CAPITULO XLVI

Del buey llamado Apis

Veneran los egipcios por dios el buey que llaman Apis,1 el cual tiene por insignia, en el lado derecho, una mancha que blanquea, de dos cuernos, semejantes a los de la Luna cuando comienza a crecer, y un ñudo debaxo de la lengua que llaman cantharo. No es lícito dexarle pasar cierto término de vida, y ansí le matan ahogándole en la fuente de los sacerdotes, para buscar otro con lágrimas que sustituyan y suceda en su lugar. Están tristes hasta hallarle, con las cabezas rapadas, aunque nunca pasa que no le hallen mucho tiempo. Hallado, le llevan los sacerdotes a Memphis donde le tienen dos templos que llaman thalamos, agüeros de los pueblos. Entrar en el uno es cosa alegre y próspera, pero en el otro se anuncian crueles sucesos. Da respuestas a personas particulares, tomando de comer de las manos de los que le consultan, aunque no lo quiso tomar de las de César Germánico, que poco después fue muerto. Cuando sale de su estancia (donde todo el demás tiempo habita, retirado y secreto) en público, apartando delante de él los maceros la gente, va acompañado de una muchedumbre de mozos, que cantan versos en su alabanza. Parece que entiende y quiere ser adorado. Estos mozos, movidos repentinamente en rabia, dizen cosas por venir. Muéstranle la vaca una sola vez cada año, la cual tiene también sus insignias, aunque diversas y dizen que siempre muere tal día como se halló.

Es Memphis cierto lugar del Nilo llamado Phialaa por razón de la figura que tiene; allí zabullen todos los años una taza de oro y plata en los días que se celebra el nacimiento de Apis. Estos son siete y es cosa maravillosa no tocar por todos estos días a hombre los crocodilos y al octavo, después de mediodía, bolver a estas bestias su fiereza.

a. Copa, taza.


EL INTERPRETE

1(El buey llamado Apis). Hazen mención del buey Apis muchos autores, y especialmente Strabón, Aeliano, Herodoto y San Agustín en el libro XVIII de La Ciudad de Dios, a los cuales querría acudiese el lector, para que me desocupe de ocupar el tiempo en esta vanidad. Sólo diré que (según parece de Aeliano) era este Apis hijo de vaca que concebía tocada de rayo y que, según infiere Porfirio, veneraban los egipcios en él al Sol y a la Luna (teniendo de costumbre reverenciar a Dios en muchas y diversas cosas que en alguna manera representavan sus efectos): el Sol, por razón del cantharo o escaravajo que tenía debaxo de la lengua, el cual, con su color negro, le representava por ser efecto deste planeta la adustiob y el color negro; y la Luna por la diversidad de su color negro y blanco, que tener el Apis confiesan los autores, porque él era negro, según refiere Porfirio, y tenía en el lado derecho una mancha blanca, como nuestro autor en el presente capítulo, aliende de otros, nos da a entender.

b. Adustas color, color tostado.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1