CAPITULO XVIII

De las causas de la mudanza de sus colores

Tiempla sus colores [la] diversidad de las alturas porque toman la semejanza de aquellos planetas a cuyo aire se acercan y colora a los que se allegan por cualquiera parte el círculo del ageno viage de diversas maneras; porque, si es mas frío,1 los torna amarillos, si más ardiente, bermejos, si ventoso, hórridos, y el Sol y juntas de los ábsides2 y las ruedas extremas, les dan una muy negra obscuridad. Tienen también ellos sus proprios colores, porque Saturno es de su naturaleza blanco, Júpiter claro, Marte encendido; el Luzero, que es Venus, cuando nace de mañana antes que el Sol, lúzido, y Vésper, que es la misma Venus, cuando se pone por la tarde después del Sol, refulgente; Mercurio radiante y blanda la Luna. Nace el Sol ardiente y después se torna radiante. A estas causas se allega también la razón que haze mudar a las estrellas fixas, sus colores. La cual muda también las de las otras estrellas, pues es ansí que se ve grande y espesa muchedumbre dellas todo el tiempo que aún no está alumbrada la mitad de la Luna. Otros, al contrario, tan pocas, que parece haver huido del Cielo cuando el plenilunio las esconde, o los rayos del Sol, o de los sobredichos planetas, nos impiden la vista. Y aun es cosa averiguada variarse la lumbre de la Luna según la hieren diversamente los rayos del Sol, como los reflexe la concavidad del Cielo3 y a esta causa los embote en todas las partes donde no hieren derechamente la Luna. Y ansí, en el aspecto cuarto, se ve media; en el trino, casi llena, y en la oposición, llena del todo. Y tornando a menguar, haze las mismas figuras por iguales intervalos, de la misma manera que las tres estrellas que están encima4 del Sol.


EL INTERPRETE

Porque en este capítulo tracta Plinio de los colores de las estrellas será cosa conveniente ver si el cielo es partícipe de algún color. En lo cual se deve tener por cierto que no, pues el color es cualidad segunda que resulta de la mezcla de las primeras cuando la lumbre concurre con el opaco, y desta mezcla carece el cielo, y si se puede percibir con la vista no es por ser colorado sino por ser lúcido, pues es cierto verse también la lumbre. Y como esta lumbre no se reciba de una manera en el aire, antes de diversas, según la naturaleza del cuerpo de do procede y de la región aérea por do se derrama, es necesario que haga diversas y diferentes aparencias en nuestra vista y ansí se ve el cielo de color azul por derivarse de la lumbre por medio tenebroso y las estrellas tienen diversas aparencias de colores por recibir de diversas maneras la lumbre y, ansí, las que más della admiten son más lúcidas y, menos, las que no tanto, y de la misma manera reciben variedad según que están en oriente o en poniente, según la disposición del aire intermedio, la rectitud y obliqüidad de los rayos, y el estar más o menos apartadas de la Tierra. No sólo por acercarse al aire de otros planetas (como dize Plinio) sino por el altura que también varía los colores en nuestra vista.

1(Si es más frío). Libre es el cielo y las estrellas de cualidades y, por tanto, no se ha de entender que las estrellas frías hagan amarillas a sus vezinas, sino que producen en el aire frialdad que muda el color de las estrellas más cercanas. 2(El Sol y comisuras de los ábsides). Dize que varía el color de los otros planetas también el Sol, como se ve por experiencia, y las comisuras de los ábsides y las ruedas extremas, que son los auges de los planetas, donde, estando levantados, parecen a la vista más obscuros. 3(La concavidad del cielo). Quiere dezir que se varía la lumbre de la Luna según la recibe del Sol por línea recta u oblicua dentro de la concavidad del cielo, donde, de la una o de la otra manera es reflexada de la Luna.

4(De la manera que las tres estrellas superiores). No se entienda que acontece esta misma variedad de lumbre a los tres superiores que acontece a la Luna, sino que concurren entre ellos y el Sol los mismos aspectos.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1