CAPITULO XXX

De la hiena, leocrocuta, mantíchora, castoreo y nutria

Cree el vulgo participar las hienas1 de entrambos sexos2 y servir un año de machos y otro de hembras y parir sin marido, aunque lo tiene por falso Aristóteles.3



Estiéndese su cuello y crin con continuidad al espinazo y, ansí, no se pueden rodear sin torcer todo el cuerpo. Muchas cosas otras, admirables, cuentan dellas, pero, principalmente, que a par de las cabañas de los pastores contrahazen el lenguaje humano, y deprenden el nombre de alguno dellos, al cual, llamado afuera, despedacen. Y que remedan también el vomitar de los hombres para atraher con este engaño los perros, y ansí acometerlos. Que este solo animal abre las sepulturas4 en busca de los cuerpos que están enterrados, que pocas vezes se caza la hembra, y que son sus ojos de mil variedades5 y mudanzas de colores; que enmudecen los perros tocados de su sombra y con ciertas artes mágicas hazen inmovible cualquier animal a quien dieren tres bueltas a la redonda.

Ayuntadas con éstas las leonas de Ethiopía paren un animal que llaman leocrocuta,6 el cual ni más ni menos imita las vozes humanas y de los ganados. Tienen encerrada como en una caxa, en la parte alta y baxa de la boca, una agudeza continuada de un diente solo, sin enzías, que no se les embota aunque topen con cualquiera cosa contraria.

Juba cuenta que remeda también la mantícora, en Ethiopía, las palabras humanas.

Engéndranse en Africa muchas hienas y grande abundancia de asnos silvestres,a de los cuales un macho solo exercita imperio y mando sobre un rebaño de hembras. Tienen competidores en su luxuria y, por tanto, tienen cuenta con las paridas y castran a bocados los machos que nacen. Por el contrario, las preñadas se van a lugares escondidos; desean parir a hurto y huelgan que haya copia de quien satisfaga a su luxuria.



Córtanse los vibres7 pónticos las mismas partes cuando se ven en peligro, entendido que, por cobdicia dellas, los cazan. Llaman este animal, los médicos, castóreo, el cual, fuera desto, es de mordedura terrible, porque corta como con hierro los árboles que están a par de los ríos y, si ase de algún cabo al hombre, jamás le suelta hasta que suenen los huesos quebrados.



Tienen éstos cola de pece y en todo lo demás son semejantes a nu[tria]. Ambos a dos son animales del agua y ambos a dos tienen el pelo más blando que pluma.

a. Onagro, Equus onager.


EL INTERPRETE

1(Las hienas). Llámase aliende deste animal cuadrúpede, de que al presente capítulo haze Plinio mención, del mismo nombre de la hiena, cierta serpiente y un pescado. Acordáronse de la serpiente Aeliano y Oro en los Hieroglifeos, diziendo que la hiena, que es algunas vezes macho y otras hembra, no es la bestia cuadrúpede sino la serpiente del mismo nombre. Y del pescado, Aeliano y Philes, diziendo que si se pusiere la alilla derecha del pesce marino que llama hiena a par del hombre que se acuesta a dormir, le perturbaran mucho porque será causa que vea crueles visiones y entresueños. 2(De entrambos sexos). Y ansí dize Oppiano y Philes, poeta: “oído he usar las hienas un año de macho y otro de hembra”, y Ovidio en el libro XVII del Metamorphoseos: Si tamen est aliquid mirae novitatis in istius/ alternare vices, et quae modo femina tergo/ passa marem est nunc esse mare miremur byenam. 3(Aunque lo tiene por falso Aristóteles). Y ansí dize él: “falso es lo que se ha divulgado que la hiena tenga naturaleza de macho y de hembra; porque verdaderamente tiene su naturaleza el macho como los lobos y perros y lo que parece de hembra está debaxo de la cola, semejante a lo de la hembra, aunque sin vía o camino alguno que adentro penetre y, debaxo desto, está el paso de las superfluidades. Y la hiena hembra, aliende de su natura, tiene otra cosa semejante que el macho debaxo de la cola, sin que penetre, y luego la vía de los excrementos y debaxo el verdadero genital. Y la hiena hembra tiene su vaso ni más ni menos que las lobas y perras”, de do ha nacido creer algunos varones de nuestro tiempo, no malentendidos en esta materia, que el zibeto o gato de Algalia que ya es tan ordinario en esta tierra fuese la verdadera hiena y que, el no cuadrarle todo lo que de la hiena escriven los antiguos, nazca de no haber tenido de él tan particular noticia como en nuestro tiempo se tiene. El mismo Aristóteles afirma cazarse más presto los machos que las hembras, en lo cual muestra claramente haver en esta especie estos dos sexos de macho y de hembra distinctos, y ansí dize Aeliano (según que poco más arriba dize) ser la hiena serpiente y no el animal cuadrúpede el que tiene juntamente aquellas dos naturas. Verdad es que Plinio en el capítulo LII del libro noveno dirá que un pescado llamado trocho tiene dos naturas, y se empreña a sí mismo. 4(Abre las sepulturas). Poco le pareció a Naturaleza, después de havernos engendrado, criar bestias que tuviesen fuerzas y propriedad de quitarnos la vida, si no nos persiguiera hasta la sepultura produziendo otras que aún allí nos perturbasen, casi castigando la vanidad extrema de las memorias y túmulos y arrepintiéndose de haver criado la piadosa tierra para que nos recibiese en su gremio, después de ya desamparados del resto de las cosas y pasados por la trabajosa peregrinación que desde el vientre de nuestras madres (según lo dize el Eclesiástico) hasta la sepultura, madre de todos, hazemos. 5(Sus ojos son de mil variedades). Ansí lo testifican los antiguos, y aun dizen tener vista muy perspicaz, y hallarse en las niñas de sus ojos una piedra llamada hyenio, de tal virtud que puesta debaxo de la lengua haze adivinar las cosas por venir.

6(Un animal llamado leocrocuta). Esta fiera es aquella de que se acordó en el capítulo XX deste mismo libro. Lo que me mueve a creerlo es que escrive dellas muchas cosas, que pertenecen ambas, como es ser ethiópicas, imitar las vozes humanas, tener una agudeza continuada de dientes no distinctos, tener la del capítulo XX cuello, pecho y cola de león y ser la de éste engendrada de leona ethiópica y hiena. De lo cual se sigue que es error leer, por leocrocuta, crocutia, como le pareció a Pinciano, persuadido de un códice toledano lleno de mil depravaciones aunque en algunas partes acertado, varón fuera desto muy docto y de varia erudición y de cuya diligencia no pocas vezes me aprovecho en esta fatiga. De manera que hay crocuta, engendrada de perro y de lobo, cuya cabeza me acuerdo haver visto y, otra, de lobo y de ciervo y leocrocuta, de leona ethiópica y hiena, de la cual aquí y en el capítulo XX deste mismo libro haze Plinio mención porque en ambos lugares se ha de leer leocrocuta y no leucrocuta, ni crococia.7(Vibres). Ansí llaman en Hespaña los fibros.b Hay copia dellos (según soy informado) en Italia, y mayor en las regiones más llegadas a septentrión y aun cree verse alguna vez en Hespaña. Sus pieles y colas he visto que sirven de muy buenos y blandos forros. No quieren Dioscórides y Sestio que pueda, cortándose los testículos, escapar con la vida y ansí se puede tener por cuento que lo hagan. Su descripción tenemos en los antiguos y su debuxo en algunos modernos, que no es ya tiempo que nos detengamos más en animal tan notorio a muchas gentes, menos que en la lutra, que llamamos nutria en Hespaña, donde yo, riberas de nuestro Tajo, la he visto.

b. De fiber, el castor (Castor faber).

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1