CAPITULO XV

Del movimiento regular, de las apariciones y ocultaciones de los planetas

Ocúltanse1 los otros tres planetas que dezimos tener su asiento más alto que el Sol, caminando juntamente con él, y nunca nacen2 por la mañana sin que disten3 por más que once grados4 del Sol. Después, son cubiertos, tocándolos sus rayos y hazen en la tercera parte del Zodiaco,5a que es en 120 grados de distancia, las estaciones que llamamos matutinas y se dizen también primeras. En la oposición, después de 180 grados, los nacimientos vespertinos o de la tarde y otra vez en 120, por el otro lado, las estaciones vespertinas que llaman también segundas, hasta que, alcanzándolos en 12 partes,b los oculte, y éstos se llaman ocasos vespertinos. La estrella de Marte, como les es más cercana, siente también sus rayos en distancia de tres signos, o digo 90 grados, de donde tomó el nombre este movimiento, primero y segundo, dicho nonagenario, del un nacimiento y del otro.6 La misma [Marte] cuando es estacional se detiene seis meses en los signos7 y, otras vezes, dos, como los demás [Júpiter y Saturno] no gasten cuatro meses8 en ambas estaciones.

Los dos [planetas] baxos9 se ocultan en el coito o ayuntamiento vespertino de la misma manera y, dexando atrás el Sol, hazen en otras tantas partes los nacimientos matutinos y siguen al Sol desde los términos más largos de su distancia y haviéndole alcanzado se esconden y le pasan con ocaso matutino; después nacen a la tarde en el mismo intervalo, hasta los términos que diximos. Desde éstos buelven a retrogradar hazia el Sol y escóndense con ocaso vespertino.

También la estrella de Venus10 haze dos estaciones, matutina y vespertina, desde ambos exortos, haviendo ya llegado a los términos más largos de su distancia. La de Mercurio11 haze sus estaciones en tiempo tan breve que apenas se puede comprehender.

Este es el orden12 de los ortos y ocasos de los planetas con movimi[ento] [com]plexo, y [en medio de él] much[os] miraglos,13 porque mudan sus tamaños14 y colores, y se allegan a septentrión, van a mediodía y se ven, repentinamente, más cercanos a la Tierra o al cielo. En lo cual, haviendo yo de enseñar muchas cosas de otra manera que los antiguos, confieso deverse también éstas a aquellos que primero mostraron el camino de inquirirlas, con que nadie desconfíe de poderse siempre mejorar los siglos.

Acontece todo esto por muchas causas: la primera, por los círculos que llaman los griegos ábsides en las estrellas (que será necesario usemos de las palabras griegas) y tiene cada una dellas el suyo y diverso del que tiene el cielo; porque la Tierra, a causa de estar enmedio de los dos puntos15 que llaman polos, es centro del cielo y del Zodiaco, sitiado oblic[u]amente entre ellos, lo cual se dexa entender por la infalible razón del compás. Luego, a cada planeta se levanta su absis desde diverso centro, y por tanto tienen diversos orbes y movimientos desemejantes; pues es necesario ser menores las ábsides o círculos que más se allegan al centro.

a. En otros textos trino aspecto y triquetro, triángulo equilátero.

b. Por grados.


EL INTERPRETE

Ha enseñado hasta aquí Plinio las cosas que acontecen al Sol y a la Luna por sí y juntos. Quiere agora contar las apariencias de los otros cinco planetas en respecto del Sol, y porque todos los mathemáticos que le precedieron havían solamente tractado del movimiento irregular dellos en respecto del Sol, por el cual unas vezes parecían caminar derechos y ligeros, otra volver atrás y ser tardos, otras vezes estar del todo quedos, otras esconderse debaxo de los rayos del Sol y otras salir de ellos y mostrarse. No es maravilla si Plinio no tractó tan precisa y exactamente del movimiento destos planetas como Ptolomeo, que fue el primero que dio a esta materia perfecta claridad de que agora gozamos, como él lo dize en el capítulo II del libro nono del Almagesto. Y ansí, de aquí adelante, nos aprovecharemos en estos comentarios de la astrología moderna. Tracta pues en este capítulo del movimiento regular de las estaciones y apariciones de los planetas, porque entiendo por la palabra motus, que está en el título, estaciones, por lo que dize abaxo tractando de Marte: unde nomen accepit hic motus primus et secundus nonagenarius dictus, que quiere dezir la primera y segunda estación que haze Marte en distancia de 90 grados del Sol. Y la otra palabra, luminum, en apariciones, por lo que dize más abaxo después de haver contado los exortos y ocasos de los planetas: b[a]ec est luminum ocultationumque ratio y porque todos los antiguos, como dize Ptolomeo en el lugar allegado, solamente consideraron las estaciones y exortos de los planetas a quien llamaron [en blanco en el texto] y en qué distancia del Sol se hazían. Para el entendimiento más fácil de todas las cosas que en este capítulo, y otros que se siguen, se tractan, servirá muy bien la figura presente en que por EGFH se señala el epiciclo llamado de Plinio, según se cree, algunas vezes, absis, donde se mueve el cuerpo del planeta, y por cuyo movimiento acontecen a las estrellas algunos accidentes de los que havemos contado, aunque no hazen estos ámbitos siempre debaxo de una sola parte del Zodiaco, como debaxo de A, antes se aparta del centro del epiciclo a diversas partes de él y con este movimiento designa el círculo llamado ecéntrico o d[e]ferente, según las letras KOQS, en que se haze el movimiento que acaba Saturno en casi 30 años, y otros en otros tiempos diversos, y de quien nace hazer los planetas en diversas partes sus naturales movimientos, unas vezes más presurosos, y otras más tardíos. Si haya conocido Plinio epiciclos distinctos de los deferentes dubdan algunos, tan confusamente mezcla los oficios de ambos y tan obscuramente se pasa de los unos a los otros. Como quiera que sea, nos converná,c según tenemos advertido, tomar de ambos la declaración de sus palabras.

1(Ocúltanse). Llama ocultación aquella que la vulgar astrología nombra ocaso heliaco o solar, y házese cuando la estrella está tan cerca del Sol que no se parece a causa de su luz. Y ansí comienza Plinio lo que acontece en el cielo acerca de los planetas, del principio de su período en que están conjunctos con el Sol, entre los cuales es proprio a Saturno, Júpiter y Marte estar en las conjunciones propias con el Sol, en E, euge [sic] del epiciclo y que estén tres centros, conviene a saver, del epiciclo, del planeta y del Sol en una línea continuada desde el centro del mundo, B, sobre cualquiera parte del Zodiaco. Y éste, por causa de exemplo, Saturno, junto con el Sol en la letra A, en el postrero grado de Virgo, donde estava el mes de septiembre del año 1568. 2(Nacen). Nacimiento matutino es aquel en que el planeta, distando del Sol por algún espacio del cielo, se parece por la mañana, previniendo con su nacimiento al Sol. Por causa desde lugar, y muchos de los que se siguen, conviene conoscer los movimientos que tienen las estrellas cada día o cada hora de las 24 iguales, para que, multiplicando este movimiento o transferido a muchos días siguientes del tiempo concebido, cual es de la aparición, ocultación y triquetro, se halle en nuestra figura semejante designación en los proprios lugares de las estrellas en la superficie del cielo. El centro del Sol se mueve cada día 59 minutos y 8 segundos, poco más de las de las partes deferente. El centro del cuerpo de Saturno se mueve cada día 57 minutos y 8 segundos de la parte del epiciclo. El centro R del epiciclo de Saturno se mueve cada día dos minutos de las partes de su orve equante.d El centro del cuerpo de Júpiter se mueve, cada día, 54 minutos y 9 segundos de las partes del epiciclo. El centro del epiciclo de Júpiter se mueve cada día 4 minutos del eccéntrico. Los movimientos de los otros planetas diremos abaxo en sus proprios lugares. 3(Distando). Traslado desta manera porque leo distantes y no discedentes, pues es ansí que ellos no se apartan del Sol siendo de movimiento más tardío, antes el Sol se aparta dellos. 4(Por más que once grados). Leo: partibus nunquam non amplius undenis, por lo que abaxo dize Plinio: "hasta que alcanzándolos en doze partes,” etcétera. De los términos de la aparición y ocultación lean los estudiosos el libro XIII del Almagesto de Ptolomeo porque se varían estos arcos según la obliquidad del horizonte y latitud de los planetas, como allí copiosamente se declara. 5(En la tercera parte del Zodiaco). Tracta aquí de las estaciones de los planetas, los cuales se dizen estacionarios cuando de tal manera detarda el movimiento del epiciclo al del deferente que parece estarse quedo el planeta. Y hay dos lugares de estaciones: el uno, donde comienza el planeta a retroceder y llamarse estación primera y, el otro, donde el planeta comienza a ir adelante, y llámase estación segunda. Y para que mejor se entienda imaginemos [véase la fig. 3] salir dos líneas del centro A y tocar el epiciclo en dos puntos cuyo centro no se mueva. Entonces, en los puntos DE de la contingencia, serían las estaciones, las cuales no son, porque realmente el centro del epiciclo se mueve llevado por el céntrico. Plinio, según se conjectura de sus palabras aunque otros lo sienten de otra manera, colocó estos puntos de las estaciones en el orbe de los signos, y ansí dize: et in triquetro a partibus 120 staciones vespertinas quas et secundas vacant facit, que quiere dezir: cuando el Sol se ha apartado de los tres superiores por espacio de cuatro signos, conviene a saber, de 120 grados, comienzan a hazerse retrógrados, pero antes que se eche de ver su retrogradación parece por muchos días estar quedos y hazen la estación que llaman primera y matutina, y después, continuado el curso de la retrogradación, están otra vez, al parecer, inmovibles antes que caminen derechamente, y hazen la segunda estación, en el cual tiempo [h]avrá pasado el Sol tanto espacio del cielo que diste dellos por cuatro otros más signos, o 120 partes, según que antes se dixo de la primera estación. Torna, después, el Sol a a[l]canzarlos y, distando dellos por 12 partes, los cubre y oculta con sus rayos y esta ocultación se llama ocaso vespertino. Esto es lo que dize Plinio llamarse ocasos vespertinos, cuando, alcanzándolos en 12 partes, los oculta. De manera que la suma deste lugar es que los tres planetas superiores tienen esta proporción con el Sol, lo primero que se ponen en la conjunción con ocaso vespertino, quiero dezir que como antes pareciesen por la tarde en poniéndose el Sol ya no parecen, y apartado el Sol dellos por onze partes salen con nacimiento matutino que también se llama aparición y, después, cuando el Sol se aparta tanto que los mira con aspecto trino, que llaman triquetro, son estacionarios, con estación primera. Tras esto, opuestos al Sol, nacen con nacimiento matutino; luego, de la otra parte, distando el Sol de ellos por cuatro signos, son estacionarios de estación segunda y, finalmente, llegándose a ellos el Sol, se ponen con ocaso vespertino que también se llama ocultación. Todo esto dize muy bien Plinio si se entiende porque los tres superiores tienen movimiento proporcionado al medio movimiento, que llaman los astrólogos, del Sol, porque, cuanto el centro del epiciclo dista de la línea del medio movimiento del Sol tanto se aparta el planeta del auge media de su epiciclo; luego, cuando el centro del epiciclo distare de la línea del medio movimiento del Sol por cuatro signos, será necesario que diste también el planeta del auge media de su epiciclo otro tanto. 6(Y se llamó primero y segundo nonagenario del un nacimiento y del otro). Quiere dezir que, apartado 90 grados del Sol, comienza a ir más despacio y caminar a la primera estación, en lo cual parece comenzar ya a sentir los rayos del Sol. Y es de advertir que Marte, por la grandeza del epiciclo y vezindad del centro del Universo, son algo diferentes los puntos de las estaciones de Júpiter y Saturno, pero no es tanta la diversidad cuanta en este lugar le atribuye Plinio. Y que el centro del cuerpo de Marte se mueve cada día 27 minutos y 41 segundos de las partes del epiciclo.

FIG. 3. Estaciones y retrogradación de los planetas.

Explica aquí algunas consecuencias de la hipótesis geocéntrica de Ptolomeo. Los movimientos aparentes de los planetas fueron interpretados suponiendo que cada uno de ellos giraba en una órbita circular (epiciclo), cuyo centro sigue, a su vez, una órbita también circular (deferente) alrededor de la Tierra. Esta composición de movimientos produce la trayectoria bucleada que aparece en la figura. La relación de los radios del epiciclo y del deferente y la relación de las velocidades relativas en uno y otro movimiento, producen diversas configuraciones a las respectivas epicicloides; algunas de ellas carecen del bucle interior al deferente.

En el trayecto BCD el planeta progresa sin interrupción, pero en D aparenta detenerse, visto desde la Tierra, para retroceder en su camino mientras recorre el arco DE. De nuevo se detiene en E, para reanudar su progresión, después, según el arco EF.

El centro K del epiciclo se mueve cada día 31 minutos y 27 segundos de las partes del ecéntrico y tiene Marte los mismos periodos de su movimiento, conviene a saber: oposición, ambas estaciones y ocultación. Y es de advertir que no siente Marte, estando en cuadrado en las partes del epiciclo distante del Sol 9 grados por el Zodiaco, o siendo estacional, los rayos del Sol y que no tiene en esto más ni menos que Saturno o Júpiter, lo cual parece contra Plinio. Mas respóndese confesar Plinio que también Marte haze las estaciones en distancia de 120 grados, aunque algunas vezes comienzen antes de llegar a ellos, por estas palabras: etiam ex quadrato sentit radios. De manera que, como en los vientos, hay algunos que llaman los griegos pródromos y los latinos precursos. Ansí el cuadrato del signífero se puede llamar pródromo o precursor, donde Marte comienza a tomar aquella disposición que acaba con la estación cumplida, lo cual aunque también acontezca a Saturno y Júpiter, pero pudo ser que Plinio lo advirtiese en Marte, por razón de la amplitud de su epiciclo, más ligero movimiento y propinqüidad del centro de la Tierra, lo cual no notó en los otros dos por las razones contrarias. 7(Seis meses en algún signo). Para que mejor se entienda este lugar es menester que pongamos caso que Marte se haga estacionario de estación matutina o primera al fin de algún signo al cual huviese pasado en casi dos meses (que en tanto tiempo se pasa de su movimiento proprio) y que en esta estación se comienze, según que es necesario, a hazer retrógrado y torne a los mismos espacios contra el orden de los signos en otros dos meses, porque el arco de la retrogradación en Marte es muy pequeño y entonces se comienze a enderezar. Claro está que tornará a pasar el mismo espacio segunda vez en otros dos según el orden de los signos y que toda la suma hará seis meses, pero porque algunas vezes se suele estar Marte en un signo ocho meses, según que en el año de 1554 se vido, que entró en el signo de Virgo a 28 de otubre y salió de él a 19 de junio del año de 1555, leen algunos octonis mensibus y no senis. 8(Como los demás no gasten cuatro meses). Si no entiende los inferiores, es esto dificultoso, pues Saturno se detiene tres años en algunos signos. 9(Los dos baxos). El movimiento del cuerpo de Venus en el epiciclo es, cada día, 36 minutos y 59 segundos; el movimiento del centro del cuerpo de Mercurio en su epiciclo es, cada día, tres grados, seis minutos y 24 segundos. El movimiento del centro del epiciclo de ambas estrellas es, cada día, 59 minutos y ocho segundos. En lo demás, diversa es la razón de los dos inferiores ansí por estar debaxo del Sol como por tener grande afinidad con su movimiento, ocultándose y oponiéndose con ocaso vespertino cuando están cerca del poniente y se allegan en su epiciclo al [Sol] de manera que se cubran con sus rayos, porque entonces no se pueden ver más por la tarde, como en los días precedentes, por la fuerza de la lumbre del Sol que les es vezina. Apartándose después del Sol hazia la otra parte del mundo, preceden al Sol por la mañana, y cuando llegan a los términos de su aparición, se ven otra vez y llámase esta aparición nacimiento matutino. Siguen con este movimiento al Sol y vense con nacimiento matutino hasta haverse apartado a las metas de su mayor distancia, quiero dezir, hasta haver llegado al punto de su mayor elongación del Sol, que es en Venus de 46 grados y en Mercurio de 23. Dende este punto torna a seguir al Sol y, alcanzándole, se ponen con ocaso matutino, quiero dezir que de mañana no se parecen más. De donde otra vez apartadas se ven por la tarde y esta aparición se llama nacimiento vespertino. Después, se tornan de la misma manera a apartar del Sol hasta llegar a los términos de su mayor apartamiento, porque entonces últimamente se ocultan, volviéndose al Sol con ocaso vespertino. Esta es la verdadera sentencia de las palabras de Plinio, la cual se puede fácilmente entender de cualquiera medianamente exercitado en las theorías de los movimientos, porque como sea ansí que las líneas del medio movimiento del Sol, Venus y Mercurio están siempre en un mismo lugar del Zodiaco, según longitud (porque ésta es su naturaleza) se sigue que se hagan estas mudanzas de apariciones y ocultaciones solamente por razón del movimiento destos planetas en sus epiciclos. Y por tener el suyo Venus grandísimo es necesario que el arco de su visión sea también grande, y en Mercurio ansí por tenerle pequeño como por su apresurado movimiento (que es cierto andarle en espacio de cuatro meses) brevísimo, de manera que se ve en nuestras regiones muy pocas vezes.10(La estrella de Venus). Dize hazer este planeta dos estaciones matutina y vespertina después de ambos nacimientos, haviendo ya llegado a los términos más largos de su distancia, pero que 11(Mercurio) pasa con tanta presteza las suyas a causa de ser menor su epiciclo que apenas puede comprehenderse. 12(Este es el orden).

Véase, acerca deste lugar, lo que se notó al principio del capítulo acerca de la interpretación del título, porque entender por lumbres los aspectos, como lo han hecho todos los que hasta agora han hablado sobre este lugar, es fuera de la intención deste capítulo y también de su autor. 13(Rebuelto en muchos milagros). Porque la razón de las apariciones y ocultaciones tienen varias y desemejantes mudanzas por razón del ecéntrico. También se podrían añadir otros muchos a éstos que Plinio dize, porque es cierto que la Luna y Saturno, estrellas muy apartadas de él, se mueven en los menores epiciclos de todos. Mercurio y Júpiter, planetas medios, en mayores; Venus y Marte, los más cercanos al Sol, en los mayores de todos. Que la Luna pueda estar en cualquiera parte de su epiciclo en conjunción y oposición con el Sol, y los tres superiores solamente en los auges en conjunción y, en los opósitos, en oposición. Que Mercurio y Venus jamás vengan a estar en oposición con el Sol y como las impresiones metereológicas que llaman coronas, abrazando estas estrellas enmedio al Sol, le fortalezcan, siendo como centinelas a su rey, que estén dos vezes conjunctos, conviene a saber, estando en ambas partes del epiciclo acerca de la E y otra vez de la F; que los tres superiores salgan de sola la oposición matutina desde E, absis, y los dos inferiores de F; que el centro del epiciclo de la Luna, en las conjunciones y oposiciones con el Sol, esté en los apogeos, auges, o ábsides sumas (que todo es uno) de los ecentros o deferentes como los centros de los epiciclos de las demás estrellas se hallen en cualquiera parte de los deferentes en las conjunciones y oposiciones con el Sol y, lo que es más de notar, por los tres superiores; que lo que se mueve cada día, el centro del epiciclo por el deferente y el centro del planeta por el epiciclo juntado, sea igual al movimiento diurno del Sol. Exemplo desto será en Marte. El movimiento de su centro es 27 minutos y 42 segundos. El movimiento del centro de su epiciclo 31 minutos y 26 segundos. Estos movimientos se junten y constituirán el movimiento del Sol que son 59 minutos y ocho segundos. Como este movimiento es de un día, ansí también se puede constituir el de la cuarta parte del año, del medio o de todo él. Estas y otras cosas con que consejo de Providencia haya sido instituido que acaesciesen o que Cómodo se procuró con ellas acerca del orbe terreno, apenas ha havido ni hay hombre que lo haya explicado, por lo cual, no sabiéndose dello causa suficiente, se atribuirá, con justa razón, al poder y maravillas de Naturaleza. Luego cuenta Plinio otros milagros no menos dignos de oír que los sobredichos. 14(Porque mudan sus tamaños). En todo este lugar se haze la cama al capítulo que se sigue o, por mejor dezir, havía de comenzar desde aquí, donde se explica diligentemente la causa de las alturas. La primera es de los que llaman en las estrellas ábsides, porque todos los planetas son llevados de círculos que en un cabo se acercan a la Tierra más que en otra alguna parte y, en otro, se apartan sumamente della porque no se descriven sobre centro regular de la Tierra, pero sobre otros, de do se llaman ecentros y, déstos, una porción se aparta distantísimamente de la Tierra y llámase absis summa o altísima o apogeo o, como hoy, auge o longitud longior, y cuando los planetas caminan por esta parte de su deferente, es necesario mudar su tamaño y color porque, apartándose entonces más lexos de nosotros, es de por fuerza que parezcan menores y menos resplandecientes. La otra parte destos círculos y más cercana a la Tierra, se llama absis ima,e y, de los griegos, perigeo, y opositum augis de los latinos más modernos y longitudo proprior. Y estando los planetas en esta parte por acercarse a nosotros parecen de mayor grandeza y tamaño y de mayor resplandor según que abaxo diremos más copiosamente. De aquí también es que en diferentes tiempos den buelta al Zodiaco, porque como estas ábsides, por do van los planetas, mientras más se allegan a la Tierra son menores y mayores mientras más se apartan, síguese que mayor ábside se andará en mucho mayor tiempo. De do es que Saturno, por estar más distante, gasta 30 años en rodear su ábside, y la Luna, por estar muy cerca, aun no gasta un mes. 15(De las dos cumbres).f No es causa bastante ésta para que la Tierra sea centro del cielo y del Zodiaco si Plinio no entendió otra razón de mayor eficacia.

d. Por convendrá.

e. De aequo, igualar.

f. La parte más baja del absis; imma, inferior; summa, superior.

g. Por puntos.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1