CAPITULO XCVII

De qué causas proceda el fluxo y refluxo de la mar y dónde se haga el mismo fuera de razón

Muchas cosas havemos dicho de la naturaleza de las aguas, pero las más admirables de todas son las mareas1 y de muchas maneras. La causa consiste en el Sol y en la Luna. Crecen dos vezes las aguas entre los dos nacimientos de la Luna y otras tantas decrecen, siempre en espacio de 24 horas, hinchándose primero cuando se levanta ella con el cielo2 y abaxándose luego que inclina de la altura del meridiano hazia el poniente, tornando a crecer cuando camina desde el ocaso por lo baxo del cielo y contrario al mediodía, y siendo sorbidas desde aquí hasta que otra vez nazca, porque entonces tornan a crescer. Lo cual jamás se haze en el mismo tiempo3 que el día de antes, como obedeciendo a la Luna,4 cobdiciosa de humor, y que trae ansí los mares y nace siempre de otra parte que el día que precedió y haze reciprocación, aunque con iguales intervalos y siempre de seis en seis horas,5 no de cualquiera día a noche o de cualquier lugar, pero solamente equinocciales.6 Y por tanto las medidas de las horas vulgares, diurnas y nocturnas, como quiera que se consideren, son desiguales y solamente en el equinoccio son en todas partes iguales y de una misma medida. Valiente argumento lleno de luz y aun de luz diurna con que se ve claro ser de corto entendimiento los que niegan caminar las estrellas por debaxo del cielo y tornar a nacer en el oriente y haverse de la misma manera con toda la Tierra, o por mejor dezir, con toda la naturaleza en las mismas obras del nacer y ponerse, no teniendo otro curso o efecto, debaxo de la Tierra, que el que tiene cuando se mueve delante de nuestros ojos.

Acontecen, aliende desto, otras muchas diferencias en los fluxos y refluxos de la mar de parte de la Luna7 y, lo primero, de siete en siete días. Porque desde la Luna nueva hasta la media son pequeños; de a[h]í hasta que esté llena, muy mayores y cuando ya lo está, son grandísimos. Desde allí van descreciendo porque de allí a siete días son iguales a los primeros, y cuando está media por el otro lado se augmentan y en la conjunción son iguales a la Luna, siendo la misma Luna aquilonal y, apartándose más lexos de la Tierra, son menores las mareas8 que cuando acostándose al mediodía exercita con más cercano conato su fuerza y virtud. También, de ocho en ocho años9 buelven a los principios de su movimiento y otros semejantes crescimientos, con haver hecho cien viajes la Luna. Augmentando todas estas cosas las causas de cada año del Sol10 y cresciendo principalmente en los dos equinoccios y más en el del otoño que no en el del verano y, siendo menores en el solsticio del himbierno y más en el del estío, y no en los mismos puntos de tiempo que dixe, sino pocos días después: como ni en la Luna llena o en la muy nueva, sino después, ni luego que el cielo11 muestra la Luna o la oculta o declina ella de la media región del cielo, pero casi dos horas equinociales más tarde, siendo siempre más tardío a las tierras el efecto de todas las cosas que pasan en el cielo que no a la vista, según que arriba diximos del relámpago, trueno y rayos. Todos los crescimientos, en el Océano12 cubren y mudan mayores espacios que en el resto del mar o porque el todo en su universidad es más animoso que en su parte o porque su grandeza descubierta y patente siente con más eficacia la fuerza de la Luna que se recibe en mayor espacio a la cual la estrechura no da tanto lugar. Por lo cual ni los lagos ni los ríos se mueven de una misma manera. Pytheas Massiliense escrive que se levanta el crescimiento en lo alto de Britania 80 cobdos y el mar Mediterráneo se encierra como en un puerto, aunque en algunos lugares la anchura más espaciosa obedezca al cielo, como haya muchos exemplos de personas que han sido llevadas con la cresciente, estando el mar sosegado, sin ayuda alguna de velas en tres días13 desde Italia a Eutica. Echanse de ver más estos movimientos en las riberas que en altamar, porque también en el cuerpo los extremos muestran más la pulsación de las arterias o de los espíritus. Son en algunos lugares do se hazen estas mareas por razón de los desiguales nacimientos de las estrellas que hay en diversas partes diversos y discordes en tiempo, aunque no en razón, como en las Syrtes. Y aun la naturaleza de algunas es particular, como la del euripoa taurominitano,b el cual cresce y mengua frecuentemente y, en Euboea, siete vezes en el día y en la noche. Una misma marea consiste o se haze tres días en el mes en la séptima, octava y nona Luna. En Cádiz la fuente cercana al templo de Hércules, encerrada a manera de pozo, se augmenta y desminuye algunas vezes juntamente con el Océano y, otras vezes, en tiempos contrarios. Otra, en el mismo lugar, corresponde a los movimientos del Océano. En la ribera de Guadalquivir hay un pueblo cuyos pozos, cresciendo las mareas, se desminuyen y crescen cuando ellas descrecen y están en los tiempos intermedios inmovibles. La misma propriedad tiene un pozo en Sevilla y ninguno otro.

Y aun el Ponto sale siempre fuera al Propontis sin que vuelba jamás el refluxo a él.

a. Toda costa donde las mareas se manifiestan con especial intensidad.

b.De Taormina (Tauromenium).


EL INTERPRETE

1(De las mareas). Ansí traslado fluxus maris, que llaman también fluxo y refluxo del mar, o crecer y descrecer del mismo o el llegarse y apartarse que haze cada 24 horas, dos vezes; su causa consiste en el Sol y en la Luna. Sus causas particulares, que dependen de la postura de las aguas y proceso de las riberas, según lo cual reciben las mareas grandes variedades, no creo están llegadas al cabo pues siempre queda el hombre algo que dubde y ansí dize Lucano: tu[nc]quae cumquae moves tan crebos causa meatus ut superi volvere lates. Mas las [causas] generales no se nos ocultan del todo. Porque es cierto ser su causa final (que de aquí me place comenzarlo) el limpiamiento de las aguas, lo cual haze en ellas este movimiento como el viento en el aire. La [causa] material, el vapor que las condensa o haze más raras, o la misma espeseza o raridad dellas. Aristóteles dize haver debaxo de las aguas muchas maneras de vientos, los cuales, procurando salirse y no hallando por donde, impelen con violencia el agua, la cual torna a su ser cuando ha salido, mas esto es necesario que se haga con fuerza celestial, según veremos. Porque de otra manera no fuera su movimiento tan ordenado. La causa formal es la misma conmoción con que se mueven a unas partes y a otras. La causa eficiente (según que afirma Plinio) es de gran parte la Luna, no sólo por su lumbre, mas también por razón de propriedad oculta. 2(Levantándose con ella del mundo). Refiere el modo en que la Luna causa estas mareas y dize que cuando se levanta la Luna, desde el oriente de nuestro horizonte hasta el meridiano, crescen, y cayendo del meridiano para el occidente, descrecen y, caminando desde occidente a medianoche, tornan a crecer y, de ahí al oriente, descrecen. Si esta doctrina de Plinio se toma a la letra como la escrive, parece tener dificultad y sufrir calumnia; porque (como él mismo dize) las aguas crescen en seis horas equinocciales o iguales y descrecen en otras seis y, como los días sean desiguales entre sí en diversas regiones y aun en una misma región, como no sea debaxo de la línea equinoccial o en el tiempo del equinoccio, síguese muy claramente que no puede acontecer lo que Plinio dize si no fuera estando la Luna en el principio del Capricornio, porque no duraría en su crescimiento más que cuatro horas y, en su descrescimiento, otras tantas. Luego cuando la Luna estuviere en los demás signos no equinocciales, no havemos de considerar su oriente o poniente para el fluxo o refluxo del mar, pero su a[s]censión de una cuarta parte del círculo que es camino de tres signos y, por el semejante, su decensión de la altitud del cielo hasta el fin de otra cuarta del círculo y desta manera jamás se errará el modo de crescer y descrecer la mar. Dan esto a entender los astrólogos por otras palabras, diziendo que todas las vezes que la Luna tocare al círculo horario de las tres, será plenamar y, tocando al círculo horario de las nueve, será baxamar, teniendo por cierto que, como la Luna va caminando por causa del movimiento raptus de oriente a poniente, va levantando las aguas hazia sí, las cuales augmenta y atrae con cierta propriedad que Dios Nuestro Señor le ingeneró en aquella parte do lanza los rayos derechos, porque éstos son de mayor fuerza a causa de volverlos reflexos por el mismo camino, porque, aunque la Luna no haya llegado al meridiano de aquellos a quien es pleamar y a quien es la linea que la Luna toca círculo horario de las tres, pero a los del hemispherio inferior comunica su maravillosa virtud, ni más ni menos que al del superior y a los del superior es más llena porque estando la Luna en el dicho círculo y teniendo tumido el mar y levantada el agua hazia sí, corre hazia nuestro meridiano por su declividad y házenos mar llena hasta que pasando de nuestro meridiano y llegando a la línea de las nueve, torne a baxarse y vaya de la misma manera haziendo sus mudanzas hasta que torne la cosa de principio, y ansí se irán variando las mareas a todas las regiones, según que se les fuere variando este círculo. Y ésta es la causa por qué haze la Luna allí este efecto, la cual hasta agora no he visto señalada de nadie. Esta misma doctrina dan a entender los marineros por sus vientos diziendo que, cuando la Luna está en el nordeste o en el sudueste, vientos medios, el primero entre el norte y oeste, y el segundo entre el este y sur, es pleamar, que ansí hablan ellos y si estuviere en el su[r]este o en el norueste vientos medios, el primero entre el sur y el oeste y el segundo entre el norte y oeste, será baxamar. Y otras cosas conforme a éstas con que ellos platican esta doctrina que se podrá ver en los autores que tractan de navegación. Para entendimiento de lo cual me pareció poner aquí esta tablac en cuya primera rueda y demás adentro se ven los días de la Luna; en la que se sigue, las horas y quintos de las mareas, llenas o baxas y, en la última y de má[s] afuera, los nombres de los vientos según los pratican los que navegan el Océano. 3(Y nunca en el mismo tiempo). No venir las mareas en un mismo tiempo jamás nace de la Luna, la cual, cercando de oriente a poniente la Tierra hasta volver al mismo punto de donde partió, gasta más de un día natural cuanto es su proprio movimiento mayor que el del Sol y en este tiempo crece dos vezes el Océano, ansí que este crecer y descrecer corresponde derechamente al curso de la Luna. De lo cual se colige que crece el mar seis horas y un quinto y descrece otras tantas y, si hoy a las doze fuese pleamar, a las seis y un quinto sería baxamar y a las doze y dos quintos tornaría a ser llena y a las seis y tres quintos otra vez baxa y a las doze y cuatro quintos, de otro día, sería llena. De manera que de un día a otro se tarda la marea cuatro quintos de hora, que es el tiempo que la Luna tarda más que un día natural en tornar al puerto de donde partió por aquellos 12 grados que dicho tenemos. De aquí se ve que no crece la mar seis horas precisas y descrece otras tantas porque, si así fuese, las mareas serían siempre en un mismo tiempo y hora, mas como haya más de veinte y cuatro horas los dichos cuatro quintos se sigue la variación de las mareas. Que si hoy es la marea a la una, mañana será a la una y cuatro quintos. 4(Como obedeciendo a la estrella). Porque leo: ut ancillantes, syderi avido, trahentque secum hausta maria, et assidue aliunde quampridie ex orienti. 5(Y siempre en seis horas). Ya tengo dicho que esto, en rigor, sería falso.

6(Equinocciales). Entiende iguales, porque hay otras horas desiguales que son todas las que no son equinocciales. Lo cual nace de ser los días desiguales entre sí y unos con otros. 7(Muchas diferencias de la Luna). Porque ésta recibe también variedad por sus cuartas, como parece de la letra de Plinio, haziendo unas vezes grandes crescimientos y descrecimientos que los marineros llaman aguas vivas y, el mayor crescimiento, cabeza de aguas, y otras vezes muy poco, que los mismos llaman aguas chifas y aguas muertas, ora le venga como algunos dizen de la lumbre del Sol, ora como yo más creo del movimiento de la Luna en su eccéntrico, la cual, en la conjunción y oposición, levantándose a su auge lleva consigo el mar y en las longitúdines medias, abaxándose, le consiente que se abaxe. En lo cual leo: a nova ad dimidiam aestus pleniores abea exundant. 8(Más manso). Esta es otra diferencia que recibe la Luna de parte de la región del cielo más allegada o apartada de la Tierra. 9(Por ocho años). Buelve la Luna a los principios de su movimiento después de ocho años; conviene a saber, de cien viajes. 10(Las causas del Sol de cada año). Arriba dixo estar la causa en el Sol y en la Luna. Ha dicho de la Luna; agora dize cómo el Sol es también parte de causa, diziendo que en los equinoccios, etc. 11(Y no luego que el mundo). Dize que no luego que es el equinoccio como ni luego que es conjunción u oposición, sino algún tiempo después.

12(Todas las mareas en el Océano). Pone aquí otra diferencia de parte de los mares, los cuales son causa, como he dicho, según su postura, de grandísimas variedades, de las cuales todas por ventura, si se mirase en ello con atención, se podría señalar causa, como quiera que es negocio de grande dificultad, según parece en otras muchas cosas que Plinio trahe hasta en fin del capítulo de semejantes nudos, que reciben su variedad del sitio o postura de los mares y otras cosas desta manera. 13(En tres días). Como en estos tres días crezca y descrezca la mar tantas vezes, parece que cuantas le llevase la cresciente a una parte, tantas le havía de traher el refluxo a la contraria y ansí tiene dificultad lo que en esta parte dize Plinio, especialmente cuando se sabe que vayan de Italia a Africa corrientes que pudieran ser la causa desto, como en otras muchas partes del Océano acontece,

c. No contiene tal tabla el manuscrito de Hernández.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1