CAPITULO XXIII


De las grullas, cigüeñas, cisnes, aves estrangeras, codornizes y torcecuellos


Tienen treguas los pigmeos1 cuando se van las grullas, las cuales pelean, según que havemos dicho, con ellos. Grandísima es la distancia de adonde vienen, si lo computamos desde el mar Oriental. Házese la partida de consentimiento de todas. Vuelan altas para poder ver más lexos. Escogen capitán que sigan. Ponen en la recta guardias, una vez unas y otra vez otras, para que griten y rijan con la voz el escuadrón. Tienen de noche sus escuchas o centinelas, y éstas levantan una pedrezuela con el un pie, la cual, soltada con el sueño y cayéndose, las despierte, y arguya de descuidadas. Las demás duermen metida debaxo del ala la cabeza, ya sobre el un pie, ya sobre el otro. Provehe el capitán, y avisa de lo necesario, estendiendo su cuello. Las mismas hechas domésticas retozan, y hazen ciertas bueltas con unas corridas sin donaire.



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Cierta cosa es que, haviendo de pasar el Ponto, se van lo primero a los estrechos, entre los dos promontorios, Criumetopon y Carambis,2 y tras esto se provehen de lastre. Cuando llegan al medio deste mar sueltan las pedrezuelas de los pies y llegadas a tierra firme también el arena de las gargantas. Cornelio Nepos, que murió en el principado del Divino Augusto, escriviendo que los zorzales asidos poco antes se engordavan, añade agradar más las cigüeñas que las grullas, como las grullas se tengan agora por muy excelentes y las cigüeñas no haya quien quiera comerlas.


No se sabe de qué lugar vienen las cigüeñas, o a donde se tornan, aunque es averiguado venir de lexos de la misma manera que las grullas, aquellas {en} el himbierno y éstas por el estío. Cuando se han de ir júntanse, en un lugar que tienen para la partida señalado, todas, sin quedar ninguna, si no es captiva y esclava, y parten como con cierta ley el día que señalan.


Nadie las ve partir, aunque se entiende querer irse, como ni se ven venir, aunque se entiende haver ya venido. Lo uno y lo otro se haze de noche, porque aunque vuelen a unas partes y a otras el día, se tiene por averiguado jamás haver venido sino en tiempo nocturno.


Llaman en Asia cierto lugar, que está en unos campos patentes y abiertos, Pythonoscomen, donde ayuntadas, haviendo precedido cierto ruido y murmullo, despedazan a la que llega postrera, y ansí se van. Hase notado por maravilla haverse visto allí después de los 13 de agosto. Algunos porfían carecer las cigüeñas de lenguas. Dáseles tanta honra en Thesalia a causa de atalar las serpientes, que tiene pena de muerte quien las mata y le está constituido por ley el mismo castigo que al homicida.



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Vanse los gansos y cisnes por el mismo orden, pero vensen ir, y proceden con el ímpetu del pico a manera de galera, cortando ansí mejor el aire que si le apartasen con la frente derecha, y vase dilatando y abriendo poco a poco por detrás el escuadrón, que por delante va recogido para ser ansí mejor ayudado del aire, que impeliendo le haze caminar. Ponen, los traseros, los cuellos sobre los delanteros, y déstos pasan atrás los más cansados.


Vuelven las cigüeñas a los mismos nidos en que los años pasados criaron, y mantienen a sus padres cuando son ya viejos. Es fama que cuando el cisne se quiere morir se quexa cantando dolorosamente. Pero téngolo por fabuloso, persuadido de algunas experiencias. Los mismos se comen unos a otros.


Pero esta peregrinación por la mar y por la tierra no consiente se difiera la de otras aves, que, aunque menores, son de semejante naturaleza. Porque, puesto caso que pueda parecer que a las sobredichas combidan las fuerzas y grandeza del cuerpo, pero siempre se adelantan a venir las codornizes, aves pequeñas, y cuando llegan antes rateras o rastreras que de alto vuelo. Caminan éstas con peligro de los que navegan, cuando se acercan a la tierra, porque muchas vezes se asientan sobre las velas, y esto siempre de noche, y zabullen los navios. Hazen su viage por hospedages ciertos, y cuando corre ábrego paran por ser viento más húmido y pesado que los demás, y tener ellas necesidad de ayudarse del aire por la pesadumbre de sus cuerpos y flaqueza de sus fuerzas. De aquí es aquel quexido que se oye cuando van volando, manifestado con trabajo. Vuelan, pues, por la mayor parte corriendo cierzo, y llevando por capitana a la ortigometra o rey de las codornizes. Arrebata a la primera que llega a la tierra el halcón. Siempre que se tornan a ir, persuaden a algunas aves de otro género a que vayan en su compañía, y ansí lo hazen el torcecuello, otus3 y cichramo.


El torcecuello prolonga de su boca una muy larga lengua, de do se llamó glotis. Este, al principio, con el gusto del viage, se parte de buena gana, mas arrepiéntese después, cansado del trabajo del volar. Pésale de Solverse solo, mas tampoco le agrada de seguir la compañía, y ansí camina un día solamente quedándose a la primera jornada. Pero hállase en el mismo lugar otro que quedó allí el año pasado, y acontéceles otro tanto cada día.


Procura con mayor perseverancia el cichramo4 llegar a la tierra do se endereza el viage, y ansí las despierta de noche y avisa del camino.


Es el otus menor que el buho y mayor que la lechuza, y tiene unas plumas levantadas que parecen orejas, de do tomó el nombre. Algunos le llaman en latín asio, y es ave contrahazedora y truhana, y en cierto modo bailadora. Asese con poca dificultad, como a las lechuzas, estando mirando a algún hombre, paseándola otro a la redonda. Y si por caso las detiene algún viento que corre contrario, se hazen fuertes contra él tomando algunas pedrezuelas por peso, o hinchando el papo de arena, y ansí vuelan.


Es cosa muy agradable a las codornizes la simiente del heléboro, por lo cual se repruevan en el uso de los manjares, y también por la gota coral a que ellas solas entre todos los animales, sacado el hombre, están subjectas.





EL INTERPRETE


1(Con los pigmeos). Déstos havemos hablado largamente sobre el libro séptimo deste mismo autor. 2(Carambis). Dos promontorios son o cabos, el uno de la parte de Europa y el otro de la de Asia, que entran por muy larga distancia en el Ponto Euxino. Ve a Plinio en el capítulo XII del libro cuarto y a Pomponio Mela en el libro segundo en la descripción de la ínsula de Creta. 3(Oto). Porque leo otus y no otis, y es el cárabo según havemos dicho, pero otis, el abutarda. Del 4(chichramo) no sé cosa cierta; podránse ver algunas conjecturas en Conrado Gesnerio.





TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2