CAPITULO VIII


De las aves de caza


Hallamos diez géneros1 de aves de caza2. Una de éstas es el circón,3 coxo de un pie y de próspera significación en los negocios de casamiento y en lo que toca a los ganados. Otro es el triorchis, dicho ansí del número de sus compañones, a quien dio Phemonos el principado en los agüeros. Llámanle buteon los romanos, y aun tomó de él una familia su apellido, como se asentase con próspero suceso en el navio de un capitán. Llaman los griegos aesalon4 entre esta especie una que parece en todo tiempo, como las demás por el himbierno se desaparezcan y vayan.5



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Diferéncianse según la suerte de su caza,6 porque unas no toman el ave sino del suelo; otras no, sino reboloteando cerca de los árboles; otras solamente cuando se asienta en parte muy alta; otras no, sino volando en lugares descubiertos. Y ansí las palomas, conociendo de qué manera déstas les corre mayor peligro, se asientan luego que las ven o con baxo buelo se remedian contra la naturaleza destas aves.


En la isla de Africa llamada Cerne, en el Océano, las aves de caza de toda Massylia7 crían sus hijos en el suelo. Y no nacen en otra parte los acostumbrados a vivir entre aquellas gentes. En la parte de Thracia que está más adelante de Amphípolis,8 cazan los hombres9 en cierta manera de compañía con estas aves, porque oxean la caza de las selvas y cañales y ellas, bolando por encima, la toman. Dividen los cazadores con ella la presa y dizen que arrojada en alto la asen. Cuando es tiempo de salir a caza dan éstas a entender la ocasión con píos y buelos. Lo mismo hazen los róbalos en la laguna Meotis, porque si no Ies dan los pescadores su parte les rompen las redes que tienen tendidas; solas no comen (siendo singulares en esta propriedad) corazones. Un ave nocharniega de aqueste género llamada cymindis10, la cual se ve pocas vezes aun en las montañas, y tiene más corta vista de día que de noche, tracta guerra mortal con el águila, y muchas vezes las toman, asidas la una con la otra, peleando.





EL INTERPRETE


1(Hallamos diez géneros). Porque leo diez y no 16 de Aristóteles en el capítulo XXXVI del libro nono. Æliano cuenta diez géneros, que son el tinúnculo, buteo, cimindis, perdicoteros, osífraga, harpa, columbario, tamisyotero y morphnos, con otra especie que dizen nombrar otros autores. 2 (De aves de caza). Ansí pareció trasladar accipit{er} porque si dixera aves de rapiña comprehendiera las águilas, milanos, buhos, y otras aves menores, cuales son los que llamamos caudones, picapuercos, trincapiñones, picos y, de las nocharniegas, los autillos, curachas, mochuelos y otras muchas que no fue el ánimo de Plinio por agora significarnos con este nombre. Y si trasladara halcones (aunque el accipiter es el φαλxων {sic} de los griegos), usurpara palabra más particular de lo que fuera menester, pues aliende que designa comúnmente la especie de los halcones, cuando le tomamos por el género de los girifaltes, baharíes, neblíes y otros semejantes, se le escapan los gavilanes, azores, cernícalos, y otros muchos sin estos que él quiso debaxo de accipiter se comprehendiesen. Y aunque sea ansí que los antiguos entendieron algunas aves de aquellas con que hoy cazamos debaxo del género de las águilas, y que hoy también se sirven mucho de águilas contra las aves mayores y más fuertes, en la caza, y de otras, como son buhos, mochuelos y otros de esta manera, para engañar y atraher las que se pretenden cazar, pero es cierto tenerse por aves de caza algunas particulares y señaladas, cual es el gavilán, o accipiter fringillario de Aristóteles, el azor o asterias, el halcón que se llama accipiter y {en blanco en el texto}, el cernícalo que se llama en griego cenchris y en latín tinunculo, aunque Plinio parece entender por estas palabras dos aves diferentes: el esmerejón, que algunos creen ser el alcotán, que llama sublimipeta Aristóteles, neblí o columbario, girifalte o gerofalco de modernos, sacre o falco sacer de los mismos, iten el baharí o falco gentilis y el borgí o alburnica. A esta cuenta pertenecen también los tagarotes y alfaneques, que son halcones moriscos, y dardavasines y otros innumerables, cuyos hijos primeros llaman primas y los postreros torzuelos. Pero no es mi intento tractar los aparatos de la caza, sino dar alguna luz a este autor. 3(Circón). Algunos sospechan ser nuestra águila ratonera o ratera, pero, como no sea coxa del un pie, han pensado otros ser águila ratonera el triorchis de los antiguos. Los que siguen este parecer declaran no haverse llamado ansí porque tengan tres testículos, sino porque persigue a los que cogen aquella especie de satiriones que los griegos llaman triorchis, por tener la raíz divisa en tres tubérculos que los representan. Otros quitan del texto desde ex his hasta triorchis, o por circón suponen aegithus, de Aristóteles y los dos códices. Léase el capítulo XXXVI del libro nono de Aristóteles. 4(Aesalon). Ya dixe tenerse por el esmerejón, que otros autores llaman niso, aunque otros llaman niso al haliaeto. 5(Se vayan). Bien se ve faltar los demás géneros para cumplimiento de los diez que cuenta Aristóteles, conviene a saber: asterias o azor, palumbario o neblí, pterne e hypotriochis, parece, spiza y phrynolcho.


6(Según la suerte de caza). Esto es lo que Aristóteles dize: que hay aves de caza que buelan alto, y se llaman sublimipetas, y otras que buelan baxo, y se dizen humipetas. 7(Massylia). No entiende a Marsella, ciudad de Francia, que llaman con i, Massília, sino la tierra de los massylios en Africa, de quien dixo Lucano en el cuarto: et gens quae mido residens Massylia dorso, ora levi flectit frenorum nescis virga. Otros leen Massesyliae, y es también región de Africa. De la isla Cyrnea hablamos sobre el capítulo XXXI del libro sexto de Plinio. 8(De Amphípolis). Hermolao lee Cedrópolis. Todo se puede sufrir por dos lugares de Aristóteles. 9(Cazan los hombres). Claro se muestra en este lugar no haver estado en tiempos antiguos introduzida la caza de volatería, de que hoy tanto se deleitan los grandes señores, ni haverse criado estas aves con la doctrina e industria que hoy las instruyen para que, asidas las aves, las hagan presa y rapiña de sus dueños; aunque se hazía esta manera de compañía, y se comenzava aquella sombra o tirociniob de nuestra caza. Eliano dize que cazavan los indios las liebres y raposas con cuervos, águilas y milanos, sin tener necesidad de perros, y pone allí la manera de su institución y de la caza, donde se puede ver. En el mismo libro cuenta esta misma compañía en la caza con los hombres, do dize ser estas aves no menos diestras en ella que las águilas, ansí en asir para sí las aves como en ser para ello administradas de los hombres. 10(Cymindis). Una es de las nocharniegas de que en el capítulo XII deste mismo libro décimo hablaremos.





a. Córcega.

b. Aprendizaje.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2