CAPITULO XL

De los perros

Hay, ansimismo, muchas cosas que es razón saberse de los animales que viven con nosotros, entre los cuales los más leales al hombre son los perros y los cavallos. Oído he de uno1 que peleó en favor de su dueño contra unos salteadores, el cual, aunque fue herido en muchas partes, jamás desamparó el cuerpo defunto de su amo, no dexando llegar a él las aves y fieras. Dízese de otro que, en Epiro, [re]conocido entre otra gente el que havía muerto a su señor, le constriñó, ladrándole y despedazándole, a confesar el [h]omicidio.



Doscientos perros volvieron del destierro al rey de los garamantas, peleando contra los que le resistían. Los colophonios y castabalenses tenían para la guerra escuadrones de perros,2 y éstos peleavan los primeros en las batallas, sin jamás rehusarlo, siéndoles muy leales ayudadores y agenos de necesidad de sueldo alguno. Defendieron los perros las casas de los cymbros, puestas sobre carros después dellos muertos.

Un perro, defunto su amo que llamavan Iasón Lycio, jamás quiso comer y, ansí, murió de hambre. Otro que llamó Durio, Hyrcino, encendido el fuego en que se havía de quemar el rey Lisímacho, se arrojó en la llama, y de la misma manera, otro del rey Gerón. Philisto haze mención de un perro de Gelón, tirano, y de otro de Pyrrho.3



Házese también memoria de otro de Nicomedes, rey de Bithinia, el cual despedazó a su muger, Cosinge, retozando con su marido. Aquí, en Roma, defendió un perro a Volcacio, hombre noble que enseñó el derecho civil a Ceselio, de cierto salteador, viniendo en un curtagoa de su alcaria a boca de noche, y Celio, senador en Placencia, enfermo y acosado de gente armada, otro; y no fue él primero herido que el perro fuese muerto, mas sobre todo se ve en nuestro tiempo testificado en los Actos del pueblo romano que siendo Appio Junio y Publio Sileo cónsules, como castigasen a Tito Sabino y a sus siervos por respecto a Nerón, hijo de Germánico, jamás pudieron echar un perro de uno dellos de la prisión, ni se partió del cuerpo ya muerto que havían puesto en las gradas gemomas,4 mas dando aullidos dolorosos y rodeado de grande muchedumbre de romanos, de los cuales, como uno le diese pan, lo tomó y llevó a la boca del difunto.



El mismo, después de todo esto, como echasen a su amo en el río Tibre, se arrojó tras él y se metió debaxo trabajando sustentarle sobre el agua, la lealtad del cual salió a ver grande muchedumbre del pueblo romano.

Solos [los perros] conocen a su señor, y desconocido,b si le ven venir, súbito le reconocen; solos entienden sus nombres,5 y solos la voz de los de su casa. Acuérdanse de los caminos que una vez han andado por largos que sean y, sacado el hombre, no hay animal de mayor memoria. Mitígase su ímpetu y crueldad echándoseles en el suelo.



Otras muchas cosas ha hallado en ellos la vida y la principal la sagacidad y diligencia de que usan en la caza,6 buscan las pisadas y síguenlas, tirando al cazador por la traílla para do está la fiera. Vista la presa, cuán callada y encubierta, pero ¡cuán clara demostración dan della! Primero con la cola y, después, con el hozico. Y, ansí, siendo ya viejos, ciegos y flacos, los llevan en brazos para que tomando el viento y olor, muestren las camas con el hozico.

En la India dan orden de que salgan hijos de tigres atando las perras en las montañas al tiempo del celo y, porque creen engendrarse feroces en el primero y segundo parto, crían los del tercero. Los franceses hazen esto mismo con los lobos, cuyos rebaños7 tienen sendos por capitanes a quien en la caza acompañen y obedezcan, porque exercitan entre sí también magisterios. Cierta cosa es bever los perros cercanos al río Nilo yendo corriendo,8 porque el detenimiento no sea causa que los cocodrilos se los coman.

El rey de Albania havía dado al Magno Alexandro, pasando por su tierra a la India, uno de estraña grandeza, y él, agradado de su hermosura, le mandó sacar los osos, luego los javalíes, tras éstos las cabras salvages, que llaman damas, para que pelease con ellos. Mas el perro no los acometió ni se movió de donde estava echado, menospreciándolos a todos.



Aquel grande emperador de espíritu generoso, ofendido de la pereza de un cuerpo tan grande, le mandó matar. Vino esto a oídos del rey de Albania, y tornole a embiar otro, rogándole que no provase sus perros contra animales baxos sino con algún león o elephante, que no tenía más de aquellos dos que le había embiado, y si aquel matava no quedaría ninguno de la casta. Púsolo Alexandro luego por obra y vido en un punto despedazado el león. Mandó meter, luego, con él, un elephante, y jamás se holgó de ver cosa más que aquella pelea; porque erizados los pelos de todo el cuerpo, dio lo primero un grandísimo ladrido, tras esto arremetió, saltando, con él, y acometió levantado por un cabo y por otro aquella grande bestia aquexándola y guardándose con artificiosa manera de pelear por la parte que más convenía. Hasta que trahído muy apriesa alrededor, le afligió, de suerte que dio con el elephante en el suelo tan reciamente que con su caída pareció temblar la tierra.

En todos los géneros de perros paren las hembras una vez cada año y no de menos edad que de un año. Están preñadas 60 días. Nacen los cachorros ciegos y, cuanto más maman, tanto más permanecen en su ceguedad, pero nunca más que hasta los 21 días, ni les viene la vista antes de los siete. Algunos afirman que cuando nace uno solo ve al noveno [día] y, desque dos, al dozeno y de la misma manera en los demás ansí que cuantos más nacen tantos más días se añaden a su ceguedad. Y que la hija de primeriza ve faunos.9 El mejor perro de los hermanos es el que comienza a ver más tarde, o aquel a quien la madre lleva primero a su cama. Es la rabia10 de los perros, por los caniculares,11 mortal a los hombres, porque incurren, como diximos, los mordidos entonces en mortal temor del agua, y de aquí es que preservan a los perros por estos 30 días mezclando estiércol de gallinas con su mantenimiento o, si primero caen en este mal, los curan con helléboro.

a. Caballo asturiano.

b. Por “de incógnito”.


EL INTERPRETE

1(Oído he de uno). De muchos perros, sin éste, leemos en los autores haver defendido a sus dueños, de ladrones, peleando contra ellos, y de otros que, muertos, jamás los desamparan hasta morir, o despedazándose o quitándose con perpetua hambre la vida. Y muchos dellos haver perseguido a los homicidas hasta que, entendido la maldad, fuesen presos y castigados. Y aun en nuestra edad havemos oído haver acontecido en Hespaña cuentos semejantes a éstos, tan sabrosos de oír y de leer que, si no me estorbara el designo de esta obra, contara al presente algunos. 2(Tenían para las guerras escuadrones de perros). Aeliano afirma haver hecho esto mismo los hircanos y magnesios, y Julio Póllux que también los de Peonia, y aun escrive uno de los que cuentan las cosas del Nuevo Mundo haver usado, los hespañoles que le conquistaron, algunas vezes del ayuda de los perros. 3(Y de otro de Pyrrho). Porque leo Memorat et Pyrrhi et Geleonis tyrannum canem, a causa de celebrar Plutarcho un perro de Pyrrho. Iten, Julio Póllux, en el onomástico al emperador Comodo. 4(En las gradas gemomas). Lugar era en Roma, llamado ansí a causa de los gemidos adonde llevavan arrastrando con garfios los cuerpos muertos de los malhechores. Acordose deste lugar Cornelio Tácito, según se puede ver en el capítulo V del libro décimo de Rhodiginio. 5(Entienden sus nombres). De su entendimiento, discursos y juegos artificiosos, podrá el lector ver recogidas algunas cosas antiguas y modernas en el libro de los animales vivíparos que Gesnero escrivió.

6(De que usan en la caza). Tres diferencias haze Columella de perros en el libro De Re Rustica: de guarda, de alcaria y de caza, de que Plinio al presente se acuerda. Marco Varrón, dos, encerrando los del alcaria en los de guarda. Nosotros los destinguimos con inumerables apellidos, y no es maravilla, pues a cada paso se mezclan géneros diversos y produzen nuevas especies, si se puede dezir ser verdaderamente tales, cuales son todas las de los lebreles (en que se comprenden los ventores, perneadores y sabuesos), perros de muestra, podencos, galgos, del agua, perdigueros y zorreros, y todos éstos (los cuales pertenecen a los venáticos o de caza) se dividen en otras especies. Y, ansí, de los de muestra, unos llaman de pinta, por mostrar con el hocico la caza entrando derechos por el viento, y, otros, de rodeo, por darle muchas bueltas a la redonda. Los mastines y alanos pertenecen a la alcaria y, los que llamamos de ayuda, a la guarda y defensa de los hombres, los cuales son también del género de los lebreles. Otros sirven de guardar las casas, como son todos los modos de guzques; y otros de regalo por ser muy pequeños y por la mayor parte blancos, que llaman lindos, planchetes y de falda. Y de éstos son algunos vedijudos, y aun se distinguen por otras mil maneras. En la Nueva Galizia hay una casta de perros sin pelos,c de cuero liso, pintado, y forma de perdigueros, aunque son algo mayores, y tienen el modo de ladrar desemejante a los demás, de los cuales el príncipe don Carlos, nuestro señor, tiene uno. 7(Cuyos rebaños). En algunas partes se crían rebaños de perros para tirar carros sin ruedas que bastan a llevar dos hombres, como en otros para la caza, y en otros para la guerra. Y aun me contó Bernal Pérez de Vargas, hombre de gran bondad y virtud y varia erudición, mayormente en lenguas y mathemáticas, que en el descubrimiento que se hizo de Cybola,d al norte de Nueva Hespaña y casi al norieste de la Florida, topó el exército muchas recuas de perros, de los cuales cada uno llevava carga de cuatro celemines de Hespaña de tlaolli, que nosotros llamamos maíz. 8(Yendo corriendo). Y de ahí vino el refrán que dizen: velut canis ex Nilo, contra los que pasan ligeramente por las cosas. 9(Ve faunos). Por ventura quiso dezir lo que Columella en el libro séptimo De Re Rustica, donde afirma haver perros erróneos y temerarios y que se mueven con ruido y falsa sospecha, insinuando que se les representan fantasmas y visiones, porque la Antigüedad tuvo los faunos por animales cornígeros y semejantes a cabras, en los pies. 10(Mal de rabia). De tres géneros de enfermedades son aquexados por la mayor parte los perros, que son: gota, esquinancia y rabia, según se entiende de Aristóteles, en el séptimo libro de la Historia de los animales. Y no hay animal que no muera mordido sino el hombre, el cual algunas vezes escapa aunque no sin peligro de muerte, porque no leo en este lugar de Aristóteles (como quiere Leonicelo) [en blanco en el texto], sino como de antes estava [en blanco en el texto]. De maravillar es lo que dize Alberto Magno haver visto, y fue que un hombre a quien mordió un perro, del brazo, rabió pasados siete años, hinchada la mordedura, y murió dentro de dos días.

11(Por los caniculares). Ansí traslado Sirio ardente, desta estrella y de cómo por aquel tiempo se arrebatan, principalmente, los perros, en rabia; verás el capítulo XL del libro segundo de Plinio, junto con el comentario que sobre él escrivimos.

Antes que demos conclusión a este comentario será bien dezir algunas cosas naturales de los perros de que Plinio al presente no haze mención, como es que tienen los dientes agudos a manera de sierra, de los cuales solos los caninos o colmillos mudan al cuarto mes de su edad; que los nuevos tienen los dientes blancos y agudos y los más provectos más negros y botos, de donde se conoce su edad. Tienen las hembras las tetas en el vientre, no como las mugeres en el pecho, ni como las ovejas entre los muslos. Los perros de buena casta enroscan la cola hazia arriba y de los de mala la meten entre las piernas. Tienen todos cinco dedos en las manos y cuatro en los pies; las uñas, derechas, sacados los espolones que tienen algunos. Por qué causa se liguen los perros cuando se toman, podrá el lector ver en el libro primero De los problemas de Alexandro Aphrodíseo. Dura el tiempo en que las perras se toman 14 días, aunque se estiende algunas vezes a 16 y llámanlo los griegos tiempo de [en blanco en el texto] que dizen algunos latinos catulire, y gaza canire [sic], puesto caso que Plinio en el capítulo XXV del libro dieciséis lo transfiere a las plantas, cuando quieren brotar. Y aunque los perros, por la mayor parte, no se tomen más de hasta 12 años, los lacónicos no tienen término de su luxuria, tomándose por toda la vida, de los cuales se dize “nacer de perros y raposos”. Paren, a lo más, 12 cachorros, pero por la mayor parte cinco o seis. Acontecido ha parir siete y todos los hijos hembras, pero esto tiénese por cosa prodigiosa; las lacónicas paren ocho, por la mayor parte. Es la leche de las perras la más gruesa de todas, sacada la de la puerca y liebre. Viven hasta 14 años y, a lo más largo, 20. Tórnalos la carrera y trabaxo más hábiles para las hembras, que no el ocio, y el castrarles [haze sus carnes] más gruesas, porque se sustentan dellas en muchas partes. Su caxcoe carece de comisuras, y por tanto se dize ser aquexados muchas vezes de males de cabeza. Su temperamento es cálido y seco y sus miembros interiores son semejantes a los humanos. Los años pasados, por causa de experiencia, cortamos yo y Nicolás de Vergara, architecto, pintor y escultor toledano excelente, a un perro los nervios reversivos, y ansí le privamos totalmente del ladrido y voz. Las condiciones que han de tener los buenos perros, las medicinas que se usan de sus partes y las que curan sus enfermedades, la preservación y manjares que les convienen, proverbios y hieroglíficos que dellos se toman, y cosas que el nombre destos animales han usurpado, y otras que a ellos tocan, se verán en otros autores. La cura de sus mordeduras, aliende de lo que en el capítulo siguiente veremos y se halla en los libros de los médicos, ocurrirá en diversas partes desta historia.

a. En su Historia Natural de Nueva España, Hernández da a estos perros el nombre de xoloitzcuintli, aunque de éste dice tener más de tres codos.

b. Se cree sea la actual Cibolleta, en New Mexico, E.U.A.

c. Por cráneo.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1