CAPITULO XXXIV

Del tarando, lichaón y thoe

Muda también su color el tarando de los scythas1 y no otro entre todos los animales que se cubren de pelo, fuera del lichaón2 de la India, del cual dizen tener crines en la cerviz. Porque los thoes,3 que son un género de lobos más largos y de más cortas piernas, ligeros en el salto, que viven de rapiña y sin daño de hombre, mudan el hábito pero no el color, siendo en el himbierno peludos y en el estío pelados.



El tarando es de tamaño de buey, cabeza mayor que de ciervo y no desemejante; cuernos ramosos, patihendido, y el vello de tamaño del oso. Su cuero es tan duro que hazen de él cotas, tórnase del color de todos los árboles, matas, flores y lugares en que se esconde cuando teme, y por tanto le asen pocas vezes, pero cuando quiere4 volverse de su color es semejante a asno. Admirable cosa es tener una disposición tan bariable y más tener esto mismo en el pelo.


EL INTERPRETE

1(El tarandoa de los scythas). Conforman la historia que Plinio refiere deste animal Aeliano, Varino, Hesictrio, Stéphano y Solino, aunque éste en el capítulo XXXIII, después de haver dicho que Ethiopía embía el lichaón, afirma embiar también al tarando. Lo cual no se le puede dexar de atribuir a descuido, pues Plinio, a quien él imita y casi traslada claramente, da a entender ser, destos dos animales, el lichaón índico, y scythio el tarando. En lo que toca al conocimiento desta fiera ha havido diversos pareceres porque Gesnerio, hombre docto y laboriosísimo de nuestros tiempos, sospechó que fuese el thurón de los polares, persuadido de la patria de la semejanza del nombre darán, que algunos modernos le imponen, de la boca, la cual tiene el turón de otra hechura que el resto de los bueyes, del tamaño de todo el cuerpo y de su raridad. Las cuales razones son tan flacas que yo no le aconsejara que por ellas juzgara tal cosa, mayormente en bestias que nunca vido, pues la patria también es común a otros animales, de quien se tiene, añadiremos, la misma sospecha. Lo del nombre tiene poca fuerza, como éstos se topen a cada paso en diversas lenguas significando diversísimas cosas, mayormente que pudo ser el imponedor algún paniaguado deste parecer. Y, aun, Gesnerio confiesa que otros le llaman durau, o durán, e interpretan bonaso, lo que dize de la boca que tiene que ver con la cabeza, de la cual Plinio no habla diziendo tener mayor cabeza que las de los ciervos; que sea raro no arguye transformarse en colores, de donde Plinio dize acaecer esto a su tarando, pues le puede venir de meterse en los lugares más ocultos y desiertos o de nacer de tan fértil generación. Y dexando sus razones que allega muy sin razón que es de los cuernos ramosos, que es la principal insignia desta figura, que es de la dureza impenetrable de su cuerno, donde está el mudarse de sus colores y el tamaño igual al del buey, siendo (según el mesmo confiesa por relación que tuvo) mayor que buey y menor que uro. También del turón dize ser muy ligero y robusto; del tarando no se mienta ligereza y celébrase temor. Por lo cual Georgio Agrícola piensa ser el tarando rangífero, animal común en muchas regiones septentrionales, y de quien se sirven ordinariamente en algunas cosas por tener los cuernos ramosos, la cabeza mayor que el ciervo, ser animal temeroso y juntamente patihendido y a mi parecer (según lo que puedo juzgar de lo que dizen los antiguos y modernos escriptores) conjecturo mejor que Conrado aunque ser tan raros estos animales sea causa de no dar alguno dellos en el blanco. Dígolo por que ni cuadra al rangífero lo que se escrive de la dureza grande del cuero del tarando, ni menos se muda en colores y ansí le pareció mejor a Juan Agrícola fuese el tarando la gran bestia, a causa de asemejarse en el tamaño al buey, tener cuernos ramosos, cuero duro y fuerte, no ser animal arriscado ni común y tener las patas hendidas, y cierto, si no le faltara el mudarse en varios colores, a esta opinión totalmente me allegara, ansí por tener por cierto que la gran bestia no es algún alce de los antiguos según que en lo pasado afirmé, como por parecerme que por la mayor parte le cuadra lo que se dize del tarando, porque al turón antes le tendría por bisonte si supiésemos que es jubato o especie de uro, y ansí lo deve ser, pues los de la tierra los tienen por especies de uros. Ya podría ser que el mudarse en colores el tarando fuese cosa tan poca que huviese menester para echarse de ver otra edad más curiosa que la nuestra y más amiga del conoscimiento de las cosas que no dan a ganar dineros o magistrados, y otra región más templada que aquélla y de gentes más delicadas, mayormente en un tan raro animal. Con todo eso permitiré que cada uno se aficione a lo que quisiere, pues en las cosas de que tan poca experiencia se tiene cualquier conjectura puede recebir engaño. No es de callar haver otros dos animales, aliende de los que en este texto se refieren, que mudan el color, cuales son el chamaeleón y el pulpo, y esto no por otra razón, según algunos conjecturan, sino por tener el cuerpo los unos, y las cerdas o pelos los otros, tan diáphanas, transparentes y translúcidas que pasando fácilmente el aire con cualquier color por ellas representen todos sus colores. Son jeroglífico de los hombres cautelosos, y que, o por miedo o por engaño, de tal manera se acomodan a la condición de los otros que no se tienen cuenta con la virtud y fidelidad (y en esto dize, si bien me acuerdo, Plutarcho que se ha de distinguir el amigo verdadero del falso adulador), sino con el interese y gracia que pretenden grangear de aquel con quien conversan. De éstos se deven guardar mucho los reyes, los cuales están más subjectos a esta falsedad y engaño por ser más poderosos y haver menos gentes que osen enojarlos e infinitas que quieran aprovecharse dellos, como quiera que puedan, mayormente en nuestros tiempos en que tan desenfrenado anda este amor proprio y tan poco queda ya del de Dios, y del que conforme a su santa ley a nuestros próximos devemos. 2(Licaón).b No se halla deste animal escripto más que yo sepa de lo que de él dizen Plinio y Solino, aunque hay un género de perros que se llaman licaones y huvo un hombre que se llamó ansí, y aun los médicos hazen mención de un género de melancolía que, por sus furiosos accidentes, llamaron lyncantropia, como en nuestra medicina, plaziendo a Nuestro Señor, diremos. 3(Thoes). Léase el capítulo XIX deste mismo libro donde diximos qué animal sea aquéste. En lo que toca a dezir Plinio que muda el hábito y no el color, parece apartarse del parecer de Aristóteles en el IV capítulo del libro nono de la Historia de los animales, donde cuenta los thoes entre los animales que mudan el color, si por ventura no quiso dar a entender que, mudado el hábito, se muda el color por ser diverso el del cuerpo que el del pelo. 4(Pero cuando quieren). Aquellas palabras restituimos a su proprio lugar porque donde estavan no cuadravan bien con las que havían precedido.

a. Tal como Hernández discute en su nota, hoy se piensa que el tarando sea, verdaderamente, el reno. Rangifer tarandus.

b. λύκος, se traduce por lobo.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1