CAPITULO VIII

De la naturaleza de los siete planetas y de su [ámbito]

Bolvamos de aquí a las cosas que restan de Naturaleza. Las estrellas, pues, que diximos estar fixas en el cielo, no son, ciertamente, como piensa el bulgo, atribuidas a cada uno de nosotros, claras a los ricos y menores a los pobres, obscuras a los desdichados y lúcidas, según la suerte de cada uno, y correspondientes en número a los hombres; ni muere cada una naciendo con el suyo, ni significan morir alguno cuando se ponen. No tiene tanta hermandad con nosotros el cielo que con nuestro hado sea también mortal aquel celestial resplandor, antes, abundando ellas en demasiado alimento1 del atrahído humor, dan una apariencia de fuego cuando se piensa que caen, según vemos acaescer también, entre nosotros, en los candiles encendidos con el liquor del azeite.

En lo demás, constan los cuerpos celestes de eterna naturaleza, ansí los que texen el mundo, cuales son las estrellas, como lo que se cuaxa de su contextura. Desciende hasta la tierra, principalmente, la fuerza de aquellas estrellas que se han podido conocer en tanta subtileza por sus efectos, claridad y grandeza, según que mostraremos a su tiempo.

Dirase, también, con mayor comodidad, de los círculos del cielo cuando hiziéremos mención de la Tierra, sin dilatar sus inventores,2 pues que a ella toca todo el orden y disposición del Zodiaco. Dízese haver sido Anaximánder Milesio el primero que halló su obliquidad o, por mejor dezir, el que abrió las puertas desta cosa en la Olimpiada LVIII y, después, señala sus signos Cleostrato y, los primeros, Aries y Sagitario y la Esphera, mucho antes, Athlas.3 Agora, dexado el cielo, tractemos lo demás que está entre él y la Tierra.

Y es cierto que la estrella que llaman de Saturno4 es la más alta y, al parecer, la menor [en tamaño] por su distancia y se mueve en mayor círculo que las otras y buelve en espacio de 30 años al lugar de donde partió. Y que el curso particular de todos los planetas y, entre ellos, el del Sol5 y de la Luna, se haze al contrario del cielo, conviene a saber, de occidente para oriente, que es su lado izquierdo, yendo él, con grande ligereza, al derecho, que es occidente. Y aún que con el perpetuo rodear de inmensa ligereza sean llevadas y arrebatadas para occidente, pero porfían con movimiento contrario cada una por sus pasos. Esto se haze porque el aire, trahído a la redonda hazia una sola parte, no impida el movimiento del cielo con el continuo boltear del mundo, antes se desparza, apartado y dividido, con el contrario movimiento de los planetas.

Es la estrella de Saturno de naturaleza fría y seca, y el círculo de Júpiter más baxo y, por tanto, acava con movimiento más ligero, en 12 años, su curso.

La tercera estrella es de Marte, que algunos llaman Hércules, ígnea y ardiente por la vezindad del Sol, y muévese casi en dos años y, por tanto, de su grande ardor y de la frialdad de Saturno, Júpiter, que está enmedio6 dellos, se tiempla y haze saludable.

Tiene el viaje del Sol 360 partes, mas porque la observación de las sombras buelva a las mismas rayas, se añaden cinco días a cada año y mas la cuarta parte de uno, por lo cual se multiplica al quinto año,a un día intercalar,7 a causa de que a la razón de los tiempos corresponda al movimiento del Sol.

Cerca, por debaxo del Sol, la grande estrella de Venus, vagabunda, con trastrocado curso,8 y que compite en sus renombres con el Sol y con la Luna, porque andando delante y naciendo antes de la mañana se llama Luzero, apresurando como otro Sol el día y, por el contrario, resplandeciendo después que el Sol se pone, se llama Vésper, como deteniendo la luz y sirviendo de Luna. Cuya naturaleza halló primero que los demás Pithágoras Samnio, en la Olimpiada XLII que fue el año 142, casi, de la ciudad de Roma. Es su grandeza mayor que la de las otras estrellas y de tanta claridad9 que con solos sus rayos se causan sombras. Y ansí tiene muchos nombres porque unos la llamaron estrella de Iuno, otros de Isis y otros de la madre de los dioses. Por la naturaleza désta se engendran todas las cosas de la Tierra, porque en el uno y en el otro nacimiento suyo, regando el mundo con rocío generativo, no sólo hinche los conceptos de la Tierra pero incita también los de los animales y acava su curso10 en el Zodiaco en espacio de 348 días, sin apartarse jamás del Sol más que por 46 grados, como quiere Timeo.

Cercana es a ésta, por semejante razón,11 aunque no con semejante grandeza o fuerza, la estrella de Mercurio,12 que algunos llaman de Apollo. Y por estar en círculo más baxo que Venus haze en nueve días menos su curso, mostrándose unas vezes antes que nazca el Sol y otras después de puesto, pero sin apartarse jamás más que por 23 grados, según que este mismo autor y Sosígenes enseñan y, por tanto, es particular la naturaleza destas dos estrellas y no común con las sobredichas, las cuales se ven distar por la cuarta parte del cielo del Sol y por la tercera y muchas vezes opuestas. Y tienen todas otros mayores ámbitos de revolución perfecta de que havemos de hablar cuando tractemos del Año Grande.13

a. En Roma, cuatro años después del n se decía el quinto año después del n.


EL INTERPRETE

1(Abundando en demasiado alimento). Da razón de los cometas que parecen estrellas. Y es de advertir que en parte se aparta Plinio de la opinión de Epicuro, negando que nazcan y mueran con los hombres a quien son atribuidas, y en parte le sigue concediendo que se mantienen de humor terreno, contra el parecer de Aristóteles que no admite ser los cuerpos celestes de materia corruptible elemental, o mantenerse de elementos. Y ansí quiere que estos cometas se engendren de los vapores unctuosos que levanta el Sol y se encienden con el movimiento. En lo cual me espanta ver que nuestro autor diga en el capítulo V que las estrellas proceden del elemento del fuego, y aquí y en el capítulo IX, que se mantienen del humor terreno, que no pueden bien digerir y gastar, bienen las manchas de la Luna, cosa fuera de toda razón, y que tras esto afirme ser las estrellas eternas e incorruptibles, lo cual es evidentemente contrario y que no admite conciliación o concordia alguna. 2(Sin dilatar sus inventores). Danos por estas palabras a entender que, aunque lo demás se difiera, dirá luego sus inventores. 3(La Esphera, mucho antes, Athlas). No sé cómo Athlas halló la Esphera, pues fue contemporáneo de Moysén, y havían, 400 años antes, recebido los egipcios el astrología de los chaldeos. 4(La estrella que llamamos Saturno). Quiere tractar de los siete planetas o estrellas erráticas, llamadas ansí no porque tengan incierto movimiento, sino por la diversidad y disimilitud de su uniforme curso con que se ocultan y parecen, se allegan y apartan del Sol y, finalmente, apresuran y retardan sus viages. Dízese la estrella de Saturno en griego [κρόνοs] por su tardanza. 5(El viaje del Sol). Todos los planetas discurren por las 360 partes del Zodiaco, mas no todos las pasan en igual tiempo, y ansí dize haverse entendido que el Sol acaba su viaje en 365 días y una cuarta parte, en las sombras que caían del estilo sobre alguna planicie, esto considerando su caída a mediodía de cualquiera de todo el año, y teniendo cuenta con el tiempo en que volvían a caer otra vez en la misma parte, puesto caso que ni la quantidad del año sidéreo, que se considera desde que el Sol parte de alguna estrella fixa hasta que buelve al mismo punto, ni la del trópico o vertente, que se entiende desde que el Sol parte de un equinoccio hasta tornar al mismo, no se haya hallado hasta que Copérnico lo averiguó.

6(Júpiter, que está en medio). Si Júpiter es templado por estar entre Saturno, que es muy frío, y Marte, que es muy caliente, ¿no hay razón para que Venus lo sea, estando cercana al Sol, planeta calidísimo? También: ¿Si Júpiter toma su temperamento de los vezinos planetas, Saturno de quién le tomará? Y si le tiene de sí, ¿por qué se le niega esto mismo a Júpiter, pues aun a viles mistosb se concede? Mejor sienten los peripatéticos afirmando que las estrellas carecen de calidades de cuerpos corruptibles, y si calientan o enfrían es con fuerza espiritual, tal que, actualmente, aun a la mano que las tocase no alterarían. 7 (Un día intercalar). Este se añade por las horas que faltavan al movimiento del Sol para hazer su entero curso, las cuales no se hallaron luego ni aun cumplidos los cuatro años después que César, con ayuda de Sosígenes, lo igualó, sino muchos adelante. Puesto caso que todos conforman en que no se les han de añadir seis horas cabales y es de advertir que este día intercalar lleva algunos minutos más de los que caben al movimiento del Sol y, por tanto, cada 130 años, poco más o menos, se le añade un día demasiado. De manera que para hallarse hoy los equinoccios sería menester quitar todos estos días, que son 12, poco más, del año romano, y ansí resultaría el día y hora del equinoccio que sería en el mismo día que en tiempo de Julio César, aunque nombrado con otro número a causa del error. 8(Con trastrocado curso). Esto dize porque unas vezes procede y otras sigue al Sol. Y aunque acaba su movimiento regular en el mismo tiempo que él, pero por razón de su epiciclo llega algo más antes al mismo punto, y por eso dize Plinio que acaba su curso en 348 días que son 17, poco más o menos, antes que el Sol. Su complexión es templadamente húmida de do nace ser tan prolífica y de abundante generación. 9(De tanta claridad). Esto se ha de entender cuando está en la parte inferior de su epiciclo, hazia el opósito que llaman del auge. 10( Y acaba su curso). Cosa certísima es que Venus, Sol y Mercurio tienen un mismo movimiento medio porque cumplen su revolución en 365 días y una cuarta parte de día, y ansí las tablas del medio movimiento del Sol sirven también a Venus y Mercurio, pero Plinio cuando dixo que acaba Venus su curso en 348 días y Mercurio en nueve menos, habló del movimiento destos planetas, aparente y verdadero, el cual tomó de los Ephemérides que él dize en su tiempo havía, no obstante que estos movimientos se hallan en tiempos diversos, porque unas vezes hazen su curso aparente en mayor y otras en menor número de días, como cualquiera puede ver tomados los de nuestros tiempos en las manos, y con esto se salvan muchos dichos deste autor acerca de los planetas que de otra manera no podrían ser verdaderos.

11(La razón destas estrellas). La cual se dirá adelante. 12(La estrella de Mercurio). Jamás se [a]parta del Sol más que por 22 partes. Su naturaleza es versátil porque, según la cualidad de las otras estrellas, se buelve en diversos temperamentos. 13(Año Grande).c Llama al presente Plinio Año Grande el espacio en que todos los planetas, acabados sus cursos, buelven a los mismos lugares en que algún tiempo estuvieron. Aunque diversas gentes hayan significado por esta palabra diversísimas cosas según que se puede ver en el libro De Anno Natali, de Censorio.

b. Por mezclado, mestizo.

c. Año Cósmico de los pitagóricos, cuya duración es de 10.000 años.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1