CAPITULO XLVI


De las perras marinas


Son principalmente aquexados, y no sin grave peligro, de una multitud de perras marinas o quelbes los buzos que andan a par de ellas.1 Testifican éstos espesarse sobre sus cabezas2 una nube, semejante a los pesces llanos, que los oprime y estorva que no salgan, y que a esta causa llevan ciertos punzones muy agudos atados en cuerdas, porque no las pueden apartar de sí si no es punzándolas con ellos, según yo creo a causa de la obscuridad y temor que les ponen, porque nadie halló entre los animales nube o nebla alguna, que ansí nombran este mal. Tractan pues con estas perras una temerosa pelea. Arremétenles a las ingres y carcañales, y a todo lo demás que les blanquea del cuerpo.


La esperanza de la salud está puesta en acometerlas y atemorizarlas, porque se espantan del hombre, aunque también le ponen a él espanto, y ansí es, en el agua, la suerte de ambos igual. Mas cuando vienen a lo alto de la mar es el mayor peligro, quitada la ocasión de ir contra ellas, como entonces no se procure sino salir del agua, y está puesta toda la esperanza en los compañeros, los cuales tiran del cabo con que tienen atado por los hombros. Este menea el {cabo} con la mano izquierda porque sea indicio del peligro, peleando con la derecha donde llevan el punzón. Tiran ellos al primero poco a poco, mas cuando le tienen cerca del vareo, si no le suben de presto con grande fuerza y promptitud, le ven en un momento hecho pedazos destos pesces, y aun muchas vezes ya sacado se le quitan de las manos, si ellos también no ayudan a la diligencia de quien los tira enovillando como una bola su mismo cuerpo. Estórvanlas los de afuera estendiendo sus ganchos, mas las perras tienen aviso de entrarse debaxo de los navios y desta manera pelear desde seguro. Ansí que todo el cuidado de los pescadores se emplea en espiar este mal.



EL INTERPRETE


1(A par de ellas). Entiende a par de las espongias, porque de esas venía hablando en el capítulo precedente. 2(Sobre sus cabezas). Sobre sus ojos quiere Rondolethio que havía de dezir Plinio, entendiendo unas membranas que tienen éstas sobre los ojos, como las rayas y otros pesces planos, las cuales dize estorvarlas de bolver a morder a los buzos que andan a par de las espongias. Y, por tanto, quiere ser estas canículas al pescado que los franceses llaman milandre, el cual sólo entre todos los galeos, junto con el glauco, tiene la sobredicha tela, y porque dize apetecer las partes que blanquean a los hombres, y verse ansí por experiencia en este pescado. Sea este parescer verdadero o no, Plinio lo entiende muy de otra manera, el cual manifiestamente habla de la nube que estos pesces causan sobre la cabeza de los buzos y del impedimento que les hazen para poderse subir arriba y tornar a salir de la mar. Llaman hoy estas perras marinas quelbes en Hespaña, con palabra arábiga que quiere dezir perro, y es diferente de la canícula de Aristóteles, que llamamos en esta tierra pintaroxa, y de la saxátil, que llaman los franceses también, como la de Aristóteles, rousete.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2