CAPITULO LII

De los que llevados a la sepultura revivieron

Aviola, consular, revivió en el fuego,1 y como no le pudiesen valer, cresciendo la llama, se quemó vivo. Lo mismo se escrive haver acaescido a Lucio Lamia, varón pretorio. Porque Messala Rufo y otros cuentan que Caio Helio Tuberón, llevado a enterrar en fin de su pretura, le tornaron vivo a su casa. Esta es la suerte de los hombres; para éstas y otras ocasiones de Fortuna nacemos, tanto que del hombre aun a la muerte no es lícito que creamos.

Hállase entre las historias que el ánima de Hermotismo,2 clazomenio, andava, dexado el cuerpo, vagueando por muchas partes y trahía nuevas, no pocas, de tierras muy estrañas, las cuales no pudiera dezir sino quien se hallara presente, estanto entretanto el cuerpo como muerto; hasta que una vez sus enemigos, llamados canthárides, quemándosele, quitaron al alma que bolvía, como quien dixese, su vaina. Escrívese también haver algunos visto el alma de Aristeas, en el Proconeso, que le salía bolando por la boca3 en figura de cuervo, entre otras cosas que escriven de gran mentira.

Lo cual entiendo de la misma manera en lo que se dize de Gnosio Epiménides,4 y es que en su vejez, cansado del camino y calor que hazla, se quedó dormido en una cueva por espacio de 57 años, y salido de allí al tiempo que despertó se admiró mucho de la manera que halló y mudanza en todas las cosas pensando que no havía dormido más que un día, y después llegó a viejo, pasados otros tantos años y murió haviendo vivido 157. Las mugeres son muy subjectas a este mal, porque, salida la madre de su lugar,5 les causa una semejanza de muerte y, después, bolviendo a él torna la vida. A este propósito haze aquel volumen de Heráclides, celebrado entre los griegos, do se cuenta que una muger después de haver estado siete días6 traspuesta, tornó en sí.

Varrón cuenta que al tiempo que los 20 varones dividían los campos en Capua,7 uno que pasavan por el foro a la sepultura se tornó a casa en sus pies, y que aconteció otro tanto en Aquino.8 En Roma también tornó a la vida Corfidio,9 casado con su tía, hermana de madre, aparejado ya todo lo necesario para la sepultura. Y llevó él, después, a sepultar al mismo que le havía aparejado las exequias. Añade este autor miraglos que será bien contar por entero. Aconteció, pues, que murió al parecer Corfidio, el mayor de dos hermanos, varón de la orden equestre,10 y abriendo el testamento el menor, dexado por heredero, ordenó las exequias. En este entretanto, el que parecía haverse muerto tornó a vivir y, alegrándose, descubrió grandes misterios y contó que venía de do estava su hermano, el cual le había encomendado a su hijo y mostrado donde tenía su thesoro, de que ninguno sabía, y rogado que le enterrasen con aquellos mismos aparejos que él le havía comprado. Estando contando esto vinieron a dezir los criados ser muerto el menor, súbito, y el thesoro se halló donde dixo.

Llena está la vida destas adivinanzas, aunque falsas por la mayor parte, como mostraremos por un exemplo evidentísimo. En la guerra de Sicilia,11 Gabieno, fortísimo capitán de la flota de César, fue captivado por Sexto Pompeyo y degollado por su mandado, y quedando casi apartada la cabeza del cuello, estuvo todo el día tendido en la ribera. Venida después la tarde y congregada grande muchedumbre de gente, pidió con gemidos y ruegos que se allegase allí Pompeyo o le embiase alguno de sus privados, porque él havía venido del infierno y trahía que le dezir. Emvió Pompeyo allá muchos de sus amigos a los cuales dixo Gabieno que a los infernales era muy agradable la empresa y partes piadosas que defendía, y que por tanto el suceso de la guerra havía de ser en su favor y que esto le era mandado que dixese y en testimonio dello havía de espirar acabado de dar el recaudo, y ansí murió luego.

Hay también después de la muerte exemplos de phantasmas que aparecen, pero aquí no tractamos de monstruosidades, sino de las obras de Naturaleza.


EL INTERPRETE

1(Revivió en el fuego). Acontecen estas apariencias de morir y tornar a la vida en afectos que privan de sentido y movimiento, cuales son algunos del cerebro, corazón y madre y, en particular, apoplexías, epilepsias, liporhomias y sufocaciones de madre. De manera que no se ha de creer, como alguno sobre este lugar ha pensado, que Plinio hable de verdaderas muertes a las cuales se haya seguido vida, que esto naturalmente es imposible que pueda acaecer, sino de aparencia dellas, en que durando muchas horas, y aun días, ocio y falta de todas casi las acciones humanas, tornan, en fin, a vivir algunos que ya se creía ser muertos. 2(E1 ánima de Hermotimo). Fábula es ésta a quien no se debe crédito alguno, pues en el hombre que vive tiene el alma tal compañía con el cuerpo que informa que no puede naturalmente tornar a animarle una vez salida de él. Pero ¿qué diremos a lo que los años pasados acaeció de las que llaman bruxas, las cuales afirmavan que dexado el cuerpo ivan lexos de sus pueblos a lugares donde tomavan pasatiempos abominables y reconocían el demonio por señor, si no que con ciertos ungüentos de que usavan incurrían en un sueño muy hondo, en el cual, o el demonio o la fuerza de aquel medicamento les causava tan eficaces entresueños que realmente les parecía pasar aquello que de veras era vanidad y delusion? 3(Bolando de la boca). Como el alma sea incorpórea no puede ser subiecto de accidentes y, careciendo dellos y por el consiguiente de color, no puede ser vista de ojos humanos y ansí creo esto ser burla y por tal la tiene Plinio (aunque dando de ojos en otro estremo no menos malo como adelante en este mismo libro veremos fuera de que el alma [. ..] cosas espirituales [. . . dan] lugar [.. .] suerte que las ma [...] y corpóreas. 4(Gnosio Epiménides). Semejante es a esto lo que se escrive de los siete durmientes por los [h]agiógraphos. 5(Porque la madre). Llámase este mal en griego πνίξ [...] que es sofocación de la madre; qué mal sea, qué causas, señales y remedios tenga enseñan copiosamente los médicos en sus convenientes lugares y por eso no me ocuparé en tractarlo al presente.

6(Siete días). Ya dixe poco más arriba que a la sazón que lo escriví curava una señora principal desta ciudad de Toledo, la cual estuvo 11 días deste afecto sin poder comer ni bever cosa ninguna, y que, en fin, estuvo buena. 7(Capua). Ciudad fue insigne de Campania. 8(Aquino). Ciudad es de Italia que hoy tiene el mismo nombre. 9(Corfidio). O esto es fábula o algún demonio le causó aquellas apariencias. 10(Orden equestre). Dignidad fue enmedio de la plebe y de los patricios.

11(En la guerra de Sicilia). También creo haver sido éste tranpantojo del demonio para que, prosiguiéndose la guerra, llevase más almas al infierno.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1