CAPITULO XXIX


De qué aves carezcan algunos lugares, cuáles mudan el color y voz, y de los ruiseñores


Pero cuanto toca al irse de las aves, se dize de las lechuzas estar algunos pocos días escondidas, cuyo linage no se halla en la isla de Candía, y aun, si llevan allá alguna, muere luego. Porque también se halla esta admirable diferencia de Naturaleza, denegándose ciertos animales a ciertos lugares, como es común también a los géneros de mieses y de árboles no nacer en algunas partes, y admirable cosa que, llevados, se sequen luego. ¿Qué es lo que contradize y es adverso a la conservación de algún género? ¿Qué invidia es ésta de Naturaleza? O, ¿qué términos de la Tierra les han caído en suerte a las aves? Rhodas no tiene águilas. En la Italia Traspadana,1 acerca de los Alpes, se llama un lago Lario,2 deleitoso, por un campo que tiene lleno de arboledas,3 al cual las cigüeñas no pasan, ansí como ni ocho millas antes de él las monédulas y grajos4 de que hay ¡numerable muchedumbre en la tierra de los insubres.5 Y es cosa de admiración en estas aves el hurtar del oro y plata a que son estrañamente inclinadas. Picos marcios dizen no haver en el campo Tarentino. De poco acá han comenzado a verse desde el Apenino hasta Roma los géneros de las picazas, aunque raros, las cuales, por la notable variedad del color de sus colas, se llaman varias. Esles proprio hazerse calvas todos los años al tiempo que los nabos se siembran. No pasan las perdizes en Atica los límites de Beotia, ni otra ave alguna en la ínsula de Ponto el templo do está sepultado Achiles, consagrado a él. En el campo Fidenate, cerca de Roma, las cigüeñas ni hazen nidos ni engendran hijos, pero cada año vuela de la mar al campo Volaterrano grande muchedumbre de torcazas. En Roma no entran moxcas ni perros en el templo de Hércules, que está en el foro Boario. Otras cosas hay semejantes a éstas que dexo a sabiendas, en cada género, por evitar prolixidad, pues Theophrasto dize ser forasteras a Asia las torcazas, pavones y cuervos, y a la región Cyrenaica las ranas que tienen voz.


Hállase otra maravilla en las aves que cantan, porque cierto tiempo del año mudan casi voz y color, y súbito parecen otras, lo que en los géneros de las aves más grandes solamente acontece a las grullas, las cuales se paran negras a la vejez. La mirla se torna, de negra, roxa. Canta ésta por el estío, tartamudea por el himbierno, y por el solsticio totalmente enmudece, y conviérteseles el pico en marfil a las que han un año, aunque esto solamente acontece a los machos.


El cuello de los zorzales es de diversos colores, y {en} el himbierno de un solo color.



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Cantan los ruiseñores sin parar por 15 días continuos, cuando están más espesos los renuevos de los árboles; ave digna de admiración y no entre las postreras y, lo primero, tan grande voz en un corpezuelo tan pequeño, tan durable aliento. Después desto es su voz de un canto muy concertado, con perfecta ciencia de música, prolongándose algunas vezes con aliento continuado, variándose otras con doblegado, y otras distinguiéndose con cortado. Ayúntase con torcido y alárgase con revocado, y ofúscase cuando menos se espera, y aún murmura algunas vezes consigo, llena, grave, aguda, espesa, extendida, cuando le parece, vergueada, triple, tenor, contrabaxo y, finalmente, hazen y forman en gargantas tan pequeñas todo lo que ha inventado y hallado el arte en tan exquisitos instrumentos de flautas. De manera que se puede bien creer haver sido significada esta suavidad con eficaz agüero, cuando canta uno en la boca de Stesicoro, siendo niño. Y porque nadie dubde no carecer esta música de artificio, sepan que cada uno tiene sus cantos muchos y diferentes, y no todos unos mismos, antes unos tienen unos y otros, otros. Contienden entre sí, y conócese entre ellos manifiestamente una animosa porfía. El vencido, muere muchas vezes en la demanda, faltándole primero el espíritu que el canto.


Estudian los más nuevos y toman versos que imiten. Oye el discípulo con grande atención, y procura, luego, de pronunciar el paso que ha oído, y callan, y cantan a vezes. Entiéndese la corrección del enmendado, y cierta reprehensión del que enseña. De aquí es que no son de menos valor que los esclavos, antes de mayor que por el que se comprava antiguamente un escudero de lanza. Yo sé haverse comprado uno por seis sestercios, aunque blanco, lo cual es cosa rara hallarse, para presentar a Agrippina, muger del príncipe Claudio. Visto se halla muchas vezes comenzar a cantar mandándoselo, y haverlo hecho con una simphonía, o cantando ellos a vezes con ella, como también se han hallado hombres que los han imitado tan al proprio que no hay quien pudiese hazer diferencia, soplando por el agujero de unas pajas o cañas atravesadas en agua y opuesta a la lengua alguna cosa pequeña que la detarde.



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Pero estas tan grandes y artificiosas astucias van cesando poco a poco después de 15 días, y no de manera que se pueda dezir que lo dexan de cansados o de enfadados. Cresciendo después en calor se les muda la voz totalmente, y no en otra que sea suave, con diferencias. Mudan también el color y, finalmente, no se ven al himbierno. No tienen sus lenguas aquella delgadeza notable que las de las otras aves. Ponen a la primavera, a lo más, seis huevos.


Diversa es la naturaleza de las ficédulas,6 porque mudan el color y el sonido. No tienen este nombre más que en el otoño, llamándose después melancoriphos.7 Ansí lo haze el erithaco8 al himbierno, y el phenicuro al estío. Múdase también el abubillo, como lo enseña Eschilo, poeta, ave fuera desto de suzio pasto, cresta muy de ver porque se pliega y enhiesta, a vezes, por lo largo de la cabeza.


Tiene ansimismo el oenanthe9 ciertos días en que está escondido, ocultándose cuando nace la canícula y saliendo desde que se pone, y, lo que es más de maravillar, que haze lo uno y lo otro en los proprios días que se pone o nace.


También el chlorion,10 el cual es todo amarillo, no pareciendo al himbierno, sale por los solsticios.





EL INTERPRETE


1(En la Italia Traspadana). Dízese hoy Lombardía. 2(Lago Lario). Hoy lago de Como. 3(Lleno de arboledas). Porque leo arbustato agro. Desta misma palabra usará Plinio en el capitulo XXIII del libro diecisiete. 4(Las monédulas y grajos). Llámanse en griego ϰολοιός; en latín, según Gaza, monédulas. Haze dellas Aristóteles cuatro especies: la primera llama {ϰóραξ}, y Gaza graccolum, pero esta palabra es género a todas, como grajo o graja en hespafiol. Aunque Plinio haze a gráculo y monédula especies, entendiendo por monédulas nuestras grajuelas o cabizcanillas, y por gráculus las demás. Quieren, pues, algunos que la primer especie de Aristóteles sea el pyrrho corax de Plinio; la segunda, nuestra graja vulgar, de que hay tres especies; la tercera el phalacro corax de Plinio, diverso del silvático, aunque a éste también llamamos cuervo calvo; la cuarta y la más pequeña es el βωμολόχος. 5(De los insubres). Que son los de Lombardía.


6(De las ficédulas). Llaman a éstas en Italia becaficos, y papahígos en Hespaña. 7(Melancoriphos). Y, ansí, los llamamos cabeciprietas por tener negra la cabeza. 8(Erithaco).a Theodoro la llama en latín rubécula. Esta se muda en phenicuro, que llamamos rabiruvio en Hespaña del color de su cola. 9(Oenanthe.)b Parece dezir Plinio de ésta lo que en otra parte escribe de{l pájaro}parra, y de la parra lo que él y Aristóteles de oenanthe, y tenerlos por nombre de un ave misma; qué sea hoy, no se sabe cosa cierta, y por eso, aunque hay della algunas sospechas, se quedará al presente por averiguado.


10(Chlorión). Llámase hoy verdón y son todos éstos de los que, por venderse pelados y metidos entre cañas hendidas, dezimos paxaricos de caña.





a. έρίθαXος: de garganta o cuello rojos.

b. οίνάνθη, efectivamente. quie te decir vid Y. a la vez, es el nombre del triguero.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2