es de maravillar que las bestias de cuatro pies no se consienten tomar estando preñadas, sacando la yegua, y empréñase sobre preñado sólo el dasipode y la liebre.





a. Quiere decir que el hombre es el único bípedo vivíparo.

b. En el sentido que sólo la especie humana se arrepiente de su primera experiencia.

c. En otros textos, Claudia; Messalina fue la tercer esposa del emperador Claudio (41 - 54 d. C.) quien la hizo ejecutar en 48 d. C.

d. Quiere decir que las hembras provocan el aborro.

e. Mamíferos solípedos.

f. El nombre vulgar español de esta planta es, en efecto, “oruga” pero cabe aclarar que se refiere a la crucífera Eruca sativa L.



EL INTERPRETE


1(La más lasciva). Ansí traslado nobilisimam, porque nobilis también se toma por lo que es, aun en mala parte, famoso y estremado. 2(Contraria a Naturaleza). Ansí traslado scelere naturae, porque el vicio contra natura es maldad o abuso maldito de naturaleza. 3(Las mugeres en el estío). La causa desto podría ser que los hombres son mas calidos, y ansí, fortificado con el frío su calor, son más luxuriosos; contrario acontece a las hembras, las cuales, siendo naturalmente más frías, y debilitándose con el frío del himbierno su calor, son entonces menos luxuriosas, y en el estío, ayudadas del exterior, el cual antes resuelve el de los varones, las haze mas destempladas, como más templados a los varones. 4(Los dasipodes). Ya se tracto sobre él {en el} libro octavo. 5(En el suelo). Porque leo humistrati, y no humanitus strati, de Aristóteles, en el capítulo XXX del séptimo {sexto} libro De los animales donde esta ϰλεϰελις μέν αι έπιτής.


6(Ya paren machos, ya hembras). Quito las palabras que se siguen, conviene a saber, si meant oportuno et recto mense, como añadidas y espurias, porque no se hallan en los códices antiguos. 7(La luxuria en el trabajo). Porque leo in labore..., la cita es de Aristóteles, en el sexto libro de la Historia de los animales, capítulo XX. 8(Tres días o uno). Porque leo de los códices vetustos post tertium diem, aut unum, y ansí vemos por experiencia ser verdad. 9(La borrica). Leo asina, no mulier, de Aristóteles, en el libro sexto y capítulo XXIII, y del mismo Plinio en el capítulo XLIV del libro octavo.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2