CAPITULO LIII

De muertes súbitas

Son en gran manera espantosas y ordinarias las muertes súbitas, conviene a saber, la mayor felicidad de la vida,1 y éstas mostraremos ser naturales.2 Muchas contó Verrio; nosotros diremos con templanza las que más nos agradare.

De gozo murieron, allende de Chilón, del cual ya hablamos, Sóphocles y Dionisio, tirano de Sicilia, ambos oída la nueva de la victoria trágica.3 Y su muger, en tiempo de la guerra de Canas, visto su hijo vivo, contra la nueva mentirosa que de ser muerto en ella le havían dado.

Diodoro, profesor de dialéctica, murió de vergüenza de no acertar de presto a desatar cierta pregunta que Stilbón le hizo burlando.

Murieron sin causa manifiesta estándose calzando por la mañana dos Césares, el uno, pretor, y el otro, padre de César, dictador, que lo acabava de ser, de los cuales, el uno murió en Pisa y el otro en Roma. Quinto Fabio Máximo murió en su consulado el postrero día de diziembre, en lugar del cual fue provehído cónsul, para pocas horas, Rebilio. Iten, Caio Volcado Gurges, senador, estando todos tan sanos y bien dispuestos que tractavan de ir a algún cabo. Quinto Aemilio Lépido, saliendo de su casa, se cayó muerto, herido el pulgar del pie en el umbral de su aposento. Caio Aufidio, saliendo para ir al Senado, murió tropezando en el lugar donde se eligían las dignidades. El legado que havía orado admirablemente por la causa de los rhodios en el Senado, yendo a salir, murió luego en el umbral del templo donde el consejo se celebrava. Cneio Bebió Pámphilo, acabada su pretura, murió en preguntando a un mochacho qué hora era. Annio Pompeyo, en el Capitolio, haviendo hecho oración a los dioses. Marcos Iuvencio Talpa, cónsul, sacrificando; Cayo Servilio Pansa, estando en la plaza cabo una tienda, a dos horas del día, arrimado a Publio Pansa, su hermano. Bebio, juez, mandando que se dilatase el día en que ciertos pleiteantes havían de parecer en juizio. Marco Terencio Córax, estando escriviendo unas cartas en la plaza y, el año siguiente, un cavallero romano estando diziendo ciertas palabras al oído a un cónsul delante de la estatua ebúrnea de Apollo, que está en el foro de Augusto. Y después de todos éstos, Cayo Julio, médico, estándose alcoholando un ojo. Manlio Torquato, consular, tomándole en la comida deseo de una torta.4 Lucio Durio Valla, médico, estando bebiendo un poco de clarea [o mulso].5 Pubio Quinto Scápula, estando comiendo con Aquilio Gallo. Décimo Faufeio, escrivano, comiendo en su casa. Cornelio Gallo, pretorio, y Tito Aetherio, cavallero romano, estando en el acto venéreo. Y por dezir de nuestros tiempos, dos de la orden ecuestre, ambos usando contra natura con Panthomimo Míthico,6 mozo de excelente hermosura. Negociosa fue la seguridad de la muerte en Marco Ophilio Hilario, representante de comedias: según los antiguos escriven, éste, como un día de su nacimiento huviese agradado estrañamente al pueblo y diese un combite a sus amigos, estando a la mesa, pidió una escudilla de potaje cálido, y mirando la máxcara con que havía representado, pasó a ella la corona de su cabeza y estándola contrahaziendo se quedó yerto, sin que hombre cayese en ello, hasta que el que estava junto a él le dixo que mirase que se le enfriava el potaje.

Estos son los exemplos de felicidad; pero, al contrario, hay muchos de miserias. Domicio, varón de ilustre sangre, siendo vencido en Marsella y preso en Corfinio, de César, después de haver tomado ponzoña para matarse, trabajó con todas sus fuerzas de vibir. Hállase en los Actos que, llevando a enterrar a Félix Russato, auriga,7 uno de sus amigos se arrojó en el fuego donde se quemava, aunque sus adversarios, porque esto no le fuese imputado a gloria, tomaron ocasión, puesto caso que flaca, de la abundancia de los olores para dezir que combidado dellos lo havía hecho.a Poco ha que Marco Lépido, hombre de principal linage, aquel que diximos haver muerto por congoxa del divorcio, echado del fuego con la fuerza de la llama, como no pudiesen bolverle al lugar de la hoguera do havía de estar, se quemó desnudo allí con otros sarmientos.

a. Quisieron atribuir la autoinmolación a embriaguez producida por los olores.


EL INTERPRETE

1(La mayor felicidad de la vida). Habla Plinio en esto como infiel, no atendiendo a más que morir sin trabajo y sentimiento de la muerte, mas si chrystianamente se considera, antes es gran felicidad entender los hombres que se mueren y llega la cuenta para apercibirla, aunque acerca de los discretos y que pretenden su salvación no es justo que haya muerte que se pueda dezir inopinada y súbita. 2(Las cuales enseñaremos a ser naturales). De muchas maneras se puede entender ser una cosa natural. Lo primero, según que es contrario a lo violento, y ansí havrá algunas muertes naturales, cuales son aquellas que se hazen por resolución espontánea del húmido radical y extincción natural del calor innato, ora se juzguen súbitas, ora no, y otras forzosas como aquellas que acaecen por abundancia de humor, que ahoga al calor natural, o por falta de mantenimiento, o por violenta resolución de la humidad de que el calor del hombre se sustenta, o por jugulación, estrangulación u otra cualquiera violencia o herida. Lo segundo se dirá natural, lo que es contrario a lo que los griegos dizen [... ] Φύον, y los latinos praeter naturam. Y desta manera distinguen los médicos las cosas que tocan al cuerpo humano en naturales, de que nos componemos, como son elementos, temple, spíritus, calor natural, húmido radical, humores, miembros y virtudes, y en no naturales, sin las cuales, aunque no conste más de ellas, no podemos bivir, como son aire, mantenimiento y bevida, movimiento y holganza, vacuación y repleción, sueño y vela, y los accidentes del ánimo, llamadas ansí porque aplicadas al cuerpo humano recta y cómodamente, le son causa de salud, y mal aplicadas le causan, por el contrario, enfermedad, y en otras que dizen praeter naturam, cuales son la enfermedad, su causa y los accidentes, de que no hay más necesidad que tractar, de cuanto haze a nuestro propósito y es que desta manera de tomar esta palabra natural se dirá no ser tan sólo la muerte, pero ni la enfermedad, cualesquiera que ellas sean, antes, preternatural. Tómase, lo tercero, natural según que se opone a lo que es contra natura, y desta manera no parece ser la muerte contra la naturaleza del hombre, pues a cada uno le está constituida y determinada, ora sea por causa preternatural, ora por natural. Y ansí natural el efecto que sucede de causa que naturalmente le haze y produze. Y desta manera seranlo todas las muertes de cualquier causa que sucedan, ora sean violentas y forzosas, ora naturales y espontáneas. Lo quinto, se dirá natural lo que no es sobrenatural ni milagroso, y ansí también serán todas las muertes naturales. Lo sexto, lo que se opone a lo monstruoso y que raras vezes acontece y también desta manera, pues, natural le es al hombre morir, y el no morir es sobrenatural y milagroso. Lo séptimo, lo que tiene causas particulares o universales y no se refiere a sola voluntad divina. Y esto creo haver sentido Plinio cuando dixo que mostrará ser las muertes súbitas naturales, porque pudiera alguno pensar por venir súbito y sin aparentes causas acaecer, por quererlo ansí el autor de Naturaleza, sin medio natural. Contra lo cual dize que aun éstos son efectos de cosas que las hazen naturalmente, como sería [cualquier] disposición contraria del cielo: una súbita opresión del calor natural, por abundancia de muchos o malos y venenosos humores, que súbitamente se mueren ahogando y apagando el calor natural, o acudiendo a algún miembro de los más principales, y estorvando que su influxo se comunique al resto del cuerpo, o por alguna fuerte resolución de los espíritus, las cuales cosas suelen también acaecer de algunos vehementes afectos y accidentes del alma, cual es el gozo, tristeza, fuerte imaginación y otros semejantes, que son con nosotros tan poderosos que no solamente alteran nuestros cuerpos calentándolos, enfriándolos y templándolos, mas causan a vezes total resolución o ahogamiento del calor y espíritus naturales. Y aun no ha faltado quien diga (aunque falsamente) que no quedan sus efectos aislados en el proprio cuerpo del que padece la tal afección, sino que también penetran al ageno y aun, algunos, han pasado tan adelante en este desvarío que han osado afirmar que por esta vía se pueden mover vientos, aguas, granizo y otras metheorológicas impresiones. Mas lo que toca a los accidentes que diximos del alma es cierto, todo lo cual podríamos testificar si fuese necesario con exemplos domésticos y estraños que cada día (tanta es la miseria e inconstancia de la vida humana) tocamos. 3(La victoria trágica). Conviene a saber, de una tragedia que Sóphocles havía hecho. 4(Torta). Ansí traslado placenta y hazíase de harina siligínea, que es una especie de trigo muy delicado, queso y miel. 5(Mulso). Composición es de vino y miel.

6(Panthomimo Míthico). Pantomimo es el representante de cualquier cosa y míthico es fabulista, de mythos, que significa en griego fábula. 7(Auriga). Ansí se llamavan los que hoy dezimos cocheros.

En lo demás, muchos han muerto súbito, de gozo, por resolución súbita de los espíritus y calor natural que se haze a causa del grande movimiento a las partes exteriores, por razón de la prosecución de aquello que deleita. Ansimismo, de temor y tristeza, y semejantes accidentes, por causa contraria, con que retrahídos al corazón y partes interiores se ahogan más en la ira; ya hay quien porfíe no poder nadie venir a tanto daño por los contrarios movimientos que en esta pasión dizen acaecer, conviene a saber, hazia fuera, para se quitar la venganza, y hazia dentro, por miedo de la pena, de que en otro lugar se hablará más largamente, si no viene de ser propiamente la ira hervor de la sangre acerca del corazón.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1