CAPITULO XXI

De linces, sphinges, crocutas, micos, bueyes índicos, leocrocutas, caletoros de Ethiopía, mantíchoras, unicornios, cathoblepas y basiliscos

Críanse en Ethiopía linces,1 que se ven a cada paso, y sphinges2 de pelo bacoa y que tienen dos tetas en el pecho, y otros muchos animales monstruosos, como son cavallos alados3 y armados de cuernos, que llaman pegasos. Iten, crocutas, que quiebran cualquiera cosa, por dura que sea, con los dientes, como nacidas de perro y ciervo y, tragada, la digieren luego en el estómago. Cría también micos4 de cabezas negras, pelos de asno y voz desemejante a la de los demás.



Cría, ansimismo, bueyes índicos de un cuerno y de tres. Iten las leocrocutas,5 fieras ligeras, más de tamaño de asnos silvestres, piernas de ciervo [y] cuello, cola y pecho de león, cabeza de león, pata y boca hendida hasta las orejas y en torno de los dientes [como] un hueso continuado; dizen desta fiera que contrahaze las vozes humanas. Acerca de los mismos se cría la que llaman eale,6 de tamaño de cavallo fluvial, cola de elephante, color negro o roxa, quixadas de javalí y cuernos de un cobdo en largo movibles, con los cuales podía, a vezes, enhebrándolos contra el enemigo, recojiéndolos según entiende convenirle. Cría también cruelísimos toros silvestres,7 mayores que los campesinos y más ligeros que todos los demás, de color roxo, ojo azules, pelo buelto al contrario y boca rasgada hasta las orejas, de cuernos movibles y cuero duro como pedernal, que resiste a las heridas. Cazan éstos a todas las otras fieras, y a ellos no hay medio de cazarlos, si no es haziendo hoyos en la tierra y, cazados, siempre mueren de corage.



Acerca de los indios escrive Ctesias nacer la que llaman mantícora8 con tres órdenes de dientes juntos, a manera de los de los peines, cara y orejas humanas, ojos zarcos, de color sanguíneo, cuerpo de león, cola con que pica ni más ni menos que el alacrán, y voz de trompeta y flauta mezcladas, de grande ligereza y, principalmente, deseosa de cuerpos humanos.



Críanse también en la India bueyes9 patienteros10 y de un cuerno, y una fiera llamada axis,b de piel de cervato, con muchas manchas aunque más blancas, consagrada a Bacho. Los indios corseos cazan unas monas blancas por todo el cuerpo, y otra fiera muy áspera llamada unicornio,11 semejante en la cabeza a ciervo, en los pies a elephante, en la cola a javalí, y en lo demás del cuerpo semejante a caballo, de bramido grave y con un cuerno derecho, negro, enmedio de la frente, de grandeza de dos cobdos, y dizen no poderse asir este animal vivo.



Acerca de los ethiópicos hesperios12 hay una fuente llamada Nigris, que es (de opinión de algunos) cabeza del Nilo, según que lo persuaden las razones que tenemos dichas. Acerca della se cría una bestia llamada catoblepas.13 Esta, aunque pequeña y torpe de todos sus miembros, es de cabeza solamente muy grave y pesada, la cual por esta causa trahe siempre inclinada a la tierra con grande trabajo, que de otra manera fuera muy pestilencial a los hombres; porque todos los que le ven los ojos, luego mueren.



La misma pestilencia tiene el basilisco,14 el cual se engendra en la provincia Cyrenaica, de tamaño de 12 dedos, no más. Tiene una mancha en la cabeza a manera de diadema o faxa, ahuyenta con el silvo todas las otras serpientes y no menea el cuerpo haziéndose muchas roscas, antes anda del medio arriba, enhiesto y levantado del suelo, abrasa las yerbas, rompe las peñas y seca los árboles, no sólo con su toque, mas con sólo el resuello, tanta fuerza tiene este [ani]mal. Creyose, en tiempos pasados, que haviendo muerto a un basilisco un hombre desde el cavallo en que iva, subió por la lanza arriba la ponzoña y mató no sólo el cavallero, mas también el cavallo. A este tan pestífero monstruo, al cual los reyes han deseado ver muerto, es veneno el olor de las comadrejas, en tanta manera agradó a Naturaleza que no huviese cosa sin igual. Echanselas en sus cuevas que son conocidas por la corrupción y sequedad del suelo,15 y mátanlos con el olor, muriendo ellas juntamente, y ansí se acaba esta batalla de Naturaleza.

a. De Bacchus, por color rojo.

b. Linneo identificó un Cervus axis.


EL INTERPRETE

1[Linces], Cuéntase (según los antiguos autores nos dexaron escripto) este animal entre los lobos cervales. Hay dos géneros dellos, ambos pequeños, temidos y flacos, y de forma no desemejante. Sus ojos son resplandecientes y de singular vista. El rostro hermoso, la cabeza pequeña, las orejas caídas y, como cantó Virgilio, el pellejo manchado. Difieren en el tamaño y color, porque el menor es roxo y el mayor tira a color de azafrán; acomete el mayor los ciervos y rebecos con grande ligereza. Es animal peregrino y (como dize Aristóteles) orina y tómase hazia atrás y tiene en las piernas postreras un medio corvejón que los latinos llaman semitalo; quieren algunos que su urina se cuaxe y convierta en la piedra preciosa llamada lyncurio, y provechosa para gota coral y piedra, aunque otros lo tienen por burla, como a la verdad se ha visto por experiencia que es, puesto que sea útil para algunas medicinas.



Porque la que el vulgo llama piedra del lince no ser ésta de que hablamos, sin que yo lo diga, es cosa muy manifiesta. Desto puede el lector considerar, ni nuestra sospecha lleva algún camino en que conjecturávamos, que las dos especies mayores de gatos cervales sean las dos de linces a cuyo juizio y discrición me place remitirlo, aunque sé que Olao Magno pinta por lince el lovo cerval, y aun otros han dado por él dibuxos de otros diferentes animales. 2(Sphinges). Tiene Solino éstos en el capítulo XXXIII de su volumen por especie de monas; son vellosos y de grandezillas tetas, y dóciles hasta olvidar su fiereza. Diodoro Sículo dize que nacen acerca de los ethíopes trogloditas, casi como los pintan, aunque algo más gruesos, y son de mansa naturaleza y aptos para [muchos] exercicios y disciplinas. Aeliano los tiene por fabulosos; Michael Bizancio dize haverse llamado ansí algunas rameras megarenses por representar en la cara mugeres humanas y exercitar imperios más que tiránicos sobre la flaca e inexperta juventud, principalmente despedazando su honestidad y otras cosas que a esto se sonsiguen, como crueles harpías. Por ¡a misma razón las significaban los egipcios con un monstruo que tenía la cara de una muy agradable moza, y Ciristo cuenta en el capítulo XVII del [ilegible…]simo león, los doringes fabulosos y ficticios, no nos pareció tener lugar. 3(Cavallos alados). Solino dize no tener éstos otra cosa de cavallos sino las orejas. Strabón y otros cuentan dellos [...] dubdosas y por eso [ilegible] ha sido [ilegible].



4(Micos). Ansí traslado cercopithecos, que se interpreta simias o monas con cola; otros las llaman gatos pauses y ansí dize Solino en el capítulo XXXVI que se distinguen de las otras monas en tener cola. 5(Crocutas). Strabón y Dioscórides dizen preceder de osos y ciervos [. ..] que llamaron los indios ansí hienas [...] aunque se engañó mucho en ello, porque imita los gestos humanos, de donde lo [. ..] del mismo modo [...] que ni esas imita, porque se ha de leer leocrocutam, como en el comentario del allegado capítulo mostraremos, pero demos que las imitase ¿por eso se convence que sea del género de las monas ? Y esto baste de un animal tan ignoto.



6(Eale). Confirma Solino lo que Plinio dize deste animal en el capítulo XXV con las palabras que se siguen, las cuales trahiré porque declaran las de Plinio acerca de la mobilidad y uso de sus cuernos. Dize, pues, Solino, es la eale de la manera del cavallo, cola de elephante, color negro, quixadas negras, y cuernos de más que un cobdo en largo, acomodados para que sirvan de cualquier movimiento porque no están tiesos, antes pueden doblarse según lo demanda el uso de la pelea, de los cuales estiende el uno cuando es menester, y encoge el otro para que si el uno dellos se embotare, suceda el agudeza del otro. Compárase a los cavallos fluviales porque este animal también se deleita con las aguas de los ríos.



Tomado de la edición de la traducción de De la Huerta



Tomado de la edición de la traducción de De la Huerta

7(Toros silvestres). De diversos géneros de bueyes o toros haze Plinio mención, como son bisontes, uros, bueyes índicos, de Ethiopía, llamados ansí no tanto por criarse en las montañas sin ser regidos y pastoreados de nadie, como son los campestres o domésticos, cuanto por ser tales de su naturaleza, de quien Solino afirma lo que Plinio dellos escrive y Aeliano haze larga mención, bueyes líbicos fueron, iten phrigios y troglidtos, índicos patienteros de dos y tres cuernos y otros índicos de Ethiopía; los cuales dos géneros, Solino, no sin error, confunde y tiene por unos, y ansí habla dellos juntamente, los unicornes de que presto hablaremos, distinguiéndolos de los rhinocerotes, que Pausanias llama toros de Ethiopía.



8(Mantícora). Volaterrano quiere, no sin error, que sea género de mona. Pausanias la llama martiora y piensa ser tigre, persuadido de la región do nace, de su crueldad y grande ligereza. Descrívenla, aliende de Plinio, entre los antiguos, Solino, Aeliano y Aristóteles. 9(Bueyes índicos). Acordáronse de éstos otros muchos autores. Lo que toca al texto de Plinio, a Pinciano le parece que se lea indicos bicornes, tricornes, que teniendo por cosa repugnante que Ethiopía críe bueyes índicos porque la India cría cavallos que llaman índicos, como se ve claramente en los autores. Pero yo leo la letra que estava de antes, conviene a saber, indicos boves, unicornes, tricornes que porque, allende que como Hespaña cría muchos animales y plantas índicas, conviene a saber, trahídas de las que llamamos Indias Occidentales, o semejantes a ellas, podría criar Ethiopía bueyes llevados allá de la India o semejantes a ellos.

Se siguen luego en el texto las leocrocutas, las cuales él mismo en el capítulo XXX deste octavo libro haze ethiópicas, diziendo que nacen de leonas ethiópicas y hienas, y tras ellas los toros silvestres que son también ethiópicos, según parece de Aeliano en el libro siete, capítulo XLI y la eale que es ansimismo ethiópica y lo que más es que abaxo hará mención de los bueyes de la India patienteros y de un cuerno. Y por esta razón leo más abaxo donde habla del mantícora, la cual es índica, no apud eosdem nasci etesias scribit quam manticoram vocant, como havían todos hasta agora leído, sino apud indos nasci, y lo que se sigue veré claro haverse de leer desta manera por lo que dize luego, in India et boves solidis ungulis, como quien dize, nacen aliende de la mantícora, en la India, bueyes, etc. De manera que hasta la mantícora habla de animales de Ethiopía y desde ella, abaxo, de animales de la India. Y no leo leucrocutas sino leocrocutas por lo que se sigue en el texto de cuello, cola y pecho de león, de las cuales hablaremos en el capítulo XXX deste mismo libro.

10(Patientero). Estos son los bueyes índicos que cree Aeliano ser grandes en el capítulo XXXIII del libro tercero de su Historia, por un cuerno que se truxo a Ptolomeo II de la India, de cabida admirable.

11(Unicornio). Llaman este animal los griegos monocerote, por un cuerno solo que tiene en la frente, de donde los latinos también le nombran unicornio. Acordose de él Aeliano en el capítulo XX del libro diez y seis, diziendo que en los montes de la India se cría el monocerote, que los indios llaman cartazono, de tamaño de cavallo, de pelos y crin roxa, ligero de pies, no divididos en dedos como los del elephante, y de cola de javalí, y que tiene un cuerno negro entre las cejas, no liso, antes retorcijado y al cabo acutísimo, de voz muy desemejante a la de los otros animales, de grandes fuerzas, morador de lugares muy apartados y solos, rijoso aun con sus hembras si no es en el tiempo del zelo y que no se caza jamás en su edad ya adulta; esto dize Aeliano. Algunos han creído ser su cuerno de éste provechoso contra ponzoña y otros males, teniendo por cierto que no difiere del asno ni de quien las sobredichas virtudes están escriptas,porque Aeliano en el libro cuarto, capítulo LI, dize que el cuerno del asno índico, bevido, asegura de enfermedades incurables de spasmo, gota coral y ponzoña, y que bevido después haze que se vomite el veneno y da perfecta salud y, en el capítulo XXXIX del libro tercero, alaba admirablemente su virtud junto con la del cuerno del cavallo índico.



También Philóstrato, en el libro tercero de la Vida de Apollonio, dize que se toman en las lagunas cercanas de la India muchos asnos silvestres, los cuales tienen un cuerno en la frente con que muy generosamente pelean a modo de toros, y que los indios hazen de sus cuernos vasos, teniendo por cierto que el día que bevieren con ellos no pueden padecer enfermedad alguna, ni dolor, aunque sean heridos, ni envenenarse de ponzoña alguna que bevan, y que, por tanto, beven con estos vasos los reyes, ni es permitida a otro alguno su caza. Mas, a la verdad, el unicornio y asno índicos son diferentes animales y no comunican en esta virtud, porque aunque convengan en algunas cosas como es tener un cuerno en la frente, ser de grandeza de cavallos, fortísimos y ligerísimos, pero difieren en otras muchas, como es en la forma, propriedad y color del cuerno; porque el del monocerote es todo negro y el del asno índico de tres colores; éste, liso y, aquél, retorcijado; aquél, sin ninguna virtud y estotro de las que havemos referido. También en el color del cuerpo, cabeza y ojos, en la hechura de los pies, en la voz y modo de su ferocidad, domesticidad y talo, que sería largo dezir por menudo. También unos mismos autores hazen diversa mención dellos, porque Plinio se acuerda del asno índico en el capítulo XXXVII del libro onzeno y en el capítulo XXX. Y Aeliano de ambos a dos en los capítulos ya allegados aunque sea verdad que otros autores se acordaron, unos, del uno y, otros, del otro sólo. De lo que está dicho se sigue que el cuerno del asno índico tiene las virtudes que comúnmente se atribuyen al unicornio, aunque podría ser que llamasen unicornio al asno índico, como de hecho lo es, pues tiene un solo cuerno, si no porfiase alguno que el cuerno también del unicornio participe destas virtudes puesto caso que no lo hayan contado o alcanzado los antiguos, lo que no se deve de creer. Pero ¿qué diremos de tantas diferencias de cuernos como vulgarmente se celebran por unicornios sino que sintamos con los pocos y más peritos examinada primero y llegada al cabo la verdad, y no nos vamos como animales sin razón, a ciegas, tras la muchedumbre que suele, siguiendo al primero que ve guiar, dar consigo en peligrosos despeñaderos? 12(Los ethíopes hesperios). De la Lybia Interior y más meridional por las razones que diximos en el libro quinto, capítulo IX. 13(Catoblepas).c Descriven estos pestilencialísimos animales Solino, Aeliano y Atheneo en su libro quinto, donde dize llamarse gorgones, y que los soldados de Mario experimentaron su veneno peleando en Africa contra Iugurta, porque como se acercasen creyendo fuese oveja silvestre por su movimiento tardo y traher abaxada la cabeza a la tierra, la catoblepas, turbada de ver que arremetían a la matar, sacudida en diversas partes su juba o crin que tenía delante de los ojos, mató a todos los que ivan a matarla hasta que, entendida la naturaleza de la fiera, mandó Mario que escondidos la matasen con dardos y ansí la truxeron al capitán, y fue su pellejo embiado a Roma y colgado en el templo de Hércules. Desta fiera tuvieron origen las gorgones fabulosas, y las islas del mismo nombre de que al presente no nos es lícito tractar. 14(El basilisco).d Descrívele Aeliano, Solino, Lucano, Dioscórides y, primero que todos, Nicandro, afirmando que no hay animal que ose llegar a cosa que él haya primero tocado, en lo cual es de maravillar haverse conocido tan por menudo su naturaleza y propiedades, pues nadie le puede ver vivo que luego no muera. Pero desta serpiente hablamos en nuestros comentarios sobre Nicandro. 15(Por la corrupción o sequedad del suelo). Ansí traslado cognitas soli tabe, leyendo soli y no sola. Porque dize Solino, el cual parece dar luz a estas palabras después de haver hecho mención de su tamaño y corona, ser pestilencial no solamente de los hombres y de todos los demás animales, pero también de la tierra, la cual ensuzia y abrasa doquiera que tiene su cueva y, finalmente, haze perecer las yerbas y los árboles, y no perdona el aire, muriendo las aves que por él buelan, y ansí todas las fieras se espantan de su silvo.

c. Cuvier identifica este animal con el Antilope gnou, aunque esto es inseguro.

d. Ofidio legendario sin relación con el iguánido del mismo nombre vulgar.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1