CAPITULO XLIV

Del otro Metello

El hijo déste, Quinto Metello, que dixo aquellas cosas de su padre, se cuenta también entre los raros exemplos de felicidad humana. Porque, aliende de las otras dignidades amplísimas y renombre de Macedónico que alcanzó, fue llevado a la sepultura [por] cuatro hijos: uno pretorio,1 tres consulares, dos triumphales, y uno censorio, cada cosa de las cuales ha acontecido a pocos. Pero en la flor de su dignidad, viniendo del Campo a Mediodía, estando vazío el Foro2 y Capitolio, fue arrebatado y llevado a Tarpeya a despeñar, por las obras de su virtud y [por la] censura [que hizo] de C. Atinio Labeón, llamado por sobrenombre Macerión, tribuno del pueblo —al cual siendo censor havía él echado del Senado [aunque] siguiéndole aquella tan grande muchedumbre que le llamava padre, pero (según era forzoso en caso tan súbito, tarde y como a exequias) no siendo lícito resistir a la dignidad sacrosancta. Finalmente, hallado apenas otro tribuno que intercediese por él, buelto del umbral de la muerte, bivió de allí adelante por ageno beneficio, confiscados sus bienes por aquel a quien él havía condenado; ¡como si huviera sido poca pena torcerle el cuello y hazerle salir la sangre por los oídos!

Puédese contar también entre sus desdichas, haver sido enemigo de Aemiliano Africano, lo cual el mismo Macedonio testificó diziendo a sus hijos: “id y honrad las exequias del Africano, que jamás vereis enterramiento de ciudadano más valeroso”. Esto dezía él haviendo ya sus hijos conquistado los baleáricos,3 cretenses, delmáticos, y él, los de Macedonia, de donde se llamó Macedónico. Pero aunque no consideremos sino aquella primera injuria, ¿quién le podrá, con razón, llamar bienaventurado haviendo peligrado a voluntad del enemigo, sin haver [sido] muerto de un africano? ¿Qué enemigos [valía la pena] haver vencido? O ¿qué dignidades no tornó atrás Fortuna con aquella violencia? Pues fue llevado por medio de una ciudad, arrastrando, un censor al Capitolio, al cual aun no havía él llevado tan afrentosamente [a] [sus] captivos, triumphando de sus despojos, porque ésta sola havía sido la causa de morir. Hízose mayor esta maldad con la felicidad que se siguió: porque si muriera el Macedónico por lo menos no huviera un enterramiento tan sumptuoso, en el cual havía de ser llevado de sus hijos triumphales a la sepultura, como triumphando también en la muerte. No es, por cierto, perfecta felicidad la que perturba alguna afrenta de la vida, principalmente tan grande. En lo demás, haverse quedado sin castigo una tan malvada osadía como la de C. Atinio Labeón, entre tantos Metellos, no sé qué acrecentó más, [si] la gloria de las costumbres o el dolor de la indignación.

a. De Marte.


EL INTERPRETE

Valerio Máximo, en el libro quinto, quiere haver sido este Quinto Metello totalmente dichoso.

1(Uno pretorio). Traduzco desta manera porque ansí se lee en Valerio Máximo, libro séptimo, capítulo De Faelicitate. Y es pretorio el que fue pretor y ya no lo es, como consular el que fue cónsul y ya no lo es, y ansí de los demás. 2(Foro). Plaza era donde acudían las cosas de comer; éstas eran muchas, y diferenciávanse de las cosas que en ella se vendían o estavan en ellas talladas. Y ansí se llamava una Boaria,b otra Oleariac y conseguientemente todas las demás. 3(Baleáricos). De las islas que hoy llaman Mallorca y Menorca, en el mar de Hespaña, llamadas ansí de βάλλω, que es arrojar, por las hondas de que usavan.

Otras cosas de que aquí no hablo están declaradas en otras partes.

b. Donde se vendían bueyes.

c. Donde se vendía el aceite.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1