CAPITULO V

De la concepción del hombre y del tiempo del parir desde el seteno hasta el onzeno mes, con ilustres exemplos

Las hembras de los otros animales1 tienen cierto el tiempo del parto y limitado el término de la preñez. Los hombres por todo un año nacen y en tiempo no determinado: unos, a los siete meses; otros, a los ocho, y hasta el principio del dezeno y onzeno. Antes de los siete jamás son de vida.2 Y en éste nacen solamente los que se concebieron un día antes o después de la oposición, o mientras está ocultada la Luna.3 Vulgar cosa es vivir en Egipto los ochomesinos, y ya en Italia, los tales nacimientos también son de vida, contra4 lo que escriven los antiguos.

Varían estas cosas de muchas maneras. Vestilia, muger de Cayo Herdicio y, después, de Pomponio y de Ersito, ilustres ciudadanos, parió dellos cuatro vezes, mas siempre al seteno5 y, después, a Suillo Ruffo, al undécimo; Corbulón, al seteno, ambos cónsules, y a Caesonia, muger del príncipe Cayo, al octavo, en número desigual de meses.

Dentro de 40 días tiene lo del vientre grande trabajo, y las preñadas al cuarto y octavo mes;6 a las cuales, en este tiempo, es el mal parto mortal.

Cuenta Massurio que Lucio Papirio, pretor, pidiendo a cierta muger un hermano de su marido, ya defuncto, los bienes del muerto, por pleito, pronunció sentencia contra él, allegando la muger que havía quedado preñada y estándolo trece meses, porque se averiguó no haver tiempo determinado de parir.


EL INTERPRETE

1(De los otros animales). Porque los demás animales de una sola y senzilla manera dan perfección a sus hijos, lo que en el hombre no acontece, como dize Aristóteles en el capítulo IV del séptimo libro De los animales, de donde (aliende de otros lugares de Aristóteles) sacó Plinio la presente verdad. Otros dan por razón la pasibilidad de su materia y fortaleza de la informativa, y la diversa mudanza que recibe en el acto venéreo y el ser entre los demás animales perfectos más subjeto, a lo menos por razón de la materia, a las impresiones celestes, lo cual es de otra manera en los otros animales; porque puesto caso que los perros tengan diferente el tiempo de nacer, acontece por ser ellos también diferentes en su especie. 2(Antes del seteno jamás son de vida). Ya se sabe en nuestra edad haver acontecido lo contrario, porque una criatura nació a los cuatro meses y medio, y se conservó, nacida de padres en quien no havía lugar [a] sospecha. Pero este caso es rarísimo y monstruoso y fuera del curso ordinario de naturaleza, según el cual son menester a lo menos siete meses para la perfección de la criatura y para que goze del favor de los siete planetas, de los cuales cada mes tiene uno sobre ella, según quieren los astrólogos, particular imperio y señorío, aliende que entre todos los números el seteno tiene gran dominio como se puede ver discurriendo por los meses y años es que se engendran y mudan los dientes, y por aquellos en que comienzan a salir los pelos y se hazen otras cosas semejantes. 3(La Luna). Es la conjunción y oposición de la Luna con el Sol, tan contraria al hombre que se ha de engendrar (aunque hay quien con grande error lo refiere a la fortaleza y favor que recibe la criatura en aquestos tiempos de la Luna) que una vez engendrado en tanta repugnancia del cielo tiene fortaleza para anticiparse a nacer en el seteno, en el cual, por tener ya las criaturas el favor de todos los planetas, trabajan de salir a luz. Y ansí Plinio, con parecer de Aristóteles, que los que se engendraron en el interlunio o un día antes o después de la oposición, entendiendo también el tiempo intermedio, nacen al seteno, puesto que Hippócrates parezca sentir en el libro de los partos sietemesinos, y Galeno en el que le declaró, que los tales se conciban a los quinze o algunos más días del mes y no en el novilunio. 4(Los ochomesinos). Por qué no sean éstos de vida refiere Hippócrates en el libio do tracta destos partos, diciendo que acontece porque los ansí nacidos tienen dos trabajos: uno, el porfiar a salir en el seteno, y otro el del nacimiento, luego, en e octavo. Otros lo refieren al cielo, diziendo que en el seteno reina Saturno, planeta frío y seco y contrario a naturaleza humana. Lo cual es causa que nazcan en el octavo tan débiles que no puedan conservarse en especial, reinando luego Luna, que con su humidad los relaxa y afloxa. Comoquiera que sea, son de vida en Egipto a causa de la fertilidad, la cual, como diximos, es parte para que nazcan allí muchos gemelos; y es también de Aristóteles en el capítulo allegado. 5(Siempre al seteno). Porque leo semper septimo y no sempronium septimo, y ansí traslado lo que se sigue, en número desigual de meses, no leyendo in quomensium numero, sino iniquo mensium numero, que ansí como parió las cuatro vezes siempre al seteno, parió los demás, uno al onzeno, otro al seteno, y otro al octavo, en desigual número de meses. Y desta manera estará conforme Plinio con Aristóteles. En el [libro] séptimo De los animales, capítulo III, donde no dize que los que nacen al octavo tienen grande trabajo a los 40 días (aunque Hippócrates afirma que padecen más dentro deste tiempo los sietemesinos) sino que en universal le tiene entonces todo lo del vientre. Pero es de saber que al seteno, como ha vemos dicho, trabajan todos de nacer, al octavo descansan y, al nono, salen de muy buena sazón a luz; al décimo son de vida, pero no es tal el parto porque se arguye la debilidad y no haverse podido rehazer hasta entonces del trabajo pasado en el séptimo y, ansí, los que nacen al undécimo son más vitales, porque reina entonces Sol, el cual es favorable a la criatura. Del parto en el dozeno mes hizo Aristóteles mención. Y aun Hippócrates dize en el libro De Natura Pueri que no acontece estar preñadas las mugeres más que hasta el décimo, y por eso no diremos de él nada, aunque hay otros que lo estienden hasta el catorce, y puesto caso que no haya cierto tiempo de nacer el hombre, haile de forma en el vientre, convertiéndose la simiente en color de sangre, y la sangre en el de carne, y la carne en figura humana, aunque en el cómo y cuándo son diversos los pareceres. Podrás ver esta materia más largamente tractada en el libro allegado de Hippócrates o en el de La generación del hombre que escrivimos en la parte natural de medicina.

6(Al cuarto y octavo mes). Havía dicho esto Aristóteles en el IV capítulo del libro allegado. Del octavo es fácil cosa señalar la causa por el dominio de Saturno. Del cuarto, no tanto, pues reina en él el Sol, planeta como diximos favorable. Pero en haverse gobernado hasta entonces por dos planetas enemigos que son Saturno y Marte y no ser cumplido el regalo del Sol, podría ser peligroso este mes a las preñadas, comunicándoseles el daño de sus criaturas, si por dicha no tiene fuerza indicativa de la conmoción que se espera en el séptimo, y ansí amenaza con su movimiento mal parto. Y por las mismas razones en estos meses será el mal parto mortal.

Y esto baste en cosas que los antiguos nos dexaron establecidas de sola experiencia. Los más ingeniosos pasen adelante cuanto se les concediere y, entretanto, sirva mi tenuidad con su limpio y cándido deseo.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1