CAPITULO LIII

De animales medio fríos

En ningún linage de animales hay tan fácil mezcla con los silvestres como entre estos puercos, y llamavan los antiguos hybridas a los que desta junta nacían, como quien dize medio fieros. Transferida esta palabra también algunas vezes a los hombres, como se hizo contra Cayo Antonio, compañero en el consulado de Cicerón.

Y no sólo en los puercos, pero en todos los animales de cualquier género que hay doméstico, hay también silvestre, como aún de hombres silvestres hayamos contado tantas diferencias. Pero las cabras se transfiguran en muchas formas y, ansí, hay capreas,1 rupicapras2 e íbices,3 de admirable ligereza, los cuales aunque tengan la cabeza cargada de grandes cuernos, y muy extendidos,4 trepan sobre ellos por las peñas arrojándose como con un trabuco, mayormente cuando quieren pasar de un monte a otro, y sacudidos desta manera van más ligeros a donde quieren.

Hay otros que llaman origes, de quien dizen algunos tener, solos, bueltos los pelos al contrario de los demás animales, hazia la cabeza. Hay, ansimismo, damas, pigargos, estrepsicerotes y otras muchas semejantes. Mas, déstas, unas son trahídas de los Alpes, y otras de aquel cabo de la mar.


EL INTERPRETE

1(Capreas). Llámanlas hoy cabras monteses y hailas en Hespaña; yo las vi en Guadalupe. 2(Rupicapreas). Otra especie dellas que andan por los peñascos, de donde tomaron el nombre. También se ven en esta tierra; llámanse con nombre francés ysard y chamucas, y zemas, en griego y en Liévana, junto a Asturias, rubecos o rubezos. 3(Ibices). Llámanlos Antonino rebecos; yo he visto sus cuerpos y son de admirable grandeza. 4(Muy extendidos). Porque leo lateque vagis y no gladiorumque vaginis.

Géneros son también de cabras monteses los origes, pigargos, estrepsicerotes o carneros de Creta y damas. Estas postreras han pensado algunos ser gamas nuestras, mas como las gamas sean antes del género de los ciervos llamadas laticornes, o platicerotas de los autores, y las damas de linage de cabras monteses, consta ser manifiesto error. He yo visto una cabeza con sus cuernos, deste animal, aunque el animal vivo no me ha venido a las manos.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1