CAPITULO XII

Exemplos de semejanzas

Dízese haver nacido, en la familia de los Lépidos, Tresarreo, cubierto de cierta tela el un ojo. Y parecerse algunas personas1 al abuelo y, de los gemelos, el uno al padre y el otro a la madre, y el nacido un año después ser tan semejante al mayor como si fueran de un vientre, y que unas paren siempre los hijos semejantes a sí, otras al marido y, otras, a ninguno y, otras, la hembra al padre y el macho a la madre.

Cierto es lo que se dize de Niceo, varón notable en el exercicio de la lucha y natural de Bizancio,2 conviene a saber: que como su madre fuese hija de negro, por adulterio, y blanca, sin se poder juzgar por el color otra cosa, salió semejante al abuelo negro. Dízese por cierto que la consideración de algunas semejanzas tiene fuerza3 de hazer que se engendren diversas figuras casuales. Ansimismo, la vista, oído y memoria, y formas que se miran al tiempo del concebir. Ni más ni menos se cree que el pensamiento,4 que pasa bolando por el ánimo de ambos, forma o mezcla la imaginada semejanza, y ansí hay más diferencias de hombres que de todos los otros animales, porque la presteza de los pensamientos y del ánimo y la variedad del ingenio imprimen señales de muchas formas, como los ánimos de los otros animales sean immovibles y semejantes entre sí, cada uno en su género.

Un hombre común, llamado Artemón, fue tan semejante a Antíocho, rey de Syria, que la reina Laodice, su muger, haviendo muerto a su marido, dio orden, con Artemón, que encomendase al pueblo a ella y a su hija en lugar de su marido, y desta manera negoció la elección y sucesión del reino.

Vibio, hombre popular, y Publicio, que havía sido esclavo, fueron tan semejantes al Magno Pompeyo que cuasi no se podían diferenciar, asemejando aquella buena cara y el honor de su venerable acatamiento; y por esta causa se llamó también su padre Menógenes, del nombre de un su cocinero; como se dixese primero Strabón por tener los ojos turnios,a en que también le parescía el siervo. Ansimesmo pusieron a Scipión el nombre de Serapión, esclavo vil de Suario, negociador. A otro Scipión de la misma familia dio después nombre Salutio, representante; como también Spinther, momo, o persona de las segundas,5 y Pámphilo, de las terceras, a los cónsules Lento y Metello. En lo cual fue cierto cosa de desgracia verse en las comedias y representaciones las semejanzas destos dos cónsules. Por el contrario, Lucio Planeo, orador, dio nombre a Rubrio, representante, y Burbuleyo al padre Curión, y Messala Corvino a Menógenes, hombres de comedias. Un pescador en Sicilia asemejava, no sólo la figura de Sura, procónsul, mas también el movimiento de los labios, cuando hablava, el titubear de la lengua y el sonido de las palabras. A Cassio Severo, célebre orador, le fue dada en cara la semejanza que tenía con Mirmillón, pastor. Toranio, mercader de esclavos, vendió a Marco Antonio, siendo ya uno de tres varones6 en Roma, dos niños de admirable hermosura, de los cuales, el uno havía nacido en Asia, y el otro del otro cabo de los Alpes, por de un vientre, tanta era su semejanza; y como después, descubierto el engaño por su diferente lenguaje, Antonio, furiosamente le riñese y, en tre otras cosas, se quexase7 del excesivo precio que le havía llevado por ellos, que era 200 sestercios,8 respondió el astuto Toranio que por eso le havía llevado aquella suma, y que no fuera cosa tan rara la semejanza entre dos nacidos de un vientre, pero que hallarse niños de diversas naciones de tan concorde figura, era cosa sin precio. Y con esto le movió tan a tiempo en admiración, que aquel ánimo encartador [sic] y entonces furioso, a causa de tenerse por engañado, de allí en adelante no estimó cosa en más de todo cuanto tenía.

a. Por cruzados.


EL INTERPRETE

1(Algunas personas). Desde el principio del capítulo hasta donde dize del pensamiento es sacado de Aristóteles, en el libro séptimo De los animales, capítulo VI y sus causas se pueden ver en el libro cuarto De la generación de los animales, capítulo II, del mismo autor, y en el capítulo XII del libro quinto de Plutarcho, que se intitula De los pareceres de los philósophos y en el libro segundo De semine, de Galeno, capítulo II, donde dize que hay tres maneras de semejanzas. Una, del género, que se refiere a la substancia de la materia y pertenece más a las hembras; otra, del sexo, y ésta consiste en el temperamento de las simientes y, otra, de la figura, y ésta se atribuye a la virtud que llaman formativa, de manera que según ésta se variarán las formas de las criaturas, y a ellas se pueden referir todas las variedades de figuras de que Plinio en este capítulo haze mención y todas las demás de que él dize ser algunas vezes la imaginación causa. 2(De Bizancio). Entiende Constantinopla, ciudad noble de Thracia, poco ha conquistada de turcos, de que se han escripto libros enteros, puesto que hay otra deste mismo nombre en Africa. 3(Tiene fuerza). No leo aquí la letra del códice que sigo, sino quitada o traspuesta una muy pequeña partícula. La letra dezía: reputatio est [et] inqua, de manera que quito la coma y la et, paso abaxo donde dize et visus. 4(Que el pensamiento). Aunque (según havemos dicho) sea verdad que las semejanzas proceden de la informativa de las simientes, pero ésta se ayuda de varias causas, una dellas, y no la menos principal, son los pensamientos de que en esta parte haze Plinio mención; porque hay entre el alma y el cuerpo tal travazón y amistad, y tan recíproca y trastrocada correspondencia, que ordinariamente se comunican los afectos, y como las inclinaciones del ánimo (según que en un entero libro pretende mostrar Galeno) suelen seguir la complexión y temple del cuerpo, ansí también el cuerpo se mueve según los accidentes del alma. De aquí es disponerse de tal manera por la imaginación la simiente que, según fuere, ansí se varían las figuras, como también afirma Aristóteles. Esto haze que los hijos adulterinos, aliende que nacen débiles por el miedo del adulterio, suelen muchas vezes ser semejantes al padre putativo, de quien en el acto se tiene recelo e imaginación, y que otras asemejen a las estatuas, debuxos o pincturas que se ven en el mismo tiempo, según que Heliodoro galanamente, en su Ethiopía, nos representa. Y no sólo acontecen estas cosas en los hombres, pero aún en los animales sin razón y que, como dize Plinio, tienen la imaginación más imovible [en blanco en el texto]. Si no, dígalo el ganado que perteneció a Jacob, multiplicado con el artificio de las varas y otras cosas, que Rhodiginio, en el capítulo XV y XVI del libro veinte cuenta, donde remito al lector. 5(Momo, de las segundas). Leo secundarum, porque solían los antiguos escoger para los primeros actos ciertas maneras de vozes y otras, diferentes, para los segundos. Aunque sé leer otros sequutor y retiarius, entendiendo ciertas contiendas en que el retiario echava la red y el sequutor, fingiendo huir, siguió al retiario, su contrario. Y Hermolao, secundanus y tertianus, entendiendo las segundas y terceras manos de los esgrimidores, los cuales unos a otros se sucedían, como él trahe del quinto libro de Quintiliano.

6(Uno de tres varones). Porque Roma unas vezes se governó por reyes, otra por diez varones, otra por emperadores, y otra por tres varones, y era como agora dizen en algunas partes 24. 7(Que se quexava). Porque leo de magnitudine praecii conquerente. 8(Que havían sido 200 sestercios). Cada sestercio (digo de los grandes) montava (como dize Budeo) poco más a menos de 25 coronas; de manera que dio por ellos cinco mil coronas.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1