CAPITULO IV


Qué animales sean {mayores en diversas partes del} océano


Los mayores animales que se hallan en el mar de la India son pristes y ballenas; en el océano Gállico, el physeter,1 el cual se levanta a manera de una muy grande columna y, estando más alto que las velas, rebosa un diluvio de aguas. En el océano de Cádiz se halla otro, llamado árbol,2 desparzido en tan grandes ramos, que por esta causa se cree no haver pasado el Estrecho. Parecen también las que llaman ruedas,3 por causa de la semejanza, distinctas, con cuatro rayos y dos ojos que cierran, por ambas partes, sus cubos.



EL INTERPRETE


En el capítulo II deste mismo libro dixe que me movía a sentir contra Rondolethio que la sierra de los antiguos no fuese el pristis. Al presente será bien diga lo que entiendo que sea y en esto me es otra vez necesario apartarme del mismo autor. El cual, como en las cosas que no siguió a los modernos que tractaron del mismo negocio los notó doctamente, ansí en otras escrivió cosas dignas de censura. Dígolo porque tuvo por cierto que la ballena que principalmente el vulgo llama ansí (porque dizen en general todas las bestias marinas y pescados grandes), como no pueda ser la de los antiguos por carecer de canal, fuese el mistaceto o músculo que guía la ballena y va delante tentando los baxos, advirtiéndola del peligro que podría sucederle. Con lo cual yo no podría en alguna manera conformarme, lo primero porque si (como Plinio dirá en el capítulo último deste mismo libro) el músculo va delante de la misma ballena tentando los baxos para avisarla dellos, necesario es que sea muy menor, porque, en lugar de hazerle este ministerio y ayuda, no dé él al través y quede encallado en el arena. Las palabras de Plinio en el lugar allegado son éstas. Pero, por el contrario, son exemplos de amistad, allende de aquellos de cuya compañía havemos hablado, ballena y músculo, cuando soterrados sus ojos con el gravísimo peso de su sobrecejo, le muestra nadando delante los baxos contrarios a su magnitud y la sirve de ojos. Lo segundo, porque todos los autores que hablan del pescado que seguía la ballena y otros pescados grandes, dizen ser pequeño, y no hay alguno que diga ser grande, según que podrá verlo el lector en Plutarco, Æliano, Oppiano y en todos los demás. Y aun esto parece persuadir también su nombre. Ni enflaquece esta razón dezir que Plinio entiende o hable de otro pescado que los demás autores, pues, si esto fuera ansí, él tuviera cuidado de advertirnos dello, o diera algunas muestras de ser mayor, o la razón por qué se apartava del parecer de los demás a quien él suele seguir e imitar tan de buena gana. Y si este pescado fuera tan grande como dizen, hiziera de él mención entre los primeros, donde la haze de las bestias marinas y pescados de semejante grandeza, y de los lugares adonde se hallan. Y si se acordó de él en el capítulo último del libro trigésimo segundo fue por poner allí todos los linages de pescados que se hallan en el mar y, entre ellos, el músculo, no como bestia marina, sino como pesce particular y de común y vulgar tamaño. Bueno sería que, porque diga que quiera comenzar a contarlos por las bestias del mar, creamos que todos los desta cuenta lo son. Las palabras son éstas, queriendo sumarlos todos para comenzar de sus bestias: árboles, physéteres, ballenas, pristis, tritones, nereydas, elephantes, hombres que llaman marinos, ruedas, orcas, carneros y músculos, de do se ve no ponerle por pesce grande, o a lo menos, de los tan grandes como la ballena vulgar. Lo que parece de más fuerza por la opinión de Rondolethio es lo que dize tener las ballenas sobredichas pelos dentro de la boca en lugar de dientes, y afirmar aquesto Plinio de su músculo. A lo cual respondo que yo, hasta agora, no lo he considerado aunque he visto algunas dellas en el océano Occidental. Pero ya que esto lo creamos, no es un solo animal a quien naturaleza suele conceder unas mismas propriedades, puesto caso que no las adviertan los autores en todos, mayormente que no dize Plinio o Aristóteles tenerlas de la manera que él afirma que las vido, sino que tienen vellosa por de dentro la boca. Y ansí Plinio refiere que su boca es setosa y Aristóteles que tiene pelos dentro de la boca. Pero Rondolethio dize ser vulgar a la ballena, en lugar de dientes, una lámina de naturaleza de cuerno, que se acaba en pelos, lo cual ninguno de los antiguos da a entender sea desta manera mas que si el músculo es la ballena vulgar, como se escrive de él que tenga aquellas barbas que vemos colgar a la ballena de que hazen comúnmente juncos que trahemos en las manos. Ansí que, dexada esta opinión como no tan cierta ni evidente, como quiera que a cada uno sea lícito seguir la que quisiere, yo creería ser esta ballena (la cual no se deve porfiar que no conociesen los antiguos hallándose en tantos mares o que, conocida, no hiziesen della muy principal mención para doctrina y aviso de la posteridad y no obscura, de paso y entre pescados no tan memorables o de tanta grandeza como hizieron del músculo, al cual aun no dieron nombre algunos escriptores), digo que creería ser esta ballena el pristis, porque como no fue justo quedase un tan grande animal sin nombrarse de los antiguos, no lleva camino que éste, tan celebrado acerca de la misma antigüedad, y tan grande, no fuese conocido de los modernos que han sido tan diestros y curiosos en la pesca y penetrado tantos y tan peregrinos mares y a los pasados totalmente ignotos. Muéveme a creerlo su grandeza, que parece convenir con la que de su pristis los antiguos dexaron escripta, dado caso que no hayan particularizado sus señas e indicios por ser tan conocido y célebre, también adaptarle Plinio con la ballena la misma hermandad y parentesco (diziendo que los mayores animales que hay en el mar Indico son el pristis y la ballena) que le dan los modernos, no sólo llamándole ballena como a la verdadera, mas aun pensando fuese ella misma. Y finalmente su forma prolongada y apta a cortar el agua, a quien no parece estar mal el nombre de pristis;a Yo he echado, como dizen, en el corro mi sospecha, cándidamente y sin ánimo de contradezir a nadie, que no es de mi condición. Mayormente por llevar delante los ojos la brevedad que pretendo seguir, antes por parecerme conjectura digna de que no se calle. El lector podrá, con su providencia y erudición, ponderarlo y allegarse al parecer que más conforme a razón le pareciere.


1(Physeter). Palabra griega es por la cual se significa a esta nación el pescado dicho de los latinos flator, y de los italianos capidolio, y de los españoles bufeo. La causa destos nombres es la muchedumbre de agua que arroja por la fístula o canal que en él es más ancha y de mayor amplitud que en todos los otros pescados que llama el vulgo ballenas; y éste es el indicio y muestra principal que de las demás le aparte y distingue. Es bestia de admirable tamaño, aunque se ven algunos menores; boca grandísima, lengua dentro della grande y carnosa, y dientes agudos a modo de sierra, semejantes a los de la orea, de la cual se distingue por ser mucho más larga y carecer del ala de la espalda. Abunda en gordura, según que las demás ballenas; désta lea el lector en Strabón el libro octavo de su Geographía. 2(Arbol). Pudiérase pensar ser este árbol de que al presente se habla la estrella arborescente, sino que ésta no es tan grande que pueda dezirse con verdad della que por su magnitud se cree no haver podido penetrar el Estrecho, según lo dixo Plinio. Y por esto quedará este pescado entre los que no se conocen hasta tanto que mi peregrinación y navegaciones que por esta razón, entre otras, pienso acometer, o las de otros curiosos y amigos de hallar verdades, traiga alguna luz a las cosas que por agora no la tienen. Del árbol de Cádiz, planta grandísima de que habla en su tercero libro Theophrasto, y de otros árboles marinos de que Plinio en el tredécimo libro, Theophrasto en el cuarto y otros autores en diversas partes han hecho mención, no quiero por agora tractar, pues aunque son árboles marinos tendrán en otra coyunctura su lugar y no en ésta, do se tracta la historia de los más notables pescados que vamos al presente interpretando y declarando. 3(Ruedas). Diversa désta creo ser la que dize el Jovio haver visto la flota de los portugueses, pasado el último cabo aethiópico,c con dos ruedas en el espalda, semejantes a las de los molinos del viento, por no dezir Plinio traher ruedas en el espalda, antes serlo ellas mismas, con cuatro rayos y ojos de ambas partes de los cubos. Diferente es éste del que llaman rueda los españoles por vizio de su figura, que se asió en el puerto de San Juan de Ulúa y pinta Rondolethio.





a. Sierra.

b. φʊσƞτἡρ, fuelle.

c. Cabo de Buena Esperanza.



TOMO V. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 2