CAPITULO X

De su parto y otras propriedades

Cree el vulgo estar las hembras destos animales diez años1 preñadas; Aristóteles, que dos, y no parir más de una vez, y en ésta, uno solo, y que viven 200 años y, algunos, 300.2 Su juventud comienza desde los 60.

Deléitanse estrañamente con los ríos, y ándanse por ellos vagando, como por la grandeza de sus cuerpos no puedan nadar. Son impacientes del frío, que les es gravísimo mal, porque fuera desto e hinchazón del vientre y cámaras3 no suelen tener otro alguno.

Hallo que, bevido azeite, despiden los hierros que tienen clavados en el cuerpo, los cuales, si sudan, se les ponen más fixos. Esles cosa mortal comer tierra si no usan della muchas vezes;4 tragan ansimismo piedras, porque los troncos de los árboles les son muy agradable mantenimiento. Derriban las palmas más altas con su frente, y apaciéntanse de su fructo; comen con la boca, pero beven, huelen y respiran con la trompa, que no impropriamente se llama mano.

Esles el ratón el más odioso de todos los animales, y si ven que les llega a la comida que les ponen en el pesebre, la abominan. Sienten grandísimo tormento cuando acaso veben en el agua alguna sanguisuela, la cual, como se diga propriamente de los latinos hirudo,5 oigo comenzar el vulgo a llamar sanguisuga. Esta, pegada una vez a la garganta, les causa muy intolerable dolor. Tienen el cuero del espalda durísimo y blando el del vientre. Fáltales la defensa y amparo de las cerdas, de las cuales carece también su cola para evitar el enojo y molestia que les causan las moxcas, porque éstas dan también pena a un tan grande animal. Aunque es verdad que tienen el cuero enrexado, y combidándolas a sentarse encima con el olor, luego que estirándole han recebido grandes enxambres del las, le encogen de presto y arrugan en hoyos, y asidas en medio, las matan; éste tienen ellos en lugar de cola, crin y vello.

Sus dientes son de grande precio y no hay material más estimada para hazer estatuas de dioses. Halló la demasía otra cosa que tuviese en mucho, buscando en el callo,a que llamamos mano, cierta fuerza de sabor, según yo pienso, no por otra razón sino porque comiéndole nos parece que comemos marfil. Vemos en los templos ser la grandeza de sus dientes admirable. Polibio escrive, con autoridad de Gulusa, régulo, que en los extremos de Africa, por la parte que confina con Ethiopía, hazen dellos postes a sus casas, y en éstas y en los apriscos de los ganados hazen setos dellos, usándolos en lugar de palos o estacas.

a. Trompa.


EL INTERPRETE

1(Diez años). Deste engaño vulgar nació el proverbio o refrán que solemos motejar a los perezosos y que nunca acaban de dar fin a lo que comienzan, llamándolos más tardíos que el parto del elephante, pero estar preñadas sus hembras dos años sintió (como dize Plinio) en el quinto libro De la naturaleza de los animales. 2(Y otros 300). Ansí lo refieren Strabón, de autoridad de Onesícrito, y no falta quien añade 50 años más, porque Philóstrato cuenta haver hallado Apollonio uno desta edad en la ciudad de Taxilla, si se les da crédito a los naturales que lo afirman. 3(Hinchazón del vientre y cámaras). Acordose de sus males Strabón y Aristóteles, de quien lo tomó Plinio, diziendo que enferman de males causados de inflación, la cual suele causar ventosidad, de donde es que ni pueden expeler el estiércol, ni la orina. 4(Si no usan della muchas vezes). Ansí lo dize también Aristóteles, en el lugar allegado. 5(Como se diga propiamente hirudo). No tengo por tan antigua esta palabra, sanguisuga, que crea ser las presentes palabras del chrisol de Plinio o me parecen dignas de su estilo y gravedad.

Quiero cerrar este comentario con lo que refiere Plutarcho en el libro que escrive los preceptos matrimoniales, y es que se embravecen los elephantes vista alguna ropa de bermejo y resplandeciente color.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1