CAPITULO XXII

De la música de las estrellas

Llama Pythágoras,1 algunas vezes, según la consideración música, lo que dista la Tierra de la Luna, tono,2 y lo que la Luna de Mercurio, dize ser la mitad deste espacio.3 Y de éste a Venus, casi otro tanto, y desde esta Venus hasta el Sol,4 sésquiplo;a desde el Sol hasta Marte, un tono, que es tanto como lo que dista la Luna de la Tierra. Desde Marte hasta Júpiter, la mitad; desde Júpiter a Saturno la mitad, de a[hí] al Zodiaco, sésquiplo. Y dize que desta manera se constituyen siete tonos, y la harmonía que llaman diapasón,5 conviene a saber, todo el concentob y que, en ella, se mueve Saturno con dorio;6 Mercurio con phtongo;7 Júpiter con phrygio y, en los otros planetas, dizen otras cosas semejantes de más deleitosa que necesaria subtileza.

a. Vez y media.

b. Canto acorde y armonioso.


EL INTERPRETE

1(Pythagoras). Lo que parece que Plinio quiere mostrar en el capítulo presente es, no que haya desde la Tierra al Zodiaco diapasón, pues el diapasón está de cinco tonos y dos semitonos y, si le huviera, Plinio pareciera atribuirle siete tonos, sino que, Pythágoras, por razón música (conforme a su disciplina), havía querido enseñar que de la Tierra al cielo estrellado, que era el postrero que ellos conocían, havía siete tonos. Uno, de la Tierra a la Luna, y de la Luna al Zodiaco o Cielo estrellado un diapasón, y ansí leo et quam diapason armoniam vocant.

El cual [diapasón] consta de ocho vozes y siete intervalos, y las ocho vozes son los ocho cielos, que son ocho cuerdas que por sus diversas grandezas o desiguales movimientos, hazen ocho diversos sones, y divídelos en siete intervalos conforme al género cromático, el cual, según todas las sectas de los músicos antiguos, procede del grave al agudo en el diatesaron o tetracordoc por dos semitonos y un trimitoniod y ansí está partido el diapasón en dos tetracordos disjuntos, los cuales aparta un tono disjuntivo, que está entre mesee y paramesef que es la distancia que hay del Sol a Marte, y ansí digo que el diapasón que Pythágoras pone, según Plinio, en los ocho cielos, está dividido conforme al género cromático y en aquella especie de diapasón que hay de ipatemesong a netediezeumenonh que es la que ponen los modernos del ami grave al ami agudo, y digo que la Tierra, según la doctrina de los mejores philósophos, no puede hazer son porque, como dize Tullio, nunca se mueve. Y ansí la Luna será la ipate o el ami grave, y Mercurio será peripate o semitono mayor o menor más agudo, que será fefaud.i Y Venus estará otro semitono más alta, mayor o menor o igual, que en esto va poco para lo que se tracta porque es de otra especulación y será licanos el que llaman los modernos fefaut sostenido, y de él al Sol hay un trimitonio, que es un tono y medio o tercera menor, con el cual se cumple el diatesaron más grave, y llámase mese, porque tanto espacio hay de la Luna al Sol como de él al Zodiaco partiendo el diapasón aritméticamente y es lo que llaman los modernos alamire.j Y del Sol a Marte hay un tono disjunctivo que divide los dos tetracordos, y llámase el cielo de Marte paramese, porque está cerca de la mese, y los músicos modernos la llaman cuadrado y es principio del tetracordo más agudo, que los griegos llamaron diezeumenon. De Marte a Júpiter hay un semitono, como el de la Luna a Mercurio, y llamarse ha, aquel cielo, tritediezeumenon y será, conforme a los modernos, cesolfaud.k De Júpiter a Saturno hay otro semitono, como el de Mercurio a Venus, y será paranete, diezeumenon y, según los modernos, cesolfaut sostenido. De allí al Zodiaco havrá otro trimitonio, como el de Venus al Sol y llamarse ha netediezeumenon y, según los modernos, el ami agudo, y está cumplida la armonía del diapasón, la cual, como dize Tullio en el Sexto de la República, hazen los ocho cursos de los cielos in quibus eadem est vis duorum 5. extremorum. Y no de Mercurio y de Venus porque, en el diapasón, al sonido octavo es el mismo en calidad con el primero, pero diverso en cuantidad, y no es de creer que Plinio quiera dezir cuando afirma hazerse siete tonos desde la Tierra hasta el Signífero,l que la harmonía del diapasón conste de todos siete, sino que la haya dentro dellos y de seis tonos, conforme a la doctrina de Aristóxeno, la cual muchos de los antiguos siguieron; porque, de otra suerte, fuera poner en el diapasón nueve sonidos y ocho intervalos, como havemos dicho. Y atribuye a la Luna el más grave y al cielo estrellado el más agudo como Tullio lo havía antes hecho. 2(Un tono). Quiere que haya desde la Tierra hasta la octava esphera siete tonos y, comenzándolos a contar, dize que llama Pythágoras tono (que no es otra cosa sino el exceso del diapente al diatesaron que, según Pythágoras, consiste en sesquioctava proporción) lo que hay desde la Tierra hasta la Luna. 3(La mitad deste espacio). Entiende un semitono, mas porque dize que desde Mercurio a Venus hay casi otro tanto, se ve claramente querer que sea éste apótome, y el de Mercurio a Venus diesis o semitono menor. 4(De Venus al Sol, sésquiplo). Algunos entienden sequi altero o lo que hay de la Tierra a la Luna, conviene a saber, tono y medio, sin declarar si este semitono es diesis o apótome. Otros lo particularizan más diziendo que es tono y apótome. 5(Y la harmonía que llaman diapasón). Leo: et quam diapason armoniam vocant por la razón que más arriba havemos tocado y díxose por encerrarse en él toda la música, como en el círculo toda la geometría pues la octava distancia, como el mese, buelve al proslabanomenom y se haze consono con él y deste principio se torna a comenzar otra harmonía con los mismos intervalos de vozes que huvo desde el proslambanomeno al mese. Como en los números, se procede desde uno hasta diez y deste principio se procede, otra vez, por los mesmos augmentos y se encierra en él el diapente, que consta de tres tonos y un semitono y el diatesaron que consta de dos tonos y un semitono mayor. 6(Saturno con dorio). Diferentes son estos tonos de los que los músicos modernos llaman ansí, que son; primero, segundo y tercero y, desta manera, hasta ocho, pues estos modos doriophrigios no son sino diversas constituciones que solamente difieren en agudeza y graveza, y ansí se mueve Saturno con hypodorio, Júpiter con hypophrigio, Marte con hipolidio, Sol con dorio, Venus con phrygio, Mercurio con lydio, Luna con myrolydio y el cielo de las fixas con hypermixolydio. 7(Mercurio con phtongo). Como phtongo sea nombre general de intervalo a cualquiera de lo modos, no sé cómo pueda leerse Mercurio con pthongo, por lo cual apruevo la letra de[l] Códice de Toledo, donde, faltando el nombre de Mercurio, se lee: Saturnum dorio moveri phtongo. No me pareció concluir esta materia sin notar dos cosas. La primera, que puesto caso que no fuese esta música mundana, de que dizen haver sido Pythágoras autor, sonora, antes muda o sorda, todavía tiene con ella grande vezindad y parentesco, a causa de la proporción y movimientos de que nace el harmonía y concento de diversas bozes y sonidos, lo cual se testifica por lo que acontece en las cuerdas, las cuales forman la octava en su mitad, y sus vozes, diferentes a ciertas y comesuradas distancias, señaladas por los trastes en la vihuela, y por la correspondencia que este autor halló, según refiere Boecio, que tenía el peso de los martillos con los sonidos que, tocando el metal, causavan más agudos o más graves o medios, y por la diversidad de las vozes que se forman en arterias magnas, de diferente amplitud. Porque déstas, las más angostas la hazen más aguda, y las anchas más grave, y ansí de las demás; y éstas, todas grandes o pequeñas, según la fortaleza de la virtud que mueve con más o menos presteza, el aire, por ellas.

Lo segundo es la grande semejanza que tiene el micocrosmo con el macocrosmo, quiero dezir el hombre con la masa y fábrica del mundo y el harmonía de que también constamos los hombres, mostrando por la fuerza que recebimos de naturaleza para formar el diapasón con los requisitos intervalos, pues de tal manera formamos del mi al fa semitono, que apenas se podría hazer otra cosa. Pero ¿de qué nos espantamos? pues no sólo nos dio naturaleza aparejo para exercitar las más bien encaminadas obras, mas algunas vezes nos fuerza a ellas y por no traer desto muchas pruevas sólo proporné dos exemplos; el uno será del cerrar y abrir las manos, las cuales, según delicadamente lo enseña Galeno en el primero libro de Usupartium, cuando se cierran, de tal manera quedan los dedos juntos (por ser el fin desta obra de asir) que de ninguna suerte los podemos apartar hazia los lados y cuando las abrimos no sólo no van necesitados a cerrarse, pero ellas se quedan abiertas naturalmente (por ser el fin desta obra el soltar). El segundo es que, puesto caso que toda potencia se corrompa cuando no es moderado el objeto, pero solas aquellas sin que no puede durar la vida o continuarse la sucesión, tienen límite tasado de naturaleza, de manera que, muchas vezes, no sólo podemos hazer lo que nos está bien pero tenemos para ello ayuda natural y, por el contrario, no sólo podemos huir lo que nos está mal, pero somos no pocas refrenados de naturaleza y restriñidos a no ser parte para poder hazerlo.

Y esto basta acerca de la declaración deste lugar.

c. Serie de cuatro sonidos que forman intervalo de cuarta.

d. Tres semitonos.

e. Cuerda central de las siete de la lira.

f. Quinta cuerda de la lira.

g. De ίπάτη, cuerda más alta de la lira, y μέτον, medio.

h. Ami agudo, última nota de la escala.

i. Cuarto tono de la escala diatónica.

j.De la letra a y las notas musicales la, mi y re, y principia en el sexto grado de la escala diatónica.

k. De la letra c y las notas sol, fa y ut (do); indica el tono que principia en el primer grado.

l. El cielo estrellado, donde se sitúan los signos del Zodiaco,

m. Probablemente, el re.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1