CAPITULO VI


De las ballenas y orcas


Penetran las ballenas1 hasta nuestros mares. Dízese que no se ven en el océano de Cádiz antes del himbierno, y que se esconden a ciertos tiempos en un golfo deleitoso y grande, donde gustan en gran manera de parir. Saben esto las orcas,2 enemigas capitales suyas, cuya figura no se puede dar a entender o comparar a otra cosa que más le parezca que a un pedazo grandísimo de carne y de muy crueles dientes.


Vanse, pues, éstas a los lugares secretos do están las ballenas y despedazan a bocados sus hijos y a ellas, unas vezes estando preñadas y otras haviendo ya parido. Y arremetiendo las enclavan, como en proas de galeras, pero las ballenas, no pudiendo rebolverse, ni siendo parte para resistirlas, agravadas de su propio peso y más entonces que están más lisiadas por el preñado o flacas por el parto, no saben qué se hazer sino huir por el mar y defenderse por todo el océano. Las orcas, por el contrario, trabajan por venirles al encuentro y matarlas cuando van más descuidadas en los estrechos que hazen los peñascos o hazerles dar en los baxos al través y herirlas en las piedras. Parece a quien mira esta batalla estar el mismo mar airado contra sí, mas ¿cómo, sin haver vientos contrarios en el golfo, anden las olas tan levantadas de sólo el resoplar y {los} golpes destas bestias cuanto no suele andar por grandísima tempestad que las perturbe?


Sabida cosa es haver muerto el príncipe Claudio una orea, en el puerto de Hostia, que estándole edificando aportó allí, como viniese en seguimiento de ciertos cueros que trahiéndolos de Francia se havían hundido en el mar y, hartándose dellos por espacio de muchos días, havía ya surcado el suelo en aquellos baxos tan rodeada de olas que en ninguna manera pudo rebolverse, y mientras iva embevecida en aquel manjar fue alcanzada dellas a la ribera, quedando el espalda levantada sobre las aguas a modo de nao trastornada. Mandó César tender sobre las bocas del puerto muchas redes y acometiéndola él con la guarda hizo agradable fiesta a los romanos, arrojando los soldados desde los navios que andaban a algunas partes y a otras grande muchedumbre de lanzas de las cuales vimos uno zambullido lleno de agua con que la bestia resoplando le anegó.


Tienen las ballenas ciertos canales en la frente y por tanto, como anden someras, arrojan resoplando en alto diluvios de aguas.



EL INTERPRETE


1(Ballenas). La verdadera ballena de los antiguos (según ya havemos tocado y dellos se colige) no es menor que la vulgar, aunque es menos gruesa, y por tanto de movimiento tragava grande muchedumbre de pescados menudos y, haviéndose excedido en el parto, quéxase tan recio que se oyen a grande distancia sus bramidos. Hállanse muchas en el mar de la India y del Nuevo Mundo. Paren las hembras sus hijos vivos y críanlos con leche a sus pechos y cúbrenlos y ampáranlos, cuando son pequeños, con sus alas. Duermen, como todos los demás pescados que tienen fístula, levantándola encima de las aguas. Tiene su carne y gordura la misma naturaleza y uso que la de la vulgar y péscase de la misma manera y, finalmente, su figura sacada al natural es cual la deste dibuxo. 2(Las orcas). En algunas partes de Hespaña las llaman organas. Tomaron estas bestias el nombre de la semejanza que tiene su forma con los vasos de vino o azeite, que son de figura rolliza e igual, porque tienen todo el cuerpo muy grueso y redondo y los extremos no muy salidos y más delgados. Asemeja mucho en el hozico, fístula, alas y cola al delphín, pero el cuerpo es veintitantas {vezes} más grueso, en especial acerca del vientre. Sus dientes son muy anchos, acaban en punta a manera de los de la sierra con que persigue y haze bramar a la ballena, tanto que aquexada della huye a las riberas y se haze presa regocijada y fácil de los pescadores. Es diferente la orea del orcino, aunque no falta quien haya con error sentido lo contrario, como claramente se entiende de Oppiano que la pone entre los atunes.





a. Orca, de urcens, vasija.

TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2