CAPITULO XVII

De los planetas en general

Dígase, pues, lo primero, por qué siendo diversas estrellas, la estrella de Venus1 jamás se aparta del Sol más que por 46 partes, ni Mercurio que 23 y muchas vezes se tornan al Sol antes de apartarse aun tanto. Tienen estos dos bueltas sus ábsides,2 como también aquellos cuyo sitio es debaxo del Sol,3 y lo mismo acontece a sus círculos por la parte inferior, que por la superior a los superiores, y por tanto no pueden distar más,4 porque la curvatura de sus ábsides no tiene allí mayor longitud. Luego, ambos a dos, constituyen, por semejante razón, el término del movimiento con las márgenes de sus ábsides, y recompensan los espacios de la longitud con la evagacióna de sus latitúdines. Mas ¿por qué no llegan siempre5 a las 46 y a las 23 partes de distancia? Antes sí, pero falta la razón canónica ¿por qué vemos moverse también sus ábsides pues nunca pasan del Sol? Ansí que cuando las márgenes cayeren del un cabo o del otro de la parte del Sol, se entiende venir las estrellas a sus distintísimos intervalos, y cuando estuvieren antes las márgenes, otras tantas partes, se cree bolver ellas al Sol más presto, como sea aquélla siempre a ambos estremidad suma. De aquí se entiende la contraria razón de los movimientos:6 porque los tres superiores caminan muy aprisa en el ocaso vespertino y, éstos, con suma pereza.

Aquéllos están más apartados de la Tierra cuando se mueven más despacio y, éstos, cuando con mayor ligereza, porque como en aquéllos apresura la propinqüidad del centro, ansí en éstos la extremidad del círculo. Aquéllos comienzan a disminuir su ligereza desde el nacimiento matutino, y éstos a augmentarla. Aquéllos buelven atrás desde la estación matutina hasta la vespertina y la estrella de Venus desde la vespertina hasta la matutina. Y comienza desde el nacimiento matutino a subir su latitud y seguir su latitud al Sol y desde la estación matutina, y es velocísima y altísima en el ocaso matutino y comienza a apartarse en latitud7 y di[s]minuir su movimiento desde el exorto matutino y a bolver atrás, y apartarse juntamente en altitud desde la estación vespertina. La estrella ansimismo de Mercurio comienza a subir de ambas maneras desde el orto matutino, y apartarse en latitud desde el vespertino, y alcanzando al Sol en distancia de 15 grados, se detiene, estando como immobible por cuatro días. Después, desciende de su altitud y buelve atrás, desde el ocaso vespertino hasta el exorto matutino. Solamente Mercurio y Luna descienden en otros tantos días como subieron, y Venus tarda en subir 15 días más.8 Saturno y Júpiter se apartan en doblado tiempo9 y Marte en cuatro doblado,b tanta es la variedad de naturaleza. La causa es evidente: porque descienden con trabajo por estribar en el vapor del Sol.10

Pueden acerca desto descubrirse grandes secretos de naturaleza y las leyes a que ella obedece, como es en la estrella de Marte,11 cuyo curso no se alcanza, el cual jamás haze estación estando la de Júpiter en aspecto trino y muy pocas vezes apartándose por 60 partes,c el cual número haze los aspectos sextilesd en el Cielo y no nace con entrambos exortos sino en solos dos12 signos, que son, Cáncer y Leo. La estrella juntamentee de Mercurio13 haze pocas vezes en Piscis los nacimientos vespertinos y muchas en Virgo y en Libra los matutinos, y estos mismos haze también en Acuario; rarísimos en León y jamás es retrógrado en Tauro y Géminis y en Cáncer nunca antes de 25 partes. La Luna haze dos vezes14 conjunción con el Sol, en Gémini solamente, y en sólo Sagitario, nunca; y en ninguno otro que Aries se ve en un día o noche nueva o vieja,15 y, aun esto, a pocos hombres acontece verlo. De [ahí] vino la fábula de la vista de Linceo. Las estrellas de Saturno16 y Marte no parecen en el cielo a lo más largo por más que 170 días y la de Júpiter por 36 o, cuando mucho, diez días menos; la de Venus por 69 o, a lo menos, por 52 y la de Mercurio por 13 0, a lo menos, por 17.

a. De evagatio, extenderse.

b. Cuádruple.

c. Por grados.

d. Sesenta grados; es una sexta parte de 360°.

e. En otros textos vero, por cierto, ciertamente.


EL INTERPRETE

1(Por qué la estrella de Venus). Fácil cosa fuera responder a esta dubda según la doctrina de Ptolomeo, el cual atribuye epiciclos a cada uno de los planetas, excepto el Sol: porque, según este autor y la más clara astronomía, los dos baxos tienen un mismo medio movimiento con el Sol, de manera que el Sol y el centro del epiciclo destos dos se mueven siempre en una misma línea y en un mismo punto de la eclíptica, según la longitud de los signos, y apártanse ambos del Sol según la cuantidad del ámbito o peripheria de sus epiciclos, y por tenerle Venus mayor que Mercurio se aparta del Sol tanto más que él. Y colígese la mayor distancia y evagación de la cuantidad del semidiámetro del epiciclo, la cual evagación es en Venus de 46 grados, y en Mercurio de 23, poco más o menos, y esta cuantidad se entiende de sus movimientos, de los cuales podrán entender, los medianamente exercitados, no sólo lo sobredicho, pero también todas las otras pasiones que a estos planetas acontecen. Fuera, digo, fácil cosa, imaginados epiciclos, responder a esta pregunta que Plinio propone y a otras semejantes, mas como no crean todos ponerlos por no estar aún en su tiempo llana acerca de todos los astrónomos esta doctrina, ni las palabras de Plinio poderse fácilmente acomodar a ella, recrúcensenos dos trabajos: uno, declarar si puso alguna otra cosa nuestro autor más que ecentros y, otro, responder conforme a su parecer y contexto a las dubdas que pregunta. Ansí que es la primera por qué Venus jamás se aparta del Sol más que por 46 grados y Mercurio más que por 23, y muchas vezes se tornan al Sol sin apartarse a un tanto, responde: 2(Tienen estos dos bueltas sus ábsides). Cosa admirable es por cierto ver en cuántas maneras erróneas de dezir y agenas de toda buena astrología ha hecho caer la dificultad deste lugar a los astrólogos de nuestro tiempo: porque Milichio creyó haverse de poner, de parecer de Plinio, unos imperfectos o, por mejor dezir, ficticios círculos, según los cuales trabaja declararle y responder a las dubdas que propone. Gerónimo Collimicio, Jacobo Vadiano y otros, fingen unas bóvedas o medios círculos que dizen tener en los altos su convexo buelto arriba y su cóncavo abaxo, y en los baxos, el convexo buelto abaxo y lo cóncabo hazia arriba según que en esta figura se parece por poder acomodar mejor con este concepto alguna parte de la letra, destruyéndose con él lo más. Cieglero, hombre docto en astrología y otras mathemáticas, aunque de estilo duro y perplexo, se inclinó en que no sintiese Plinio epiciclos y llamase ábsides los círculos eccentros, y según esto dize haver concebido un eccéntrico en cada cual de los planetas y particularmente de los inferiores, y en ellos dos puntos que llama ábsides summas, remotísimos del centro del mundo y otros dos propinqüísimos a él que llama ábsides baxas. Y que del centro de cada uno destos ecéntricos sale una línea recta que se corta a ángulos rectos con la misma línea trahída del auge al mismo centro, los fines de la cual línea con el tocamiento del círculo deferente del planeta por una parte y otra señalan dos puntos que Plinio llama estaciones de los planetas matutina y vespertina, y dize que estando el planeta Venus o Mercurio en cualquiera destos dos puntos a quien él llama márgines es el mayor apartamiento que pueden tener del Sol. De manera que desviándose del punto del auge el Sol y el planeta (donde suelen estar juntos) el planeta se adelanta como más ligero y se va desviando del Sol hasta que llega a la estación primera, que llama margen, a donde se hallan estos dos planetas en su mayor distancia del Sol, desde allí caminan al ábside ima y agora sea bolviéndose hazia el Sol el diferente del planeta o esperándole se torna de tal manera a juntar que cuando llegan al ábside ima se hallarán conjuntos con el Sol (aunque parece esto dificultoso por ser el movimiento del planeta en su círculo siempre uniforme), pero Plinio asigna dello causas particulares según parece en el capítulo XVI; desde allí se tornará a apartar por la misma razón hasta que en la estación segunda o margen tornen a estar en su mayor distancia, desde allí tornan a irse juntando hasta que vienen a estar juntos en el auge. Y conforme a éstos se puede responder también a la segunda dubda. Otros juzgan que siguiese en esta parte Plinio el parecer de Vitruvio, el cual imitó después Marciano Capella, y no improbó Copérnico, el cual siente que los ecéntricos de Venus y Mercurio cerquen el Sol y le tengan como por centro, estando totalmente fuera dellos el centro de la Tierra y que se responda, como responde fácilmente, con este concepto, a las dubdas que Plinio propone, dando por razón de distar, estos dos planetas baxos, los grados que dista la cuantidad de los semidiámetros destos círculos y ansí leen: conversas havent utraeque absidas circa solem sitas tunque circulorum subter est quantum superne praedictarun, entendiendo que tienen estos dos planetas sus ábsides o círculos a la redonda del Sol igualmente et ideo non possunt abisse amplius quam curvatura absidum ibi non babel longitudinem maiorem, lo cual se declara fácilmente conforme a esta opinión ergo utraeque similis ratione modum statuunt absidum suarum margines los puntos de las staciones, ac spatia longitudinis latitudini evagatione peasant at enim cur non semper ad quadraginta sex et ad partes viginti quatuor perveniunt, imo vero et perveniunt sed ratio optima fallit et diversitas aspectus namquae ap[aret] absidas quoque earun ita moveri ut nunquam transeant solem, itaquae cum in partem alteram eius incidere marginis alterutro latere tum et stelle ad longissima sua intervalla pervenire intelliguntur? et apparent cum citra fuere margines totidem partibus et ipsae redire creduntur cum sit illa semper utriquae extremita sua hinc, etcétera. Otros dizen haver Plinio entendido por ábsidas, aunque algo obscuramente, epiciclos y que quiere dezir (lo que también apuntó Zieglero) conversas habent utraequae absidas, que Mercurio y Venus tienen sus epiciclos diferente postura que las tres estrellas superiores porque éstas se ayuntan o están en conjunción con el Sol en las partes más altas de sus epiciclos de do salen a la oposición y estación matutina del lado G y los dos inferiores se ayuntan al Sol en las partes mas baxas de los suyos de do salen a la estación matutina del lado H de sus proprios epiciclos. 3(Como puestos debaxo del Sol). Porque aunque no entendamos que convenga a los superiores aquella naturaleza que acabamos de dezir, de estar sitiados encima del Sol y la contraria a los inferiores, de estar colocados debaxo del mismo, pero pues Naturaleza la repartió ansí alguna conveniencia entendió, a nosotros, oculta, que huviese entre estos sitios y propiedades, y ansí lo que se sigue tantum que circulis earum subteresst quantum superne praedicatum. Me parece querer dezir tanto como tantum dem in est, de manera que signifique que lo mismo que acontece a Venus y a Mercurio en la parte inferior, acontezca en la superior a los tres superiores, que es lo que tenemos declarado. Algunos entienden que tantos remedios tienen los inferiores para apartarse del Sol en la conjunción como los superiores, y después se sigue: 4(Y por tanto no pueden distar más). Que quiere dezir que por estar siempre los centros de los epiciclos en la línea del medio movimiento del Sol no pueden las dos estrellas distar más (de lo] que permite y da lugar la convexidad de sus epiciclos.

5(Mas por qué no siempre). Para la respuesta desta dubda se note que moviéndose estos dos planetas con ecéntrico y epiciclo, si se sacaren dos líneas del centro del mundo, de las cuales la una pase por el centro del epiciclo que sea la línea del medio movimiento del Sol, y la otra que sea contingente al epiciclo, el ángulo que estas dos líneas hazen en el ojo es mayor cuando está en el centro del epiciclo cercano a la Tierra, y ansí cogen mayor arco del Zodiaco y, al contrario, cuando están en el auge, el ángulo es menor y cogen menor arco; la cuantidad deste ángulo, estando el centro del epiciclo propinqüísimo a la Tierra, es en Mercurio de 23 grados y en Venus de 46 y en otro cualquier lugar del epiciclo que estén el tal ángulo es menor y esto es lo que Plinio dize que acaece muchas vezes, y porque acontece pocas que estando el centro del epiciclo lo más junto que puede a la Tierra esté el planeta en el punto donde toca la línea de la contingencia al epiciclo, sucede pocas vezes que Venus y Mercurio se aparten a sus longuísimas distancias y ansí estará respondido a ambas dubdas según la ordinaria y verdadera astrología, mas para proceder según la vía de Plinio se han de imaginar dos líneas salidas del centro del mundo o de nuestro ojo, la una que pase por el centro del epiciclo de cada uno destos dos planetas que es la línea del medio movimiento del Sol y, la otra, por el centro del cuerpo del Sol que se llama la línea del verdadero movimiento suyo, la del medio jamás se aparta del centro del epiciclo pero, la del verdadero, unas vezes cae a la parte derecha y otras a la izquierda, sin salir jamás fuera del epiciclo, que es lo que Plinio dize caer las márgenes en la parte del Sol, y de aquí proviene que la línea del verdadero movimiento del Sol haga mayor o menor ángulo con la línea de la contingencia del epiciclo y parezcan estos planetas más o menos apartados del Sol estando en el punto de la contingencia. De lo cual consta que faltaría, según Plinio dize, la regla general en que se enseñase de cuánto en cuánto tiempo llegarían estos planetas a sus mayores distancias, por moverse sus ábsides o epiciclos de suerte que jamás dexan al Sol; y estar cuando le tienen en sus márgenes en sus mayores distancias y moverse la línea del medio movimiento del Sol y los epiciclos cada uno por sí, irregularmente.

6(La razón conversa de los movimientos). Deste lugar se sigue, lo primero, que ansí como los dos inferiores tienen bueltos los ábsides, ansí también tienen los movimientos conversos de los tres superiores, porque ansí como los tres superiores se mueven muy ligeros en el ocaso verpertino, ansí los dos inferiores, con grande espacio: porque ansí como aquéllos por ir en la parte superior del epiciclo andan en aquel lugar con dos movimientos según el orden de los signos, conviene a saber, con el movimiento de deferente y del epiciclo, ansí éstos por tener bueltos los ábsides se mueven por la mitad inferior del epiciclo contra el orden de los signos. Por lo cual es necesario que su movimiento en el ocaso vespertino sea más tardo. Síguese lo segundo, que los superiores están muy levantados de la Tierra cuando se mueven muy despacio, y los inferiores, cuando muy apriesa. La razón desta disimilitud es que ansí como en aquéllos apresura la propinqüidad del centro ansí en éstos la extremidad del círculo. Quiero dezir que ansí como en los tres superiores es el movimiento más tardo en lo alto del ábside, por ser la distancia que tiene allí del centro de la Tierra mayor, ansí en los dos inferiores acontece lo contrario, por estar bueltas sus ábsides, conviene a saber, que entonces distan menos que nunca del centro de la Tierra. Síguese lo tercero que aquellos comienzan a diminuir su celeridad desde el nacimiento matutino, y éstos a augmentarla. Y declarando por qué acontezca esto ansí, dize que aquéllos retroceden después de la estación matutina, y éstos se enderezan, por lo cual es necesario que en aquéllos sea el movimiento más tardo y en éstos más ligero como entenderá el que tuviere noticia de la materia de la dirección y retrogradación. 7(Comienza a apartarse en latitud.) Todo esto está claro del capítulo XV como de los instrumentos y tablas de movimiento. 8(La de Venus sube en quinze y más). Quiere dezir que de la aparición matutina viene a la estación y este movimiento conviene también con los movimientos escriptos en los Ephemérides. Lo mismo se ha de entender de la descensión de la misma estrella. 9(Saturno y Júpiter se apartan en doblado tiempo). Quiere dezir que es doblado el tiempo en que estas estrellas se apartan de la estación matutina hasta la aparición vespertina, que aquello en que Venus se aparta o sube, porque contiene casi 100 días. Consulten los lectores los Ephemérides y entenderán no haverse todas vezes curado Plinio de diez ni de 20 días. 10(A causa de estrivar en el vapor del Sol). Ha dicho hasta aquí del tiempo en que suben las estrellas de la oposición a la estación primera y en que tornan a descendir, aquí declara por qué, con mayor dificultad y en más largo tiempo, se apartan que se allegan al Sol, y dize que las cosas que estrivan en el vapor del Sol descienden también con dificultad, como si dixese que las estrellas que están cercanas al Sol como lo está Marte, son detenidas en la altitud o puntos de la estación del rayo solar, eficaz y vezino. De do es que también descienden dificultosamente. Esta razón quisiera yo que tuviera más nervios, pues el Sol ni lleva ni trae las estrellas con la fuerza de su rayo, antes ellas con la virtud que tienen propria de moverse andan estos caminos. Acontece pues, esta variedad de apariciones y ocultaciones, por la diversidad de los epiciclos en que caminan, porque Marte le tiene grandísimo, y ansí se aparta más tarde de los puntos de las estaciones. Otros le tienen menor y ansí se apartan destos puntos con más presteza. 11(En la estrella de Marte). Verdad es lo que dize estar por averiguar el viaje de Marte, que es cierto haver procurado hombres excelentes en esta ciencia, con gran diligencia de corregir el movimiento deste planeta, y aún no vemos cosa acabada. Lo que dize no hazer Marte estación alguna distando por cuatro signos de Júpiter, y pocas vezes distando por dos, fue verdad en su tiempo. Pero eso no repugna con que se haya en el nuestro visto lo contrario, ni verse en nuestro tiempo lo contrario estorva que no sea verdad lo que Plinio refiere del suyo. Pues la razón de los movimientos destos planetas admite en diversos tiempos lo uno y lo otro. Lo mismo se entiende de otras muchas cosas de las que en este capítulo dize. 12(Ni los nacimientos sino en dos). Tracta el postrero lugar deste capítulo de las apariciones de los planetas, y quiere dezir que Marte no haze sus nacimientos sino en Cáncer y León, como quien dize que Marte no parece dos vezes, o nace matutinamente en un signo si no fuese en estos dos. Pongamos exemplo que ogaño nace Marte en el principio de Aries, entonces dize ser imposible que el año siguiente torne a nacer en el mismo signo antes en Tauro. Y ansí acontece en todos los signos salvo en Cáncer y Leo, porque en éstos puede acontecer la oposición dos vezes. Pues puede ser que ogaño nazca en el principio de Cáncer, y en el siguiente después de la conjunción con el Sol puede nacer otra vez con exorto matutino en el fin de Cáncer. 13(Mas la estrella de Mercurio). Parece transferir Plinio en este capítulo las ca[usa]s de las estaciones, apariciones, etc., a los signos, como procedan antes de los movimientos de los planetas en sus proprios círculos porque cuando en cualquiera signo se aparta la estrella del Sol ultra del arco de la oposición, entonces siempre sube. Si Plinio atendió a que en unos signos los arcos de la oposición son mayores, y en otros menores, o lo atribuyó a las fuerzas que son más eficaces en un signo que en otro, como también arriba mezcló la causa de las alturas con la virtud o potencia que se llama en algún cierto signo exaltación. 14(La Luna dos vezes). Dize que la Luna no haze conjunción dos vezes con el Sol en otro signo alguno que en Gémini y la causa es que en tiempo de Plinio el auge del Sol estava en Gémini y el Sol anda en el auge con muy tardo movimiento, según que havemos dicho, a causa de lo cual pudo ser que se ayuntase dos vezes con el Sol en el mismo. Lo contrario acontece en el signo opósito, por lo cual dize no hazer coniunción en sólo Sagitario.

15(La vieja y la nueva). Dize aquí por qué después de la conjunción no se ve siempre la Luna de una manera, antes unas vezes más presto y otras más tarde; y es por tres razones: la primera por la declinación u obliqüidad del Zodiaco y el [h]orizonte pues si se haze conjunción debaxo de la eclíptica en la mitad, desde el fin de Sagitario hasta el fin de Gémini, entonces, poniéndose el Sol en el [h]orizonte, más grados havrá en el círculo de la revolución de la Luna desde ella hasta el [h]orizonte que del Zodiaco, desde la Luna, hasta el Sol. De donde es que en los climas septentrionales se podrá ver más aína que si estuviera en la otra mitad del Zodiaco. La segunda es la latitud de la Luna de la eclíptica. Porque si después de la conjunción se mueve a la latitud septentrional, se podrá ver otra vez más presto que si se moviese a la latitud meridiana. La tercera es la velocidad del movimiento de la Luna: porque si es el movimiento veloz, más presto se verá que si es tardo. Acontece, pues, que todas estas cosas concurren y entonces en un mismo día parece nueva y vieja, y otras vezes dos solamente, y entonces parecerá el segundo día después de la conjunción, otras vezes una sola y entonces se verá el tercero. Otras vezes acontece lo contrario de todas estas cosas, y entonces parece [a]l cuarto día.

16(No parece en el cielo la estrella de Saturno). Habla en este lugar de las ocultaciones de las estrellas cuando se encubren con los rayos del Sol, de manera que algunas vezes totalmente no se vean, y parezcan después con nacimiento matutino. Llaman esta manera de nacer, los poetas, heliaca. Hesíodo dize que las Pléyadas no se ven en el cielo por 40 días cuando se esconden cubiertas o escurecidas con los rayos del Sol, diversa es la razón de los planetas por la diversidad de los epiciclos. Mas como quiera que sea, no creo carecer este texto de depravación, do dize no parecer en el cielo Saturno ni Marte por 170 días.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1