CAPITULO II

De los scythas y diversidad de otras gentes

Ya havemos dicho haver generaciones de scythas1 y, no pocas, que comen carne humana. Lo cual, por ventura, tenemos por increíble si no trahemos a la memoria que ha havido enmedio del mundo, conviene a saber, en Sicilia e Italia,2 gentes desta monstruosidad, llamados cíclopas y lestrigones3 y haverse usado, poco ha, de aquella parte de los Alpes,4 sacrificar hombres, según la costumbre de aquellas naciones, que es poco menos que comerlos. Y, aun también, a par de los que están hazia el norte, no lexos del renacimiento del aquilón5 y de la que llaman su cueva, el cual lugar se dize Gesglition,a hay fama habitar los arimaspos,6 que diximos ser hombres señalados por un solo ojo que tienen enmedio de la frente, los cuales, según afirman muchos, pero los más principales Herodoto y Aristeas Proconesio, tienen perpetua contienda sobre los metales con los griphos, que es un género de aves fieras, cuales el vulgo las pinta, sacando ellas oro de ciertas minas con admirable cobdicia, y defendiéndolo de los arimaspos, que con la misma se lo robaban, encima de los otros scythas que comen hombres, llamados de los griegos anthropóphagos.

En un valle grande, rodeado del monte Imao, hay una región llamada Abarimon,7 en la cual andan hombres silvestres, de notable ligereza, que tienen bueltos los pies hazia atrás y viven entre las fieras. Estos mueren luego en sacándolos de su región y, por tanto, no los pueden enbiar vivos a los reyes comarcanos, ni fueron llevados a Alexandro Magno, según cuenta Betón, escriptor de sus viajes.

Isigono Nicense afirma que los primeros comedores de hombres8 que diximos habitar hazia septentrión, camino de diez días sobre el río Borísthenes,9 beven con calaveras de hombres y usan del cuero con sus cabellos por armaduras, ante los pechos. El mismo dize haver en Albania algunos de ojos zarcos, canos desde mochachos, y que ven más de noche que de día. Ansimismo, que camino de diez días sobre el río Borísthenes comen los saurómatas siempre a tercero día.10

Crates Pergameno escrive haver vivido en Hellesponto,11 cerca de Pario, un género de hombres que él llama ophiogenes, de linage de serpientes, que sanavan con el toque de sus mordeduras, y con sólo poner encima la mano sacavan del cuerpo la ponzoña. Varrón dize haver agora allí algunos cuya saliva12 es medicina contra sus mordeduras. En Africa huvo cierta nación de psyllos semejante a ésta, según Agatárchides escrive, que tomaron el nombre del rey Psyllo,13 cuyo sepulchro está en las partes de las Syrtes14 mayores. El cuerpo déstos tenía ponzoña natural, mortífera contra las serpientes y, ansí, con sólo su olor, las adormecían. Tenían costumbre de echar sus hijos en naciendo a las más crueles dellas y desta manera hazer prueva de la castidad15 de sus mugeres, porque las serpientes no huían de los adulterinos. Fue esta gente destruida de los nasamones16 que los mataron casi todos y ocupan agora aquella tierra, aunque todavía quedaron y aún hoy día permanecen algunos pocos de aquel linage, ansí de los que huyeron como de los que se hallaron absentes al tiempo de la pelea. Dura hasta agora en Italia un género de gentes que llaman marsos17 semejantes a éstos que dizen descendir de un hijo de Circe y que, por tanto, tienen aquella fuerza natural. Y aún todos los hombres son ponzoñosos a las serpientes, y dízese que tocadas de su saliva huyen como si les echasen agua hirviendo, y si les penetra a la garganta mueren con ella, principalmente si es de hombre ayuno.

Callíphanes cuenta, encima de los nasamones y machlias, sus comarcanos, habitar hombres de dos naturas,18 dichos andróginos, que algunas vezes se ayuntavan carnal y trastrocadamente los unos a los otros. Aristóteles añade ser la teta derecha déstos de varón y la izquierda de hembra. Isigono y Nimphodoro escriven haver en la misma Africa ciertos linages de hombres que aojan,19 de los cuales todo lo que es aprobado perece y, ansí, causan que se sequen los árboles y mueran los niños. Isigono añade haver en Triballis y en Illyris gente de la misma generación, la cual aoja también con la vista y mata los que mira mucho tiempo, en especial con ojos airados. Cuyo mal, por la mayor parte, haze impresión en los de edad más tierna,20 y lo que es más de notar, que tienen dos niñas en cada ojo. Desta generación hay mugeres en Scythia, llamadas bithias, según cuenta Apollónides. Philarco escribe haber en Ponto una casta de thibios y otros muchos de la misma naturaleza, cuyas señales dize ser en el un ojo dos niñas, y en el otro una figura de cavallos, y que éstos no se hunden en el agua aunque caigan en ella vestidos. Damón cuenta haver en Ethiopía un linage de pharnacos no desemejante a éstos, cuyo sudor haze hécticos a los que toca.

Cicerón, entre los latinos, afirma que todas las mugeres que tienen dos niños, de cualquier nación que sean, dañan con la vista; tanto gustó Naturaleza,21 haviendo dado a los hombres costumbres de fieras, conviene a saber, de comerse unos a otros, de sembrar también en todo el cuerpo y en los ojos de algunos ponzoña, porque no huviese mal en parte alguna de que el hombre no participase.

No lexos de Roma, en el campo de los phaliscos, hay ciertas familias llamadas hirpias, las cuales, en los sacrificios que hazen cada año en el monte Soractes22 a Apollo, andando sobre hogueras no se queman, y, por tanto, por decreto del Senado, son esentos de la guerra y de todos los otros oficios púlicos. En el cuerpo de algunos nacen partes admirables para algo, como al rey Pirrho el dedo pulgar del pie derecho, con cuyo toque curava a los enfermos del bazo. Y escriven no haverse podido quemar con lo demás del cuerpo y que se guardó en una caxa, entero, en el templo.

La India,23 principalmente, y tierras de Ethiopía están llenas de cosas dignas de admiración. Engéndrame en la India grandísimos animales; esto parece ser ansí por los perros que cría, muy mayores que los demás. En lo que toca a árboles se dize havellos de tanta altura que no hay quien, por lo alto, con una saeta, los pase. Desto es causa la fertilidad de la tierra, la templanza del aire y abundanzia de las aguas, tanto que (si es de creer) debaxo de una higuera pueden estar batallas24 de cavallos. Hay cañas de tanta grandeza que, a las vezes, un solo cañuto puede llevar tres hombres por un río que se navegue. Sábese también haver allí hombre, no pocos, de más de cinco cobdos en alto, los cuales, ni escupen, ni tienen dolor de cabeza, ni de dientes, ni de ojos, y pocas vezes de las otras partes del cuerpo, con tan moderado calor del Sol son endurescidos. Los philósophos déstos, llamados gimnosophistas,25 le están, desde que sale hasta que se pone, mirando sin menear los ojos, perseverando todo el día en aquellas calidísimas arenas, ya sobre el un pie, ya sobre el otro. Cuenta Megástenes que en el monte llamado Milo26 se hallan hombres que tienen bueltos los pies hazia atrás y, en cada uno dellos, ocho dedos. Ctesias escrive de otros que tienen las cabezas de perros27 y se visten de pieles de fieras y, en lugar de boz, ladran y, armados de uñas, se sustentan de los animales y aves que cazan por los campos; y dize que, al tiempo que él escrivía esto, havía más de 120 mil dellos. Y que, de cierta gente de la India, las hembras paren28 una sola vez en la vida, y los hijos encanescen en naciendo. Y que hay otro linage de hombres llamados monoscelos,b de una sola pierna y maravillosa ligereza en el salto, los cuales se llaman también sciápodas29 porque en el tiempo de grande calor, echados en el suelo boca arriba, se amparan con la sombra de los pies, y que no están muy apartados de los trogloditas. Caminando déstos para occidente se hallan otros sin cuello, que tienen los ojos en los hombros. Hay también sátiros en los montes subsolanos30 de la India; la región se dize de los cartadulos, animales ligerísimos, los cuales, aunque son de cuatro pies, corren derechos31 y son de figura humana, y por ser tan grande su ligereza nunca los asen sino viejos o enfermos. Taurón escribe haver ciertas gentes salvages llamadas choromandas, sin voz, pero de sonido espantable, cuerpos vellosos, ojos zarcos y dientes de perro. Eudoxo dize que en las partes de la India que están hazia el mediodía, los varones tienen las plantas de un cobdo, y las hembras, tan pequeñas, que por eso las llaman strutbopodas o pies de páxaro. Megásthenes escrive hallarse entre los indios nómades gentes llamadas sirictas, que en lugar de narizes tienen solamente unos agujeros, y los pies enroscados como serpientes. En las postreras partes de la India, hazia levante, a par de la fuente de Ganges, habita la gente de los astomos, sin boca, vellosos por todo el cuerpo, los cuales se visten del Hueco que se haze en las hojas y sustentan de sólo el haliento y olor que atrahen por las narizes. Ni comen ni beven, sólo viven de diversos olores de raízes, flores y manzanas silvestres, que llevan consigo cuando han de ir largo camino, porque no les falte el olor, y mueren fácilmente con cualquiera otro algo pesado. Cuéntase habitan, más arriba déstos, en la parte de los montes, los pigmeos32 que llaman spithameos porque no son mayores que de tres palmos, en cielo saludable, donde siempre es verano, por los montes que le defienden del cierzo, los cuales afirma también Homero ser combatidos de las grullas. Dízese que, cavalleros en carneros y cabras y armados de saetas, descienden por el verano, puestos en escuadrón, a la mar y destruyen los huevos y pollos dellas. Dura esta contienda tres meses y házenlo porque de otra manera no podrían después resistir a su muchedumbre. Edifican chozas de barro, plumas y de las cáscaras destos huevos. Aristóteles dize que viven en cuevas; en lo demás habla dellos como los otros.

Isigono dize que los cirnos,33 linage de indios, viven 140 años y lo mismo de los ethíopes macrobios, seras y de los que moran en el monte Athon,34 mas que éstos postreros viven tanto porque se mantienen de carnes de víboras35 y que, ansí, ni en la cabeza ni en el vestido crían pulgas ni piojos. Onesícrito refiere que en los lugares de la India donde no hay sombras, son los hombres de cinco cobdos y dos palmos y viven 130 años, sin se envegecer, y mueren como de mediana edad. Crates Pergameno llama gimnetas ciertos indios que viven más de 100 años, aunque otros muchos los llaman macrobios. Ctesias dize que ciertos déstos, llamados pandores, habitantes en unos valles cercados de montes, viven 200, con cabellos blancos en la jubentud, y negros en la vejez y, que otros por el contrario, cercanos a los macrobios, no pasan de 40; cuyas hembras paren una sola vez y esto cuenta también Agathárchides, y que se mantienen de lagostas36 y son muy ligeros. Clitarcho y Megásthenes los llaman mandros y cuentan dellos 300 aldeas y dizen parir las hembras a los siete años de su edad y envejecer a los 40. Artemidoro escrive en la isla Taprobana37 vivir los hombres mucho y sin enfermedad. Y que, en Duris, muchos de los indios empreñan a las fieras y los hijos nacen medio hombres y medio brutos, y que las hembras de los calígenes, gente de la misma India, conciben de edad de cinco años y no viven más de ocho. Y que en otra parte nacen los hombres con cola vellosa, de notable ligereza y, otros, se cubren todos con las orejas. El río Arbis aparta los oritas de los indios; estos oritas no comen sino peces, que, despedazados con las uñas, tuestan al sol, y ansí hazen dellos pan, según afirma Clitarcho. Crates Pergameno dize que los trogloditas,38 encima de los de Ethiopía, son más ligeros que cavallos y que hay ethíopes de más de ocho cobdos en alto. Estos se llaman sirbotas y son de los ethíopes nómades, que inclinan más a septentrión, riberas del río Astopo. Los que llaman menismos distan del Océano camino de 20 días y susténtanse de la leche de los que arriba llamamos cinocéphalos, cuyos rebaños apacientan matando los machos, aunque dexan dellos los que son necesarios para la casta. En las soledades de Africa se topan phantasmas39 o visiones de hombres y en un momento desaparecen.

Estas y otras tales cosas del linage humano produxo la ingeniosa naturaleza, que a ella son juego y, a nosotros, espanto. Mas ¿quién podrá contar las que haze cada día y aun cada hora? Pero para manifestar su poder basta haver puesto entre las monstruosidades algunas gentes.

Agora bolvamos a tractar, brevemente, de otras cosas que son más ciertas del hombre.

EL INTERPRETE

1(Scythas). Dos Scythias hay de parecer de todos los geógraphos: una, de Europa, que confina con Sarmathia o Polonia, cerca de Asia, y otra asiática, dividida en dos partes, de las cuales, la una está dentro del monte Imao, hazia occidente y mediodía y otra, fuera, hazia oriente y más septentrional, llamadas hoy Tartarias. De los unos scythas y de los otros dixo Plinio que hay no pocos que comen carnes humanas. De los asiáticos, en el capítulo XVII del libro sexto, y de los europeos en el capítulo XII del libro cuarto. Ni son éstos solos, ni se han comido solos hombres, porque en el capítulo XXX del mismo sexto dize que entre los ethíopes, cuyo rey tenía un ojo en la frente, se mantuvieron los agrióphagos principalmente de carnes de onzas y leones, y los pámphagos de aves de todos los géneros, y los antropóphagos de carne humana, de que hasta nuestros tiempos, en muchas partes de las Indias Occidentales, usavan mayormente de los hombres sacrificados, a lo cual algunos hespañoles han, no pocas vezes, dado materia. Ni perdonaron a las serpientes, como en este mesmo capítulo se haze mención, los que llaman los griegos θηριότροΦος y άσπιδότροΦος. 2(Sicilia e Italia). Códices hay manuscritos donde no se leen estas palabras y creyéramos fácilmente no ser de nuestro autor porque parecen dar a entender que Italia no está enmedio de lo que se habita, lo cual es falso, sino que leyendo Sicilia ac Italia, pueden ser declaración de las que preceden; y ansí quedarse con sólo poner el ac tras Sicilia y antes de Italia y, desta manera, estará bien castigado este lugar. 3(Cíclopes y lestrigones). Fueron los lestrigones, según testifica Homero, Marciano y Strabón, en los extremos de Italia, hazia Sicilia, gentes de famosa fiereza, y que se mantenían de carne humana. Y los cíclopes, como dize Theophrasto, otras semejantes de Phenicia, que hallaron la fábrica del metal; y por eso fingieron los poetas ser ministros de Vulcano en Sicilia y no tener más que un ojo, tomando por ventura ocasión de fingir lo de los arimaspos, hombres también monóculos, de que hazen mención las historias scythicas o del aviso y discreción grande desta gente, según lo que hazen los tiradores, que para acertar mejor al blanco cierran el ojo izquierdo. Haze mención Homero de Lestrigonia en el libro diez y treceavo de la Ulisea, y de los cíclopes en el libro noveno, después de los lotóphagos. 4(De los Alpes), entiende Francia. 5(De aquilón). Corre éste entre el norte y oriente solsticial. De los demás vientos havemos extensamente hablado en el segundo libro con Plinio, do ellos tienen su proprio lugar, a do remito al lector.

6(Arimaspos). Gentes son que habitan a par de los montes Ripheos, de los cuales, junto con los hiperbóreos, esedones, arimpheos y cimerios y otras gentes sus comarcanas, cuenta Herodoto cosas no menos admirables, en el libro cuarto, capítulo XII y en el tercero de la Thalía y cuarto de la Melpómene, de donde aunque se entienda que ni éstos tenían el ojo que dizen solo, de donde en su lengua propria ansí se llamasen, ni los griphos de que aquí se haze mención eran aves, sino gentes deste nombre, pero hay gravísimos varones que afirman realmente hallarse esta fiera. A la sazón que esto escrivía me contó un soldado de Perú que, en la provincia de Homagua, hay unas aves tan grandes que arrebatan los indios [con] las uñas y se los van comiendo y despedazando por el aire. Y descubren con ellas el oro que hay en grande abundancia por aquella tierra, y encima hazen nidos y sacan sus crías, y añadió el modo que tienen los de la tierra para defenderse dellas. Dezía, también, haver visto algunas de sus plumas, cada una de las cuales era tan gruesa como un mediano brazo. Si éstos fuesen griphos o bueitres u otra nueva casta de aves, yo no sabría determinarlo, ni obligo a nadie a que crea dello más de lo que quisiere, aunque no me pareció cosa indigna de advertirse en este lugar, entre otras monstruosidades que sabemos llevar cada día aquellas tierras. 7(Abarimon). Región es también de scythas, en Asia. 8(Los primeros comedores de hombres). Habla de los europeos y menos allegados a septentrión. Aquéllos, pues, bevían con calaveras de hombres y usavan del cuero con sus cabellos por armadura, ante los pechos, de la manera que (según refiere Homero) se davan antiguamente a los hombres valerosos de cuero de bueyes, con sus cuernos, por señal de honra. Y, ansí, ni más ni menos, se ponían colgados de las riendas de los cavallos, como cuenta el mismo Herodoto. Los chichimecas hoy, cuando matan algún hespañol, le quitan el cuero de la cabeza con sus cavellos para usar de él en sus regozijos y bailes y aún havemos visto algunos desollados que, con fingirse muertos y dexársele arrancar, han escapado con la vida. 9(Borísthenes). Río es de la Sarmathia europea, cuyas gentes eran llamadas también saurómatas por tener ojos semejantes a los de las lagartijas. 10(Comen a tercero día). De diversas maneras dispusieron (según lo afirma Galeno) los pasados las comidas, y de aquí ha nacido la variedad del significarlas porque (como dize Festo) la comida meridiana a que llaman los griegos δεîπνον, se dixo primero cena, aunque después se llamó prandium y (según trahe Atheneo en su primero libro, con autoridad de Homero) la de mañana, que dezimos almuerzo, aristum [άριστον] y después acratismum [άκράτισμα]; la de entre el almuerzo y comida, dilinum y, la cena, dorpum [δόρπoν]. Puesto caso que no se guardan inviolablemente estas propriedades.

11(Hellesponto). Llámase hoy el faro de Gallípola. En esta parte de Asia está la ciudad de Parió, lee el capítulo XXXII del libro sexto deste autor. 12(Cuya saliva). Puesto caso que los griegos confundan πτύαλον con σίαλον como hazen los latinos a sputum con saliva. Pero sputum es propriamente lo que sale del pecho bin cozido que, si no lo está, antes se llama πτύσμα, que es sputio o sputamen, según enseña Galeno en el capítulo V del libro primero, De Chrisibus, y saliva lo que expelen las landrezillas o glándulas de la raíz de la lengua. Porque aunque sirven de establecer las venas que en ellas se fundan, aprovechan también criando esta humidad, útil para muchos fines y, el principal, para humedecer algunos miembros que, sin ella, desecados, no pudieran moverse, como se ve en el segundo De Semine, de Galeno, capítulo VI y ansí es una de las cosas que haze Naturaleza con providencia, y no acaso en el cuerpo humano y común a los enfermos y a los sanos lo cual escrive el mismo autor en el VI, De las epidemias, en el quinto comentario, no obstante que en el libro tercero, de Locis afectis, la llama superfluidad, lo cual otros autores también confirman. Su virtud (como él mismo testifica) es diversa, según los tiempos de la digestión que se haze en el cuerpo humano, como también la de la orina y chólera, porque la del ayuno es de templada virtud sobre comida muy débil, y en el que ha hambre o sed fuerte y aguda. Es contraria de su propria naturaleza a los animales venenosos y, si es hombre hambriento, mata el escorpión, como él mismo afirma en los libros de la destemplanza desigual y las bívoras. Confirma esto Nicandro en sus Theriacos, sobre el cual tenemos mostrado cuánto hierra Lonicero trasladando puercos por σίαλον que es saliva, lo cual el mismo Galeno confirma en el décimo libro, De la virtud de las medicinas, refiriendo esta doctrina y allegando este autor por estas palabras, como antiguamente cantó Nicandro. 13(De Psyllos). Acordose déstos, entre otros autores, Herodoto, diziendo haver sido muertos del viento austro, como emprendiesen contra él necia contienda. 14(Syrtes). Llaman los antiguos Syrtes los que hoy se dizen baxos de Bervería, y son dos senos en los confines de Africa la Menor y la provincia Cyrenaica, muy peligrosos a causa del fluxo y refluxo que trahe a unas partes y a otras el arena, y son dos: Mayor, en que están las aras de los philenos, y la Menor, donde está la isla que hoy llaman Gelves. Déstas tomaron el nombre las tierras comarcanas y, ansí, las nombra Plinio Syrtes. 15(Castidad). Esta prueva no sería eficaz con los naturales.

16(Nasamones). Fueron éstos llamados también de los griegos mesamonones a causa de los arenales do habitavan en la región Cyrenaica, de Africa. 17(Marsos). De do se dixeron las víboras que ellos tractavan, marasos y, por eso, los llama Galeno theriotrophos y aspidotrophos. Destos marsos hizo mención Virgilio debaxo del nombre de marrubios, diziendo vino de la gente marrubia un sacerdote, el cual solía adormecer con su toque y canto el género de las víboras e hidros que pesadamente respiran, ablandava las iras y, con su arte, sanava las mordeduras. 18(De dos naturas). Déstos hablaré en el comentario siguiente. 19(Que aojan). Haver ojo, que llaman los latinos fascinum y los griegos βασκαίνω, confirman los autores sagrados, y también los prophanos, tractando de él como de cosa verdadera, porque Sant Pablo a los gálatas, capítulo III, dize: ώ άνόητοι Γαλάται τíς ύμάς έβάσκανεν. Plinio se acordó de él (allende deste lugar) en el libro trezeavo, veintiochoavo y diezinueve; Virgilio en sus Bucólicas y, tras éstos, otros mil autores. Y no obstante que fascino también es (porque se deriva de fando) cualquier género de encatamento y, ni más ni menos, bascania entre los griegos, que quiere dezir invidia o emulación, odio y calumnia, pero las más vezes se usurpa por ojo y muestra haverle la experiencia ordinaria. No niego yo que el buen hábito y carnes llegada al extremo (como habla Hippócrates) hagan mudanzas increíbles, y que algunas vezes engañen al vulgo, mas ni por eso deve nadie negar que acaezca también este daño de parte del ojo, pues ha visto Hespaña hombres de tan manifiesta ponzoña para lo que miravan, sin perdonar a las bestias, que se han a esta causa privado de la conversación humana y salido a habitar por los desiertos. Pero ¿quién podrá negarlo?, pues no se pueden dexar de conceder estas propriedades no menos admirables del cuerpo humano, y que tienen, como adelante diremos, semejante causa: cuales la del dedo pulgar del pie derecho de Pirrho, el curar algunos con sólo el toque la ponzoña, y no ser ofendidos de víboras; lo que cuenta Tranquillo de Vespasiano que sanava con el toque los malos de los ojos, y lo que se dize de los reyes de Francia, aunque esto (si es cierto) parece más gracia concedida a ellos, graciosamente, que no propriedad natural, pues no se comunica a algún linage, antes lo heredan (según dizen) sólo los reyes. Iten, los saludadores, y otras mil cosas desta manera. Ansí que no es razón quitar al hombre propriedades que a otras cosas de menor calidad se conceden, ansí para dañar como para aprovechar. Algunos han creído, con grande error, que le quita Galeno en el I capítulo del sexto libro De las medicinas simples, donde no le pasó el ojo por pensamiento, que γοηθία [γοητεíα] de que allí se acordó no es sino encantamento, magia o prestigio. Varían los autores en la causa deste daño. Unos dizen ser la imaginación, lo cual, no sólo a las discretas, pero a las piadosas orejas ofende; otros, los espíritus que llaman visivos, depravados y viciosos, mas no creo llegar a tanta infección las partes más excelentes y limpias de nuestros cuerpos, durando la vida. Otros, vapores dañados, que por el asiento de los ojos, como por partículas floxas y abiertas, exhalan. Pero menos es esto de creer, pues hombres muy destemplados y malsanos no padecen este daño y, por el contrario, aojan hombres de muy igual templanza y humores; y ansí me parecería a mi que la causa menos subjecta a calumnia sería propriedad en los ojos, ayudada algunas vezes de los malos vapores y afectos, en especial de los que tienen por oficio traher de dentro para fuera, cual es ira, amor, gozo y otros semejantes, los cuales, alterando el cuerpo proprio, podrían alterar también el aire con vapores, y ansí, finalmente, otros cuerpos que en conveniente distancia ocurriesen. 20(Más tierna). Porque leo impuberes.

21(Tanto gustó Naturaleza). Sigo en esta parte la letra del códice que traslado, que es el que anda con las castigaciones de Segismundo Gellenio. 22(Soractes). Cerca es de Roma. 23(La India). En otros muchos lugares deste volumen se habla largo desta región. 24(Batallas). Ansí declaro turmae, e incluía cada una (según afirma Vegetio) 30 hombres de cavallo. 25(Gymnosophistas). Ve a Philostrato en la vida de Apollonio Thianeo, aunque también San Augustín, San Hierónymo, Valerio, Marco, Cicerón y otros autores hazen dellos particular memoria.

26(Milo). Monte es de la India. 27(Cinocéphalos). De los hombres fieros que Plinio nombra en el resto deste capítulo y de otros semejantes se podría dubdar si son hombres, y si lo son, si de la casta de Adam, a lo cual respondo con san Augustín en el capítulo VIII del libro diez y seis de La Ciudad de Dios que, o son fingidos y fabulosos o, si los hay, que no son hombres, o si lo son, que serán de la de Adam (porque no doy crédito a lo que cuenta Saxon de un meningo, sátiro de las montañas, habitante en Biarmia, el cual dize haver dexado por heredero de muchas riquezas de que era señor a Hotero, rey de Suecia) que no lo impedirá la extraordinaria figura, como ellos sean racionales. Lo que toca a los cinocéphalos, Diodoro dize ser animales fieros; Solino los refiere al género de las monas y dize que jamás se amansan. Lo que dizen de un animal monstruoso que mataron en la India con cabeza de perro, aunque algo diferente, cuya figura y relación se embió al rey de Portugal, créalo aquel a quien le pareciere digno de fe. 28(Paren). Poco podía durar esta gente por mucha que fuese, pues en cada parto se acavaba la mitad, conviene a saber, los varones. 29(Scyápodas). Ansí leo de los mejores autores y no scyopodas y quiere dezir umbripedes; de scya, que es sombra, y p[o]us, que es pie, porque se hazían sombra con los pies. 30(Subsolanos). Que es hazia el oriente equinoccial.

31(Corren derechos). Porque leo quanquan quadrupedes tamen recte currentes. 32(Pigmeos). Dize Eustacio, intérprete de Homero, haverse llamado ansí de πvγών, que quiere dezir cobdo, y el cobdo es pie y medio o 24 dedos, porque el pie consta de 12 pulgares que son 16 dedos, o cuatro palmos, aunque el palmo, que he dicho es el menor y consta de tres pulgares y es cuadrante o cuarta parte del pie, porque hay otro mayor o tendido que consta de 12 dedos, y ésta se llama spithama y es dodrante o nueve partes del pie, que son nueve pulgares. Y, ansí, Plinio les da tres spithamas o tres dodrantes, que son 36 dedos, y Gellio, en el libro noveno, dos pies y un cuadrante, que son los mismos 36 dedos. Juvenal, como poeta, para hazer la cosa más admirable y ridícula la encareció diziendo: quorum totacohors pede non est altior uno, si no queremos dezir haver hablado de diversos pigmeos porque, a la verdad, en diversas partes los ponen los autores, y no es de creer que en esto fuesen tan contrarios, porque Plinio, en el libro cuarto, los pone en Thracia, y en el quinto, refiere la opinión de algunos que creyeron ser habitadores de Eudon, río de Caria y, en el sexto, la de otros que los ponen en los lugares montanos de los prasios, que están en la India, cuyo parecer sigue Philostrato. Y en el mismo sexto también la de otros que los ponen antes de las lagunas del Nilo, y dellos es Aristóteles, el cual dize que viven los pigmeos en Ethiopía, región throglodítica, afirmando ser verdad lo que se suena de su pelea con las grullas, escripta de Homero, el cual quiere que viven en la parte meridional, que es en Ethiopia, según Strabón declara. Mela escrive haver vivido en la Arabia Inferior, aunque dize que faltaron peleando por sus sembrados. Algunos hay que creen no ser hombres, antes, especie de monas. Plinio y Aristóteles tienen que sí. No ha faltado quien me ha dicho havellos visto junto con los monóculos y no haverle parecido hombres. Mas yo, con más fundamento, suelo creer estas cosas. 33(Cyrnos). Ansí llama aquí un linage de indios, el cual nombre tuvieron también los de Córcega. 34(Athon). Montes [son] de Europa; lee en el capítulo XII del libro cuarto. 35(De víboras). Su complexión es cálida y seca; tienen fuerza resolutiva, mayormente por las partes del cuero, de donde es que los que las comen no crían piojos y viven mucho, aunque otros han dicho lo contrario. Estas y otras cosas puedes ver de su carne en Dioscórides y en muchos lugares de Galeno.

36 (De lagostas). De las cuales parece también haverse sustentado San Juan Baptista; hoy las comen los indios de la Nueva Hespaña fritas, y tienen buen sabor y semejante al de las almendras dulces. 37(Taprobana). Insula es de Asia; verás su descripción en el libro sexto de Plinio, capítulo XXII, y de los oritas, en el siguiente. 38(Trogloditas). Región es de Africa de que en otra parte hablaremos. 39(Phantasmas). Podrían nacer estas aparencias de las exhalaciones de aquella tierra, por ser tan cálida y seca, junto con causa superior. Epicuro, según parece de Lucrecio, quiere formarse de átomos, o por ventura eran demonios que tomavan formas phantásticas. Bien sé que ha havido varones de no poca autoridad, gentiles y christianos, que pensaron participar algunos ángeles y demonios de cuerpos visibles, aunque muy delicados, con que pudiesen mezclarse con las mugeres, y aún desta casta creen haver sido los gigantes, persuadidos de algunas engañosas razones y de autoridades de la Escriptura, mal entendidas. Pero ello se tenga por falso, como lo es, según que en otra conjuntura declararemos más largamente. Véanse muchas cosas dignas de saber acerca de ángeles y demonios en el libro quinze de La Ciudad de Dios que San Augustín escrivió, en el capítulo XXIII y en otros lugares del mismo volumen; lo que escrivió Dionisio de la ca[.. ,]hyerarchía.

a. Otros leen Geselitherum, Gesclitos y Ges Clithron, derivando esta última de gaesum, dardo y κλεíθρον. cerrojo.

b. De μόνος y κωλήν, pierna.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1