CAPITULO XXXIII


De la industria de que usan las aves en el fabricar de sus nidos. De las golondrinas, argátiles, cinamolgos y perdices


La figura del nido de los alciones trahe a la memoria la industria de las otras aves, sin haver cosa de que sean más de admirar sus ingenios.


Házenlos las golondrinas1 de barro, fortalesciéndolos con paja. El cual, si acaso les falta alguna vez, mojándose con mucha agua, rocían con sus alas la tierra. Y desta manera los guarnecen de blandas plumas y flueco, ansí para calentar sus huevos como para que no se les hagan duros a sus pollos luego que nacen, sustentándolos con grande igualdad y notable limpieza. Echan fuera sus suziedades, enséñanlos a rodearse y lanzar abaxo su hartura.a


Hay otro linage de golondrinas rústicas2 y agrestes, las cuales pocas vezes hazen dentro de las casas sus nidos, y éstos de diversa forma, aunque de una misma materia, porque los fabrican empinados, y con las bocas largas y angostas, y el hondo ancho y capaz, con admirable destreza, ansí para ocultar sus pollos como para que estén blandos. En la boca Heracleótica de Egiptob oponen al Nilo, cuando sale de madre, una inexpugnable máchina de nidos continuados por espacio casi de un estadio o 125 pasos, lo cual con trabajo de hombres apenas pudiera hazerse. En el mismo Egipto, a par de un lugar que llaman copto, c hay una isla consagrada a Isis, la cual, porque no cubra el río ya dicho, amparan y defienden con su trabajo, comenzando los días del verano, y fortalesciendo su frente con pajas y flueco, por espacio de tres días y otras tantas noches, dándose tanto a la fatiga que se ha averiguado haver algunas muerto en la obra y buélveles siempre este cuidado y necesidad con el año.


Hay otro tercero linage dellas3 que caban las riberas y ansí hazen sus nidos. Los pollos déstas, quemados y hechos ceniza, sanan la esquinanciad y otros muchos males del cuerpo humano. No hazen nidos y vanse de sus agujeros muchos días antes, conociendo cuándo ha de llegar la cresciente hasta ellos. Del linage destas riparias son las que hazen sus nidos de ovas secas, e de un redondo tan perfecto que no se puede hallar a ellos entrada.



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Llaman argatilis4 otra avezilla que entretexe los suyos de lino, de la misma figura. Uno de los picos le cuelga de un renuevo de los primeros ramos, a manera de vaso, y esto de suerte que no hay bestia que pueda ofenderle. Dízese dormir los gálgulos5 colgados de los pies, porque les parece que estarán ansí más seguros. Común es a todos ellos escoger con grande providencia los ramos más llanos, para hazer en ellos sus nidos, y defenderlos de las aguas con unos encamarados u hojas espesas.


Llámanse en Arabia cinamolgos6 ciertas aves que hazen sus nidos con los palos del cinamo, los cuales los de la tierra derriban con saetas que para este efecto cargan de plomo, para venderlos. En Scythia, otra del tamaño de la otis7 o abutarda pare dos, colgados siempre en un pellejo de liebre, de la cumbre de los ramos. Pasan las picazas con grande diligencia los huevos a otra parte, cuando sienten que les han visto su nido. Escrívese una admirable manera de hazer esto mismo en las aves cuyos dedos no son aptos a asir, para ansí mudar sus huevos a otra parte, porque puesto un palo sobre dos dellos y apegados con la liga de su vientre, y puesto debaxo el cuello por medio de él de suerte que está repartido igualmente el peso, lo lleva a do le parece. No son menos industriosas las aves que hazen sus nidos en la tierra, no permitiéndoles el peso de sus cuerpos subir en alto. Llámase avejoruco una que da de comer a sus padres, que tiene en alguna parte escondidos, de plumas de color, por de dentro amarillo y azul por encima, y lo primero algo rubio, y haze su nido en cuevas de hondo de seis pies.


Fortalecen las perdizes8 de tal manera sus moradas, con espinas y matas, que están bien defendidas de las fieras. Allegan tierra blanda en que pongan sus huevos, y no se echan sobre ellos en el lugar donde los ponen, antes los pasan a otra parte, porque el verlos frecuentar el primer lugar no sea a alguno sospechoso, y ansí sean sus huevos descubiertos. Los cuales también esconden de sus machos, porque a causa de ser muy luxuriosos suelen quebrárselos, porque las hembras, estándose sobre ellos, no detarden su luxuria. Pelean en este tiempo los machos entre sí con deseo de las hembras, y dízese que sufre el vencido que le tome el vencedor. Y lo mismo dize Trogo que pasa entre las codornizes, y aun algunas vezes entre los gallos, y que, entre las perdizes, las silvestres nuevas o vencidas se dexan tomar de las domésticas, ora sean machos, ora hembras.



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Cazan los machos también al tiempo de su competencia saliendo el capitán del escuadrón al reclamo del cazador, el cual asido, acude otro, y ansí cada uno de los demás. Ni más ni menos se cazan las hembras al tiempo del concebir, saliendo contra la hembra del cazador para ahuyentarla, y no hay en otro animal alguno igual fuerza de luxuria.


Empréñanse las hembras estando enfrente de los machos contra el aire, y abierta con grande calor la boca y sacada la lengua, y aun de solo el aliento9 que procede de los machos que vuelan por cima, y muchas vezes de sólo oír su voz. Y en tanta manera vence la luxuria a la charidad y amor que se deve a sus hijos, que estando echadas sobre ellos, a hurtadas y encubiertamente, cuando siente llegar la hembra del cazador al macho, le llaman, y hazen volver, dando voluntariamente lugar a su luxuria. Y son arrebatadas de cobdicia tan rabiosa, que muchas vezes se asientan sobre las cabezas de los cazadores, a cuyos pies corre la parida cuando le andan cerca del nido, fingiendo estar pesada o desplomada, y andando desta manera, o después de algún corto vuelo, cae de presto como quebrada el ala o los pies, y torna a correr adelante, como huyendo del que a su parecer la vaya alcanzando frustrándole la esperanza; todo esto hasta que le descamine y remonte del nido. La misma, cuando está libre de temor y cuidado materno, echándose en los surcos boca arriba, se cubre con algún terrón que ase con los pies. Y créese vivir como 16 años.





a. Eliminando fuera del nido sus excrementos.

b. Canal o derivación que alimenta la laguna Moeris.

c. Hoy Kuft.

d. De ϰυνάγχη, angina.

e. Por musgo.



EL INTERPRETE


1(Las golondrinas). Entiende las domésticas. 2(Rústicas). Entiende de los que llamamos en Hespaña viones. 3(Tercero linage dellas). Estas se dizen en latín riparias: vense en Hespaña en las riberas de algunos ríos, de donde se llamaron desta manera; dízense vencejos blancos o arrixaques entre nosotros. 4(Argatilis). Algunos leen acanthylis del texto griego de Aristóteles, aunque Theodoro, por el contrario, lee en Aristóteles, a causa deste lugar pliniano, por acanthylis, argatilis, que quiere que sea el acanthylis nuestro lugano. De argatilis no podría dezir cosa cierta, aunque no creo ser de intención de Plinio contarle entre las que habitan en las riberas, como pensó Gaza, como el que advirtiere la traza del texto conocerá claramente. Y aun hay algunos que no leen riparias sino parrarum y aún otros dubdan si se ha de leer parorum, que es egitalorum, que en Hespaña llaman algunas gentes tintoreros. 5(Los gálgulos). Claro se conoce deste lugar, según que ya lo tenemos advertido, ser de parecer de Plinio el gálgulo distincto del pico, que cuelga su nido. El cual gálgulo llamamos en hespañol oropéndola, y dio nombre a la ictericia, enfermedad, llamándose en griego icteros.


6(Cinamolgos). Llámase también cinamono, según parece de Aristóteles, y es ave de Arabia de que no se tiene, que yo sepa, hoy noticia. 7(Del tamaño de otis). Algunos leen aquí, del capítulo XXXIII del libro nono de la Historia de los animales, in Scythis avis magna cognomine otis, entendiendo que quiere aquí hablar de la misma otis y no de otra semejante grandeza. Podrá el lector allegarse a lo que mejor le pareciere. 8(La perdiz). Puesto caso que la perdiz menor de Italia y vulgar de Hespaña, que todas son una, sea la verdadera y natural perdiz de los antiguos, pero hay otras aves, de las cuales a algunas los antiguos y a otras los modernos han puesto nombre, aunque no absoluto de perdizes. Tal es la chorcha, perdiz mayor y menor, que quieren ser las rustículas de los antiguos algunos de los modernos escriptores de aves, la perdiz mayor de Italia, que también llaman codorniz, Lasyro perdiz, y una perdiz de Theophrasto, que creen ser nuestra codorniz, y el lagopa blanco o perdiz blanca, y la enas, género de paloma, y no desemejante a perdiz, y la perdiz montana de Alemania, que llama Gesnerio gallina coryllorum. No es cosa para callar haverse hallado en estas partes una de tamaño de un ganso, aunque convinieron todos a los que aconteció verla en que lo fuese. Y lo que se cuenta de las de Ethiopía, acerca de ser de estraña grandeza, tráheme ansimismo a la memoria lo que dize Plinio de gálgulo, que se cuelgan de los pies, al ave que llaman los modernos paradisea, la cual se halla en la India y havemos visto, aunque muerta, en Hespaña; que se cuelga, no de los pies, porque carece dellos, sino de unas como cerdas negras y largas de que en lugar dellos se sirven. Ave, entre todas las del mundo, a quien pudiera mejor convenir el nombre que los antiguos atribuyeron a los vencejos de apodes, porque estos, aunque carezcan de su uso, en fin, tienen los manifiestos y conocidos. Tiene ésta sus plumas variadas, con hermosa diversidad de colores, tamañas como un águila, no excediendo su cuerpo el tamaño de un silguero. Andan volando por lo muy alto del aire, y éste es su solo mantenimiento, de manera que no nos maravillemos del chameleón porque vive de solo el aire o rocío. Pone la hembra sus huevos sobre un hoícof que tiene el macho en la espalda encaminada de Naturaleza a este uso, y echada sobre ellas se ata arrebueltas sus cerdas con él y ansí andan bolando hasta que sacan, sin jamás descansar sino suspendidos y colgados. 9(De solo el aliento). Leo super volantium olfactug porque, aunque se hallase ansí en Aristóteles, no haze estotra letra tan mal sentido que no pueda muy bien conservarse.





f. Por hoyico, hueco u hoyo pequeño.

g. En otros textos, afflatu.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2