CAPITULO XXII

De la isla Taprobana

Muchos tiempos se creyó ser la isla Taprobanaa otro mundo, llamando a sus gentes antictones,b pero declararon la edad y armas del Magno Alexandro ser antes isla. Onesícrito, general de su flota, escrivió criarse allí mayores depilantes y más belicosos que en la India. Megásthenes dize que se divide por un río, y se llaman sus moradores paleogonos,c más abundantes de oro y perlas grandes que los indios. Eratósthenes escrivió también la medida de su longitud diziendo ser de siete mil estadios y la de su latitud de cinco mil. Y afirma no ser ciudades, pero 700 aldeas.

[La isla de Ceilán] comienza del mar Oriental, estendiéndose a par de la India entre el nacimiento y ocaso del Sol, y creyose antiguamente que distava de la gente prasiana por navegación de 20 días y, después, por ver que se iva a ella con navíos de juncos y otros aparejos del Nilo, se juzgó distar por intervalo de siete días de navegación, según lo que se puede navegar con nuestros navíos. Está entre medias un mar lleno de baxos, con hondo de solos seis pies, pero tan profundo en ciertas canales que no hay anchura que prenda en el suelo. Y por tanto tienen los navíos de ambas partes proras,d porque no sea necesario bolverlos a la redonda por las angosturas de aquella canal. No se tiene cuenta en esta navegación con las estrellas, ni se ve el norte, pero llevan consigo aves que sueltan muchas vezes y siguen el camino que éstas enderezan hazia la tierra. No se navega más que tres meses en el año. Guárdanse, por 100 días después del solsticio, de navegar por andar entonces aquel mar desasosegado.

Hasta agora havemos dicho lo que nos dexaron escripto los antiguos. A nosotros se nos concedió más copiosa y diligente noticia en el principado de Claudio, traídos legados de la ínsula, y fue desta manera: navegando un liberto de Annio Plocamo, que havía comprado de la República las rentas del mar Bermejo, fue a par de Arabia arrebatado del viento aquilón y llevado en 15 días, por Carmania, a los Hipuros, puerto suyo, y hospedado, con clemencia del rey, por espacio de seis meses. Deprendió la lengua de aquella tierra y, siendo preguntado, le contó muchas cosas de los romanos y de César. Lo que más de todo lo que oyó le causó admiración fue su justicia, y que la moneda que le tomaron fuese de igual peso, puesto caso que los retratos, que eran diversos, mostrasen haver sido hechas de diversas personas, y movido por esta razón a la amistad de los romanos, envió cuatro embaxadores, de los cuales fue Rechia el principal. Déstos se supo que havía en esta isla 500 pueblos y un puerto contra el mediodía, a par del pueblo Palesimundo, el más insigne de todos y corte de 200 mil vecinos. Está dentro el estanque Megisba, de 275 mil pasos de ámbito, que abraza islas de sólo pasto fértiles, y que salen de él dos ríos: Palesimundo, que corre en el puerto por tres brazos acerca del pueblo del mismo nombre, de los cuales el más estrecho es de cinco estadios de anchura y el más ancho de 15, y otro [río] que vuelve a septentrión y a la India, llamado Cydara. Iten, un promontorio o cabo que llaman Colaico, cercano a la India, con navegación de sólo cuatro días, ocurriendo al medio camino la ínsula del Sol. Y que este mar es de color muy verde y abundante en muchos árboles, tanto que sus ramas están maltratadas de los remos. Admirábanse de las estrellas del Norte y Vergilias que víane en nuestra tierra, y confesavan que no se veía en la suya la Luna encima de la Tierra, sino dende el octavo día hasta el decimosexto, y que el Canopo lucía a las noches estrella grande y clara. Pero lo que más admirable les parecía era caer sus sombras hazia nuestro cielo, y no hazia el suyo, y que el Sol saliese de la mano izquierda y se pusiese a la derecha, y no al contrario. Los mismos contaron que el lado de la ínsula que por la parte de la India se estiende tiene 10 mil estadios desde el oriente hiberno, adelante de los montes Emodos, y que los seresf eran vistos dellos y conocidos por contratación, y que el padre de Rachia havía ido allá, y que salen allí las fieras al encuentro [de] los estranjeros, y que ellos exceden el vulgar tamaño de los hombres, tienen los cabellos rojos, ojos verdinegros o azules oscuros y de sonido espantable, en lugar de voz, sin contratar con gente alguna por medio de la lengua. Como sean en todo lo demás como nuestros mercaderes, ponen las mercadurías en la ribera que está de la otra parte del río, y pónenles allí junto las que les dan en trueco y, si les agrada, efectúase la contratación, y no hay cosa que más ajustamente nos haga aborrecer la demasía que dexar ir la imaginación hasta allá y pensar qué se va a buscar, a dónde y por qué.

Pero ni la Taprobana, aunque puesta fuera del mundo, carece de nuestros vicios, porque se estima también allí en mucho el oro y plata. El mármor es semejante a las conchas de los galápagos y tiénense en mucho más las piedras preciosas y perlas, que es la suma de nuestras demasías. Dezían ser sus riquezas mayores, pero que entre nosotros era mayor la nuestra y ostentación del las. Que no tiene nadie dellos criado, ni les toma el día durmiendo o duermen entre día. Que sus edificios se levantan poco del suelo y no crece el precio de sus mantenimientos. Que no tienen juezes ni pleitos, honran a Hércules por dios, elige el pueblo rey, mirando que sea manso, viejo, piadoso y sin hijos, y que si los huviese después, se deshereden, porque no se haga hereditario el reino. Que se le dan a este rey 30 rectores por el pueblo, y que no se condena a nadie a muerte si no es votando los más, y que aún entonces hay apelación al pueblo. Danse 70 juezes. Si libran éstos al reo, quedan los 30 que le condenaron infames y sin autoridad. El rey viste como vestía Bacho; los demás usan del traje de los de Arabia. Si el rey peca, es condenado a muerte, pero no le mata nadie, volviéndole todos las espaldas y negándole aun la habla.

Pero despedázanle en caza regocijada, y esles más agradable que las demás, la que se haze con tigres y elephantes. Que labran con diligencia sus campos, carecen del uso de las vides, y abundan en manzanas. Que se deleitan con la pesquería y, principalmente, de las tortugas, con cuya concha cubren las casas, tan grandes se hallan, y que viven los hombres por lo menos 100 años.

Esto se supo de la isla Taprobane, ansí que las cuatro satrapías que dilatamos para este lugar se han de [tractar] desta manera.

a. Hoy, Ceilán.

b. De άντί, contra y χθώγ, tierra.

c. Por aborígenes.

d. Por proas.

e. Por veían.

f. Chinos.


EL INTERPRETE

Ptolomeo dize oponerse el promontorio de la Taprobana a Cory, promontorio de la India. Pero según el parecer de algunos de los que en nuestros tiempos han navegado y visto todo el oriente, no hay tal isla donde Ptolomeo, Plinio y otros geógraphos la ponen, antes tienen por muy cierto muchos dellos ser la que hoy llamamos Sumatra.

Desta Sumatra cuentan tener un monte altísimo lleno de muy verdes y espesas arboledas, donde se ve una perpetua niebla, la cual, asentándose sobre las hojas de los árboles y destilando dellas en arroyos (como en la isla del Hierro también sabemos acontecer), ayuda a la falta de agua de aquella isla, la cual se sustenta de fuentes y de un pequeño río, sin el cual se cree que no se pudiera habitar.

Otros quieren sea no Sumatra, sino Ceilán, y déstos es uno Joan de Barros, el cual la descrive en el capítulo I del libro segundo de su Tercera Década, diziendo estar situada enfrente del cabo Comori, que es la tierra más austral de toda la India Intra-Gangem, ser de figura aovada y situarse a la [lar]ga de la costa de la India, por el rumbo del [su]deste, cuya punta austral está en altura de seis grados y la septentrional de casi diez. Su largura es de 78 leguas y su anchura de 44 y la punta más cercana a tierra firme dista della 16, en que hay muchos y muy peligrosos baxos. Tienen los de la India haver apartado el mar esta isla, como primero fuese tierra firme con ella, pero los del cabo Comori la apropian a su tierra con más apariencia según parece del sobredicho Barros, el cual refiere los diversos nombres que ha tenido y la razón dellos. La causa de no ser tan grande como cuentan los antiguos de la Taprobana es haverla inundado el mar, y ansí no llega hoy a la línea equinoccial. Dize Ptolomeo haverse llamado Sálica, que parece aludir el nombre del Ceilam. Es subjecta hoy a Portugal, de aires saludables, fértil y proveída por la mayor parte della [de] todas las cosas necesarias.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1