CAPITULO LXXIX

Del terremoto

Parecer es de los babilonios hazerse los movimientos y averturas de la Tierra y todo lo demás por virtud de las estrellas,1 pero de solas aquellas tres a quien atribuyen los rayos, y no siempre, sino cuando caminan con el Sol o convienen con él en algún aspecto y principalmente en el cuadrado. Créese haver resplandecido en Anaximandro2 Millesio, philósopho, si es verdad lo que se dize, una divinidad ilustre e inmortal: porque es fama haver pronosticado a los lacedemonios y avisado que mirasen por sus casas y ciudad porque no tardaría de venir un grande terremoto, lo cual se cumplió cuando se cayó toda la ciudad y una grande parte del monte Ta[i]geto, que estava volada afuera a modo de popa de navio apartándose del resto del monte y, cayendo, augmentó con su ruina aquella destruición.

Cuéntase otra adivinación de Pherécides, maestro de Pythágoras, también divina, y es que beviendo agua de un pozo [dixo] que havía de suceder terremoto. Las cuales cosas si son verdaderas, ¿cuánto se puede presumir que distan los tales de Dios mientras viven? Pero, estas cosas remito al parecer de los lectores; yo no tengo dubda ser los vientos la causa3 destos terremotos, porque jamás tiembla la tierra sino haviendo en el mar bonanza y estando tan sosegado el cielo que apenas pueden en él sustentarse las aves por faltarles el aire que las lleva y nunca sino haviendo precedido vientos que entonces se esconden en las venas y concavidades escondidas.

Y no es otra cosa temblor en la tierra, sino lo cjue trueno en la nube, ni acontece de otra manera el avertura que cuando el rayo sale, peleando el aire encerrado en la nube y procurando su livertad.


EL INTERPRETE

1(Por virtud de las estrellas). Sácase de la letra de Plinio ser la causa efectiva del terremoto el calor del Sol, y como Plinio dize de parecer de los babilonios, también de las tres estrellas a quien se atribuyen los rayos, conviene a saber: Saturno, Júpiter y Marte, según que lo dixo Plinio en el capítulo XX. La [causa] material, la exhalación o viento encerrado en las cavernas de la tierra, y la final, la significación de algún acaescimiento que tiene de suceder. Descrive el terremoto Lucrecio en su sexto libro en los versos que comienzan: Praeterea ventus cum per loca, etc. Y Ovidio cuando dize: Vis fera ventorum in caecis inclusa cavernis. 2(Anaximandro). Cuenta esto Cicerón en el libro primero, De Divinitatione. 3(Que los vientos son la causa). Expone este lugar hermosamente Séneca en el libro otras vezes allegado, donde podrá el lector verlo.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1