DESCRIPCION DE AFRICA

Llaman los griegos a Africa, Libya, y, al mar que tiene delante, Líbyco. Acábase con Egipto, y no hay parte de la tierra que reciba menos senos procediendo desde el occidente, por largo espacio, con riberas tor[ci]das. Los nombres de sus gentes y pueblos no se pueden por alguna vía referir, si no es en sus lenguages proprios. Y, fuera desto, casi todos moran en villas cercadas.


EL INTERPRETE

Ha tractado Plinio, en los libros que preceden a éste, de Europa y de sus tan principales y excelentes regiones. En el presente descrive a Africa, tercera parte del Mundo de [las] tres que, con los demás geógraphos latinos y griegos, alcanzó [a] conocer.

Excedida de Asia en grandeza y mayor que Europa, aunque no tan larga, ancha por donde toca al océano Atlántico, de donde se va siempre enangostando hasta el Cabo, en que tiene su menor anchura.

Tomó el nombre de Afer, del linage de Abraham, si no se llamó ansí (según otros quieren) por estar agena de frío, como sitiada entre los dos trópicos y que no pasa del tercero clima. O (según León Africano) de Iphrico, rey de Arabia Félix, que dizen los eruditos de los moros haver venido allí con exército ahuyentado del rey de Asyria; o de faraca, verbo arábigo que significa dividir, a causa de estar divisa de Europa, como diremos, por el mar Mediterráneo y de Egipto y Asia [por el] Nilo o por el mar Rubro, el cual tiene por término de la vanda de oriente, según quieren algunos geógraphos, aunque según Mela, Strabón y Plinio [tiene por término oriental] al río Nilo; de la de occidente al mar Atlántico, de la de septentrión al Líbico y, de la de mediodía, al Austral.

Contiene dentro de sí las dos Mauritanias, Tingitania y Cesariense (aunque désta apenas tuvo Pomponio noticia, según parece de su descripción), Numidia, Africa Propria, la región Cyrenaica, Lybia Mareotis, las Ethiopías y otros pueblos monstruosos. Según León Africano (que la descrive como hoy se halla y con los nombres que tienen al presente sus ciudades y provincias) [incluye] a Berbería, Numidia, Libya y la región de los nigritas.

Fue Africa insigne en tiempo del imperio de los egipcios y cartagineses y, descaeciendo después, tornó a florescer al tiempo que Mahoma divulgó su disparate y maldita secta, hasta el imperio de los turcos, que tornó a ser abatida totalmente su grandeza. Florescieron las ciencias, primero, entre los egipcios; después fueron transferidas a Grecia e Italia y, venidos ya los godos y longobardos, se pasaron a los moros, que por la traición del sacrílego [conde] don Julián ocupavan entonces la mayor parte de Hespaña, según se entiende de los árabes, médicos, philósophos, astrólogos y señalados en todas casi las otras ciencias, que en aquel tiempo a bueltas de Córdova y Sevilla, principalmente, y por la mayor parte de la Bética, florescían. Habitáronla, fuera de sus naciones, que con nombre general dixeron africanas, penos o phenices y griegos.

Fueron, primero, según refiere León Africano, idólatras; después, rescibieron la ley de los judíos. Tras esto fueron christianos y dieron últimamente en las vaziedades y desatinos de Mahoma, que ellos llaman Maehomot, en que hoy se tienen pie. Pasaron los árabes el Nilo y ocuparon a Africa, dándoles lugar para ello Calipha, tenido entre los moros por cismático, en los 400 años de [la] Egira, en cuyos 208 fue el principio de la pestilencial secta de Mahoma y ansí se tomó su lenguaje que hoy está tan estendido en tantas y tan diversas partes del Mundo, dexada la lengua africana, la cual, aunque era diferente de la latina, usava de sus letras y characteres. Están agora entre ellos perdidas todas las buenas letras y disciplinas, aunque me dizen, personas que lo han visto, hallarse en la librería que tiene el xarife en la ciudad de Fez libros muy antiguos y exquisitos, griegos, latinos y arábigos, de muy ancianas y sabrosas historias y otras ciencias, compuestos por excelentes varones en diversas facultades.

Es [Africa], por la parte que no se habita, muy estéril y llena de fieras y venenosos animales y, por la habitada, tan fértil y amena que dio ocasión a algunos de fingir fábulas estrañas y sacó a los latinos, según dirá Plinio en el capítulo que se sigue, de su paso ordinario y gravedad acostumbrada, haziéndoles referir ridiculosos cuentos y ficciones. Superfluo sería y no de mi intinción o instituto, dar razón de las plantas y animales que cría y de otras cosas desta manera, aunque no lo será tocar de pasada algunas. Dígolo porque cría vides tan grandes que dos hombres, asidos de las manos, no pueden abrazarlas, con razimos no inferiores a su tamaño, y trigo en tanta abundancia que, de una hanega de sembradura, cogen más de ciento; que hay de zanahorias, hinojo y cardos con v[á]stagos o tallos de 12 cobdos en alto, cañas iguales a las índicas y espárragos de no menor cantidad. Iten, árboles altísimos, pero en especial el citro, tan encarescido de los antiguos en el atavío o por mejor dezir en el desperdicio de las mesas, semejante al aciprés silvestre en el tronco, hoja y olor, y diferente de nuestro cidro, que llamaron los antiguos malum medicam, y se tiene por árbol de su género.

Su longitud y latitud [de Africa], las horas que tiene el mayor día en sus más principales regiones y ciudades, la diferencia dellas a las de Alexandría, la proporción de su paralelo medio al meridiano y leguas que corresponden en cualquiera de sus partes a los grados de cada región, iremos diziendo cuando procediere particularmente la historia africana.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1