CAPITULO XXXII

De las islas Afortunadas

Hay algunos que creen estar más adelante de éstos las islas Fortunatas o Bienaventuradas, y algunas otras a cuyo número ayuntando también Seboso las distancias dixo distar, la de Juno de Cádiz, 750 mil pasos, y de ésta la Pluvialia y Capraria, hazia el Poniente, otro tanto; que en la Pluvialia no hay agua, sino de lo que llueve y que déstas están las Fortunatas 250 mil pasos, y que contra la mano izquierda de Mauritania, ocho mil pasos, se llama otra región del Sol, en un valle rodeado de montes, por su convexidad, y Planaria por su figura, con circuito de un valle de 300 mil pasos y que crecen allí los árboles hasta ser de tamaño de 144 pies. Juba escrivió desta manera de las islas Fortunatas, que están puestas al mediodía, cerca del poniente, 725 mil pasos de las Purpurarias, de manera1 que se navegue 250 encima del poniente y después se vaya al oriente por 275 y mil.

Que la primera se llama Ombrión, con ningunos rastros de edificios; que tiene un lago en los montes, y árboles semejantes a cañaheja de que se esprime agua; de las negras, amarga, y de las blancas, muy buena de bever. Que se llama otra isla de Junonia, y que hay en ella una ermita solamente edificada de piedra, y otra isla menor no lejos désta del mismo nombre. Después, la Capraria, llena de grandes lagartos. Que a vista de éstas está la Nivaria, llena de nieblas, que tomó el nombre de la continua nieve. Que es cercana a ésta la Canaria, dicha ansí de la muchedumbre de los perros de espantable grandeza que cría, de los cuales fueron traídos dos a Juba, y parecen allí rastros de edificios. Y que como todas abunden en copia de fructas y aves de todos géneros, ésta también cría palmeras que llevan cariotasa y pinares. Que hay también copia de miel; ansimismo el junco que llaman papiro y siluros en los ríos. Que son aquexadas de bestias que son cada día expelidas y se pudren.b

Pero ya será bien, pues havemos mostrado el mundo por de fuera y por de dentro abundantemente, que sumemos en breve la medida de sus mares.

a. Latinismo, por dátiles.

b. Se refiere a los restos putrefactos de organismos marinos que las olas arrojan a las playas.


EL INTERPRETE

Créese ser las que hoy llamamos islas Canarias, las que llamó Fortunatas la Antigüedad, y aunque por no ser dichosas o de tan próspera habitación como los antiguos dixeron, antes pobres y de grande esterilidad, han algunos pensado que podrían ser las Fortunatas las que hoy llamamos de Cabo Verde, más fértiles y no de muy diferente graduación de la que Ptolomeo les atribuye. Pero porque creen otros ser las de Cabo Verde las islas del mar Atlántico que llamaron los antiguos Hespérides, no muy contra razón (puesto que otros sientan ser las Hespérides las tierras todas del mar Océano) y los grados no son muy desconvenientes, ni los antiguos pueden juzgar de su fertilidad como gente que apenas osaba pasar el estrecho, conformarnos hemos por agora con los que dizen ser las Canarias las Fortunatas. Estas (puesto que los antiguos cuenten solas seis) hallamos ser siete: Lanzarote, que por ventura es la Autola o Junonia; Fuerteventura; Gran Canaria, que los antiguos llamaron con el mismo nombre por los perros que criaba (como Plinio dize) en grande cantidad y de espantable grandeza; Tenerife, La Gomera, Palma y la Isla del Hierro, que por ventura es la Pluvial, o no tienen más agua que la que se apega y desliza de las hojas de un árbol de cierto género y esto se puede pensar ser ansí por ser [ύετός] acerca de los griegos, pluvial, de do pudo [la palabra] hierro corromperse, que es el nombre de hoy.

1(De manera). Quiere dezir que no hay esta distancia por camino derecho, sino caminando primero hazia occidente los pasos que dize y volviendo después al oriente 375 mil, porque no se devía de saber otro más derecho camino entonces.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1