CAPITULO XVI

Por qué causa unos mesmos planetas unas vezes parezcan más altos y otras más baxos

Tiene pues, Saturno, su auge más levantado del centro de la Tierra1 en Scorpion; Júpiter, en Virgo; Marte, en León; Sol, en Géminis; Venus, en Sagitario; Mercurio, en Capricornio, y esto en la mitad de sus grados,2 y el opósito que llaman del auge, que es el más baxo y más cercano punto del centro de la Tierra, en los signos y grados contrarios. Y de aquí es que parecen moverse estos planetas más perezosamente3 cuando van por lo más alto del círculo, no que se apresuren o detarden sus movimientos naturales, porque cada uno tiene el suyo cierto y determinado, mas porque es de por fuerza que las líneas tiradas desde el auge se estrechen en el centro como en las ruedas los rayos y un mismo movimiento se sienta unas vezes mayor y otras menor según estuviere más o menos cercano al centro. La otra causa de las alturas4 es tener los auges distantísimos de su centro, en otros signos, como le tiene Saturno en 20 grados de Libra, Júpiter en 15 de Cáncer, Marte en 28 de Capricornio, Sol en 29 de Aries, Venus en 16 de Piscis, Mercurio en 15 de Virgo y Luna en cuatro de Toro. La tercera causa5 de las alturas se entiende de la medida del cielo, no del círculo, pareciendo a los ojos que suben las estrellas o que descienden por la profundidad del aire. Enlazada está con ésta la razón de las latitúdines6 y obliqüidad del Zodiaco; por éste caminan las estrellas que llamamos erráticas sin habitarse de la Tierra7 más que lo que debaxo de él está comprehendido. Lo demás que está a la parte de los polos es inhabitable por frío. Sola la estrella de Venus8 le excede en dos partes y por esta causa se cree nacer también algunos animales en los lugares desiertos del mundo. Anda ansimismo la Luna9 por toda su latitud pero en ninguna manera la excede. Camina después déstas la estrella de Mercurio10 con muy grande laxidad, pero de suerte, que de 12 partes (que tantas son las que tiene el Zodiaco de latitud), no anda vagando más que por ocho, y por éstas no igualmente, antes las dos por medio de él, cuatro por lo alto y, por lo baxo, dos. El Sol11 va por medio de las dos partes, desigual, con torcido discurso de los Dragones.12 La estrella de Marte13 va por cuatro de enmedio, la de Júpiter14 por la de enmedio y por dos encima de ella. La de Saturno15 por dos como el Sol, y ésta es la razón de las latitúdines de las estrellas que descienden a mediodía o suben a septentrión. Algunos pensaron, aunque con muy grande engaño, que aquella tercera16 de los que suben de la Tierra al cielo consta también désta, y que juntamente es subida, los cuales no pueden ser redargüidos sin tocar una subtilidad inmensa y que abrace todas las causas, y lo primero todos concuerdan en que los planetas en el ocaso vespertino17 están cercanos a la Tierra en latitud y altitud, y que se hazen los nacimientos matutinos en el principio de cada uno, y las estaciones en las partes medias de las latitúdines que llaman eclípticas. Concuerdan también en que el movimiento crece18 mientras están cercanas a la Tierra y se desminuye cuando se levantan en altura; esto se prueva principalmente por las alturas de la Luna.19 Tampoco hay dubda que en los nacimientos matutinos20 crezca el número y que desde las primeras estaciones se desminuyan en los tres superiores hasta las estaciones segundas. Lo cual como sea ansí quedará manifesto que se suben las latitúdines desde el nacimiento matutino, porque desde allí comienzan, poco a poco, a acrescentarse los movimientos y que en las primeras estaciones suben también las alturas: porque entonces comienzan a desminuirse los números y a bolver atrás las estrellas de lo cual convernáa dar particularmente la razón. Heridas, pues, con el rayo triangular del Sol, en la parte que diximos,21 no se les concede hazer su camino derecho y son, con la fuerza del fuego, levantadas en alto. Esto no lo alcanza luego nuestra vista y por tanto juzgamos estar quedas, de do tomó nombre la estación. Procede luego la violencia del mismo rayo y la fuerza del vapor las constriñe a bolver atrás y mucho más en su nacimiento vespertino por tener al Sol de todo opuesto cuando son lanzadas a los auges más altos, y parecen menores por estar en la más alta distancia y caminar con muy espacioso movimiento y mucho más tardo cuando acontece en los signos más altos de los ábsides.

Desciéndese desde el orto vespertino la latitud, desminuyéndose entonces el movimiento más despacio pero aún no comenzando a crecer antes de llegar a las estaciones segundas, cuando también el altura se desciende sobreviniendo el rayo por el otro lado y abatiéndolas la misma fuerza otra vez a la Tierra, que las havía levantado al cielo del primer triquetro, tanto va en que los rayos del Sol los hieran por la parte de arriba o de abaxo. Acontece lo mismo mucho más en el ocaso vespertino. Este es el orden de las estrellas superiores. Más dificultoso que el de las otras y, antes de mí, tractado de ninguno.

a. Por convendrá.


EL INTERPRETE

1(Más levantado del centro de la Tierra). Havía dicho arriba tener cada uno de los planetas su absis; aquí declara en qué lugar del Zodiaco esté la parte dellos más levantada del centro de la Tierra, diziendo tenerle el Sol en Gémini, Venus en Sagitario, etcétera. 2(En la mitad de sus partes). Quiere dezir, en la parte media de sus signos, que es en el grado 15; y estos puntos altísimos de los ábsides no están fixos en un lugar o carecen de mudanza, antes se varían según el movimiento de la octava y nona esphera y de las estrellas fixas caminando en 100 años casi un grado, por la sucesión de los signos, y porque han pasado desde el imperio de Tito, en que Plinio escrivió, hasta el año presente de 1567, 1485 años, en que los auges se han movido 14 grados y casi 50 minutos. Porque concuerden con los de nuestro tiempo, se han de añadir estos grados a los lugares donde estavan los auges en tiempo de Plinio (que, aunque estuviesen los signos adonde dize, no era en todos a la mitad de los signos y aunque afirme el r[e]y don Alonso que los auges de Venus y del Sol se hallan siempre en un mismo lugar del Zodiaco y no en diferentes, como aquí Plinio dize). Pero [h]ase observado después acá cómo parece de Copérnico ser verdadero el parecer de Plinio (que al del dicho rey es contrario) y ansí estará Saturno en 14 grados de Sagitario, Júpiter en 24 de Virgo, Marte en 15 casi de León, Sol y Venus en dos de Cáncer, y Mercurio en uno de Escorpión. Y como tiene cada uno destos planetas su auge en los sobredichos lugares, ansí tienen en los diametralmente contrarios los opósitos de los auges, donde están más allegados a la Tierra que en otra parte alguna. 3(Más perezosamente). De lo dicho se sigue que el movimiento del planeta sobre el centro de la Tierra sea desigual, no que apresure o detarde sus movimientos porque éstos son ciertos e iguales a cada uno en su equante pero que, comparados a nosotros que habitamos la Tierra, nos parezcan unas vezes más velozes y otras más tardíos. De donde se llamará más veloz movimiento el que pasa en igual tiempo mayor espacio, y más tardío el que le pasa menor. Para lo cual es menester presuponer un principio de perspectiva que dize: las cosas que se miran con mayor ángulo parecen mayores, y menores las que con menor. Y otro que dize: de las magnitúdines iguales, miradas desde desigual distancia, parecen desiguales, y siempre mayor la que está más cerca de la vista como en esta figura [véase figura 4]. Sea AB lo que el planeta anda en un día cuando es muy tardo o cuando está en el auge, y CD que es el mismo tamaño lo que anda cuando es muy veloz o está en el opósito del auge. Claro se ve que aunque estas dos líneas en el centro del ecuante hagan iguales ángulos y, por el consiguiente, en él ande el planeta tanto un día como otro; pero a nosotros, que le miramos desde E, centro del mundo, nos parece que cuando anda en AB o por el auge, camina menos espacio que cuando en CD, o por el opósito, porque midamos a aquel espacio con menor ángulo. Esto se ha dicho para declaración de Plinio aunque no es general a todos los planetas (según que Plinio pensó) andar más veloces en el opósito del auge. 4(La otra causa de las alturas). Esta segunda razón de las alturas no haze el caso para este lugar, de do parece haverse Plinio engañado por el parentesco de la exaltación y altitud, las cuales palabras en esta arte son muy diferentes, porque dezimos levantarse el planeta, cuanto verdaderamente se eleva o alza en lugar o círculo, y exaltarse solamente en fuerza y potestad. Conviene a saber, cuando está en el lugar en que exercita eficacísimamente su virtud, porque señalan los astrólogos a cada uno de los planetas su parte del Zodiaco en que es más vigoroso que en otra alguna, y estos lugares llamaron altitúdines o exalaciones y los griegos [ΰψωματος]. Lean los estudiosos acerca desto a Iulio Fírmico en el capítulo III del libro segundo y a Pontano en el libro primero De las cosas celestiales. 5(La tercera causa). Quiere dezir que las estrellas se dizen estar más altas o más baxas por la convexidad del mundo; porque suben las estrellas desde oriente por la profundidad del aire hasta la mitad del cielo do parece que se detienen algún tiempo y después tornan a descendir, luego cuando suben al medio del cielo se dizen ser altísimas. Esta razón se toma de la apariencia porque, desta manera, cuando miramos al cielo nos parece que suben o descienden. Ansí habló Ovidio cuando dixo: Ardua prima via est, et qua vix mane recentes enituntur equi, medio est altisima, caelo ultima prona via est.

Ansí que la primera vía es realmente astronómica, porque acontece por razón del círculo y postura; la segunda, astrológica, pues pertenece a sola la potencia y facultad de la estrella, y, la tercera, poética y tomada del común juizio de los hombres. 6(La razón de las latitúdines). Haviendo hasta aquí hablado de las alturas de los planetas quiere agora tractar de las latitúdines, por ser estas dos pasiones muy vezinas y conjunctas entre sí, tanto que juntó Plinio todo este lugar con el precedente como una manera de causa de las altitúdines. Para entendimiento de lo cual es menester se traiga a la memoria que no es otra cosa latitud de estrella sino distancia de la eclíptica hazia el uno o el otro polo del Zodiaco, y colegirse en un círculo grande que pasa por los polos de la eclíptica y el cuerpo de la estrella, y que declinación no es sino distancia de la línea equinoccial y como el Sol camine igualmente por la eclíptica síguese no tener latitud alguna, sino sola declinación, y los otros seis planetas declinación y latitud. Dize, pues, Plinio, que también los planetas se dizen subir y descend[e]r por razón de la obliquidad del Zodiaco,

FIG. 4. Velocidad angular de los planetas en el auge y en el opósito.

Arcos de la misma longitud, AB y CD, se observan desde la Tierra bajo ángulos diferentes, según el planeta esté en el auge o en el opósito.

pues sube el Sol cuando anda en la mitad ascendente que es de Capricornio, por Aries, hasta Cáncer y desciende desde Cáncer a Capricornio, por Libra. De la misma manera se puede hazer juizio de los otros planetas; y, a la verdad, cuando los planetas están en los signos boreales tienen mayor el arco de la ascensión que cuando están en los australes. Y también esta parte del mundo que declina a septentrión se juzga levantarse más alto y las que a mediodía batirse más baxo, y esto respectivamente y no de otra manera, porque acontece en comparación de la Tierra y de los hombres que la habitan, no del cielo. De do nació cantar Virgilio: Mundus ut ad scythiam riphaeosque arduus arces consurgit, premitur libyae devexus in austros hic vertex nobis semper sublimis, etcétera.

7(Sin ser havitado de la Tierra). Habla aquí, conforme a la opinión de los poetas que dixeron que el Zodiaco se estendía y abrazava las tres zonas, conviene a saber: la tórrida y las dos templadas. Como Virgilio en la Geórgica cantó en los versos que comienzan: Has intermediamquae, y do dize: Et via secta per ambas. Y Ovidio, en el II del Methamorphosis, do dize: Nec tibi directos. En los cuales versos hablando del Zodiaco dize: Zonarumque trium contentus fine. Y Séneca, en la tragedia Thyestes, hablando del mesmo, dize: Hic qui sacris pervius astris secat obbliquo tramite zonas. 8(Sola la estrella de Venus). Havía dicho que andan las estrellas por los 12 grados de latitud del Zodiaco. Añade aquí, moderando este lugar, que Venus excede esta latitud porque tiene virtud generativa, como también dan a entender los poetas en sus fábulas. Ptolomeo, en el libre treze colige, casi de la misma manera, las latitúdines de las mismas estrellas, porque el ecéntrico de Venus declina de la eclíptica hazia bóreas por diez minutos, y estando el centro del epiciclo en los nudos y la misma estrella en el auge del epiciclo, consta tener hazia ambos lados de la eclíptica latitud de un grado, y en el opósito del auge del epiciclo latitud de seis grados y 20 minutos, y el diámetro del epiciclo se acuesta de la superficie del ecéntrico dos grados y medio. Júntense, pues, estas dos inclinaciones y constituirán toda latitud de Venus, que es de ocho grados y 50 minutos. 9(La Luna también). El planeta que entre todos tiene mayor latitud es Venus, y luego, Luna, la cual se espacia por casi toda la del Zodiaco y tiene término de cinco grados para desviarse de la eclíptica; de manera que su mayor latitud desde la eclíptica hazia la una y la otra parte del mundo son cinco grados. 10(La estrella de Mercurio). Síguese después de la Luna, Mercurio, que anda vagando de 12 partes, por las ocho y, éstas, desigualmente, y desta manera, enmedio de él dos, encima cuatro y debaxo dos. Llama arriba cuando el planeta está en la latitud septentrional; abaxo cuando en la meridiana, y en medio cuando entre la eclíptica y línea equinoccial. Será, pues, la sentencia que pretende Plinio, que Mercurio se aparta de la eclíptica del un cabo y, del otro, dos partes cuando está en medio, cuatro cuando está encima, y dos cuando está abaxo. Cualquiera cosa déstas que diga Plinio se advierta que Ptolomeo y otros que enseñan estas cosas con más cierta demostración, hablan muy de otra manera de las latitúdines de Mercurio. Porque la de[s]viación de su ecéntrico hazia austro es de 45 minutos, y estando el centro de su epiciclo en los nudos y el centro del cuerpo del planeta en el auge de su epiciclo, su latitud de la eclíptica es de 1 grado y 45 minutos. Y estando el centro del cuerpo del planeta en el opósito augis del epiciclo es la latitud de 4 grados, de manera que la inclinación de la superficie del epiciclo a la superficie del ecéntrico serán seis grados y la cuarta parte de otro. 11(Después, el Sol). Principio sabido de astrología es moverse perpetuamente el Sol por medio del Zodiaco, debaxo de la línea que corta lo ancho de él en iguales partes, sin vagar por su latitud. Y, por tanto, parece a algunos que lo que dize Plinio 12(con desigual viage, y torzido, de los Dragones), quiere dezir que el Sol corte con su viage en dos partes iguales la latitud del Zodiaco, y lo que dize de los Dragones se pudiera entender de la declinación de la línea equinocial, por apartarse della el Sol hazia septentrión y mediodía, la cual declinación a ambas partes se llama, por cierta semejanza, viage de Dragones, como también llamamos, en la esphera de la Luna, Dragón, el apartamiento y allegamiento de su deferente a la superficie plana de la eclíptica, pero esta declaración no ha lugar, porque más abaxo dize que Saturno tiene 2 grados de latitud, como el Sol. Por lo cual es necesario escusar a Plinio diziendo que tomase esto de algún autor muy antiguo, como Marciano Capella también lo tomó, que en el libro ocho tractando de las latitúdines del Zodiaco, dize que el Sol va por medio sin declinar a parte alguna, si no es cerca del signo de Libra, donde se aparta a la parte de septentrión o mediodía por cuantidad de medio grado y de aquí es lo que dize Plinio: Flexuoso draconum meatu in aequalis. Deviéronse de engañar estos autores por ver que el Sol tiene alguna latitud aparente por medio de la paral[aje], 13(La estrella de Marte). Dize aquí que Marte sale de la eclíptica de cada parte cuatro grados; atribuye Ptolomeo a Marte mayor latitud, conviene a saber: de cuatro grados y un cuarto hazia septentrión, estando el centro del epiciclo en el auge, y el centro del cuerpo del planeta en el opósito del auge del epiciclo, y de 7 grados hazia mediodía, estando el centro del epiciclo en el opósito del auge del deferente, y el centro del cuerpo del planeta en el opósito del auge del epiciclo. 14(Júpiter). Quiere dezir que la estrella de Júpiter se mueve en latitud dos partes y media, según Ptolomeo, estando el epiciclo en el auge y el planeta en el auge del epiciclo, es su latitud de dos grados y medio. 15(La estrella de Saturno). Si el Sol tenga latitud alguna o no, y de donde tomó Plinio ocasión deste engaño, ya lo tenemos arriba dicho.

16(Que aquella tercera). Dixo arriba ser la tercera razón de las alturas la medida del Cielo que es la altitud de la estrella sobre el [h]orizonte, en el meridiano. En este lugar declara con más diligencia la naturaleza desta altitud y lo primero reprehende el parecer de los que dixeron que esta altitud conviene con las latitúdines, de tal manera que todas las vezes que se levanta la estrella con esta tercera altitud, la latitud comienza también a subir. Pero cuán falso sea esto demuestra por tres razones, según parece en el texto, en las cuales, por estribar en fundamentos falsos nos detendremos poco. 17(Las estrellas en el ocaso vespertino) . Esta es la primera razón con que pretende probar lo sobredicho diziendo ser necesario que en el ocaso vespertino estén en el opósito del auge de sus ecéntricos, muy cercanos a la Tierra en latitud y altitud, y que se hagan los nacimientos matutinos en el principio de cada uno, conviene a saber: en su mayor distancia de la Tierra, así en latitud como en altitud y las [e]staciones en los medios artículos de sus latitúdines, que es en los puntos eclícticos do no tienen alguna latitud; luego no puede ser causa de la elevación la latitud en el opósito del auge ni en las latitúdines medias. 18(Lo segundo, que el movimiento crece). La segunda razón que Plinio haze es también: es cosa llana aumentarse el movimiento cuando están en el opósito del auge de su ecéntrico y disminuirse en el auge, luego no puede la latitud ser causa de la altitud, pues suben las latitúdines cuando el movimiento es más presuroso y están más cercanas al centro de la Tierra. 19(Por las alturas de la Luna). Prueva la razón precedente con exemplo tomado del curso lunar; porque la Luna está sublime en medio del cielo acerca de las cuadraturas en el ocaso o nacimiento del Sol, pero no siempre sube las latitúdines, antes, algunas vezes, carece dellas, y otras disminuye su latitud, y éste creo ser el verdadero sentido de Plinio. 20(Tampoco hay dubda que en los nacimientos matutinos). La tercera razón es: manifiesto está aumentarse a los tres superiores el número en los exortos matutinos o ir subiendo contino más por sus alturas hasta venir a las estaciones primeras, donde disminuyen el primer número hasta las segundas, o comienzan otra vez a descends y hazerse más baxos hasta las segundas estaciones. Lo cual, como sea ansí, es cosa averiguada que desde el nacimiento matutino suben por las latitúdines, como quien dize. Desto se sigue que la estrella, en el nacimiento matutino, carece de latitud, aunque entonces ya comienza a subir las latitúdines. Luego no dixeron bien los que refirieron la causa de la sublimidad de la estrella en su nacimiento a las causas de la latitud, pues las estrellas en este lugar comienzan a subir sus latitúdines. Esto es lo que Plinio quiso dezir pero porque las más destas cosas se ha observado después acá ser al contrario, como lo muestran claramente Ptolomeo, Purbachio y Copérnico, podríase dudar si lo halló ansí Plinio escripto en algún antiguo o si fue culpa suya de no entender perfectamente lo que leyó.

21(Heridas en la parte que diximos). Porque se ha hecho muchas vezes mención de las estaciones y altitúdines de los planetas, procura al presente dar una causa sutil desta cosa y dize "heridas en la parte que diximos”, o tocadas de los rayos del Sol, en aquel cabo del cielo donde distan del Sol, por triángulo, son impedidas del rayo del Sol de su derecho camino, quiero dezir que son divertidas de su constituido viage con la fuerza del rayo solar que no las dexa discurrir por la longitud del cielo y, porque esto no luego se percibe de nuestra vista, parécenos que están quedas, de do tomó nombre la estación. Procede después la violencia del mismo rayo y fuérzalas el vapor, siendo repercutidas a que buelvan atrás y desciendan otra vez del último término a do havían sido lanzadas con la fuerza del rayo. Y conócese baxar más en el nacimiento vespertino, porque entonces están más cercanas a la Tierra que nunca y en el opósito del auge y, por tanto, les es entonces todo el Sol contrario. Esto es lo que Plinio quiso sentir en este lugar, lo cual, ansí como no tiene bastante discurso que lo confirme, ansí tiene muchos que lo contradigan y destruyan, pues aunque el Sol haga en estas cosas baxas y exercite su virtud contra las cualidades de los mixtos, no se puede con alguna eficaz y firme razón mostrar que haga lo mismo en los cuerpos celestes y puros. Lo mismo siente Pontano,b varón docto de nuestra edad, en los libros De las cosas celestes, afirmando que, aunque el Sol sea príncipe entre los planetas por la magestad de su propia lumbre, no exercita por eso tiranía con ellos o tiene anzuelos con que, asidos, los divierta de su acostumbrado camino o los fuerce, como vencedor a vencidos, a que sigan sus cadenas y vitoria.

b. Pontano, Juan, 1426-1503, humanista y poeta napolitano, renacentista.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1