CAPITULO L

De las cabras y del modo en que se engendran

Paren las cabras hasta cuatro1 de un vientre, aunque muy raras vezes. Están cinco meses preñadas, como las ovejas. Házense, de muy gordas, estériles. Engendran los machos con menos provecho2 antes que lleguen a los tres años y también en la vejez, y nunca después de cuatro. Comienzan a los siete meses, aún mamando. El macho es, en ambos sexos, más útil. No engendran con el primer salto de aquel día; el que se sigue es más eficaz, y de ahí adelante.



Conciben por nobiembre y vienen a parir por marzo, cuando están ya los árboles para brotar: algunas vezes de un año, siempre de dos y a los tres ya son provechosas.3 Paren por espacio de ocho años. Abortan muchas vezes con el frío. Descargan los ojos de la sangre que se los agrava con las puntas de los juncos, y los cabrones con las de las zarzas.



Muciano dize haver entendido la industria deste animal en una puente muy angosta, en la cual, como dos se encontrasen y por su angostura no pudiesen rebolverse para atrás o tornar reculando por no ser cosa pasar a ciegas tanta largura, mayormente corriendo un furioso y temeroso río por debaxo, tendida la una pasó la otra por encima della adelante.



Tiénense por mejores los machos que son muy romos, de orejas luengas y yertas, y espalda muy vellosa. Es, en las hembras, señal de buena casta colgarles de la cerviz por el cuerpo dos lacinias.4 No tienen todas cuernos y signifícanse, en las que dellos no carecen, los años con el número de sus nudos y son, las que no los tienen, de más leche. Archelao afirma resollar5 por las orejas, no por las narizes y jamás limpiarse de calentura. De donde por ventura nace tener más cálido el haliento y ser más calientes en la luxuria. Dízese ver de noche ni más ni menos que de día y tornar por esta razón la vista de la tarde, comiendo de su hígado,6 a los que llaman nictálopes.7 En Sycilia, y a par de las Syrtes, se cubren de vellocinos que pueden tresquilarse.



Dízese también que, declinando el sol a occidente, las cabras en sus dehesas no se echan las unas bueltas a las otras, antes al contrario, y en los otros tiempos fronteras y entre sus parientas. Cuelga a todas de las barbas un vello largo llamado arunco, del cual si tiran a alguna dellas, las demás se paran a mirar como espantadas, y esto acontece también todas las vezes que pacen cierta yerba.8 Es su mordedura pestilencial a los árboles, y aun haze estériles las olivas, aunque no hagan más que lamerlas, y de aquí viene no usarse sacrificarlas a Minerva.


EL INTERPRETE

1(Hasta cuatro). Ansí lo afirma también Aristóteles en el sexto de la Historia de los animales, capítulo XIX. 2(Con menos provecho). Porque leo del Códice Toledano: ante trimos, y entiéndese de los cabrones, porque luego hablará de las cabras. 3(A los tres ya son provechosas). Porque leo in trimatu utiles, por autoridad de Columela, en el capítulo VI del séptimo libro, y de Palladio en el libro y título XII, donde se afirma ser las cabras de un año o de dos inútiles para criar sus hijos, y utilísimas de tres. 4(Lacinias). Suelen llamarse ansí las postreras partes de las vestiduras, como trepas, orla y falda. Columela entiende por lacinias los hatos pequeños del ganado cuando dize que, estando el ganado enfermo, se divida en lacinias. El cual no las llama, en las cabras, lacinias, sino verrugas. Varrón dize que tiene dos como tetas colgadas, sin explicar que acaezca esto a solas las hembras, como haze Plinio, el cual no sé yo si entendió estas mismas o si por ventura quiso significar unos vellos largos que les cuelgan de los hombros y llaman algunos haldas. 5(Respiran). Refiere la opinión de Archelao, que en el segundo de De Re Rustica trahe Varrón, aunque haverlo Alcmenón sentido de la misma manera afirma Aristóteles.

6(Su hígado). Ansí lo dixo Dioscórides, en el libro segundo de la Materia medicinal. 7(Nictálopes).a Son los que están, de noche, ciegos, como vean bien de día; llamados de los latinos luciosos,b pero desto hablaremos en la parte medicinal. 8(Cierta yerba). Esta dizen ser el cardo corredor, que llaman los latinos eringio, de quien dize Aristóteles tener fuerza en las cabras.

Lo que toca a la diferencia de las cabras monteses se tractará adelante. Las medicinas que de sus partes se toman se dirá en la parte medicinal, en especial de su sangre, la cual quiebra la piedra engendrada en el cuerpo humano si se prepara según que lo enseña Aecio en el libro segundo de su Medicina y aun puede con el hierro según veremos en nuestro autor y, lo que más es, ablanda (si se ha de dar crédito a algunos escritores) el diamante que en nuestro tiempo se ha sin este remedio acertado con grande facilidad a labrar. No es de callar lo que de las cabras caspias escrive Aeliano, conviene a saber, que son muy blancas, sin cuernos e iguales en tamaño a los muy grandes cavallos, y a las ovejas milesias en la blancura de su lana. Porque del pastor que amó una cabra, de do se dize haver tenido origen los silvanos, ya hablamos en el libro VII lo que hallamos en el mismo autor. Llaman los griegos a los machos hasta edad de tres o cuatro meses [en blanco en el texto] y las hembras hasta que han un año [en blanco en el texto].

a. Persona o animal que ve mejor de noche que de día.

b. Derivado de luci, de día.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1