CAPITULO X

Del eclipse del Sol y de la Luna. De la noche

Son los eclipses de la Luna y del Sol (que es la cosa de mayor maravilla que hay en toda la contemplación de Naturaleza y semejante a monstruosidad) indicio y muestra de su grandeza y de su sombra, pues es claro eclipsarse el Sol por ponérsele delante la Luna y la Luna por interponérsele la Tierra y que se pagan en la misma moneda, privando la Luna, con ponerse delante a la Tierra, de los mismos rayos del Sol, que la Tierra, interpuesta, quita a la Luna. Cuando ésta se pone delante repentinamente, se escurece la Tierra y, ansimismo, con la sombra de la Tierra se escurece la Luna.

Y no es otra cosa noche, sino sombra de la Tierra. Es semejante su sombra a un trompico, pues que solamente toca la Luna con la punta y no excede altitud della1 y, ansí, ninguna otra estrella eclipsa del mismo modo, y la tal figura siempre se acaba en una punta. Pero, que dentro de algún espacio tengan fin sus sombras muestran las aves de alto buelo, y el término de estas sombras es lo último del aire y el principio de la región ethérea.

Encima de la Luna todo es puro y lleno de continua luz, mas nosotros vemos de noche las estrellas, como solemos en las tinieblas ver cualquiera otra lumbre, y de aquí es parecerse de noche2 los eclipses de la Luna, aunque ni los de la Luna ni los del Sol acontecen cada mes3 por razón de la obliquidad del Zodiaco y viajes diversos (según que tenemos dicho) de la Luna, no concurriendo siempre los planetas en unos mismos escrúpulos de partes o ñudos.


EL INTERPRETE

1(Cuya altura no excede). No sé cómo se pueda salvar esto porque antes es necesario, si esta sombra ha de escurecer toda la Luna, que pase la punta de la sombra hasta la región ethérea y, aunque notablemente la penetre, pues es cierto hazerse los eclipses de la Luna estando ella en oposición con el Sol, y en toda oposición hallarse la Luna levantada al auge de su eccéntrico. De lo cual se sigue que la punta de la sombra haya por fuerza de pasar hasta la región ethérea, si por ventura no entendió no pasar de manera que llegue a los otros planetas. 2(Parecerse de noche). De verse luzir de noche las estrellas nace verse también la Luna y de verse se sigue que, entonces, se eche de ver su defecto cuando se eclipsa. 3(Cada mes). Los equinoccios y solsticios es necesario que cada año acontezcan por hazer siempre el Sol por un mismo camino su viaje, conviene saber, por la eclíptica de la octava esphera, y haver por fuerza de pasar por el punto do se cruzan la línea equinoccial y círculos solsticiales con la eclíptica de la octava esphera. No es ansí en los eclipses de la Luna, ni es forzoso que se hagan cada año, porque la Luna no en todas las posiciones se topa con el Sol en el lugar do se puede eclipsar, que es do se cruza el deferente de la Luna con la eclíptica de la octava, la cual cruciación llama Plinio escrúpulos de partes, los latinos nodos y, vulgarmente, cabeza y cola de Dragón.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1