CAPITULO XXXVIII

Del aire

Hasta agora havemos hablado del cielo y de las estrellas; agora diremos las demás cosas memorables del por qué ansí también llamaron nuestros mayores el que por otro nombre se dize aire; que es todo aquello, que siendo semejante a vazío, echa el espíritu que nos da vida.1 Sucede esta región a la Luna y procediendo (según veo tenerse por averiguado) hasta la Tierra, encierra y mezcla dentro de sí grande parte de naturaleza superior de aire y no menos de exhalaciones de la Tierra, confundiéndose y mezclándose ambas especies de cosas. De aquí son los nublados, truenos y rayos; de aquí, el granizo, [h]eladas, lluvias, tempestades y turbiones. De aquí, muchos males de los hombres y peleas de la misma naturaleza de las cosas contra sí misma. Porque abate la fuerza de las estrellas las cosas terrenas que se suben al cielo y, por el contrario, atrae a sí las que de su naturaleza no subirían. Porque caen lluvias y suben nieblas, sécanse los ríos y derríbase el granizo, abrasan los rayos e impelen todas las cosas y de todas partes hazia la Tierra y los mismos, resurtiendo de allí, se tornan arriba y llevan tras sí lo que pueden. Cae el vapor de lo alto y buelve otra vez arriba. Vienen los vientos vazíos y tornan con despejos. Atrahe el haliento de tantos animales al aire de arriba, mas el aire, por el contrario, resiste y lanza la tierra espíritu como en aire vazío. Y andando desta manera Naturaleza, de unas partes a otras, como movida con alguna máchina, se enciende con la celeridad del cielo la discordia, sin tener2 jamás reposo, antes arrebatada continuamente, se rebuelve y anda a la redonda de la Tierra con un ovillo casi inmenso de cosas, texendo muchas vezes por todas partes otro cielo de nubes. Este es el reino de los vientos y ansí está en él su principal naturaleza y que abraza casi todas las otras causas, porque muchos atribuyen a su violencia el espantable sonido de los truenos y las cualidades de los rayos, y aun dizen no ser otra la causa de llover algunas vezes piedras, sino haver sido antes arrebatadas de los vientos y otras infinitas cosas de la misma manera. De do es que no se pueden dexar de dezir muchas juntamente.


EL INTERPRETE

Esta es la segunda parte principal deste libro segundo, en la cual haviendo tractado del cielo, estrellas e impresiones encendidas, que él ayunta con el cielo estrellado, tracta de los elementos, y primero del aire, porque descendiendo de los planetas a la Tierra es el primero, según Plinio, el cual pone el fuego antes dellos, y contiguo con el cielo estrellado, de quien siente tomar las estrellas fixas su resplandor. Tracta pues agora del aire que sucede a la Luna sin dividirle al modo aristotélico en regiones algunas, por que otro quiere él que preceda llamado ethra, en que hazen los planetas sus círculos.

1(Este espíritu nos da la vida). Llámale ansí porque inspirando le vimos por restaurarnos los espíritus vitales, y templarnos el calor natural. Si a alguno le agradare especular qué tanto distan las nubes de la Tierra, lea a Vitellión en la proposición LX del libro dézimo de su Perspectiva. 2(Sin tener). Porque quito esta palabra pugnae como superflua. Lo demás que en este commentario se podría desear se dirá adelante en más competentes lugares.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1